Partida Rol por web

A Frank no le incomodó especialmente tener que escoltar a una apalizado Raynor durante el trayecto, aunque mientras el cuarteto lo trasladaba en la furgoneta no pudo evitar darle vueltas a todo lo que había dicho el humano.

Aparentemente, Raynor se había sentido perseguido y por eso había matado al contacto de Johnson. En principio, no le parecía que fuese más que una mentira, pero tras recordar el comportamiento de los tres matones que le habían atacado a él y a Zoddert, no podía descartar que Raynor hubiese sido puesto bajo el influjo de algún tipo de hechizo para torturar y matar a aquellos hombres y que ahora no recordase nada. Claro que eso no justificaba ponerle una pistola a la cabeza a una antigua compañera.

-Creo que lo primero que deberíamos hacer es preguntarle si conoce a este hombre -indicó el orco a sus compañeros, entre susurros para que Raynor no lo oyera, mostrándoles la imagen de Calanthir Celegron, la mano derecha de Nimwë-. Sin darle ningún detalle sobre quién es.

-Si empieza a poner caras raras y dice que no lo ha visto en su vida, tenemos un problema -añadió Frank, pensativo.

- ¡No quiero ver tus oirás fotos, joder! - Exclamó. - ¡Me habéis secuestrado! ¡Me habéis golpeado! ¿Y ahora pretendéis que colabore? - Dijo muy alterado.

Sí, Ryan Raynor estaba fuera de sí. Realmente nunca antes le habían visto así. Nunca se había caracterizado por ser alguien muy centrado, pero tampoco habían creído que pudiera llegar a comprarse de aquella manera tan inestable. 

- Así que puedes meterte la fotografía por el... - Vio de refilón aquella fotografía y su estado completamente alterado cambió. Dejó de gritar, dejó de tratar de zafarse y concentró toda su atención en la fotografía. - ¿Quién...? - Frunció el ceño fijándose en la fotografía. - Le conozco, pero... - Medio a Frank extrañado. - Pero no... - Hizo una pausa. - ¿Qué se supone...? ¿Quién...? ¿Le conozco?

Costó lo indecible reducir a Raynor y mucho más llevárnoslo, como si de verdad supiese lo que íbamos a hacer por él. Raynor había dado una buena excusa, pero a mí ya me importaba una mierda. Solo había un objetivo para mí en aquellos momentos y mataría o haría lo que fuese necesario para conseguirlo.

No existía nada más.

Frank comenzó intentando mostrarle una fotografía sobre uno de nuestros más acérrimos enemigos, o de la luz al fin y al cabo, lo que podía darnos una pista acerca de lo que podía haber detrás de él. Frank era demasiado tranquilo para mi gusto en situaciones como aquella.

Cuando se la mostró, Raynor volvió a actuar como si alguien le hubiese echado pimienta en el culo, pero lo que no esperaba era que cambiase totalmente al verla. Eso era... ¿normal?

-Dínoslo tú -le dije, sacando el arma, mirando que el cargador estuviese lleno de balas y apuntando a sus rodillas -. Tienes dos rodillas, dos pies, dos manos, dos brazos... creo que eso significa que puedo disparar a muchos sitios sin matarte y todos saben que cuando estoy desatada lo único que quiero es joder todo lo que pueda, así que empieza a hablar o lo primero que harás es sentir una bala en... a ver... el pie derecho. Nunca volverás a hacer footing y a partir de ahora podrás usar calcetines con agujeros para ir a juego.

Me encantaba hacer de poli mala... porque en el fondo sabía que podía serlo.

- ¡Vale, vale! - Rogó Raynor. - ¡Ponte tranquila! ¿Vale? 

Raynor sudaba. Se notaba que estaba contra las cuerdas y que estaba realmente atemorizado ahora que Vaamar había cogido la iniciativa durante el interrogatorio. El ex agente trataba de recordar. Se notaba que estaba haciendo un esfuerzo. Eso o es que sus dotes como actor habían mejorado de forma exponencial en los últimos tiempos. 

- Mira recuerdo esa cara, ¿vale? - Admitió. - Pero es como... Como un sueño, ¡joder! - Frunció el ceño y apretó los dientes impotente. - Espera... Tragó saliva. - Recuerdo... Recuerdo a una mujer. Rubia, creo y... Abrió los ojos de par en par. - ¡No puede ser! - Sus ojos se humedecieron. - ¡Le maté! - Exclamó roto por dentro. -;¿Cómo puede hacerle eso? ¡Maté ese hombre! - Miró entonces a Frank y a Celarian de forma alternativa buscando respuestas. - ¿Qué está pasando? - Les preguntó finalmente.

Frank empezaba a ver el mismo patrón en Raynor que en los tres rateros que le habían atacado a él y a Zoddert en los muelles. Ninguno de ellos había podido identificar a Calanthir Celegron ni darle un testimonio más o menos estables, aunque por sus palabras se dejara entrever que lo habían visto en alguna ocasión que no recordaban.

El orco observó que Celarian estaba demasiado intensa. Sabía que la elfa hablaba en serio y que no le temblaría el pulso a la hora de meterle un balazo a Raynor en cualquier parte del cuerpo que no fuera mortal. No la juzgaba. Al fin y al cabo, la elfa se comportaba así porque los inferni habían secuestrado a su pareja. Sin embargo, tenía que controlarse y pensar antes de actuar. La última vez que había visto a Celarian actuando así, un pez gordo elfo había acabado en silla de ruedas tras recibir un balazo en la cabeza.

-Yo le hubiera dicho que nunca volvería a jugar al soccer -le indicó a Vaamar, cuando amenazó a Raynor sobre que nunca podría volver a hacer footing. El orco claramente estaba bromeando, una forma de intentar relajar la situación-. Es un tío. A los tíos nos gusta el soccer. Como amenaza, es más cruel que si le dices que no va a poder hacer footing.

Frank desvió la mirada hacia Raynor. Si estaba mintiendo, desde luego se había convertido en un excelente actor, pero el orco no creía que ese fuera el caso. Raynor estaba diciéndoles la verdad. Tenía la corazonada de que habían estado jugando con su mente, igual que con el trío de rateros.

-¿Recuerdas que mataste y torturaste a ese hombre? -le preguntó a Raynor, en tono frío pero sin alterarse, queriendo poner el dedo en la yaga. Si todavía era el hombre al que habían conocido, siendo un veterano de guerra, saber que había matado a un hombre inocente debía de ser duro para él. Apelar a sus escrúpulos era una buena baza para que colaborase-. Entiendes ahora por qué te hemos secuestrado y traído aquí, ¿no? Te han convertido en un auténtico peligro. Necesitamos que cuentes todo lo que sabes, Raynor. La forma en la que te dirigiste antes a Lyara... ¿Para quién creías que trabajaba? -le preguntó en primer lugar, sabiendo que aquella información era fundamental-. Y esa mujer rubia... Era humana, ¿cierto?

Ryan miró a Frank durante algunos segundos. Unos segundos que para él fueron eternos y tras los cuales, su rostro empezó a cambiar. Su piel se tornó pálida como la de un muerto y su pulso se aceleró, aunque eso no pudieran notarlo fácilmente, si se intuía por la respiración acelerada del ex-marine. Cerró los ojos en un momento dado y bajó la cabeza.

- ¿Cómo...? - Preguntó al aire con la voz rota. - ¡Joder! ¿Qué está pasando? - Se rompió en un grito desesperado. - ¡Sí joder! Recuerdo... recuerdo... - Negó con la cabeza. - Un hombre... en una silla. Y... - Hizo una breve pausa. - Mierda...

Ryan Raynor dejó de hablar. Se mantuvo en silencio, pensativo, con la mirada baja. No se movía, no decía nada y sólo se escuchaba su respiración entrecortada. ¿Estaba a punto de romper a llorar? Se estaba tratando de controlar. Al fin y al cabo había sido soldado y empezar a llorar con un llanto desconsolado se vería como signo de debilidad y él no era débil, sino todo lo contrario.

- Un elfo... - Dijo entonces al alzar la vista. - Recuerdo a un elfo y... - Negó con la cabeza. - ...no sé como se llama. No sé dónde me contactó. No recuerdo nada. ¡Ni siquiera sé como és! - Apretó los dientes lleno de rabia e impotencia. - ¿Era calvo? - Se preguntó a si mismo. - Sí, la mujer... pelo rizado creo. Humana, estoy casi seguro. Yo... - Miró a todos y cada no de sus compañeros acabando en Lyara y centrando en ella su mirada hasta que no pudo más y volvió a bajarla. - Lo siento Lyara... - Sonó sincero.

Jefferson estaba notando en Raynor el mismo comportamiento que ya había visto en el trío de rateros. Estaba convencido de que su ex-compañero estaba siendo sincero y que lo que había hecho, o más bien lo que le habían obligado a hacer, iba a acabar acompañándolo toda la vida. El orco respiró hondo, como un globo que estuviera desinflándose.

-De acuerdo. Te creo, Ryan -le indicó Frank, en tono más calmado-. Creo que eres una víctima más de esto. No vamos a hacerte nada -le aseguró, intentando relajar su tono-. Aunque no podemos liberarte sin más -Si todo salía bien, Frank se pondría después en contacto con el Escudo de la Luz. No podían simplemente dejar suelto a Raynor sin saber si ese hechizo seguía activo de alguna forma-. Diría que has sido víctima de algún tipo de magia, aunque no podría asegurarlo. No soy un experto. Por eso solo recuerdas fragmentos, como si fuese un sueño.

El orco trataba de ser lo más empático posible con su ex-compañero. Joder, ¿y si se lo hubieran cargado sin saber que no había tenido responsabilidad sobre sus acciones? Al oír al humano indicar que había una humana de cabello rizado, Frank dirigió una rápida mirada hacia Celarian, teniendo una ligera idea de quién podía ser la mujer, aunque él no la conocía personalmente, por lo que no dijo nada.

-Dices que había un elfo, ¿calvo? -preguntó a Raynor, extrañado, puesto que ninguno de los dos inferni que les había mostrado Johnson era calvo-. Intenta hacer memoria. ¿Le dijiste a ese elfo algo sobre tus ex-compañeros de la policía? ¿Dónde os reunisteis?

- Haz memoria. - Intervino entonces Zoddert. - Te conviene... - Añadió mirando con cierto desprecio al que fuera su superior. 

Nunca se había fiado demasiado de ese hombre. Había demostrado siempre ser un inútil y esa era una razón más que suficiente. No obstante y aunque había estado con Frank en el almacén cuando aquellos sicarios, por llamarlos de alguna forma, habían tratado de amedrentarles y pudo comprobar que en efecto parecían bajo el influjo de algún conjuro, no estaba del todo seguro de que Raynor estuviera en las mismas condiciones. 

- De lo contrario, te lo sacaremos de otra forma. - Le amenazó. - Y no me refiero precisamente a un hipnotizador. 

- Si... eso... - Tragó saliva desviando la mirada al infinito. - Eso he dicho. Un elfo calvo... - Ryan parecía evidentemente desconcertado. - Era... - Miró de reojo a Frank, para ato seguido volver a mirar al infinito. - Es como... como un sueño. - Explicó de forma muy pausada. Era como si el mismo no acabara de entender lo que estaba sucediendo. - No acabo de recordar. Creo que hablé con ese elfo en... - Negó con la cabeza. - ¿En una iglesia? - Frunció el ceño. - Aunque allí... allí había... no era una iglesia extraña. - Entonces miró a Frank. - No recuerdo nada de lo que hablé con él. Es todo como si fuera... muy lejano, como ¿etéreo? Sólo recuerdo un par de imágenes a lo sumo.

Frank empezaba a sentir que el interrogatorio lo estaban haciendo única y exclusivamente los dos orcos. ¿Era que por alguna cuestión racial las elfas los consideraban más violentos y capaces de sacar la verdad a golpes? A esas alturas, le tranquilizaría incluso que Celarian se lanzara a darle un puñetazo a Raynor en la cara.

-Una iglesia frecuentada por un elfo calvo... de acuerdo... -No era demasiada información. Si al menos supieran de qué iglesia se trataba, podrían tener una oportunidad de seguir aquella pista-. ¿Recuerdas algún detalle concreto de la iglesia? ¿Por qué no te resultaba extraña? -quiso saber Frank, con la esperanza de que pudiera decir algún dato que pudiera ser revelador-. Y esa mujer de pelo rizado... ¿Recuerdas si le hiciste daño? -preguntó, intrigado.

Ryan miró extrañado a Frank cuando le preguntó porque decía que la iglesia no era extraña. De buenas a primeras pareció no entender a que venía eso. 

- ¿Qué por qué no era extraña? - Preguntó. - ¿He dicho eso? Quería decir todo lo contrario. Era una iglesia muy extraña. - Afirmó dándole énfasis a la palabra "extraña". - Parecía más... Gente joven y arreglada. Pero no para la misa, más bien era como... ¿Una fiesta? ¿Tiene eso sentido? - Negó con la cabeza. - De la mujer... - Trató de hacer memoria agarrándose las sienes. - No recuedo gran cosa. Su piel era blanco y su óleo rizado. Rubio me parece.

Raynor colaboraba, transmitía la sensación de que en verdad no sabía lo que hacía o había hecho, lo que implicaba que alguien tenía la capacidad de lavarle la puta cabeza y obligarle a matar a otros.

O eso, o era un mentiroso cojonudo.

-El elfo calvo puede que sea el que estuvo con Lyara y conmigo en el local. Elderen. ¿Se llamaba Elderen? -le pregunté entonces, acercándome a Raynor, agarrándole del cuello y tirando de él hacia mí -. Responde, coño.

Me costó controlarme un poco pero finalmente, conseguí hacerlo y terminé por soltarle, dándole un buen empujón contra la silla. Si en verdad se trataba del mismo elfo, y no me extrañaba absolutamente nada, disponíamos ya de un sospechoso real al que golpear, y no solo a Raynor, pero también de dos sitios a los que ir a buscarles. Aunque me daba la sensación de que Elderen sería bastante más difícil de atrapar.

-Vale, una iglesia, extraña o no extraña, me importa una mierda. Lo que necesitamos es que nos digas en donde cojones se encuentra esa iglesia porque si es allí donde te reuniste con ella, allí es donde debe estar y también...

Quizás fuese donde tenían a Claire, aunque no dejaba de ser un disparo lejano. Pero mejor eso que no tener nada; lo que necesitábamos era averiguar en donde se encontraban, donde se ocultaban y no solo quiénes eran.

-Esa iglesia o el local en el que estuvimos puede ser nuestros puntos de acceso a estos cabrones. Si Raynor puede señalar en un mapa su posición, tendremos algo -le comenté a los demás. 

Lo que decía Raynor empezaba a desvelarles posibles evidencias de las que poder tirar. Una misa extraña en la que había gente joven y arreglada que parecía estar más bien en algún tipo de fiesta. Era una lástima que ellos cuatro no conocieran demasiado sobre los inferni, por lo que no sabían si aquello era algún tipo de celebración religiosa, fiesta o simplemente se trataba de una reunión a la que acudían como si fuera una secta.

-¿Recuerdas qué hacían esas personas jóvenes tan arreglados? -le preguntó el orco, tratando de mantener un tono tranquilo. Ahora que sabían que Raynor no tenía el control de sus acciones, no tenía sentido recurrir a la intimidación física con él-. Vamos, Ryan, haz memoria...

Ryan bajó la cabeza pensativo. Movía una de sus piernas de arriba abajo; se trataba de una señal de claro nerviosismo. Estaba tratando de hacer memoria, aunque lo cierto era que parecía costarle mucho. Finalmente alzó la cabeza y miró a Frank. Suspiró.

- Sinceramente... - Hizo una pausa. - Creo que no era una iglesia normal. Más bien era como... como un... lugar de marcha. No sé si eso tiene sentido...

Frank notaba que Raynor estaba siendo sincero, pero no parecía que pudiera serles de mucha más ayuda. Habían jugado con su mente, por lo que todo lo que recordaba no eran más que retazos, aparentemente imágenes y flashes sin mucha conexión entre sí, aunque podían servirles para tener alguna pista que seguir.

-Un lugar de marcha... Supongo que puede tener sentido -comentó el orco, pensativo. ¿Tal vez se trataba del lugar en el que se reunían los inferni? Después, le dirigió una mirada a Celarian y a Zoddert, quienes también estaban interviniendo en el interrogatorio-. No creo que podamos sacarle mucho más. Habrá que avisar a Idril y pedirle que se lo lleven para que comprueben que está todo bien en él -dijo, mirando con cierta lástima a Ryan Raynor-. Espero que nos digan también quién era el conductor. Si llevó a Raynor hasta el apartamento de Lyara, tal vez fuese otro humano usado como títere o simplemente un conocido de Raynor sin más...

Que Raynor fuera aparentemente inocente no le ofreció el alivio que habría esperado. Claro que se alegraba de que un antiguo compañero no fuera un asesino desalmado, pero esas circunstancias les dejaban sin un hilo claro del que tirar, al menos en el estado en el que el ex-militar se encontraba sumido. Estaba claro que si los inferni eran tan peligrosos es porque contaban con métodos y recursos muy por encima de los mundanos.

—El local donde estuvimos era una iglesia remodelada, por lo que podría tratarse del mismo lugar salvo que hayan reformado más de una en la zona para convertirlas en discotecas. —aclaró sin alzar mucho la voz— ¿Es eso lo que te confunde, Raynor? ¿Recuerdas lo que te llevó a ese sitio? —añadió frunciendo los labios.

—Ese... elfo rapado, había algo raro en él. Pero asumir que puede convertir a cualquiera en una marioneta es difícil para mí... ¿recuerdas si te ofreció alguna bebida en particular? —sugirió haciendo memoria del encuentro con él que había tenido junto Vaamar.

Las palabras de Lyara fueron una gran revelación, al menos para Frank, y el orco suponía que también para Zoddert. Hasta el momento, ninguna de sus compañeras elfas les había hablado sobre que el local en el que habían estado era una iglesia que había sido remodelada aunque, claro, era un detalle curioso pero que a priori nadie relacionaría con el caso.

-No creo que ahora les esté dando por la moda de convertir iglesia en locales ocio... Diría que es el mismo sitio -expresó Frank, plenamente convencido de que se trataba de la misma iglesia. No podía tratarse de una moda que se estuviera extendiendo por toda la ciudad-. A los rateros que nos atacaron a Zoddert y a mí también les hicieron lo mismo que Raynor. Es ese Elderen, no hay duda -El orco recordaba que Celarian había mencionado que el elfo que se había llevado a su novia, según los vecinos, era un elfo calvo, por lo que no tenía dudas de que se trataría del mismo-. ¿Alguna idea de cómo encontrarlo?

La verdad es que cuando se cansó de nosotros, simplemente nos echó de allí, "amablemente", y no sabíamos como contactar con él de otra manera que no fuese en el local.

La verdad era que no había salido bien la cosa.

-Sí, tiene que ser el mismo local, pero estaba bastante vigilado por lo que recuerdo y Elderen no era un tipo fácil de convencer. Quiero decir que si tuviésemos su teléfono, no ocurriría lo mismo que con este pardillo -dije, en referencia a Raynor -. Pero de de todas maneras, no lo tenemos.

Mi primera idea había sido ir directamente allí y echar la puerta abajo. Me parecía que de nuevo, era quizás lo mejor que podíamos hacer, aunque dudaba que fuésemos a conseguir entrar.

-Lo único que se me ocurre es ir allí y ver lo que podemos conseguir. Podría entrar en busca de Claire, con dos ovarios, y ver cómo reaccionan. A las malas, siempre habrá tiempo para entrar de mala manera. Pero hay que intentarlo en ese lugar y yo creo que puedo entrar. Salir... bueno, eso ya es diferente, pero estoy dispuesto a jugármela.

El plan de Celarian de volver para acudir de nuevo a aquel local para buscar a Claire era desesperado y muy peligroso, pero más tarde o más temprano tendrían que empezar a tomar ese tipo de riesgos. Era evidente que los inferni estaban más allá de las capacidades de dos orcos y dos elfas con experiencia policial.

-Hay otro hilo del que tirar. McKenzie, el tío de los almacenes, el jefe de seguridad -Jefferson le dirigió una mirada a Zoddert, pues sabía que a su compañero no le había caído especialmente bien El Apache-. Está metido en el ajo de alguna forma. Se cerró en banda y se ocupó de que nos despidieran después del encontronazo con los rateros. No era el jefe, el compi de Zoddert supuestamente está por encima de él, pero parecía como si McKenzie mandase más.

McKenzie había demostrado estar bastante lúcido, aunque dado que era un humano, Frank empezaba a pensar que tal vez fuese solo otro humano controlado por los inferni o un mindundi al que no le contasen nada. En cierto modo, a la vista de que hasta el momento los cuatro inferni que conocían eran elfos, tenía la impresión de que los humanos no estaban precisamente en la cima de la organización.

-Si nos fallase la opción de ir a por Elderen o entrar en el local, y si el conductor de Raynor tampoco nos aporta nada -enumeró las tres posibles vías que tenían más claras-, siempre podemos ir a por McKenzie -dejó Frank la opción sobre la mesa, si bien en esos momentos no era partidario de cometer otro secuestro.

- La verdad es que... - Negó con la cabeza y volvió a agacharla. Se mostraba realmente confundido con todo aquello. - ...no... no recuerdo gran cosa más. - Apretó los dientes y una vena de dibujó en su cuello producto de la tensión. - El elfo calvo, la iglesia, música... - Tomó aire. - Sólo son imágenes. Imágenes confusas que hacen que me duela la cabeza... - Alzó entonces la cabeza y miró a Frank. - Tíos... ¿Podéis quitarme las esposas? - Casi suplicó.