Partida Rol por web

Los nubarrones que amenazaban durante todo el camino desde el pueblo hasta el túmulo empezaron a soltar unas finas gotas de lluvia. El viejo ya no intentaba ocultar el nerviosismo reprimido desde que, al parecer, le tocó acompañaros hasta este lugar cruzando campos de barbecho repletos de ortigas y junza.

Subiéndose las lentes por el puente de la nariz, y al tercer intento por que su voz saliese por su garganta, se dirige a vosotros:

-Y aquí parece que discurre el diablo, sus señorías -dice señalando las pesadas piedras con intrincadas talladuras que flanquean el estrecho hueco que se adentra en la colina -. Aquí corretearon los mochachos lotro día, y la Jora, la más valentona se escurrió adentro. Al poco grazna desde dentro a los rapaces no sé qué historias de enterraderos anticuos y me sale con una pulsera de argenta y de súbito algo la espenta de nuevo al hoyo entre bramíos y chillíos.

Se toma unos momentos para volver a aclararse la garganta y continuar:

-Los mozos salieron como diablo al pueblo, pero los horrores pece que les siguieron. Naide tuvo arrestos de ir a buscar a la Jora, y desde entonces... ¡el horror, el horror! Varios paisanos aparecen muertos de pasmo. Y qué casual, los difuntos son familia de los jayanes que vinieron aquí.

Entonces, mete la mano en su morral y saca un envoltorio sucio de lino, y hace el gesto como de ofrecéroslo con mano temblorosa.

Sin duda ni titubeo alarga la mano para tocar el lienzo. Quiería saber que pasaba, que contenía y a que enfrentarían. En cuanto pudo lo desplegó con cuidado por si tenía algo que se pudera caer y si tenía algo escrito o dibujado. Queria ver continente y contenido.

Al soltar el bulto en manos del elfo, el viejo se aleja un paso de él y musita: "¡lagarto, lagarto!" entre dientes.

Parece tratarse de un brazalete o pulsera de plata, tallado con espirales decorativas y, a pesar de que parece haber sido limpiado recientemente, bastante antiguo y deslustrado.

Lo enseña a los demás, y si fuera otro hubiera soltado, aguantándolo con dos dedos, ¿Qué mierda es esto?, pero no podría, no era lo que había que hacer, y lo mostró, aguantando el lienzo, a modo de mantel. - ¿Y esta cosa a vosotros qué os dice?

Observo la pulsera desde donde estoy

Tal vez es la pulsera que encontró Jora, como dijo nuestro amigo.

Digo para luego asomarme al hueco de entrada de la colina

Escuchó las palabras del hombre, que hablaba en un dialecto cerrado y que le resultó, en cierta forma, difícil de comprender.  Luego se acercó, y sin tocarla, observó la pulsera, las palabras que dijo su anterior portador le hicieron creer a Solomon que aquello estaba maldito y que ahora, la maldición recaía sobre su compañero.

-Si, estoy de acuerdo con Sonny, no sólo creo que sea la misma pulsera, sino que supongo está maldita y ahora tu- dijo mirando a quien sostenía la joya -estas maldito también.  Quizás lo que busca Jora o, la que solía ser Jora, es que le devuelvan el objeto.  Sugiero entrar buscar a Jora, devolverle su pulsera o matarla, sino, ignorar la cueva y continuar nuestro viaje.  ¿Que piensan ustedes?-

Las falta de movimiento le aburría, así que saber lo que hay dentro sería un buen incentivo para eliminar este tedio.

- Vámos. Con alegría, como su fueran a tomar unas copas a un sitio agradable y bonito.

El cielo está oscuro y cubierto, amenazando lluvia. Dos dólmenes que sujetan otra plancha de piedra, todas cubiertas con musgo enmarcan una entrada estrecha y amenazante bajo tierra. Un tejo tortuosamente retorcido se apoya  sobre el pasaje, con sus rices serpentinas visibles a lo largo del techo del bajo túnel. Un frío parece emanar de las piedras.

No es el momento de acongojarse ahora. Ese brazalete solo indica que aqui dentro debe haber más tesoros. Sí. De acuerdo. Tambien debe haber algun que otro peligro surgido del mismisimo infierno pero nada que un buen hacha no pueda solventar. Lomak sacó entonces su hacha y la aupó al cielo en un varonil gesto.

Asi que no hagamos caso a las supersticiones de un viejo. Adelante. comenzó a meterse dentro de aquella estrecha entrada no sin prestar atencion a donde ponía los pies no fuera que tanta valentía acabara con una flecha surgida de algun mecanismo clavada en su pecho 

Rongar, con curiosidad, observaba al compañero, a ver que pasaba. Le miraba los ojos con esperanza de que algo ser viera reflejado allí. Miraba sus manos, mientras hacia pases extraños sobre el adorno y también sus pies, por si algún extrajo abismo se abría bajo ellos.

La curiosidad era grande, pero sobre todo, quería saber qué hacia.

El mago se mantiene impávido dándole vueltas al círculo de plata mientras sus labios parecen murmurar cuando pasa los dedos por los intrincados grabados de su superficie. Vuestra espera se torna incómoda, y un momento después, parece salir de su trance y se da cuenta de que está siendo observado. Con una expresión que intenta restarle importancia, se cubre con la manga de la túnica el brazalete ya engarzado en su brazo.

- Bueno, sabio, ya que lo has quedado, ... y ahora dinos algo. Preguntó rongar con cierta curiosidad. Sacudió el pañuelo donde lo guardaba y se lo guardó en un bosillo de la chaqueta.