Partida Rol por web

- ¡Está muerto! - Exclamó Peter de pronto. - ¡Muerto, joder, muerto! - Dijo con un tono de voz demasiado elevado.

De nuevo aquel hombre se comportaba como un demente. Se llevó las manos a la cabeza y empezó a frotarse el rostro y el pelo despeinándose de forma obvia. Sus ojos, abiertos de par en par, miraban a la nada y sin duda alguna no parecía poder controlarse a si mismo.

- ¡Muerto! - Volvió a alzar la voz. - ¡Lo estaremos todos! ¡Todos, joder! ¡Los inferni vendrán! ¡Ya lo creo que sí!

Unas voces parecen provenir del interior de la vivienda... unas voces no, la voz de... ¡Peter!

- ¡Está muerto! ¡Muerto, joder, muerto! - Se produjo una pausa y luego siguió gritando. - ¡Muerto! ¡Lo estaremos todos! ¡Todos, joder! ¡Los inferni vendrán! ¡Ya lo creo que sí!

Por suerte y al menos de momento, la mujer que estaba frente a ella no parecía haber escuchado nada.

Zoddert lo cogió de la pechera para alejarle de la parte delantera y le abofeteó. Cada cosa a su tiempo jefe, ahora salimos de aquí y luego a ver que ha pasado ok? dijo tratando de calmarlo.

No hizo falta decir mucho para darse cuenta de que no podíamos huir por el garaje, pero a falta de otra idea mejor, insistí con aquella, modificando la estrategia.

-Está bien, no podemos salir... ahora. Pero podemos ocultarnos en el garaje y largarnos en cuanto la familia entre en la casa. Es eso o salir por la puerta de entrada, así que será mejor que nos decidamos ya.

O bien mandarlo todo a la mierda y que piensen lo que les de la gana, porque ya me estaba cansando de tantos problemas.

Pero es que además había que cargar con Peter, así que tras la bofetada de Everton, me acerqué a él y lo agarré del cuello.

-Escúchame bien. Nos hemos jugado nuestras vidas y ahora mismo la de Claire está en el aire. Así que como no empieces a ser lo que prometiste, juro que te pego un tiro aquí mismo y ahora.

Sin demasiados datos de la mujer ni de quiénes habitaban el lugar, Lyara se vió obligada a presuponer que aquella mujer trabajaba para la familia. Miró momentáneamente a los niños fijándose en sus rasgos antes de volver la atención directamente a ella.

—Me temo que... —negó sutilmente con la cabeza— No encontraréis a Steven, ha fallecido. —dijo bajando un poco el tono con cierta solemnidad, aunque sin llegar a susurrar.  

Aquella situación ya habría sido incómoda en circunstancias convencionales, pero era aún más complicada en aquellos momentos, porque corría el riesgo de acabar consolando a la mujer por más tiempo del esperado. Por otra parte no creía que pudiera averiguar demasiado de ella.

—¿Podría identificarse, describir la rutina habitual? ¿Steven debía recibir hoy alguna visita inesperada? —inquirió tras dar cierto margen a su interlocutora para hablar y conducirla de un modo menos frío y sutil al interrogatorio— ¿Disponen de algún lugar al que ir ahora?

Frank observó el garaje para cerciorarse de si podrían escapar por allí, pero al notar que la puerta del garaje estaba situada en la parte delantera supo que no tenían opción de salir por el garaje.

-¿Y si lo intentamos por una de las ventanas que esté situada por detrás? -propuso el orco, sabiendo que si se quedaban en el garaje se arriesgaban a que la familia pudiera encontrarles escondidos allí-. No creo que llegue a sernos muy difícil si Lyara sigue entreteniéndolos unos minutos.

- ¿Co... cómo? - Aquella mujer de rostro moreno, se tornó pálida en un instante.

Su primera reacción al escuchar aquellas duras palabras en boca de aquella desconocida que se había identificado fugazmente como agente de policía, fue el tratar de mirar por encima del hombro de la elfa por tal de ver al otro lado del umbral de la puerta y sin duda debió ver algo pues sus rodillas flaquearon y a punto estuvo de perder el equilibrio. De no ser porque Lyara la sostuvo, habría acabado de bruces en el suelo.

- ¡Steve! - Gritó casi sin fuerzas mientras trataba ahora de pasar por encima de Lyara para entrar en el edificio. - ¡Steve, joder! - Repitió muy alterada y golpeó contra el pecho de la agente casi sin fuerza. - ¡Déjeme pasar, quiero verle!

- ¿Mamá, qué dice esta mujer? - Preguntó la niña angustiada. Se notaba que estaba asustada y esperaba que todo lo que estaba sucediendo no fuera más que parte de una pesadilla. Eso decían sus preciosos ojos verdes, que realizaban un claro contraste con su piel de un tono más oscuro y sus cabellos rizados. - ¿Qué... qué le ha pasado a papi? - Preguntó con los ojos vidriosos y a punto de romper a llorar.

- ¡Papá, papá! - Gritó entonces en niño. - ¡Quiero verlo, quiero estar con él! - Dijo el pequeño muchachito de cabellos ensortijados y tonalidad bermeja. - ¡Quiero pasar, quiero pasar! - Le gritó enfadado y con determinación a Lyara.

Zoddert y Celarian escuchaban desde donde se encontraban como Lyara conversaba con la mujer, la cual parecía cada vez más alterada, aunque no podían comprender lo que estaban diciendo. Sin embargo, la voz de un niño surgió clara por encima del murmullo general.

- ¡Papá, papá! ¡Quiero verlo, quiero estar con él! ¡Quiero pasar, quiero pasar! - Se escuchó con claridad.

- Yo... yo... - Peter trataba de calmarse. Al menos había dejado de gritar como un loco. El tortazo de Zoddert no pareció despertarle de su trance, pero sumado a las palabras de Celarian, al menos consiguió que no gritara más. 

Que el sonido de líquido caer sobre el suelo y que sus pantalones se oscurecieran a la altura de la entrepierna y que dicha humedad descendiera hasta los tobillos acabando en un pequeño charco de no muy buen olor, no indicaban que el bueno de Johnson fuera a recuperarse fácilmente de su... estado de desequilibrio mental transitorio. De hecho, puede que ese desequilibrio mental no fuera a ser precisamente transitorio...

Mientras todo eso sucedía, los gritos del menor y el dantesco espectáculo del pobre Peter Johnson estaba dando, Everton se internó en la casa localizando una ventana que daba al patio trasero. Al mirar a través del ventanal pudo contemplar como tras una valla se encontraba una carretera y no iba a resultar demasiado difícil escapar por ahí. El único inconveniente era que había más casas en la zona y podían verles desde las ventanas sin que ni ellos se dieran ni cuenta, aunque quizás ese fuera un riesgo que debieran correr para no ser vistos por aquella mujer que acababa de llegar de improvisto al escenario del crimen.

Quizás debió tener algo más de tiento o contenerse en el anuncio, eso habría dado más tiempo a sus compañeros... pero aquello ya estaba hecho y no le quedó más que interponerse físicamente. 

—Lamento no poder dejarles pasar. Por favor... —frunció los labios al percibir que no se mostraban especialmente colaborativos, tratando de reafirmar el agarre sobre la adulta.

Aunque cuando notó que la mujer estaba bajo control, notó al chico tratar de escurrirse a lo que interpuso la pierna de manera un tanto ortodoxa, frenando el paso y tratando de mantener la posición frente la puerta.

—Por favor, debe tranquilizarse. Los niños no pueden ver esto. Hágalo por ellos —dijo en un tono más bajo hacia la mujer, tratando de razonar.

Escapamos o intentamos sacarle información a esa mujer? Igual sabe algo de las actividades de su esposo, total tenemos una grabación de lo ocurrido y sabrá que no hemos sido nosotros... Ambas son buenas opciones. 

Yo apuesto por tratar de razonar con ella y enseñarle lo ocurrido y estirar de ese hilo.

La opción de escapar se volvía cada vez más complicada. Quizás fuese mejor, como sugería Zoddert, razonar con ella, pero iba a ser complicado con él por delante.

-Dudo que se pueda razonar con alguien que acaba de perder a su marido. Como mucho podríamos sacarle dos o tres frases antes de que se hundiera completamente y cuando viniese la policía de verdad, nos describiría y estaríamos en el ojo del huracán. Yo creo que hay que largarse de la manera que podamos. Si no queréis hacerlo por el garaje, busquemos una ventana y a ver si podemos deslizarnos por ella.

Y rápidamente me asomé a las ventanas de las habitaciones, buscando una que diese a la parte de atrás y por la que pudiéramos salir de allí.

Zoddert había encontrado una ventana que daba al patio trasero y que podía permitirles escapar con relativa seguridad. Frank decidió dirigirse a aquella ventana para tratar de salir de ella y marcharse de la casa cuanto antes, aunque la conversación entre Zoddert y Celarian le hizo detenerse.

-No, no creo que esa mujer vaya a proporcionarnos mucha información. Al fin y al cabo, acaban de contarle que su padre ha sido asesinado. Debe estar destrozada -dijo el orco, imaginando que los niños debían estar destrozados por la muerte de su padre-. Lo que no entiendo es por qué nada de esto encaja con lo que Johnson nos contó sobre su contacto...

Johnson les había dicho que su contacto estaba divorciado y que tenía un hijo mayor de edad y otro adolescente, lo que no encajaba con lo que estaba viendo, un hombre probablemente casado y con dos hijos pequeños. Quizá Lyara pudiera arrojarles más información al respecto cuando se reunieran con ella. Pero no era el momento de hacerse preguntas. El orco se asomó a la ventana que había encontrado Zoddert y, tras asegurarse de que no hubiera mucha altura, decidió descolgarse por ella.

Frank fue el primero en descender seguido de Clearian. La idea de Zoddert de ir a hablar con la mujer que acababa de llegar con los niños no fue del agrado de sus compañeros. No obstante, ellos empezaron a poner tierra de por medio saliendo de la zona ajardinada trasera de la vivienda camino del coche haciendo un pequeño rodeo.

Mientras Everton se debatía entre descender por la ventana y salir a apoyar a Lyara en el interrogatorio de la mujer del contacto de Peter. Y Peter... mientras todo eso sucedía, él permanecía tembloroso en el interior de la vivienda, con la mirada perdida y siguiendo a todos lados a Zoddert Everton, quien ahora parecía haberse convertido en su sombra.

- Está bien... - Tragó saliva mientras agarraba a los niños y los apretaba contra su cuerpo. - Está bien. - Trató de serenarse mientras miraba al suelo. Aquella noticia evidentemente le había afectado sobremanera. - Pero... - Alzó la mirada. - ¿Qué... qué ha su-cedido? - Dijo con la voz entrecortada. - Un mo-mento... 

La mujer se agachó junto a los niños y les miró a los ojos. Los dos pequeños estaban a punto de romper a llorar y si no lo habían hecho ya era simplemente porque todavía no habían acabado de asimilar lo que había sucedido. Asintió con la cabeza y besó la frente de ambos. Luego se puso en pie y agarrando de la mano a los pequeños los llevó hasta el coche y los metió en el interior.

- Tiene razón... - Le dijo a Lyara. - Mejor que no se enteren... - Comentó ella. - Yo... - Tragó saliva. - Me dijo que me mantuviera lejos unos días, pero... - Resopló. - Le echábamos de menos y su mujer... - Se encogió de hombros. - ¿Dónde... dónde está ella?

Se limitó a asentir despacio en los primeros instantes. Lyara estaba aliviada de que la mujer hubiera entrado en razón, y ante la pregunta hizo un calmado gesto con la zurda indicando que respondería una vez hubiera alejado a los niños. Aprovechó ese pequeño lapso de tiempo para mirar discretamente a un lado y otro, así acomo afinar el oído. Esperaba que sus compañeros hubieran abandonado ya el lugar de los hechos, aunque no tenía intención de hacer pasar a la mujer al interior del edificio.

—No puedo darle muchos detalles aún, estamos investigando el suceso. —dijo de manera solemne, aunque pronto añadió— La impresión inicial es que trata de un ajuste de cuentas. ¿Sabe si Steven tenía algún enemigo? ¿Si estaba involucrado en algo fuera de lo común?

Ante su siguiente pregunta negó lentamente con la cabeza. ¿De nuevo había una mujer involucrada? ¿Para qué tomar otro rehén si ya habían acabado con él? Sería mejor averiguar más...

—No hemos contactado con ella, apenas hemos llegado ahora. ¿Debía encontrarse también en el domicilio? —torció ligeramente el gesto, aunque trató de volver a una expresión neutra.

- ¿Enemigos? - Preguntó con la voz entrecortada la mujer. - No que yo... se-pa. - Afirmó a punto de romper a llorar. - Su mujer... - Suspiró. - Estaba fu-era de la ci-ciudad. - Tragó saliva. - Yo... yo sólo vengo cuando... - Resopló. - Ella no está. - Concluyó. - Él y su esposa no... - Le costaba hablar, se le veía muy afectada. - Ya me entiende. Estaban ca-sados, pe-pero... - Se encogió de hombros. - Ellos son sus... - Señaló con la mirada a los niños. - Son nuestros hijos, pero... - Le susurró al oído. - ...tiene otros hijos ma-yores con ella...