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Torre en brumas

Torre en brumas

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15/09/2014, 22:26
Iseo de Candelero

La explicación de Gavin no profundizaba en lo que ya suponía, pero no podía pedirle más. Si a ella le hubieran preguntado por el armamento de un grupo de mercenarios o aventureros a quienes había visto durante unos momentos, no creía que hubiera sido sido mucho más útil en su descripción.

—Supongo que es su marca arcana, Hadrian —explicó al mayordomo, cuando hizo su comentario—. Es el primer conjuro que aprenden casi todos los magos.

El anciano parecía afectado por la situación, a pesar del conjuro que le habíalanzado el Ilmaterino cuando lo encontró aterido en la entrada. Demasiada emoción y malas condiciones para alguien de su edad y complexión. Iseo lo tomó suavemente del brazo y le sonrió.

—Entre conmigo. Con suerte, será el último portal que tengamos que cruzar.

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15/09/2014, 22:51
Zz'pora

—Creo que no quiero pensar demasiado sobre "el último portal que atravesemos" —objetó Zz'pora, fingiendo un estremecimiento—. ¿Es que nadie piensa en los escoberos?

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15/09/2014, 22:55
Iseo de Candelero

—No podría pedir a Oghma mejor compañía para pasar el resto de mi vida atrapada en un escobero —replicó Iseo, guiñándole un ojo al hombre lagarto.

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16/09/2014, 06:23
Ayle

—Tymora nos ampare.

Dijo la costurera al ver a los primeros aventureros adentrarse en el umbral mágico. Instintivamente la mujer protegía con el cuerpo a las niñas, desconfiando de aquella magia. Y, sin embargo, era el único camino. Intercambiando una mirada con su marido, Fendrel el cocinero, la mujer se armó de valor.

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16/09/2014, 06:53
Director

El clérigo de Ilmater fue seguido de cerca por los guardias Gavin y Borin, además de Zz´pora. Iseo y Astrad cerraron la marcha, dejando a Hadrian y a la pareja con las niñas en el centro. No es que hubiera protección posible contra la magia del umbral, pero lo que había al otro lado podía ser un peligro mucho más tangible.

No encontraron nada más que una escalera de caracol que subía y bajaba hasta donde llegaba la vista. Con tanta gente, los que abrían la marcha tuvieron que avanzar para dejar paso a los últimos, pero todos estuvieron seguros de oír voces allá arriba. Al menos había luz, proveniente de ventanas largas y estrechas como saeteras. Una mirada al exterior por una de ellas reveló que se encontraban en mitad de un bosque denso de pinos y abetos. El frío moderado era el de una tímida primavera o tardío invierno, tal como lo recordaban en Faerûn. Allí fuera unos pájaros negros volaban en la lejanía, contribuyendo a la imagen de familiaridad y paz.

Si habían vuelto al mundo que llamaban casa o no, era difícil de decir. Lo único que tenían por seguro era que se trataba del mundo que habitaba Nikander, como una runa grabada en la piedra sobre sus cabezas se dedicó a recordarles.

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16/09/2014, 06:55
Hadrian

—Ese, ese.

Dijo Hadrian, todavía apoyándose en Iseo y confortándose en su calor. Señalaba al símbolo con su dedo huesudo y resistió estoicamente un ataque de tos para poder decir lo que consideraba importante.

—Es algo así como su firma, pero entre los sirvientes se dice que es algo más. Magia. Lo pone donde no quiere que vayamos o en lo que no quiere que toquemos. Y por supuesto no lo hacemos.

Semejante discurso sin apenas un carraspeo había dejado al viejo sin aliento. Y sin embargo se le veía satisfecho; contento de ser de utilidad y tranquilo por estar a salvo en compañía de héroes.

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16/09/2014, 08:48
Trixa

—Tymora estará con nosotros. Siempre está con los aventureros.— Afirmó Trixa totalmente segura.

Una vez atravesado el umbral, se encontraron en la escalera, Trixa contempló las ventanas.

— Es una pena, si las ventanas fueran más anchas podríamos bajar por una de ellas con una cuerda. — Por alguna razón, sentía que eso sería más seguro que seguir en la torre.

—Y entonces... ¿Arriba o abajo?— Comentó la chica a los otros aventureros. Inconscientemente se adelantó para tratar de escuchar lo que decían las voces.

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17/09/2014, 04:13
Borin

—La torre tiene una salida, abajo. Pero el laboratorio del mago está arriba. Sospecho que todos siguen ahí, a juzgar por las voces.

Escuchando atentamente, sí que podían distinguirse al menos tres voces. Una de ellas, de mujer.

—El laboratorio es la única habitación en uso de la torre. Es terreno prohibido para los sirvientes, normalmente...

Evidentemente estas no eran las condiciones normales, tal vez incluso Nikander y su rígida jerarquía de sirvientes hubieran entendido eso.

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18/09/2014, 22:18
Astrad

-Creo que todos estamos aquí para devolver la torre a su lugar indicado y salvar a los que se hallan atrapados dentro. No sé lo que podemos encontrarnos arriba. Bueno, en realidad sospecho que nada benigno. Pero imagino que si atrapamos a Nikander y le obligamos a que deshaga el hechizo, volveremos a Toril y esta gente será libre.

El clérigo arrugó el ceño, apesadumbrado por la tarea que tenían por delante. Cualquiera podía morir. Su vida no valía mucho, pero los simpáticos aventureros que le acompañaban, la pobre Iseo o las personas indefensas serían una pérdida irreparable. La perspectiva le agriaba el estómago y le nublaba el pensamiento. Se sintió aún peor al darse cuenta de lo poco que respetaba la fe de su diosa, por lo que intentó animarse y dijo:

-No os preocupéis; todo saldrá bien. Laira sonríe a los que sonríen.

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19/09/2014, 02:50
Iseo de Candelero

Iseo sintió el alivio como si fuera una entidad física, un bálsamo extendiéndose por todo su cuerpo. El paisaje al otro lado de las ventanas era muy diferente al desierto que habían contemplado en la sección anterior, y también al que podían imaginar en la helada entrada. Un espeso bosque de coníferas se extendía hasta donde llegaba la vista. Si no existía un método rápido para deshacer los efectos mágicos que habían convertido al castillo en una panoplia de portales sin vuelta atrás, al menos se encontraban en un lugar en el que podían establecerse, sobrevivir, e incluso medrar, hasta dar con la solución.

—Si es necesario salir por las ventanas, encontraremos la forma, Trixa —respondió al comentario de la muchacha sobre la anchura de las ventanas.

El pobre Hadrian, casi colgando de su brazo como un desvencijado muñeco de paja, señaló la runa grabada en el muro y la identificó como el símbolo mencionado. Ella lo sujetó con ambas manos para ayudarle a mantenerse en pie. La marca era más que un símbolo para los sirvientes, una advertencia de aquellos lugares a los que no les estaba permitido acceder y aquellos objetos que no estaban autorizados a tocar. Una medida no exenta de sabiduría, si su objetivo era mantenerlos, desconocedores como eran del saber arcano, alejados de peligros potenciales para sí mismos. Iseo, en cambio, de encontrarse en la situación del mago, hubiera optado por una aproximación más didáctica. Iluminar con conocimiento la oscuridad de la ignorancia era uno de los fundamentos del credo que seguía desde que tenía doce años.

Astrad había forjado su opinión respecto a lo que iban a encontrarse arriba. Sospechaba que los pensamientos de los demás eran paralelos a los del sacerdote de Laira. Ella no compartía su seguridad, y deseaba evitar un enfrentamiento a toda cosa. No solo porque deseaba que los rumores fueran falsos y el mago fuera todavía el hombre que había conocido años atrás. Podía aceptar que se hubiera transformado en un monstruo, o incluso que lo hubiera sido todo ese tiempo, agazapado en el cuerpo de un simple erudito arrogante. Un enfrentamiento violento podía resultar en muertes, quizás las de quienes fueran capaces de devolver el castillo a la normalidad.

—¿Hay alguna otra habitación accesible en la torre en la que pueda quedarse quien no desee subir al laboratorio, Borin? —preguntó al guardia.

Antes de permitir respuestas, siguió hablando, dirigiéndose en esta ocasión a Astrad y los aventureros.

—Entiendo que algunos tenéis asuntos pendientes con Nikander, pero os pido que le confrontemos con mentalidad abierta y predisposición al diálogo. —Iseo suspiró, se quitó el sombrero y se limpió el sudor que se secaba en su frente con la manga—. Desconocemos el alcance de su responsabilidad y voluntariedad en lo sucedido.

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19/09/2014, 05:30
Borin

—La hay— respondió Borin. —Arriba hay una sala destinada a la defensa. Tiene más ventanas y es el espacio más grande de la torre, pero está vacío.

El guardia llevó la mano a su espada corta envainada, probablemente pensando por primera vez que podía volver a necesitarla.

—Los que prefieran pueden esperar ahí o bajar las escaleras hasta la entrada de la torre, aunque no veo por qué.

El guardia ya estaba dándose cuenta de que los aventureros tenían motivos de sobra para encontrar a Nikander, y probablemente no la mejor disposición hacia él. A juzgar por su expresión, ni juzgaba ni le sorprendía. Él mismo pediría explicaciones al mago.

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19/09/2014, 09:04
Zz'pora

—Ja, ja, ja. Sí, claro. Seguro que Nikander nos dice que todo esto es un malentendido del que nos reiremos más tarde —le dijo a Iseo.

Le caía bien Iseo, incluso le había devuelto el guiño de ojo a la manera humana ante la picardía del escobero. Pero no dejaba de alarmarle la actitud ingenua de la mujer ante los peligros que entrañaba la magia. Probablemente nunca había perdido nada en sus garras.

—Entonces... si tenemos claro que es sólo la firma de Nikander y no una runa que explote cuando pasemos junto a ella creo que nuestro camino está claro: seguimos subiendo.

El Caballero de Chelimber flexionó los músculos del cuello haciendo crujir su armadura y dejó que otros encabezaran la marcha.

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19/09/2014, 11:45
Trixa

¿Mentalidad abierta? ¿pre...deposición al diálogo? Eso significa abrirle la piña y estár dispuestos a... no se, a rajarle seguro. Ha dicho confrontar y eso es "con" más "enfrentar" y significa liquidarlo. Pero yo tengo que hablar primero con él.

—Claro que sí, Iseo.— Había respondido Trixa. — lo confrentaremos como tu dices. Pero antes yo quiero hablar con él. ¿Trato?.

Llevarían a los inocentes a la sala esa defensiva antes de acudir a por el mago.

—Parriba todos, si queréis voy primera y así echo un vistazo por si las trampas de mago que hacen boom. O las bolas de piedra que bajan por las escaleras o las hojas cortantes de hierro o los resortes de pinchos que...— cerró la boca ante las curiosas miradas de los demás.

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21/09/2014, 22:34
Astrad

-A mí me gustaría tener una charla con él, sí, pero a estas alturas me espero cualquier cosa -terció Astrad-. Quiero saber su grado de implicación con lo que le pasó a Darra. Sé que la responsabilidad fue mía, pero necesito... -Apartó la vista avergonzado, ruborizándose a pesar de su edad-. En cualquier caso, sería conveniente que no os alejárais mucho de mí. Puedo protegeros con mis hechizos y sanaros si caéis en combate.

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22/09/2014, 04:50
Director

Con Trixa y el ilmaterino a la cabeza, el grupo ascendió las estrechas escaleras de caracol esperando encontrar una trampa o un monstruo a cada paso. Nada ocurrió, y si bien no se oían pájaros cantando, la torre parecía estar en medio del más pacífico y templado bosque. El olor a pinos y, jurarían, a lluvia reciente embriagaba los sentidos.

No tardaron en llegar a la habitación de guardia que, como había dicho Borin, estaba vacía. Tenía ventanas estrechas por todo su perímetro y sin duda el amplio espacio hubiera sido un lugar perfecto para una sala de entrenamientos o armería. En cambio, estaba vacío y polvoriento. El viejo Hadrian, así como Fendrel, Ayle y las dos niñas accedieron a esperar ahí como habían acordado. 

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22/09/2014, 04:58
Fendrel

—Suerte y... eh, llamen si necesitan ayuda.

El cocinero colocó la mano sobre la cabeza de su hija. Con el hombretón en la sala al menos el anciano, la mujer y las niñas no quedarían indefensos.

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22/09/2014, 05:01
Aleera

—Doy por hecho que no sale usted mucho del castillo—comentó con los ojos abiertos con toda inocencia, dirigiéndose al humano que acababa de hablar. Luego estiró los brazos a ambos lados como quien contesta a algo tan sencillo que no debería necesitar explicación—. De lo contrario lo raro sería precisamente llevar un solo lobo y no una manada de ellos; la lista de alimañas, bestias, criaturas , bandidos y demás cosas indeseables que se encuentra una por los caminos no tiene límite. Y menos cuando vienes desde la Costa de la Espada.

Dejó caer los brazos.

—Pero, sinceramente, no entiendo qué sentido tiene que hable de lugares que lo más probable es que ni conozcan la mitad porque están en el quinto pino. Salvo para agotarme más de lo que ya estoy—suspiró y se apoyó ligeramente en la pared para subrayar lo último—. Resumiendo: el mensaje atañe al señor de forma personal, por eso es importante.

Y tan personal, maldito fuera. Pretendía averiguar hasta la última migaja de información sobre el templo de la Herejía Oscura. ¿En dónde demonios se había metido Nikander y por qué? Aquella torre estaba llena de cosas extrañas: desde paisajes que cambiaban como por ensalmo entre ventana y ventana, pasando por soldados que lloraban como si les hubiesen pegado una paliza, gente marcada con runas raras e "incidentes" que a saber la diosa qué serían.

—Ah, y me llamo Aleera—añadió acordándose en el último momento de que aún no sabían cómo dirigirse a ella.

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22/09/2014, 05:23
Sadon

—Aleera... Bien, mi nombre es Sadon y dirijo a la guardia del castillo. Esta es Shou— dijo señalando a la mujer de ojos rasgados.

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22/09/2014, 05:34
Shou

—Kumasta— saludó la mujer. O al menos podía entenderse que era un saludo, dado que acompañó la palabra con una ligera inclinación. Los rasgos delicados y su baja estatura debían de ser engañosos, pues ninguna mujer trabaja como mercenaria más de una semana si no es tan dura como sus compañeros.  

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22/09/2014, 05:37
Sadon

—El grandullón es Brom, el herrero, y ya sabes que ese es Merek.

No mostraba mucho respeto hacia el "ayuda personal del señor", y probablemente a estas alturas ni siquiera se guardara opiniones sobre el señor en persona. Por lo que había oído, Nikander no era noble, sino un simple heredero de mercaderes. Poseía ciertas tierras, pero ninguna autoridad sobre nadie más allá de la que otorgaba el oro. Era obvio que los guardias eran mercenarios y, como tales, fieles solo mientras hay oro sobre la mesa.

—Si vamos a tener que esperar...

Se interrumpió súbitamente, pero Aleera supo por qué. Pasos subían al laboratorio.