Partida Rol por web

Hans sin pensarlo se lanzó a la refriega tratando de abatir a cuantos más de sus compatriotas mejor. Con el rugido más propio de una bestia que de un hombre vuestro camarada blandió su espada tratando de arrinconar a uno de los mercenarios y acabar con él. Pero fracasó cuando su ataque fue detenido y él empujado de vuelta hacia vuestra linea de una patada.

Prosigue el combate a muerte junto al pozo y Hans mira a su alrededor. De momento las fuerzas parecen parejas con Rodrigo y Pierre trabados en sendos lances cuya resolución aún no ha podido ver. Le sorprende la calma que parecen mostrar tanto Alvaro como los dos lideres eisenos ¿que tramarán?

Los soldados eisenos se lanzaron en tromba para acabar con ellos, y los muy hideputas venían decididos a ellos. No obstante los compañeros tenían pensado vender cara su vida. Y Rodrigo no pudo si no reir ante las palabras de Pierre.

Bah. Tengo aun algunos bailes pendientes antes de irme con la parca. Estos caballeros por ejemplo, que se ve que tienen prisa por reunirse con ella.

Pese a sus palabras de burla, la situación era desesperada y sus enemigos demasiado buenos para su gusto. Los seis canallas se abalanzaron sobre el castellano, con sus pesadas armas buscando su carne. Más Rodrigo apenas se movía del sitio, que un paso a lo sumo para evitar en el último momento que le acertaran. Su hoja desviaba sin parar las espadas eisenas mucho más recias, pero no de mejor acero que el castellano, las hojas tintineaban cada vez que chocaban y a pesar de los intentos ninguna fue capaz de alcanzar al espadachin.
La habilidad de esgrima de Rodrigo era tal, que no sólo logró detener y evitar las acometidas de los soldados, si no que fue capaz de contratacar. Pero eran demasiados, y muy buenos en lo suyo. Por lo que simplemente fue capaz de rechazarlos y lograr un momentaneo respiro.

Aun así tuvo tiempo para una chanza más en el idioma de los perros.

Caballeros saben que pueden rendirse cuando quieran ¿verdad? . No es ninguna vergüenza hacerlo, después de todo se están enfrentando a la compañia del Toisón.

Rodrigo de momento aguantaba bien. La danza de los Gallegos era legendaria en Castilla, una de las defensas más difíciles de romper y su hermano estaba demostrando lo que su escuela sabía hacer. Sin embargo, Pierre se veía superado. Era buen médico y un buen apoyo, pero parecía tener menos pericia que los castellanos.

Así, silenciosamente, Álvaro dio unos pasos por detrás de sus camaradas. Acuchilló a un perro antes de que pudiera girarse y cuando lo hizo lo remató. Al que había logrado reaccionar le rajó la cara, lo que le dio unos segundos más. Los otros lo rodearon. Las grandes espadas eisenas se cruzaron varias veces con el acero soldano. Victoria y Almudena gritaban gravemente cada vez que realizaban una parada.

Cara rajada se lanzó ciego de ira y ese fue su peor error. El bachiller le hizo otra raja a juego en la otra mejilla y cayó inconsciente al suelo.

El baile prosiguió. En una acometida se apartó a un lado. La gran espada dio contra el pozo, quedando atrapada entre dos piedras y Álvaro vio la oportunidad clara. Clavó sus dos aceros en el pecho de aquel desgraciado, que ya no desencajaría su espada. Quedaban dos hideputa de ese grupito.

- Bastardos, - escupiendo al suelo - acabaréis en el infierno esta noche. Palabra de soldano. Palabra del Toisón.

Mi momento de alegria se acaba cuando me convierto en blanco de esta masa enfurecida veo como se centran en mi con un ataque que intenta dalarme o peor acabar conmigo, hay que reconocer qur hasta ahora la diosa fortuna me habia sonreido, pero ya era el momento de que recibiese y mis compañeros pudieran estar mas a salvo, asi que cuando veo la espada bajar hacia mi cabeza empiezo a moverme en conjunto con mis armas como si fueramos uno consiguiendo parar el arma y dejando al eiseno con cara de no saber que ha pasado

Los últimos dos integrantes del primer grupo de mercenarios trataron de redoblar su ataque contra Rodrigo con muy escaso éxito. El castellano los esquivó con otro de sus finos pasos laterales.

Parecía que habían logrado hacer retirarse a la primera avalancha de perros eisenos para dejar paso a que el hombre del enorme zweihander y la moza con el panzerhand entrasen en la refriega

Sosteniendo el enorme espadón en la guardia alta, como una amenaza de muerte y mutilación proveniente de los mismos cielos el eiseno del zweihander salta a la refriega. Veis claramente que se trata de un combatiente veterano, de un verdugo que ha repartido muerte y dolor durante años. Y que pretende seguir haciendolo.

La enorme espada parece una extensión de su propio cuerpo, y la hoja serrada y sedienta de sangre la extensión de su negra alma. Antes de que podais ni tan siquiera intuir por donde caerá esa hoja, más parecida a la guadaña de la parca que a un estoque, el hombre ha saltado en movimiento. Su enorme hoja traba la punta de los estoques del Bachiller y aunque este devia sin dificultad el golpe su satisfacción desaparece cuando se da cuenta de la treta. El eiseno ha usado el golpe para reducir distancias y cargar golpeando al castellano con su hombro. Cuando ambos hombres están apenas a unos centimetros el perro eiseno escupe en la cara al bachiller. Este nota como el esputo corre por su mejilla mientras da un paso al lado y logra esquivar lo peor de la embestida. Rugen en sus oidos las risotadas del mercenario eiseno.

La enorme espada se levanta de nuevo con una velocidad sorprendente y golpea con un revés en la dirección de Pierre. Sorprendido este no alcanza a interponer su fiel main gauche y recibe un corte en el pecho. El dolor del corte arde como un tizón.

Riendo de vosotros en un vodaccio desagradable y que suena como un ladrido el hombre os insulta ¡SOIZ UNAS MARIKONES! Voy a mear en honor Companía Toizón.

En medio de la refriega Micchelangelo sigue tratando de abrir su candado. Con un grito de triunfo logra forzarlo y lo sostiene en la mano victorioso cuando volviendose ve la desesperada situación. Raudo como una centella extrae su pequeña daga y trata de golpear, con escaso éxito el tercero de los candados.

Los ojos de Álvaro se abrieron de golpe al percatarse de la estratagema de aquella bestia eisena. Notó como el tiempo se volvía más lento conforme cargaba la bestia. En su cabeza podía verlo como un gran toro negro resoplando aire por la nariz. Justo en el último momento se echó a un lado esquivándolo y dejando que pasara de largo, de la misma forma que un torero habría dado el pase a un toro en la plaza. Ahora le faltaba tener oportunidad para clavarle un par de banderillas a aquella bestia.

Pero quien era este animal ha llegado a nuestra posicion y nos a convertido a mi y a  Alvaro es sus objetivos, veo como baja su espadon contra mi pero  cuando de manera intuitiva levanto mi espada para detener el golpe, ya es tarde la velocidad y la maniobra de este salvaje me coge por sorpresa y siento su acero en mi cuerpo, noto como una mezcla de bilis y sangre sube a mi boca, asqueandome y queriendo acabar con este ser lo antes posible

Ves como Schmarre cae como un lobo encima de los últimos defensores del Toisón. Sus rapidos movimientos y su zweihander cortan entre las defensas de los enemigos, ya agotados después de innumerables combates, hiriendo a uno tras otro.

Tanta nobleza, tanta valentía ¿desperdiciada? ¿para que? Ellos mismos han de saber que todo está perdido. Pero aún así luchan con gallardía y entrega. Por unos segundos tu mente recorre hacia atrás la senda del tiempo y la memoria. Vuelves a la fatidica noche que puso fin a tu niñez. Ves de nuevo morir a tu madre y a tu hermano. Como hoy hueles de nuevo el miedo, la sangre derramada por las inmensas hojas eisenas.

Y aprietas el puño. Ataño eras no más que una niña debil y no pudiste cambiar nada. Ahora no eres más que un soldado que obedece ordenes y no puedes cambiar nada.

¿O quizás si?

El eiseno señala hacia el pequeño Micchelangelo y grita una orden Ritcher ¡Dumme Kuh! ¡Mata al maldito niño! Quiero que lo vean morir antes de que acabemos con ellos. Y suelta otra de sus maníacas risotadas. A su alrededor los otros matones eisenos se preparan para barrer a los Compañeros en una última carga. Ahora podrán deleitarse apuñalando la carne de aquellos quienes tan gallardamente los han combatido. Extinguir para siempre la llama del honor de la Compañía del Toisón.

Observo la batalla de los que parecen ser los últimos hombres del Toisón, enfrentando a los nuestros y ese maldito de Schmarre, atacándoles, con esa bestialidad que solo he visto en el.

Oigo su insulto y su orden, y mis ojos se clavan en ese crio, dándome el recuerdo de cuando yo tenía su edad y su situación era la misma que la mía.

Arrastrando mi espada ancha, salgo corriendo contra los hombres que quedaban para proteger al pequeño, decidida a matar y en el último instante, cambio la dirección de mi cuerpo, clavando la espada contra dos de los eisenos que acorralaban a esos nobles guerreros, acabando con ellos en el acto, atravesados por mi arma.

Acto seguido levanto mi mano izquierda vestida con el panzerhand de mi familia, esperando a que mis hasta ahora camaradas, se lancen a por mi.

Schmarre, Schwein Bastard, heute werde ich diesen fiesen Kopf aus dem Körper entfernen.

El heroismo tiene muchas caras. La virtud siempre encuentra aliados. E incluso en la noche más oscura puede brillar la luz. El ejemplo de los Compañeros mueve algo en el alma de Mallory, algo que ella creía olvidado. Y su panzerhand  y su espada buscan en el último momento victimas más propias que un muchacho desarmado.

Caen así dos de los antiguos compañeros y grita de rabia Schmarre. Equilibrados los bandos y renaciendo la esperanza Hans se acerca junto a la eisena listo para entrar de nuevo en liza.

Hans entró en liza junto a la nueva e inesperada aliada que había acudido al rescate de los Compañeros en ese momento de terrible y desesperada necesidad. Rapidamente su estoque acuchillo a dos de los mercenarios que les enfrentaban y hombro contra hombro cubrió a sus compañeros mientras estos recuperaban el aliento y se preparaban para volver a la carga y ganar esos últimos instantes necesarios para que el rapaz abriese el pozo. Por el rabillo del ojo vió como el resto de los Perros empezaban a reorganizarse así que solo era cuestión de tiempo que abandonasen el saqueo de los castellanos caidos y cayesen sobre ellos en un número que no podrían esperar derrotar.

¡Verräterische Hündin! chillaron con furia los eisenos al ver el cambio de bando de Mallory con saña cargaron contra ella. Poniendo en sus golpes más y más terrible odio aún que el que habían reservado para los últimos miembros de la Compañía del Toisón apenas unos minutos antes. La primera lluvia de golpes la pilló por sorpresa e hizo trastabillar a la eisena mientras que la segunda la alcanzó de lleno, uno de los golpes incluso alcanzandole en la sien y haciendo manar la sangre con profusión.

Schamerre no parecio sorprendido por el cambio de bando de Mallory Siempre supe que eras una furcia debil y blanda. Cuando hayamos acabado con ellos te llegará el turno a ti. Y cuando acabemos contigo ¡serás aún más fea que ahora! suelta otra de sus maníacas risotadas mientras su espada vuelve a girar. Esta vez fija su mirada en Rodrigo, y este puede apreciar el odio en los ojos del eiseno. Se miden a la desesperada la fineza del castellano y la brutalidad del eiseno. Ignorando su propio bienestar el bastardo espadero se lanza en una brutal acometida contra Rodrigo. Cae como una avalancha el enorme espadón mientras impasible Rodrigo calcula su reacción ¿esquivar o parar?

Rodrigo vio como tanto Alvaro como Pierre eran heridos, él había podido sortearlo de momento, pero sabía que contra todos no duraría mucho sin que le alcanzaran de gravedad.
Pero lo que sí que le sorprendio fue lo que hizo la mujer. Se esperaba un ataque por parte de ella, pero no contra sus propios aliados.

Anda la ostia.

Pero la eisena pagó cara su ayuda, ya que se ensañaron con ella. Eso logró que le revolviera aún más la sangre al espadachin, ya que no soportaba que pegaran a mujeres. Por más belicosas que fuesen.

En eso estaba cuando el teniente, o lo que fuera, le golpeó con todas sus ganas. Rodrigo trató de evitarlo interponiendo su espada y girando sobre sí mismo. Pero no fue lo suficiente rápido ni fuerte. El impacto casi le hizo gritar de dolor, pero aunque logró evitar hacerlo no pudo disimular que la herida era muy grave. Su costado sangraba en cantidad, y el golpe más que el corte le había roto varias costillas, por lo que alguna herida interna también tendría. Escupió sangre. Su enemigo se reía de él creyendo que no se podría defender más, y mucho menos atacar.

 Ich bin dran*

El eiseno había confiado todo en su ataque, por lo que había bajado la defensa para ello, y Rodrigo no era de los que desaprovechaban una oportunidad. La hoja centelleó en su mano como si tuviera vida propia y empezó a cortar y a pinchar al soldado, los cortes eran pequeños pero iban haciendo que se moviera y colocarlo en posición. Y finalmente clavó la espada hasta la empuñadura.

Tut es weh?*

El castellano sacó la hoja y se encaró al tipo del enorme espadón. Su posición era de combate, de perfil, con su espada en la diestra delante y su siniestra extendida detrás suyo

Bien. Veo que eres muy bueno dando ordenes a tus hombres y golpeando a oponentes distraidos. Pero...
¿Eres capaz de enfrentarte a un castellano con su acero en la mano y preparado para tí? ¿O te vas a esconder detrás de tus hombres siendo tan cobarde como todos los de tu maldita compañia?

Ambos contendientes se acuchillaron con furia intercambiando golpes y cuchilladas. Cuando se destrabaron eiseno y castellano sangraban profusamente. Schmarre miro con desagrado su jubón que ahora se empapaba de sangre mientras volvía a levantar su zweihander aunque malherido el Perro de la Guerra no renunciaba al combate.

Tras acabar con los dos ex-aliados que quedaban en uno de los grupos, el otro, al completo se lanzan a por mí, y empecé a recibir estocadas por todas partes.

Aun que varias las pude repeler, algunas superaron mi armadura, haciendome cortes, en los costados y en los brazos, parecían graves, pero yo era bastante más dura que ellos, con lo cual palpé mi sangre con las manos y les señalé.

Wenn Sie beide wie mein Blut vergossen, werde ich baden in Ihrem.

Los dos bandos se separaron momentaneamente y se midieron durante unos instantes. Por un lado cinco heroes entregados a salvar a un inocente, proteger la memoria de unos hombres traicionados e impedir que se consumase una bellaqueria. De la otra bestias con forma humana, embrutecidos por la guerra y la avaricia. Ambos lados habían sufrido heridas y la sangre y los cuerpos salpicaban las losas del patio alrededor del pozo.

Los puños se aferran a las armas, gotea ritmicamente la sangre sobre el pavimento y de nuevo ambos bandos se arremeten. Unos enfrascados en consumar su villania, o al menos ganar tiempo para que los otros Hunde von Krieg se unan a la fechoría. Los otros resistiendo heroicos mientras depositan su destino en un niño que desesperado trata de forzar un último candado.