Partida Rol por web

—No debería haber problema en que esperéis dentro. —dijo a sus compañeros— Al fin y al cabo planeamos actuar de manera inmediata. Con un poco de suerte el asunto se resolverá de manera limpia. Mis vecinos no son muy curiosos pero sería conveniente no hacer más ruido del necesario...

Lyara entonces pasaría la vista por sus compañeros antes de encogerse de hombros. Compartiría su dirección pero no tenía mucho más que aportar en aquellos momentos más allá de partir si finalmente estaban dispuestos y decididos.

- Por mi bien. - Dijo desenfundado su pistola y comprobando el cargador. - Espero que Raynor sea tan cretino como recuerdo y piense que toda mujer bebe las aguas por él. - Dijo bastante serio. - Si es lo suficientemente arrogante como para pensar que Lyara es realmente estúpida y que ha pensado en un hombre fuerte y guapo como él para protegerla, todo irá bien... - Se llevó  la mano al mentón. - Sólo espero que acepte y no ponga condiciones. De lo contrario se podría complicar. - Miró entonces a Celarian. Ella era una complicación con patas, una temeraria que podía enmarronarles a todos en un abrir y cerrar de ojos. Esperaba que por una vez se comportara como la ex-agente que era y no fuera más un handicap, que una ventaja. - ¿Todo claro Vaamar? - Le preguntó.

Al oír la voz de Zodder, me volví hacia él.

Como tantas otras veces, pensé en una respuesta mordaz o simplemente en partirle la cara para demostrarle que ya fuese o no su superior, no toleraba que me hablase de aquella manera.

Pero ahora estaba contenida. Sabía que lo que debía hacer y también lo que no, por lo que la desconfianza de Zod, ganada, era sin embargo infundada.

Si abría la boca podía empezar a soltar mierda sin parar, así que simplemente le miré y asentí con la cabeza. Con eso quedaba todo dicho. 

Raynor era el objetivo número uno; teníamos un plan; y el Equipo de la Luz estaba a nuestro lado en aquello. Una vez lo tuviésemos... eso ya era otra historia porque ahí sí que no pensaba contenerme.

- Así lo haremos. - Concluyó Idril. Justo entonces se llevó la mano al cuello y con dos dedos apretó lo que parecía ser un intercomunicador oculto en al solapa del cuello de su camisa. - Acércate. - Dijo entonces la elfa.

Automáticamente, un hombre alto, pálido y barbilampiño, de largos cabellos oscuros y mirada penetrante, apareció de un lateral del camino por el que habían llegado todos. Vestía de oscuro y portaba en la mano una pequeña bolsa. Se acercó a Idril y sin decir nada se la entregó. 

- Él es Anwalën. - Les presentó al elfo. - Podéis fiaros de él, tanto como de mi.  Sonrió a sabiendas de que aquellas elfos y aquellos orcos todavía no debían tenerlas todas consigo a la hora de seguirla de forma ciega. - Tomad... - Les dijo y sacando de la bolsa varios intercomunicadores, le cedió uno a cada una de las elfas.

- Estos aparatos nos mantendrán comunicados en todo momento. - Dijo aquel sigiloso elfo. - Su uso es muy sencillo. Estoy seguro de que sabéis como funciona. - Comentó. - Son muy discretos y no creo que Raynor pueda darse cuenta de que los lleváis puestos. Son del tamaño de un botón como veis. Si os engancháis el micrófono a la ropa cerca del cuello se escuchará a la perfección. Tiene una pinza... - Hizo la demostración. - El auricular a la oreja. - Mostró como se lo colocaba él. - Lyara tiene le pelo largo, si lo lleva suelto, será imposible que lo localice. - Entonces miró a los orcos. - Vosotros tenéis menos pelo. - Sonrió de lado. - No creo que Raynor lleve consigo un inhibidor de frecuencia consigo, así que tiene que funcionar...

Dicho aquello, le entregó un par de comunicadores a los orcos y de esa forma, sin más preámbulos, Idril y Anwalën se despidieron del grupo marchándose de Central Park para organizar todo el dispositivo.

El grupo regresó al apartamento de Frank. No había ni rastro de Peter, quien había asumido que ahora estaba solo, más solo que nunca de hecho. Comprobaron más por mera curiosidad, si se había conectado a WhatsApp en hacía poco, pero no, constaba que la última hora en la que había consultado la aplicación era de las 16:49 horas. No le dieron más importancia, pues tenían asuntos más complicados e importantes que tratar.

Una vez en casa de Frank, se dedicaron a charlar sobre lo acontecido y a planear lo que iban a hacer a partir de ese momento. Las implicaciones que tenía todo aquello eran muchas, sus vidas estaban en juego y la de Claire también. Todos tenían en cuenta que aunque Celarian parecía más calmada y dispuesta a la diplomacia, seguía siendo un volcán que podía erupcionar en cualquier momento y eso, por lo que al igual que Peter era un peligro para la misión, Vaamar también o era.

No llevaban allí ni veinte minutos cuando el intercomunicador sonó para todos.

- La furgoneta está en el lugar acordado con todo el material dentro. La matrícula es PHG 4512. La llave está sobre la rueda trasera derecha.

Era la hora. Estaba todo listo.

Como siempre, formar parte de un equipo era algo que tenía su parte negativa, y mucho más cuando no conocía a aquellos elfos, pero sabiendo que no tenía otra alternativa, convencida de que en aquellos momentos la paciencia era mi mejor arma, cogí el comunicador y me lo enganché en la parte interior de la solapa de la chaqueta que casi siempre llevaba puesta, de manera que no pudiera verse desde fuera.

Después, nos retiramos, de nuevo hacia el apartamento de Frank, pero sin tener que aguantar los llantos de Peter que para mí había quedado marcado para siempre como un completo inútil. Aunque pudiese recuperar a Claire sin daño, me prometí a mí misma no volver a meterme en algo así y no volver a confiar en las palabras de alguien que se había mostrado como un completo inútil.

Quizás no aguantara la presión y se pegara un tiro, pero en aquellos momentos ni siquiera eso me importaba una mierda.

-He de reconocer que parecen competentes, todo lo contrario a Peter. De haber tenido a esa Idril no nos había ocurrido todo esto. Pero no, tuvimos que fiarnos de Peter, al que le viene grande hasta cambiarse de camisa cada día -gruñí en un momento dado, intentando dar un poco de rienda suelta a mi frustración cuando todavía podía.

Pero sabía que todos esperaban que me descontrolara y eso hizo que incrementara mi autocontrol un poco más de la cuenta. Me retiré a una esquina, cerré los ojos y procuré meditar unos minutos, algo que no hacía desde desde demasiado tiempo, hasta que el intercomunicador sonó, rompiendo la poca concentración que había logrado alcanzar.

La voz era clara y el mensaje, conciso. Abrí los ojos y miré a los demás.

-Está bien, vamos allá -dije, poniéndome en pie.

Frank tomó el intercomunicador que le ofrecían, enganchándose el micrófono a la ropa a la altura del cuello, mientras que en la oreja se colocaba el auricular. Confiaba en que los inferni no tuvieran ningún instrumento para bloquear intercomunicadores, como inhibidores de frecuencia o algo así, pero técnicamente si Raynor acudía confiado y con la guardia baja, no tendrían que lidiar con ese problema.

Una vez en su apartamento, el orco prácticamente contaba los minutos que se sucedían. Le apenaba saber que Peter se había marchado sin más, aunque era mejor así. Incluso si contaban con él para conducir la furgoneta o vigilar a Raynor, ya había demostrado no estar capacitado para un trabajo como ese.

-Debieron ver algo útil en Peter si lo reclutaron. Supongo que las cosas le fueron bien mientras todo era light y su contacto aún estaba vivo. El hombre ese era quien lo llevaba más o menos bien. En cuanto se quedó solo... Johnson se quebró -declaró Jefferson, que tampoco quería hacer leña del árbol caído. Al fin y al cabo, si bien ellos eran más prácticos que Johnson, no le quedaba duda que para el Escudo de la Luz debían de ser igual de valiosos de lo que lo había sido Peter.

Al oír que la voz del elfo indicándoles que la furgoneta ya se encontraba en el lugar acordado y oyendo que Vaamar ya había indicado que iban para allá, Frank se puso en pie para disponerse a salir de la vivienda y marchar hacia la furgoneta. No obstante, miró a Lyara antes de partir.

-Si en cualquier momento te encuentras incómoda o sientes que necesitas ayuda, solo tienes que avisarnos y entraremos allí a por ti -le advirtió, con una perceptible duda en su tono. El plan había sido suyo, por lo que sentía que si su compañera sufría algún daño sería solo culpa suya-. Una palabra, una frase que solo nosotros sepamos, lo que sea y entramos allí cuanto antes...

Lyara había atendido con interés las indicaciones del elfo que hizo aparición, fijándose meticulosamente tanto en el comunicador como el auricular. Asintió ligeramente cuando mencionó que resultaban discretos, por lo que tomaría el consejo de llevar el pelo suelto.

En cualquier caso siguió a sus compañeros hasta el piso de Frank, que ya había ejercido como punto de encuentro en el pasado y suspiró cuando mencionaron a Frank.

—No es la primera persona a la que le superan las circunstancias, pero sabiendo como es no debería jugar con fuego. En cualquier caso, es mejor centrarnos en lo que tenemos por delante. —comentó con su habitual tono neutro. El plan y las circunstancias ya la tenían nerviosa, por lo que no quería centrarse demasiado en los aspectos negativos que desencadenaron todo aquello.

Entonces finalmente llegó a la hora, sonriendo ligeramente a Frank.

—Claro, somos un equipo. Esto no se complicará, os llamaré cuando esté en posición. —agitó la zurda con una despreocupación poco propia de ella. Estaba claro que buscaba convencerse de sus palabras.— Si me escucháis desvariar acerca de pájaros es que me gustaría recibir apoyo.

Luego siguió lo evidente, era hora de ponerse en marcha.