Partida Rol por web

Los barcos no tardaron en llegar a la playa donde los hombres de ambos bandos bajaron para enfrentarse los unos a los otros. La quilla del barco se arrastró en la arena de la orilla no muy lejos de donde había empezado el combate. Casi 50 hombres componen el grupo de los piratas contra solo 13 valientes Jutos que se oponen a ellos. Pero al ver la llegada de los refuerzos braman de alegría. Los hombres de Osvif se lanzan a la carga aprovechando la ventaja que les ofrece la sorpresa. La sangre empieza a teñir la arena que es lamida por las olas...

Lo sé, no he podido evitarlo. dijo la joven que al sentirse entre los suyos había tenido aquel peligroso desliz Me morderé la lengua Osvif. En aquel momento no pudo evitar una mueca al recordar que Osvif le había dicho exactamente las mismas palabras cuando el año anterior, su padre estaba hablando ante ella y el hirdman con la misma ligereza, sin cuidarse de que su voz pudiese resonar en los oídos indeseados. A por ellos.

Los barcos no tardaron en llegar a la playa donde los hombres de ambos bandos bajaron para enfrentarse los unos a los otros. La quilla del barco se arrastró en la arena de la orilla no muy lejos de donde había empezado el combate. Casi 50 hombres componen el grupo de los piratas contra solo 13 valientes Jutos que se oponen a ellos. Pero al ver la llegada de los refuerzos braman de alegría. Los hombres de Osvif se lanzan a la carga aprovechando la ventaja que les ofrece la sorpresa. La sangre empieza a teñir la arena que es lamida por las olas...

La decisión estaba tomada, de nuevo se metían en medio de un enfrentamiento aunque, esta vez, era en contra de aquellos que hacían peligrar los intereses daneses. Desde el punto de vista de Hild, los piratas y esclavistas no merecían surcar aquellas aguas.

Cuando llegaron a la costa, se dio cuenta de la gran desventaja numérica de los jutos así que, preparando su arco y las flechas se dispuso a atacar a uno de los piratas que tenía enfrente. Con paciencia y, a cierta distancia para no entorpecer los golpes de sus compañeros y, por supuesto, para no recibir ella uno de los ataques del enemigo, cogió una flecha y, tensando el arco, se dispuso a disparar.

El combate se desarrollaba fugazmente. Uno de los piratas cayó rodando en la arena cuando una de las flechas de la völva le atravesó el cuello. El muro de escudos formado por los jutos parecía tener alguna posibilidad de resistir ahora que los daneses habían llegado a ayudarles, pero aún así, lejos de rendirse, parecía que los piratas plantarían cara. Yngwe recibió un corte profundo que por pocos centímetros estuvo a punto de costarle demasiado caro al scalda.

Jorunn esquivó con agilidad el golpe que el pirata iba a propinarle y aprovechó la inercia del pirata para clavar con fuerza la lanza de los grabados en el muslo. La sangre del pirata salpicó las ropas de la chica, que sin ninguna piedad por el esclavista se giró para volver a atacar. El pecho le rugía con furia recordando que precisamente unos piratas eran los que habían acabado con la vida de su hermano. Sin pararse a pensar se preparó para volver a atacar y clavó de nuevo su arma, esta vez en la pierna.

El ulfhednar apenas sí había escuchado las palabras de Thorgrím, pues estaba muy ocupado intentando no desenvainar su arma... sabía que una vez lo hiciera desearía el combate y la sangre por encima de cualquier otra cosa. Lo sentía, sentía que era así, y todo pensamiento quedó nublado intentando mantener el control...

Pero cuando bajaron a la playa, cuando se sumergieron en el combate, Sigurd ya no se esforzó más. Ya no era el hirdman, ya no le importaba quién de sus compañeros muriese o viviese, ya ni le preocupaba qué arma le alcanzase, sólo quería bañar su espada en la sangre de sus enemigos.

Con la espada en la mano se olvidó por completo de usar el escudo y, presa de su furia, atacó a su enemigo. El primer golpe fue devastador, el segundo siguió sin desmerecer al primero, incluso el tercero. Sigurd nunca había mostrado tanta fuerza, pero él no se daba cuenta, sólo deseaba matar a cuantos pudiera... y ya ni le preocupaba que sus compañeros se acercasen a él con el riesgo que eso podía ocasionar.

Y siguiendo sus propios consejos aquello no había sido su problema, por lo menos hasta que puso un pie en la orilla y solicitó la ayuda del espíritu del oso. En ese momento dejó que la furia y la rabia inundasen su cuerpo y se lanzó directo a un nuevo combate. Una nueva oportunidad de demostrar su valía ante los ojos de los dioses.

Los piratas arremetieron con tremenda fuerza y una de sus espadas derramó la sangre de Yngwe por la cubierta del barco - YAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAARGH - Yngwe alzó su espada con ambas manos descargando machetadas contra el pirata que no pudo contener la rabia de un scalda que blandía su arma como un guerrero más del clan.

Klemet trató de defenderse de un pirata cercano a él de la mejor manera que sabía, golpeandolo con el destral una y otra vez mientras se dejaba llevar por el furor del combate.

Los piratas, en aquellas circustancias parecían empezar a perder la ventaja del número. Mas de una docena fueron los que cayeron a manos de los daneses en la carga que inició el combate y de seguir así pronto serían derrotados. Pero no era momento de confiarse pues un animal atrapado es el peor de los enemigos. Los hombres y mujeres luchaban pasando por encima de los cadáveres que caían a la arena y los gritos resonaban por toda la playa junto el entrechocar del metal. Los piratas se apresuraban en cerrar los huecos que dejaban sus compañeros caídos pero no parecía ser suficiente y su contraataque solo sirvió para enfurecer más al guerrero del lobo.

Desde su posición privilegiada en retaguardia Hild podía observar los movimientos, tanto los de los atacantes como los defensores y, viendo cómo Klemet, el cual se estaba defendiendo bien a pesar de no ser versado en armas, decidió ayudarle a rematar al pirata que le atacaba. Preparó una flecha y, tensando la cuerda sin perder de vista el objetivo, la disparó viendo como iba directa hacia el pirata.

Justo en ese momento vio a dos piratas más atacar a Jorunn así que, sin esperar ni un segundo, ya tenía otra flecha preparada, pero debido a su precipitación, ésta no fue tan certera como la anterior, rozando apenas al hombre.

Una flecha certera pasó sobre la cabeza del thurl y se clavó directamente en el cuello del pirata contra el que combatía pero pronto el escudo de uno de sus compañeros cubrí aquella zona enfrentándose de nuevo a Klemet. Por su parte Yngwe parecía prestar mas atención a la lucha pues logró evadir el golpe de su adversario.

Jorunn había vuelto a esquivar con agilidad el ataque del pirata. En aquel momento la joven parecía tan segura y firme como lo había sido en los entrenamientos que los hirdman realizaban con ella desde niña. Por un segundo la joven hizo el amago de responder al pirata que le había intentado atacar pero entonces, por el rabillo del ojo vio a otro que se acercaba a ella con intenciones claramente homicidas. ¡Pobre de él! Aunque la hija del jarl estaba dispuesta a caer en combate, no sería en aquel. La adrenalina bombeaba sus músculos y toda la frustración de aquel viaje se vio descargada en aquel hombre. ¡¡POR THOR!! bramó mientras alzaba la lanza y dirigía su punta hacia el cuello del  hombre. La guerrera embistió con todas sus fuerzas y, sin pararse a comprobar si las valkirias acudían a llevarselo se giró con el rostro enfebrecido por el combate para lanzar otro ataque al pirata que había osado atacarla en primer lugar. 

Jorunn, pese a las heridas que había sufrido en las manos, parecía manejar la lanza con soltura y agilidad. Mientras invocaba a Thorr la sangre de sus enemigos salpicaba el rostro de la mujer. Klemet en cambio, que no era tan diestro en el combate, recibió un profundo corte en el antebrazo que le hizo retroceder unos pasos frente a su adversario. Estaba claro que no podían confiarse ni un solo instante si querían regresar vivos a Rohald.

Sigurd arrancaba la vida de los piratas que se le ponían en frente, su espada se movía con fuerza y ferocidad matando dos enemigos cuando antes habría acabado con la vida de uno... o ninguno.

Pareció picarle un mosquito, o eso fue lo que sintió mientras descargó su espada contra el siguiente pirata lo suficientemente loco como para ponerse ante él. Una vez lo matara el ulfhednar seguiría atacando, daba igual si volvían a alcanzarle... mucho menos si lo alcanzaban de esa forma tan superficial. No sentía el dolor, sólo el frenesí y las ansias de sangre que el lobo le exigía.
 

El hacha de Thorgrím continuaba subiendo y bajando, avanzaba, giraba y retrocedía sin descanso cercenando mienbros tanto en los golpes de ida como en los de retorno, mientras a su alrededor los cuerpos de los piratas que osaban acercársele continuaban amontonándose y un gran charco de sangre comenzaba a formarse.

La pelea fue rápida y sangrienta. La mayoría de los piratas fueron aniquilados rápidamente y tan solo unos pocos, los que estaban más cerca de su barco consiguieron escapar y echarse de nuevo a la mar. Al otro lado del la arena repleta de cadáveres, sangre y miembros amputados los jutos rematan a algunos heridos y tratan de salvar a los suyos. No quedan mas que unos quince hombres y su líder levanta el hacha hacia vosotros con una sonrisa mientras avanza por la playa teñida de rojo hacia vosotros.

El hombre parece ser el jefe de la expedición. De sus cicatrices, pues le falta un ojo, se puede adivinar que es un combatiente experimentado pero no tenían muchas posibilidades de no ser por la llegada de los daneses a la playa.

-¡Aaaaah, jaja! Si señor, esos cerdos se lo pensarán dos veces antes de volver a asaltar un barco-dijo contento mientras le daba una patada a un cuerpo cercano-vuestra llegada les ha cogido por sorpresa, creo que os debo la vida. Mi nombres es Guerd Latik, ¿a quien debo agradecer lo que habéis hecho?

Sigurd tardó en darse cuenta que, de repente, ya no había frente a él nada a lo que clavar la espada. Sujetó su arma tan fuerte que los nudillos y los dedos se le pusieron blancos. Luchaba para mantener al lobo a ralla y, a pesar de que fue su primera vez, sorprendentemente lo logró.

Se encontró rodeado de los cuerpos que había mutilado con los golpes de su espada, y respiró lentamente antes de reunirse con sus compañeros de nuevo. Se miró el hombro, tenía un pequeño arañazo, nada grave que no resultaría ninguna molestia.