Partida Rol por web

Frank y Ryan cogieron de nuevo un vehículo del departamento. Un coche sin rotular, de paisano. Empezaban a estar algo cansados del tráfico de Nueva York, no hacían más que ir de aquí para allá tratando de encontrar pistas, pero poco era lo que sacaban en claro. Por suerte en las últimas horas, parecía que la cosa empezaba a avanzar. Eso no impedía que empezaran a sentirse como simples recaderos o repartidores. Sólo esperaban que en la asociación les atendieran y que su visita sirviera para algo.

La sede de la Asociación del Pueblo Élfico de Nueva York, se encontraba en la calle 67, concretamente en el número 76. Aquel edificio fue construido en 1999-2000 y fue diseñado por el arquitecto Gilbert Eruantalon en el estilo modernista para la Asociación. No obstante, la sede había sufrido una serie de modificaciones a lo largo de los años y había ido cediendo espacio a otras asociaciones, quedando reducida su presencia en el edificio al piso 12. Eso era algo que Eldren Nimwë quería cambiar y ya había comenzado negociaciones para ocupar de nuevo todo el edificio a base de dólares de su propio bolsillo.
 
El aparcamiento en aquella zona era complicado, como en casi cualquier área de Nueva York. Hubieran dejado el coche estacionado en cualquier parte de ser un vehículo oficial identificado como tal, pero al ser un coche de paisano, tuvieron que acudir a un parking subterráneo. Si se elevaba mucho la cuenta, ya pasarían el ticket al departamento.
 
Los dos agentes se encaminaron hacia la puerta del establecimiento. Allí aguardaba un elfo trajeado con un pinganillo en la oreja. Al ver a un orco y a un elfo acercarse le cortó el paso e interpuso una meno entre ellos y la entrada del edificio. Puede que hubiera hecho lo mismo con cualquier persona que intentara entrar en la sede sin identificación, pero lo que no les gustó ni un pelo fue el desprecio con el que les miró aquel elfo.
 
- Buenos días… - Dijo mirándoles de arriba abajo. - ¿Ustedes son? – Les preguntó.
 
En el momento en que se identificaron como policías, afirmó con la cabeza y apretó un botón del cable que unía el pinganillo de su oreja con el walkie que portaba en el cinturón.
 
- Vendrán hacia ti dos oficiales de policía… - Dijo en un susurro por el comunicador. – Pasen. Vayan a la recepción. Allí les atenderán. - Les dijo tras soltar el pinganillo.
 
Jefferson y Raynor subieron las escaleras que daban acceso al inmueble. El interior de aquel edificio estaba lujosamente decorado. La estructura del mismo era elegante. Con refinada mampostería y ángulos definidos.  Los techos eran altos y el firme era de mármol oscuro. Alfombras, cuadros y tapices con motivos élficos decoraban gran parte de la recepción. Pese a que a día de hoy la asociación no ocupaba más que una zona muy pequeña de aquel edificio, aún se podían intuir en la decoración los orígenes de aquel edificio.
 
Tras hablar con la mujer de la recepción, quien curiosamente era una mediana. Subieron por el ascensor hasta el piso 12 y avanzaron a través de diversos corredores, como la mediana les había indicado, hasta que dieron finalmente la recpeción de aquel lugar. Allí se encontraba la sede de la asociación que el señor Nimwë presidía. Tras un nuevo recibidor de roble, una joven elfa les atendió.

- ¿Los oficiales de policía? - Preguntó. - ¿Qué deseaban?

-Buenas tardes. Agente Frank Jefferson -saludó el orco, en tono seco, mostrando su identificación a la elfa-. Venimos solo a hacer algunas preguntas. Si no me equivoco, la Asociación posee un GMC Lambda, con matrícula F-2321. ¿Me equivoco? -Jefferson sabía que no había manera en que le dijeran que esa información era errónea-. Al tratarse de un vehículo perteneciente a la Asociación, ¿puede decirnos quiénes suelen conducirlo?

Ryan se acerco hacia la asociación de elfos, era un lugar bonito y limpio, y además, aromatizado, era agradable estar ahí. Ante el elfo, le mostro una sonrisa y la placa, mostradola alta y a su altura, desplegándola de su funda de cuero para que pudiera verse el escudo de New York. No se molesto en responderle, solo en asentir.

Avanzaron hasta la mediana donde repitió su acto de amable, pero agradeció verbalmente, y luego, subieron los 12 pisos en ascensor. Una elfa que no le molestaría llevar a su loft los recibió de forma cordial. Seguramente disimulaba mejor.

Frank no se molesto en presentarlo, de modo que el mostro rápidamente su placa y asintió. No era por lo que hubiera empezado, pero no estaba mal, dejo que las cosas siguieran su curso.

La joven elfa miró a los agentes por encima de las gafas que portaba sobre la nariz, algo muy raro en un elfo, pus todos solían poseer una excelente visión. Al comprobar sus placas asintió con la cabeza. No parecía haberse puesto demasiado nerviosa, de hecho tardó unos instantes en contestar.

- ¿Un lambda...? - Y entonces sonó el teléfono. - ¿Me disculpan? - Dijo al levantar el auricular. - Asociación del Pueblo Élfico de Nueva York. ¿Qué desea? - Se escuchó un murmullo al otro lado el teléfono. - Sí... - Respondió la recepcionista. - No... - Volvió respondió a otro murmullo. - Le paso... - Y tecleó unos números en el teléfono. Esperó unos segundos a que volviera a escucharse un murmullo al otro lado del teléfono y colgó. - Un lambda sí... - Afirmó. - Eso lo tendrán que hablar con el secretario del señor Nimwë. - Entonces se hizo el silencio y aquella elfa permaneció mirando con sus inmensos ojos a ambos oficiales.

- ¿Podemos hablar con él? - Preguntó Raynor.

- Si, pero tendrán que esperar. - Respondió ella. - Ahora mismo está reunido.

Podemos hablar con el?- Aprovechando que tenían un tiempo, decidió intentar hacer una de sus movidas.
Disculpa, cual es tu nombre? – Pregunto, usando una de sus mejores sonrisas. Y agrego – Esas gafas te quedan muy bien, me gustan.

Jefferson se mostró extrañado. ¿En qué momento habían mencionado a Eldren Nimwë? ¿Por qué la joven elfa les había indicado que hablasen con el secretario de Nimwë? La orejas picudas ni siquiera sabía si el hecho por el que dos agentes de policía habían acudido a la sede era una cuestión de vital importancia o solo unas simples preguntas que cualquiera podría responder, pero ella había indicado directamente que hablarían con el secretario de Nimwë.

Ni siquiera habían mencionado que estaban investigando el caso del asesino de elfos u otro distinto que estuviera relacionado con un Lambda.

-Esperaremos todo lo que sea necesario, señorita -dijo el orco, en tono seco-. ¿Suele ser el secretario de Nimwë quien se ocupa de atender siempre este tipo de asuntos? -Jefferson esperaba intentar sonsacar a la joven por qué les había indicado que hablaran con el secretario del pez gordo de la asociación-. Debe de ser un hombre ocupado. Qué maravilla...

Los dos agentes aceptaron la espera y se sentaron en unos cómodos butacones de manufactura élfica que se encontraban en la sala de espera. Junto a ellos se encontraba una máquina de café y para su sorpresa parecía gratuita. Ryan, como buen adicto a aquella bebida le preguntó a la recepcionista por si podían tomar una taza cada uno y ella, asintió con la cabeza sin demasiados ánimos.

Raynor se puso inmediatamente en pie y preparó dos tazas. Una para Jefferson y otra para el mismo. El café no era el mejor que habían tomado nunca. Era el típico café que les gustaba a los elfos. Muy suave y casi sin aroma. Pero para ser gratuito, no estaba nada mal. Hubieran tenido tiempo de tomar ese café y otros cuatro, pero el secretario de Nimwë seguía sin aparecer.

Fue cuanto Frank, cansado de la espera y ya sin temas de conversación que sacarle a su compañero, quien se puso en pie para dirigirse a hablar con la recepcionista. No tenían nada mejor que hacer, pero la tarde avanzaba y ellos seguían parados. Fue en ese preciso momento cuando sonó el teléfono móvil de ambos. Frank se detuvo a consultarlo y Ryan lo hizo desde el sillón. Era un mensaje al grupo de la unidad, la remitente era Vaamar.

Mensaje de Texto:

De: Vaamar

Para: Zoddert, Jefferson, Raynor y Johnson

Chicos, ya tengo una lista con los propietarios de los vehículos que tienen antecedentes.

Archivo adjunto: borradorlista.jpg

En cuanto ambos acabaron de leer el mensaje se abrió una de las puertas que se encontraban en la zona de la asociación. Del interior de la misma salieron cinco personas, vestidas con traje y corbata. Cuatro de ellos eran elfos asiáticos, conocidos vulgarmente como elponeses. Todos portaban maletines y saludaban con reverencias y la mejor de sus sonrisas al único humano de todos ellos, un conocido de ambos agentes.

William Harrison. Se habían visto ya una vez hacía cosa de un mes. Vino acompañando al señor Nimwë el día que éste se entrevistó con la unidad tras la rueda de prensa que dieron para todos los periodistas al hacerse cargo del caso. William se acercó a los dos agentes una vez los elponeses se marcharon en busca del ascensor. Al llegar frente a ellos les ofreció la mano.

- Disculpen agentes. - Se disculpó mientras apretaba la mano del agente Raynor. - Estábamos tratando un asunto importante de promoción turística con esos caballeros... - Se encogió de hombros. - Nada importante. - Los miró de arriba abajo y entonces estrechó la mano de Jefferson. - ¿De la policía me han dicho la secretaria que vienen, no? Me suenan sus caras... - Afirmó. - ¿Nos hemos visto antes, verdad?

Jefferson leyó los nombres de los propietarios de vehículos que tenían antecedentes penales. No es que eso supusiera un gran avance en la investigación, dado que el asesino de elfos podía no tener antecedentes, pero para el orco fue agradable ver que salían más nombres a la palestra. "Finwë Brock" pensó para sus adentros, advirtiendo que precisamente el único de los cuatro sospechosos que poseía un nombre elfo fuera el que tenía más antecedentes a sus espaldas. ¿Sería el hombre que buscaban?

-Así es. Nos conocimos hace un mes -dijo el orco, mientras estrechaba la mano de Harrison-. Durante la visita del señor Nimwë a la comisaría para colaborar con el caso del asesino de elfos. Soy el agente Jefferson, él es el agente Raynor. Venimos a hacerle unas preguntas rutinarias.

El secretario alzó una ceja y tardó unos segundos en responder. Parecía como si le pareciera raro que acudieran a él, para hacerle una serie de preguntas. 

- ¡Claro, claro! - Asintió. - Díganme en que puedo ayudarle... - Volvió a alzar las cejas. - Les ayudaré con todo lo que esté a mi alcance. ¿Necesitan hablar con el señor Nimwë? - Preguntó.

-No, descuide. No debería molestar al señor Nimwë por unas cuantas nimiedades -comentó Jefferson, en tono amable-. Preferimos hablar con usted. Nos han indicado en recepción que la Asociación posee un GMC Lambda, matrícula FRQ-2321. -Pese a que el orco no tenía demasiada buena memoria, prácticamente ya se había aprendido de memoria aquella matrícula a base de pensar en ella-. ¿Quién suele conducir ese vehículo?

- Lo cierto es que... - Hizo una pequeña pausa. - Es un buen coche. Cuando el señor Nimwë quiere desplazarse a algún sitio le gusta que llevemos dicho vehículo. Suelo conducirlo yo. A parte de mí y del señor Nimwë, creo que nadie más utiliza el lambda. De todas formas hay un libro de registro. Cada ve que alguien coge uno de los vehículos de la asociación debe apuntarlo... - Se quedó unos instantes pensativo. - Salvo el señor Nimwë, claro... - Miró entonces a los agentes con cierta curiosidad. - ¿Por qué quieres saber eso?

Hasta ahora, todo seguían siendo indicios, uno de tras de otro, pero no dejaban de ser indicios sin pruebas contundentes sobre la culpabilidad de Nimwë. Jefferson lo sabía, y era consciente de que no tenían nada de suficiente peso como para arrestar a Nimwë.

-¿Podría facilitarme ese libro de registro? -preguntó el orco, con absoluta seriedad-. Digamos que estamos en medio de una investigación que podría vincular a ese Lambda y a una veintena de ellos con un crimen. Pura rutina, señor Harrison, aunque nos gustaría confirmar que no se trata de su vehículo.

Jefferson dirigió una mirada a Raynor. Tenían la confirmación de Harrison de que Nimwë conducía ese coche y de que no necesitaba dejarlo anotado en el libro de registros. Todo seguía siendo circunstancial, pero cada vez estaban más cerca de capturar al asesino de elfos.

- Claro... - Respondió el secretario. - Ningún problema con eso. Si quieren pasar a mi despacho... - Les ofreció. - Lo digo porque tengo que pedirle a algún empleado que se acerque al parking a buscarlo. Se encuentra en el garaje claro... - Se encogió de hombros. - Si tienen alguna pregunta más, podemos proseguir la charla más cómodos. ¿No les parece?

Ryan observo todo con algo de gesto divertido. Le encantaba esta situación, pues demostraba culpabilidad. A fin de ayudar a Frank, utilizo una técnica que le habían recomendado en la academia. Sacar la libretita y hacer anotaciones de cosas que pudieran serle o no interesantes, lo importante era poner nervioso a la persona interlocutora. Y cada tanto, hacer una anotación.

Le molestaría si fueramos a buscarlo ahora? Mientras antes podamos quitarlo de la lista, mejor. Señor Harrison. Si a usted le parece, claro. -

-Cuanto antes lo descartemos, mejor, señor Harrison -añadió el orco, en tono seco-. Como ha dicho mi compañero, preferiríamos ir a buscarlo ahora.

El secretario se vio algo contrariado. Se quedó unos instantes en silencio. Lo cierto era que aquella actitud podía llegar a ser algo sospechosa. Sin embargo, cuando se encogió de hombros y les dedicó una sonrisa se borró todo ápice de sospecha.

- ¡Claro! - Dijo alegremente. - ¿Tienen prisa, verdad? Si lo que quieren es ver ese libro, vamos a ver ese libro. El señor Nimwë dijo que les ayudaría en todo lo que estuviera en sus manos. - Sonrió. - Desde luego, si quieren ver ese libro para descartar... - Se quedó un momento pensativo. - ¿Sospechan de alguien de la asociación? - Dijo algo más serio parándose en seco.

¿Frank, tu deseas ver el libro? A mi la verdad me gustan los autos, preferiría ver el vehiculo en si.  Me encantan los autos sabe. Yo mismo tengo un Mustang de los 60s. Que dices si vemos primero el vehiculo y luego la libreta? Rian rio ante el comentario Oficialmente, Señor Harrison, sabe que no se nos permite discutir una investigación en curso. Extraoficialmente, por supuesto que no, solo verificaciones de rutina.  Pero nuestro Jefe es un grano en el culo, y no podemos sacárnoslo de encima. Asi que cumplimos al pie de la letra. ¿Sabe?

-Podemos separarnos -sugirió el orco, mirando tanto al secretario como a su compañero-. Mi compañero podría ir a echar un vistazo al vehículo y comprobar que todo está en orden, mientras que usted me enseña el libro de registros. Al fin y al cabo, estoy seguro de que cuanto menos tiempo le hagamos perder, será mejor para todos.

Harrison miró con suspicacia a los agentes. Hasta ahora todo parecía haber sido rutina producto de las coincidencias, pero aquel interés en revisar el coche cuanto antes le cogió desprevenido. 

— No tengo impedimento en que registren el vehículo, pero que sepa que las llaves están en el mismo sitio que el libro de registro... — Advirtió. — Así que vamos a por el... — ¿Iba a decir puñetero libro? No lo dijo finalmente. — ...libro.