Partida Rol por web

Maldijo para si mismo cuando vio que no había podido ver el libro que servía de cerradura, pero al menos pudo ver cual era el que había que mover para activar el mecanismo.

Todo aquello quedó en segundo plano cuando comenzó a escuchar los gritos femeninos, y lo que vio le horrorizó. Sintió que no resistía las arcadas y retrocedió unos pasos. ¿Que-- qué carajos--? No sabía que hacer, ¿donde mierda estaba Banes? Desesperado miró de nuevo al móvil con la esperanza de ver un mensaje de Banes diciendo que ya había llegado...

No sabía como salvar a la chica, pero no podía dejar que el hombre saliera de nuevo. Con eso en mente, intentó buscar algún objeto, algo pesado, que le permitiera golpear al hombre cuando intentara salir. Al menos detenerlo hasta que Banes estuviera allí, quizás con respuestas a qué carajos estaba haciendo aquel hombre.

David miró el móvil y vio que Banes no le había respondido absolutamente nada. Estaba nervioso, preparado para golpear a aquél hombre desconocido para él, aquello era una barbarie. Pero pronto unas manos por detrás lo cogieron y le taparon la boca para que no gritara. Rápidamente se giró y vio que era Banes, que había llegado al lugar. - David, no podemos quedarnos aquí. Haz una foto y vamonos, ya tenemos lo que queremos. Si salvamos a esta chica perderemos el libro, que es lo que realmente nos importa en estos momentos. Ya habrán otras oportunidades de salvarla en otras vidas, pero ahora no podemos quedarnos aquí, tenemos que enseñarle esto a J.J. y recabar información sobre la chica rubia. - Banes tenía una gran cara de disgusto por aquello que estaba pasando en la habitación secreta, pero tenía claros sus objetivos.

Suspiró un segundo, pensativo. - También has dicho que el tipo ya tradujo el libro. ¿Crees que él, el director, nos iba a pagar si lo hubiera traducido? Yo creo que no tiene ni idea, pero busca desesperado la forma de recuperar una vida, o de devolverla o yo que coño sé. Pero todo esto, tan macabro, beber sangre y torturar a esa pobre chica. Tiene que haberlo sacado de alguna otra parte. - tendió la mano a David, ofreciéndole salir de la biblioteca de forma discreta.

Por poco David comenzó a gritar en el instante que sintió las manos cubriéndole la boca, se encontraba en tal estado de tensión que la parte más violenta y salvaje de supervivencia quería salir a flote. Al escuchar a Banes, supo que tenía razón. Aún así era horrible lo que estaba pasando. Con mano temblorosa apuntó hacia lo que estaba viendo y tomó al menos cinco fotos, haciendo zoom en algunas por si les servía para reconocer a quien estuviera cometiendo esa atrocidad.

-¿¿E-e-el es el director?? Dios... Dios mío... ¿Qu-quien es J.J.?- Tartamudeó, sintiéndose perdido, mientras obedecía sumisamente a Vincent. -Mierda, mierda... ¿Cómo podremos recordar esto si morimos y se repite el día? ¿Para salvarla? ¿Cómo se hacen los reflejos de alma? No pude... ver que libro sacó de arriba, pero sí que sacó uno rojo para activar el mecanismo.- Dijo en susurros temblorosos, intentando recomponerse a lo que acababa de ver.

¿J.J.? La chica gótica que trabaja con tu compañero. Me dijo que los amigos la llamaban así y que por favor, la llamara así. _{Aunque supongo que porque le hacía ilusión que un traductor conocido como yo la considerara amiga...} - empezó a guiar a David hacia afuera del edificio, andando despacio y hablando bajo. - Los reflejos del alma... No tengo ni idea de como se hacen. Pero supongo que lo sabremos cuando llegue el momento. Después de todos hemos hecho ya unos cuantos ¿no?

Finalmente ambos salieron del edificio, donde el frío abrazo de la noche los recibió. - Sé que es duro que te haya presentado al director así. Pero bueno, ya sabes que no podemos decir nada a nadie, excepto a J.J. - se echó las manos a los ojos. - Tengo algo de sueño, ha sido un día largo, creo que marcho a dormir y deberías hacer lo mismo. - comentó. Sinceramente a David le podría sorprender lo rápido que había aceptado su compañero lo que estaba haciendo el director, a pesar de mostrar asco al principio del todo. ¿Qué forma de ver el mundo tenía el propio Banes que de hecho había admitido suicidarse en su vida anterior con tal de no trabajar?

Ah sí. Lee los mensajes, te he escrito algunas cosas, pero no me has contestado a nada. Igualmente es solo información, nada útil quitando que J.J. parecía muy... Interesada en lo de la biblioteca. Y que hay bastantes mujeres rubias en la empresa, la lista no es infinita... Pero tardaríamos demasiado tiempo en dar con la que es si queremos investigar a todas a fondo. - suspiró - Así que bueno, te lo acabo de resumir, ya no hace falta que leas nada. Buenas noches, nos vemos mañana con J.J. en la azotea del edificio.

David sabía que estaba sudando frío, pero fuera del opresor ambiente de la biblioteca y de la horrible visión de quien era el director, podía pensar un poco más claro. Aquel había sido el día más bizarro que hubiera vivido jamás, y dudaba ser capaz de dormir aquella noche, pero Vincent tenía razón en que no quedaba más por hacer.

-De acuerdo. Mañana en la azotea con J.J.- Confirmó, antes de buscar algún taxi que lo llevara a casa. Durante el viaje, aprovechó para revisar todos los mensajes recibidos, incluso los de Banes. Por último, aunque con nerviosismo, revisó las cinco imágenes que había tomado.

David leyó los mensajes. Los primeros los de Banes, pero tal y como había dicho hace un segundo, solo hablaba sobre J.J. y la gran cantidad de rubias que había en la empresa como para espiarlas por separado.

Sally:

Eres un capullo David.

Lo que haga o deje de hacer con otros chicos debería darte igual.

Y sobretodo debería importarte que he venido a verte y desearte suerte.

Malcom:

No te he visto en todo el día.

¿No habrás pasado por mi despacho verdad? Al menos podrías haberme avisado si ibas jaja...

------------------------------------------ (Dos horas después) -----------------------------------------

Venga, voy a tu casa y lo hablamos tranquilamente.

------------------------------------ (Varias llamadas perdidas y otras dos horas después) -----------

¿Dónde te has metido? Necesito hablar contigo.

Los mensajes de Sally, aunque preocupantes, eran normales en ella. Por otra parte los de Malcom... Eran raros.

Pasó de los de Sally por completo. La verdad en ese momento no tenía tiempo para dramas de ningún tipo. Los de Malcolm le llamaron la atención. Vale que eran compañeros y que gracias a él había obtenido la entrevista (que al final no había hecho falta gracias a Banes), pero si que le parecía extraño aquella insistencia.

De pronto se sintió preocupado. El cabello rubio en la mesa de Malcolm, que fuera él quien lo propusiera para trabajar en ese libro, aquella insistencia. ¿Podría ser que Malcolm estuviera más informado de lonque pretendía? Tragó fuerte... Mandó un mensaje a Malcolm.

¿Vamos por unas cervezas al bar de siempre?

No sabía que estaba haciendo, pero temía que la insistencia de Malcolm no pararía hasta que hablaran. Ahora debía inventarse una historia creíble por si empezaba a interrogarlo... Pensó en el número de la psiquiatra en su bolsillo. Quizás debería llamarla en algún momento.

Malcom

Vale, allí nos vemos. No tardes.

Fue la única respuesta de este.

Por otra parte, David siempre podía no ir a la cita si no se sentía convencido. ¿Y llamar a la psicóloga? Quizá le vendría bien también para la cabeza, para despejarse.

Tentado estaba por plantar por segunda vez a Malcolm. Se sentía nervioso al respecto, como que estaba caminando a una trampa. Pero no le parecía justo con su compañero. Tal vez sólo estaba paranoico (¿Quién no lo estaría luego de aquel día?) y Malcolm solo estaba cabreado por el plantón.

Le dio al taxista la direccion del bar, y sacó el número de la psiquiatra. Marcó, esperaba que siguiera funcionando el número. Quizás le pidiera cita para verse mañana al dia siguiente.. Podía haber cambiado de número desde entonces. Igual probablemente ni le recordara.

El teléfono dio tono. Pito una. Dos. Tres veces. Finalmente alguien lo cogió. - ¿Sí? ¿Quién es? - contestó una voz a través del audífono. Voz que David no tardó en reconocer.

Reconocer la voz de la psicóloga le trajo recuerdos del pasado, que se superponían a lo que estaba viviendo actualmente. -Doctora Jerkins, soy David. David Seehan, fui paciente suyo...- No sabía si ella le recordaría del mismo modo que le recordaba él.

-Quería saber... Lo siento, está siendo un día pesado. ¿Pudiera hablar con usted mañana? No sé a que hora, sólo... ¿Podrá atenderme?- Pidió, sintiéndose un poco tonto.

¡David! Claro que recuerdo de ti. - decía risueña la señora. - ¿Cómo te va? Hacía tiempo que no hablábamos, lo último que traté de ti fue... Bueno. - tragó saliva. - Lo del accidente de tus padres. Aunque recuerdo que eras un joven muy valiente y listo, lograste superarlo muy bien. Aunque... ¿Lograste adivinar a que se refería tu padre? Ya sabes con lo de "Los números te los dirá el entorno, solo tienes que escuchar atentamente.". Estabas bastante obsesionado con aquellas palabras que para todo el mundo, parecieron unos desvarios por la pérdida de sangre. - comentó mientras David oía una silla de oficina mover las ruedas.

Se quedó callada unos segundos, pero David pudo oír unas páginas pasando. - Sí, puedo atenderte mañana si lo necesitas David, serías mi segundo paciente, a las ocho. ¿Te va bien?

Lo cierto era que había olvidado aquella extrañas palabras que su padre repitiera, aún cuando le habían impactado en su momento. No tenía cabeza para pensar en ello en ese momento, pero lo tendría en cuenta.

-Ehm...- Pensó un momento. -La verdad preferiría una hora más cercana al mediodía, tengo que hacer algunas cosas en la mañana.- Dijo, pensando en Vincent, en J.J., y de nuevo en la pobre chica torturada...

Lo siento David, solo tengo a esa hora mañana. Si necesitas a otra, tendrá que ser otro día. Llámame mañana y lo concertamos mejor, iba a cenar y dormir. - comentó con tranquilidad. - Aunque ha sido un gusto hablar contigo David. Espero hablar más mañana. - colgó, sin dar tiempo a contestar.

Se quedó un poco cortado por la manera en que le había colgado sin decir más, pero tambien era ya un poco tarde para una llamada profesional. Con los nervios en punta, llegó al bar, y buscó rápidamente la mesa habitual donde se encontraba con Malcolm; o en tal caso a Malcolm mismo, sospechando que su amigo estaría ya esperandolo. ¿Por qué Malcolm se encontraba tan ansioso en hablarle? ¿Por qué había comentado lo de su mesa? Seguramente J.J. le había dicho, después de todo ella le había pillado, y que él supiera J.J. no sabía de la afiliación de David con Banes.

David entró al bar y pronto se reunió con Malcom. Antes de que le diera tiempo al primero de decir nada, Malcom enseguida habló. - ¿Por qué me has dejado plantado a primera hora? - comentó con seriedad.

Estaba claro que Malcolm se encontraba de malhumor, aunque David sintió que era un poco más que solo malhumor por ser plantado. ¿Le habrían dicho que había estado revisando el escritorio? -Malcolm, en serio, perdona esa. Apenas llegando al edificio me encontré con Vincent Banes. Me dijo que no hacía falta hacer la entrevista, que ya estaba contratado. Y en seguida me puso a trabajar. Debí mandarte un texto o llamarte, de verdad. Perdona.- Tratando de desviar el asunto, siguió hablando muy rápido. -¿Sabes que Sally se vino al edificio para desearme buena suerte? Me dijo que le contaste...- Intentó poner tono de reproche.

David... - pronto David notó algo frío y duro subiendo por su pierna, miró hacia abajo con rapidez y pudo ver el cañón de una pistola. - ¿Te piensas que soy tonto? Sí, claro que lo piensas. Siempre has sido más listo, has tenido mejores trabajos, mejores mujeres, más dinero y aunque tus padres estén ahora muertos, estoy seguro de que fueron mejores que los míos. Me das asco. - la cara de Malcom expresaba una rabia que nunca había visto en el que siempre era conocido como el bonachón del grupo, el graciosete.

La pistola seguía subiendo. - Pero estoy harto David. Estoy harto de ser un don nadie, de que siempre los demás tengan mil mierdas mejores que las mías, de que las mujeres pasen de mí. Y se acabó. No sé porque, ni como, pero esta mañana al despertarme mi reflejo me ha hablado y me ha dicho "Adiós problemas. Libro de Banes" y al llegar a su despacho había un libro... Que tenía algo que me atraía. - empezó a reír levemente, denotando su falta de cordura. - No, no sé que es. Pero no voy a dejar que nadie me lo arrebate, no pienso volver a ser un Don Nadie, voy a ser el rey ¿me oyes David? ¡EL PUTO REY! - alzó la voz con esa última frase, lo cual atrajo alguna mirada furtiva.

Así que ahora me lo vas a contar todo. ¿Qué coño es ese libro? ¿Por qué le importa tanto a la gente? ¿Por qué, como siempre, no he tenido noticias de algo que podía solucionar mi vida? - apretó un poco con el cañón contra el cuerpo de David. - Y más te vale que me guste tu respuesta.

"Mierda." La sensación de la pistola hizo que todo en él se congelara. ¿Por qué no había escuchado a la puta sensación de peligro? Intentó ver si alguien más notaba que el cabrón tenía un arma encañonándolo. -Malcolm...- No había manera de que creyera que no sabía del libro, así que mentirle con eso no iba a terminar bien. -Te lo cuento todo, ¿si? Pero aquí no...- Hizo una seña con los ojos alrededor. -No hace falta que más gente se entere.- ¿Por qué carajos no había avisado a Banes que se vería con Malcolm? Tenía miedo, terror de morir. Necesitaba que Banes supiera... Oh Dios...

Supo lo que tenía que hacer.

-¡MALCOLM WALLACE, ERES UN JODIDO LADRÓN! ¡LADRÓN, MALCOLM!- Si Malcolm lo mataba en ese momento, la gente repetiría la escena, Banes se enteraría de quién lo había hecho... Diosvoyamorirvoyamorir... Cerró los ojos, y siguió gritando "Malcolm Ladrón" con todas sus fuerzas...

¿LADRÓN? - replicó enfadado. - ¿Pero como puedes ser tan desagradecido, pequeño hijo de puta? Lo he dado todo por ti, mil veces. ¿Quién te ha conseguido la entrevista? ¿Quién te consolaba cuando Sally pasaba de ti y te echabas a llorar como una magdalena? ¿Quién te pasaba los apuntes en la universidad? Eres un mierdas, no te echaré de menos.

*CLICK*

Y ese fue el último sonido que oyó David antes de morir, el del gatillo de la pistola martilleando, pues como bien dicen, si oyes el disparo, es que no iba para ti, sin embargo David no oyó el disparo.