Partida Rol por web

En cuanto Danielle vio aparecer a Robert, se levantó de la silla de la terraza del café y se despidió de su amiga Nei con un par de besos y la mano.

Después se acercó a paso tranquilo hacia el chico, eso sí, siempre con una sonrisa.

El chico llega andando, intentando aparentar de alguna forma indiferente, aunque por su aspecto se puede adivinar que ha ido corriendo desde el entrenamiento para no hacer esperar a la chica. Su respiración era normal, acostumbrado al ejercicio, pero su pelo aún estaba totalmente empapado de la ducha, y aún le faltaban algunos botones por abrocharse de la camisa.

Gira un segundo la cabeza en un gesto de saludo hacia Nei, y luego ya se gira hacia Danielle, con una ligera pero sincera sonrisa en su cara.

-Ho...la. - se queda un segundo en silencio, pensando en qué decir. - Comer. Quiero decir... ¿Aún te debo una comida, verdad?

Hola. Saluda con tranquilidad Danny.

Te has dado prisa. Dice a modo de agradecimiento y regalándole una sonrisa.

Cuando el chico consigue hacer una frase coherente, Danny ríe. Pero luego adopta un gesto más sorprendido.

¿Me debes? ¿Cuándo me la he ganado? Pregunta confusa y sorprendida, pero aún así cómoda.

Mira a la chica con cara extrañado, como si fuese lo más obvio del mundo.

- Cuando dijiste que me acompañarías a comprar las cosas para ayudar a Ian. - Sonríe un poco. Entre los ojos claros y el pelo rubio se le pone una cara bastante infantil cuando sonríe. - ¿Qué otra cosa podía hacer para compensártelo?

Tras un guiño, salen los dos andando hacia el lado opuesto de la ciudad. Caminan por la zona antigua, llena de edificios no muy altos, algunos en bastante mal estado, donde vive gente menos opulente que ellos. Tras girar una calle, se puede oler a dónde se dirigen.

El sitio está a apenas diez minutos del instituto, pero toda la zona es completamente diferente. De las tiendas de moda, se pasan a pequeños locales, y de los restaurantes lujosos a los bares llenos de gente del lugar. Todo el sitio tiene un ambiente familiar muy grande, como si todos los que viviesen allí fueran una familia, una comunidad.

Al acercarse al local, se puede ver un pequeño rótulo con el nombre del sitio, en italiano "Il Giardino di Gigli".

Es un restaurante pequeño, familiar, apenas tendría de cinco a diez mesas, que ocupaban el interior del bajo del edificio, y un pequeño jardín interior, lleno de lirios. El interior del restaurante no corresponde en nada con el resto de edificios, ni con la fachada. Todo el sitio está perfectamente pintado, y la carencia de mesas le da una intimidad asombrosa, como si de hecho, estuvieses comiendo en tu casa.

Tras cruzar de palabras en italiano con la dueña, entran al local.

-Lo conocí un día corriendo. Es de una mujer milanesa que se mudó a París al casarse con un francés, casi cuando me vine yo. - Mira a su alrededor y sonríe. - Y su marido, para compensarla, convirtió la casa en su restaurante de Italia, y llenó el jardín con sus flores favoritas.

Danny sonríe dejándose convencer sin ninguna dificultad. Así como también se deja arrastrar hacia el lugar en cuestión. Se va dando cuenta de que poco a poco el paisaje va cambiando. Sin duda nunca había estado por allí. Estaba acostumbrada a ir en limusina por las calles principales, así que aquello era nuevo para ella. Y como tal, lo observaba todo cual gata curiosa.

Finalmente llegan al restaurante. Y su sonrisa se ensancha. Era un sitio precioso.

Vaya... -dice con alucinación- Es muy acogedor. Dice con sinceridad. La historia le añade más encanto al lugar y eso se refleja en la dulce sonrisa que se dibuja en su cara al oírla. Era muy romántico.

Deja que Robert se desempeñe, hablando y tratando con los dueños. Parecían una familia.

Al poco rato de llegar allí, le suena el teléfono a Danny. No le corre prisa, así que debe ser un mensaje.

Pidiendote perdón, lo lee, feliz como siempre. Pero al leerlo, se queda blanca y los ojos se le ponen vidriosos. Sin embargo finge estar bien, y te pide permiso para ir al baño. Tras indicarle hacia dónde está se dirige hacia allí, aparentemente calmada.

Poco tiempo después, vuelve, con la cabeza alta y sonriendote como siempre y esperandote para sentaros.

Cualquier persona se hubiese dado cuenta de que algo pasaba. Con solo ver la cara de Danielle se podía apreciar que algo no iba bien. El disimulo a la hora de ir al baño, el simple gesto al ver el mensaje. Pero, Robert no lo vio. Estaba muy ocupado, con el estómago totalmente revuelto. Todos tenemos un lugar favorito en el mundo, a donde nos gusta ir a estar solos cuando todo va mal. Y aquel era su sitio.

Y por la respuesta de Danielle, a ella no le había convencido. Hubiese preferido un lugar fino para ir a comer. Él podría pagarlo, por supuesto, pero acostumbrado a esa clase de sitios para comidas familiares, recepciones, cumpleaños, debuts, y fiestas varias; estaba cansado de la vida de persona de clase alta.

En el fondo quería ser un chico normal, invitando a la chica que le gusta al lugar donde se siente cómodo. Pero eso no era suficiente para ella...

Con un gesto de la mano, indica a su invitada el sitio que iban a ocupar los dos. Está al final del jardín, si se le podía llamar de tal manera, al tener un tamaño tan disminuido éste. Como en una tarde de septiembre, todavía hace calor, pero al estar rodeados de edificios y plantas, no hace un calor insufrible que crease una atmósfera agobiante, ni tampoco el más mínimo frío aún.

- Antes de nada quería preguntarte... ¿No le importará a Marcus que te haya invitado a comer? - No sería la pregunta más acertada, y él no podría seguir allí sin saber la respuesta. - Digo... por que aún estáis juntos ¿verdad?.  - Se queda un segundo reflexionando sobre la última vez que supo algo de la pareja. Fue algo antes de las vacaciones.

Danny se deja guiar hasta el jardín, sonriendo a los empleados que se encuentra por el camino.

Cuando se sienta, se siente petrificada por la pregunta de Robert. Pero lo intenta disimular.

No.. ya no.. ya no estamos juntos... Dice y luego esboza una torpe sonrisa.

Esto realmente es precioso. Dice intentando cambiar de tema, e incluso ella misma se nota más animada, pues esta vez sonríe de verdad. Supongo que es algo así como tu lugar secreto. Y me lo has enseñado. Gracias. Dice de verdad. A cambio, yo te enseñaré algun día el mío. Dice guiñándole un ojo.

Robert se queda totalmente paralizado. No sabía que contestar a eso. Era un golpe muy directo. Con ella era... diferente. Nunca se le habían dado bien las mujeres, bueno de hecho la gente en general. Pero aprendió una forma de actuar que funcionaba. Si iba con los del equipo, y se comportaba como ellos, ligaba con facilidad y hacía muchos amigos.

Al final decide ignorar el momento. Sí, era uno de sus lugares secretos, y sí, la había llevado en lo que podría clasificarse como la primera vez que hacían algo juntos; lo que bien pensado era un poco triste. 

- Lo siento, supongo. - dice a lo de Marcus. Nunca le cayó bien, era un prepotente, y era todo lo contrario que él. Robert odiaba todo el lujo y la clase que les rodeaban a casi todos los del instituto, mientras que el otro se regodeaba en ello.

- La verdad es que sí. - mira a su alrededor. - Siempre vengo cuando me siento sólo. Solo con mirarles ves como debería ser una familia de verdad, "normales".

Y si te fijas es cierto. Los camareros son dos chicos de más o menos su edad, a los que la madre les echa la bronca cuando hacen algo mal. Todo con un matiz familiar que torna la escena en algo entrañable.

Danny le dejaba en blanco. Pero tenía que decir algo, o si no esa comida sería el mayor fracaso de la historia. Si no podía hablar con ella, no podría ser su amigo, y nunca serían nada más.

-Siempre me he preguntado... ¿Cómo os conocísteis Nei y tú? por que sois totalmente diferentes, pero tan amigas... parece más cosa de televisión que algo que pueda pasar en la vida real.

Danny sonríe de nuevo y niega con la cabeza, todo algo apenada.

Te entiendo... Murmura asintiendo al chico cuando comenta lo de familia "normal". Ella tampoco había tenido una familia normal, que digamos.

Luego ríe con sinceridad ante su comentario de que Nei y ella parecían cosa de televisión.

¿Sí, verdad? Pregunta demostrando que ella tampoco se lo acaba de creer. Pues fue en el instituto, el año pasado. Ya sabes como es Nei, algo tímida y le cuesta abrirse a la gente, y precisamente porque yo soy lo contrario me acerqué a ella y no sé como acabé involucrándola en mi vida, sin ella quererlo. Y aunque somos muy diferentes y tenemos nuestros pequeños piques, siempre sabemos entendernos y apoyarnos. Siempre estamos para lo bueno y lo malo. Al fin y al cabo, es lo importante de la amistad, ¿no? Pregunta mucho más radiante. El tema de Marcus la hacía apagarse, pero hablar de sus amigos u otros temas, la iluminaba.

Se queda mirando a los camareros de forma algo curiosa. ¿Crees que querrían contratar a alguien nuevo aquí? Pregunta que debería sorprender al chico, pero que ella dice totalmente en serio.

Mira con gesto extrañado a la chica. El sitio no era definitivamente la clase de lugar donde alguien como ella fuera a pedir trabajo. Bueno es que bien mirado, no era la clase de persona que necesitase un trabajo. Sus joyas, incluso su pelo; aunque nada sobresaltaba como de alguien rico y orgulloso de ello, denotaban estilo y clase. Como de alguien que pudiese preocuparse más de cómo le quedan las cosas y de lo que le gusta antes que del precio de las mismas, o de la marca.

- Con mi recomendación, no tendrías ningún problema para entrar - guiña un ojo. En parte iba en broma, pero en todo caso, con las veces que iba él a comer allí, seguro que si les decía algo, como mínimo lo pensarían. - La verdad es que les va bien ultimamente. El sitio merece totalmente la pena. Pero... necesitarías aprender italiano primero. Ya que la dueña no habla otro idioma.

Cosa que se podía suponer por la carta escrita exclusivamente en este idioma. Al ser ingredientes, y el idioma no tan diferente, en la carta se podía suponer qué era qué. Y en un restaurante italiano quedaba "fino" esto, pero a la hora de entenderse para trabajar en el sitio no sería tan sencillo manejarse.

- Como suponía.. te pasó con Nei más o menos lo mismo que a mi con Genie. - sonríe. - Sólo que Genie terminó por convertirme a mí en una persona "algo" más abierta, y que yo tenía que relacionarme con ella por obligación. Era mi vecina, y mis tíos estaban obsesionados con que hiciera amigos cuanto antes para que me hiciera al país.

Para un momento. Mira la carta de reojo, abierta en la mesa. Pero ya sabe que pone de antemano, y lo que iba a pedir, lo de siempre.

-Así que ya sabes, no te rindas. - dice aún mirando la carta. - Que si es un poco como yo, puede que se convierta en alguien menos tímido. Y hasta puede que consigamos que salga con Andre.

Esto último lo dice en broma, levantando la mirada, y riendo levemente. Pero, en el caso de Andre, le hacía verdadera falta una novia como Nei. Y pese a conocerla poco, Nei seguramente tampoco haría mal con alguien como Andre.

Danielle frunce el gesto y parece meditar. Pero aún así, sigue escuchándole.

Nei es bastante tímida, pero ya ha mostrado interés por Andre. Dice recordando al conversación que habían tenido en la terraza. Pero no es bueno presionarla. Si se siente observada se siente incómoda y saldrá corriendo. Ya lo has visto. Por eso es mejor dejarles a su aire. Eso sí, un pequeño empujón no les vendría mal. Dice acabando por sacar su vena traviesa y sacando la lengua.

Tampoco esperaba de ti que fueses tímido. Parecías el típico chico tranquilo y bueno en los deportes. Dice con tono animado, ya que no quería que sonase a decepción, porque no lo había sido.

Luego coge la carta y se queda algo a cuadros.

Pues no sé italiano... Dice apenada. Sólo sé francés e inglés... Dice encogiendose de hombros. ¿Tú sabes? ¿Podrías enseñarme? Pregunta ilusionada, como una niña pequeña, aguantando la carta con fuerza.

Robert decide mejor no continuar con el tema de Andre y Nei. Si la chica se enterase seguro que no se lo tomaba muy a bien. Ella era muy tímida para esas cosas... y él tampoco la conocía lo suficiente para meterse.

- Bueno más bien... era tímido. - mira a la chica con cara interesante, finjida. Como tampoco le sale muy bien, se hace aún más obvio que lo hace en broma, y que no se cree tan interesante como aparenta. - No si, después de entrar en el equipo, no tienes esa opción. No se por qué, es ser capaz de jugar al baloncesto, y tienes invitaciones a todas las fiestas que ocurran en el instituto. Y como tampoco es que pueda faltar porque... vendrían a mi casa y me sacarían a rastras... - cosa que en el fondo agradecía, ya que todo lo que había vivido en los últimos años había sido gracias a sus amigos.

- Pero bueno, basta de hablar de mi - sonríe, consciente de que acaba de decir la frase quizás más utilizada en el mundo hasta el momento. - Chica guapa... con dinero... por lo que se, lista... ¿Soy yo o debe de estar todo París celoso de mi en este momento?

Se ríe un poco. Todo por quitar tensión a la situación. Aunque algo de verdad sí que había en sus palabras. Mira la carta. A lo mejor no era tan obvio como parecía. Como él sabía italiano, daba por hecho que la mayoría de las palabras eran "similares", pero ella no parecía entenderla tan fácilmente.

- Por supuesto que se italiano. ¿De dónde piensas que soy? - Abre los brazos un poco, como haciendo ver que solo viéndole se podría adivinar que es italiano. Aunque siendo rubio con los ojos claros, y no teniendo ya apenas acento después de tantos años en Francia, no tenía para nada pinta de venir de ese país. - Claro, cuando quieras te enseño... Nunca he intentado enseñar a nadie, ¡pero te prometo ser el mejor profesor posible!

Danny ríe, ladeando la cabeza y quizá sonrojándose un poco.

Es usted muy alagador, caballero. Dice con un gesto de cabeza digno de una reina, respondiendo a su piropo.

¿Eres italiano? ¡Trato hecho entonces! Exclama extendiendo la mano para que él la apriete y cierren así el trato. Y para empezar, ¿puedes pedir por mi? No tengo ni idea de qué quiere decir nada de la carta y no me apetece acabar comiendo caracoles o algo así. No sería la primera vez que pide algo y le traen algo repulsivo, por ejemplo su primera comida en Francia.

¿No preguntas por qué he preguntado por trabajar aquí? Pregunta algo curiosa de que no haya hecho esa pregunta.

- Es cierto... ¿Por qué quieres trabajar aquí? - Mira a la chica interesado. Así que iba en serio lo de trabajar en el restaurante. En un primer momento le pareció que iría en broma. De verdad ella no necesitaba trabajar, y aunque quisiera hacerlo, seguro que sus padres podrían enchufarla en alguna tienda o algo seguramente más sencillo, y probablemente mucho mejor pagado.

Además, él no la quería trabajando allí. No se lo iba a decir a la cara, por supuesto, pero allí solía ir cuando se sentía solo, o cuando tenía algún problema, y tener a alguien conocido trabajando en aquel lugar sería "raro".

Cuando llega el camarero pide por los dos. Habla con él en italiano. Pide lo mismo para ambos, y llegado a un momento el camarero se empieza a reír mientras se va. Robert le dice algo mientras se va, pero no le hace caso. Cuando llega a la barra, se escuchan un par de frases en italiano entre los camareros y los dueños, y todos les miran de reojo.

- No entiendo como nadie querría trabajar aquí... - Dice mirando con cara de odio finjido hacia la zona de los camareros.

Después se gira hacia Danny, e intenta cambiar de tema, y que no pregunte al respecto. - Si sois los franceses los empeñados en los caracoles, así que si los pido, será como una venganza a vuestro país. - Se ríe y la mira maliciosamente.

Danny mira toda la escena con los camareros algo confusa, sin empanarse de una palabra.

Luego le saca la lengua. Pues para que lo sepas, yo soy de Nueva York. No nací aquí. Le dice con ritintín. Pero luego sonríe. Precisamente la primera vez que pedí comida aquí, me trajeron caracoles sin yo saber qué había pedido. Dice algo enfurruñada, posiblemente porque él se reiría.

Y en cuanto a lo del trabajo... Baja la mirada y el tono de voz. Juega con sus manos encima de la mesa y es ahí donde dirige la mirada. Sólo lo sabe Nei, pero me gustaría independizarme... o por lo menos.. no depender del dinero de mis padres... y eso incluye vivir en el hotel. Dice volviendo a levantar la mirada con una sonrisa algo torpe. Seguramente porque ni ella misma confía en que podrá hacerlo. Pero necesitaba salir del hotel, sobretodo porque el dueño era el padre de Marcus.

Le había quedado claro que a Robert no le haría gracia que ella trabajase ahí. Y tonta de ella no había caído. Sería como entrar en su intimidad.

Pero no te preocupes, esto me queda grande. Empezaré por algo más sencillo. Dice para quitarle importancia al tema.

Mira un segundo a la chica. ¿Rehuir de un hotel lujoso, en el que estar a tus anchas, sin tener siquiera que limpiar, cocinar, bueno ni preocuparse por ello, para cambiar a la clase de piso que podrías pagarte con un sueldo de camarero? Vale que él odiase la vida de los ricos de la ciudad, pero... Bueno él tenía suerte con su casa. Estaba todo el día él solo, y tampoco tenía que limpiar y nada... quizás por eso nunca se le había pasado por la cabeza mudarse...

- Supongo que no aceptarás la idea... - dice sonriendo. Va a proponer lo típico que hay que proponer, y lo típico que hay que rechazar. Aunque si ella acepta, él tampoco se echaría atrás. - Pero yo tengo una casa con... no sé ni cuantas habitaciones, y normalmente está sola, quiero decir, mis tíos ahora mismo deben andar por... ¿Tíbet quizás? y a saber cuando vuelven. Así que si necesitas donde dormir.

-Además, sería como vivir sola, por que desde una punta a otra creo que hay veinte minutos de casa. - dice riéndose, exagerando.

Robert mira a su alrededor. Aún les miraban algunos de los camareros, expectantes. No había ni traído la comida aún, pero... bueno tenía que hacerlo. Si quería seguir allí antes tenía que decírselo. Si todo se volvía incómodo... bueno, llamaría a Andre y a Noah y se iría con ellos a ligar con desconocidas a algún bar. Siempre terminaba haciendo lo mismo. Pero por lo menos esta vez se habría arriesgado antes.

-Tenía que decirte... - esto lo dice esforzándose mucho por no tartamudear. Se le nota por que se le sube el acento extranjero, que antes apenas se le notaba, y por que no es capaz de mirarla a los ojos, ya que sería muy incómodo para él. - Que me gustas... - Desde la primera vez que te vi.

Danny sonríe ante la propuesta.

Muchas gracias, pero precísamente si me quiero ir del hotel es para ganarme la vida yo sola. Si aceptase tu invitación, estaría en las mismas. Dice con una sonrisa sincera, demostrando que se lo agradecía de verdad. Desde que había llegado el año pasado habían hablado 2 veces contadas como mucho. Sabía lo básico de él, pero nunca habían pasado mucho tiempo solos. Así que, de no ser porque tenía las ideas muy claras, y que quería sentir la satisfacción de ganarse lo que tiene, habría aceptado encantada.

Luego viene la declaración. La cara de Danny muestra total sorpresa. Al final Nei, tenía razón. Y por primera vez en toda la tarde, se pone nerviosa.

¿Estás seguro? Quiero decir... hemos ido a la misma clase, pero tampoco es que nos hayamos conocido tanto como para gustarte. Me alagas, de verdad. Dice mirándole a los ojos y buscando su mirada. Me pareces un chico guapo, simpático y buena persona. Vamos, eres justo lo que me hace falta. Dice sin dudarlo, sobretodo recordando las palabras de Nei. Pero... -dice mientras su rostro se apaga- ... aún no he superado lo de Marcus. Necesito... tiempo... ¿sabes? Le pregunta con una leve sonrisa, esperaba que entendiese sus sentimientos.

No se puede decir que el chico se descomponga, ni que se lo tome con deportividad. Bueno, de hecho una estatua hubiese tenido más movimiento que él. Robert no se ve con la capacidad de reaccionar en ese momento. Vale, sería muy triste decir que estaba enamorado de alguien tras verla un par de veces. Y no era el caso.

Puede sonar infantil, pero nunca le habían rechazado, o al menos en un largo tiempo. Pero tampoco se había arriesgado nunca, lo que explica lo primero. Y la primera vez que lo hacía, pasaba esto. Siempre sería más sencillo los ligues de una noche, en los que si no te acuerdas del nombre de la persona tampoco es tan importante. En cualquier caso, eran algo desagradable y despreciable; pero todo era mejor que aquella conversación.

- Ehh... vale bueno, me voy. - podría haber dicho algo más indicado, o más correcto, o con más lógica. O bueno, que no sonase tan mal. Nada sonaría tan mal como lo último que le había dicho a Danny así que no importaba lo que dijera al irse. - En cuanto a la fiesta... mis tíos suelen llamar a un organizador que dicen que es muy bueno. Seguro que algo puede montar.

Tenía que irse lejos. Necesitaba pensar.

Al salir, deja en la barra dinero suficiente para que la chica comiese si le apetecía. Bueno, con el dinero que había dejado podrían comer cinco personas más.