Partida Rol por web

Algo te escuece en lo más profundo de tu nariz cuando te acercas a las raíces y lo reconoces: es una señal que soléis notar los enanos ante la presencia de magia. Magia como la que está pudriendo el tejo.

Magia antigua.

Magia de osario.

Y eso se suele encontrar donde rondan los no-muertos.

-Maldita sea.- siseó Lomak. Muertos vivientes. Sintió como un escalofrío le subía desde la espalda hasta la nuca. No era la primera vez que se enfrentaba a seres de ultratumba pero siempre era un enemigo temible pues, estas criaturas, suelen ser practicantes de magia oscura y eso era algo que cualquier enano evita siempre que puede. 

Muertos vivientes, lo suponía desde que el extraño hombre los había encarado en la entrada de aquel lugar, no le extrañaría ver a Jora por allí.  Arrugó el gesto con algo de preocupación, entonces revisó su muñeca y pensó si quitarse o no aquella extraña pulsera.  Se decidió por fin a probar solamente si podía aflojarla, pero aunque pudiera no se la quitaría

Al flanquear el estrecho pasadizo de la entrada, llegáis a otro pasillo algo más amplio con las paredes plagadas de pequeños nichos, cada uno con una calavera amarillenta por los años. Todo aquí irradia amenaza y un zumbido grave y casi inaudible arrastra vuestros sentidos, como si los centenares de cráneos estuviesen susurrándose entre ellos. Puedes ver la entrada a otro pasaje a vuestra izquierda, seguida de cuatro nichos sombríos en el muro de la derecha, cada uno con un arco formado con huesos humanos y con un cráneo como clave. Justo al límite de la luz de las antorchas, más allá de los nichos puedes ver la entrada de otro pasaje en el muro norte a vuestra izquierda al final del pasillo.

Rongar saca su daga otra vez. No sabía que haría ante un combate, pero bueno. Algo tendría que hacer. Por lo menos aparentar. Un arquero sin arco ... no es un arquero.

Imitó a Rongar y sacó su hacha y luego avanzó con cuidado hasta la apertura del primer pasillo en la pared de la izquierda para ver a donde daba ese camino aunque de reojo miraba con preocupación a los nichos de la pared opuesta. Todos aquellos huesos y calaveras solo confirmaban lo que venia sospechando. 

Se sintió más tranquilo al saber que podía quitarse aquel objeto, pero entonces lo asaltó un pensamiento.  ¿Para qué hacerlo?  Era hermoso y estaba cada vez más convencido de que aquello le protegería, aunque traería desgracia a quien lo acompañase.  ¿Eso era cierto? No estaba seguro, al fin de cuentas el arco de su compañero se había roto.  Se sintió algo confuso y mareado, quizás era aquel aire viciado repleto del hedor de la muerte, quizás alguna parte de él percibía algo que a su conciencia se le escapaba, no podía afirmarlo, pero tampoco negar aquello.

Vio como su gente se armaba desenfundando dagas y hachas y sintió la necesidad de imitarlos, no estaba hecho para el combate, pero era mejor asestar una puñalada, aunque fuese de suerte, que golpear con la mano vacía.

El ruido de los metales al salir de fundas y vainas rebota reverberando en las paredes del pasillo y rompiendo el angustioso silencio que reinaba desde que atravesáisteis la estrecha entrada. Lo que parecen ser ecos de esos sonidos pronto se revelan como algo más: crujidos que provienen de la oscuridad de los nichos, ruidos sordos y chasqueantes.

De pronto, algo se mueve agarrando la húmeda piedra. Una mano blanco terroso se desvela ante la luz de las antorchas, agarrándose de la esquina para incorporar a su propietario, un cuerpo cubierto con andrajos y sin ápice de carne en su estructura se planta en mitad del pasillo, apoyándose en una lanza corta y embrazando un desvencijado escudo en la otra.

Y pese a que la visión había centrado vuestra atención, os percatáis de que tras esta figura, tres soldados más han salido de los otros nichos con movimientos acompasados y plantan guardia tras el primero.

Y justo cuando se cuadran una luz verdosa y espectral brilla en sus cuencas cadavéricas y vacías.

Bien chicos, parece que tenemos compañía. Alguno tiene algun consejo en particular, o les damos hasta que dejen de moverse?

Digo sin dejar de mirar fijamente a los zombies

Si, si, les vamos a dar. Risa, o pena. No se cual de las dos.

- Bueno, dejales hablar. Igual tienen algo que decirnos. Luego ya harémos de cupier, si hiciera falta jugar a las cartas.

Sonreía para si, pensado que esos Mal-Mataos pudieran hablar. Pero si estaban como escoltando a uno, igual ... hablaban y todo.

¿Hablar? ¿A esos? señaló con el hacha las renqueantes figuras de los no muertos plantadas en el pasillo de aquella mazmorra. ¿Crees que se han despertado de la muerte para hablar con nosotros? ¡Es hora de pelear!