Partida Rol por web

-BRIGHT 3- Caida a los infiernos. [+18]

Capítulo 4. El Hoogan's.

Cargando editor
18/10/2021, 16:35
Policía Nueva York

El agente agarró rápidamente su propio teléfono móvil y no dudó en apuntar el teléfono facilitado por la mujer a la que acababa de identificar. Cuando acabó de apuntarlo miro de reojo por encima de la pantalla del teléfono y sonrió de nuevo. Guardó el teléfono en su bolsillo y acto seguido le guiñó un ojo a Celarian.

Lo dejaremos en una simple amonestación verbal, ¿de acuerdo, encanto? - Le dijo el agente deslumbrándole con sus preciosos dientes blancos. - Conduzca con cuidado, ¿vale? - Le pidió y acto seguido regresó a su vehículo. 

Notas de juego

En tu siguiente post puedes describir como llegas a casa de Frank y tocas al timbre. Creo que ya hemos dado tiempo al otro grupo para que se pongan a tu altura temporal.

Cargando editor
18/10/2021, 18:04
Celarian Vaamar

No le respondí, pero procuré mantener aquella sonrisa durante todo el tiempo que pude, a pesar de pensar que quizás me hiciera falta un puñetero dentista para relajar mis músculos, que parecían estar tan tensos como mis piernas, con las cuales pisaba con fuerza el suelo del coche.

De ser otra la situación, su cara se habría llevado lo que se merecía. Pero por muy sorprendente que pudiera parecer, sabía cuándo debía contenerme, o más bien, tenía algo por lo que merecía la pena hacerlo.

Dejé que arrancara el dichoso compañero y tomase la delantera, y a continuación arranqué y circulé con la necesaria precaución, conteniendo mis ansias de saltarme los malditos semáforos y lanzar improperios a los conductores que me dificultaban moverme a mayor velocidad, mientras en mi interior procuraba no venirme abajo. El solo pensamiento de lo que podía estar pasando Claire, era suficiente para abrirme un agujero en el corazón que jamás se cerraría.

Cuando finalmente llegué a casa de Frank, me aseguré de que tenía el arma cargada antes de salir del coche. No quería sorpresas. Ahora vería cómo sabían que había sido Raynor la rata, pensaría si romperle los brazos antes que las piernas o la cabeza en primer lugar, o si a lo mejor le aplastaba los huevos de una patada, y mientras tanto, contendría mi ansiedad a la espera de la llamada de McFadden.

Resoplé una vez más, justo delante de la puerta del apartamento de Frank, y toqué el timbre.