Partida Rol por web

Habiendo ya dado parte de su castigo a Mallory y siguiendo las instrucciones de Schmarre de reservarla para otros sucios deleites más tarde los eisenos caen ahora con saña contra el hombre que con más saña hirió a su capitán. De nuevo la letal danza de Rodrigo debe ponerse en marcha tratando de esquivar las notas sibilantes que provocan las espadas al cortar el aire.

Era hora de que alguien ademas de estos sucios matones sufriera el frio contacto de nuestro acero, asi que elijo mi objetivo cuidadosamemte, el saltimbanqui con el espadon, que cuanto antes acabemos con él, puede que eso haga huir al resto, agarro con fuerza mi arma hago un amago y a la vez busco una hendidura por donde clavarle mi espada y en ese preciso momento la veo, asi que clavo mi acero en su costado acompañandolo de toda mi rabia y odio por este ser asqueroso y vil y en ese momento me acerco a su oido y le susurro

Je suis Pierre belain que tu as tué mon capitaine, préparez-vous à mourir   

Je suis Pierre belain que tu as tué mon capitaine, préparez-vous à mourir

Por un momento Rodrigo esperó que su enemigo fuese algo honorable y se batiese en combate singular contra él. Pero claro, si tuvieran algo de honor no estarían en aquella situación.
Los demás soldados se aprestaron a ayudar a su jefe, atacandole todos a una. El espadachín de Gallegos pudo detener y evitar la mayoría de ellos, pero no todos. La herida le estaba pasando más factura de la que desearía.

Lo que me imaginaba. Perros cobardes y sin honor sois, y como tales moriréis.

Afortunadamente eso también daba pie a que sus compañeros le ayudasen, y el ver como Pierre arremetía contra el gigantón era toda una satisfacción.

Una duda, entiendo que atacas a Schmarre ¿no?

Pues en ese caso te falta tirar el daño. Este es el daño de la espada (2g2) sumando tantos dados tirados como no guardados como tu musculo (2). Así en total es un 4g2. Haz la tirada en un mensaje solo para el director y te actualizo el post.

La espada de Pierre entra con la precisión de un bisturí en el cuerpo de su enemigo. Se clava la punta en el costado de Schmarre rasgando ropas, piel y musculo. Aún así el rostro curtido de cicatrices del eiseno apenas se contrae cuando la sangre empieza a manar. Enseña los dientes como un perro enloquecido.

Va a costar mucho más tumbar a un enemigo como Schmarre.

Mi revuelta había empezado con buen pie y acabé con dos de ellos, pero de pronto todos esos se habían lanzado a por mi y me habían dejado bastante malherida, lo cual me afecto cuando lancé mi siguiente estocada, golpeando contra una de sus espadas, devolvíendome a mi posición tras el duro golpe.

Tranquilízate Mallory, has salido de situaciones peores.

Kommt zu mir Arschlöcher. Ich werde euch töten

Hans junto a Mallory acomete junto a ella en tratar de hacer retroceder a los matones eisenos. Cruza espadas con ellos con el ánimo de repartir un par de buenos golpes. Pero las heridas y el cansancio pasan factura e igual que Mallory sus golpes son facilmente parados.

¿Habrá abandonado la voluble fortuna a los Compañeros?

Schmarre salta al ataque junto al resto de bellacos que acosan al pobre Rodrigo. Dispuesto a vengar la herida que este le causara trata de acometerlo mientras vuelve a levantar el enorme zweihandder en posición de combate. El golpe vuela directo contra la figura del espadachín castellano tratando de lograr, con ayuda del cansancio, vencer su ferrea defensa.

Hizo girar por encima de su cabeza el espadón provocando un espantoso ruido que bien, en medio del humo y el olor a sangre, os recordó al chillido de las almas condenadas en el Infierno. Y con la inexorable fuerza de la misma guadaña de la muerte fue a caer contra el otro Compañero que había osado herirle: Pierre.

Rió de nuevo el maniaco eiseno, ya pringado de sangre tanto suya como vuestra hasta los mismos codos, mientras descargaba el golpe contra el valeroso doctor.

Enloquecido de ver a sus amigos en tan mal trance contra Schmarre Hans toma aliento y salta de nuevo a la batalla. Antes mira fijamente a Mallory un segundo y sus labios forman la frase " Folgen Sie mir" y se lanza a despachar a los mercenarios tratando de abrir una brecha que permita reagruparse con sus compañeros.

¡ Y como tiemblan los perros ante su espada! Hans ruge como un verdadero leon mientras golpe a diestra, apuñala a siniestra y reparte puñetazos y patadas hacia el frente. Tras el paso de ese huracan de furia y acero tres de los cinco mercenarios eisenos han caido malheridos y los dos restantes miran a Hans con un nuevo sentimiento. 

Terror.

Tras el arrebato homicida de Hans parece ser que las tablas vuelven a estar parejas. Pero ¿lograrán nuestros heroes vencer a estos bandidos y abrir el pozo antes de que lleguen sus refuerzos al inicio del siguiente turno? ¿Que nuevos reveses les esperan?

El enorme eiseno coloca de nuevo su espadón en posición para aplastar a Rodrigo. Pero en esta ocasión el castellano también estaba en posición y esperandole.
Un arma de ese tamaño es casi imposible de detener, a menos que seas alguien igual de grande y fuerte. Cosa que Rodrigo no era. Por lo que la mejor defensa era esquivarle. Afortunadamente para el espadachin de Gallegos ese era uno de los puntos de su escuela. Cuando los Gallegos pelean apenas se mueven del lugar donde están, salvo para apartarse un paso en el último instante y desviar con su propia hoja las espadas enemigas.
Schmarre lanzó su ataque casi imposible fallar. Un paso lateral no iba a ser suficiente. La hoja de esgruma no podría detener la eisena. Pero juntas... La espada castellana desvió un poco la zweihandder, que junto al paso lateral que dio Rodrigo fue suficiente para que tan sólo cortara tela de la capa del castellano.

Pero eso no fue todo. Rodrigo no esperó a que se recuperara, y antes de que Schmarre se encarara a su nueva victima, que era Pierre, Logró calvarle la ensangrentada espada de esgrima por entre las junturas de sus protecciones.
 

El cambio de bando de la eisena había sido decisivo para que tuvieran esperanzas de salir de alli con vida. Sin embargo, aunque aquella bestia salida del infierno y dos de sus perritos. Debían darse prisa antes de que el resto de aquella jauria se abalanzaran sobre ellos.

Bajo sus espadas un poco ofreciendo un hueco en su defensa. Aquellos dos mamones lo vieron y sonrieron lanzandose contra él para aprovecharlo, tal y como el esperaba.
Comenzó de nuevo la danza.

Aquellos espadones a dos manos podrían parecer demasiado grandes para pararlos con espadas al uso, pero las suyas eran de acero soldano y eran dos.
Las espadas entrechocaron, Álvaro parando la primera acometida con Almudena y Victoria en cruz. El golpe resonó en las paredes del pozo junto a los golpes del pequeño rapaz golpeando el candado con su pequeña daga.
La segunda del otro miserable la esquivó con un paso lateral. Sonrió mientras los miraba como el gato mira al ratón.
- Os llamais perros y no pasais de ratas.

Se lanzó contra ellos. Los aceros volvieron a cruzarse, esta vez zweihander contra zweihander gracias al baile y los golpes certeros que lanzo el Bachiller para que se trabasen entre sí, quedando él en medio con sus propias espadas cruzadas clavándose en los corazones de aquellos bastardos haciendo que su sangre regara el suelo a borbotones y deslizandose por las hojas.
- Y yo soy el exterminador de ratas, hideputas.

Schmarre pagó cara su maldad. Mientras Pierre aguantaba con bravura su cruel ataque el rápido espadachín de Gallegos paró el golpe de revés que el espadero eiseno le había despachado y mientras este acometía con vileza a Pierre logró golpearle. Su estoque se hundió con profundidad de nuevo en la carne cubierta de cicatrices de Schmarre.

Tras golpear a Pierre este trató de volverse para ver de donde procedía ese nuevo golpe pero ya mientras lo hacía el color huia de su cara y la fuerza de sus dedos. Cayó al suelo con estrepito la enorme hoja del zweihander y se desplomó Schmarre primero de rodillas y luego sobre un costado. 

Vencido por la multitud de golpes que le habían propinado los compañeros el terrible espadero queda vencido a sus pies.

Despacha Alvaro al último par de mercenarios y ganan nuestros heroes unos segundos de respiro. A la sensación triunfal se une, por primera vez, un grito jubiloso al conseguir Micchelangelo abrir el tercer candado. Con estrépito cae la reja al interior del oscuro pozo oyendose al cabo de un par de segundos el salpicar cuando esta cae en el agua.

Signori! Ora el momento! Grita el muchacho y os hace señas para aventuraros en el pozo. El primero que reacciona es el robusto Hans quien extrae una cuerda de su zurrón y se la ata alrededor del cuerpo y lanza el cabo suelto al oscuro pozo.

Cuando el enorme eiseno cae al suelo derrotado, Rodrigo se lleva la mano al costado que le sangra en abundancia mientras respira aliviado. Y aún más cuando Alvaro despacha a los soldados.
Tenían un momento de respiro, y gracias a Theus el chaval había logrado romper el candado y tenían vía libre. Si no fuera por la mujer que tenían delante.
Les había ayudado, y de hecho seguramente no estarían vivos si no fuese por ella. Pero ha sido un cambio de bando demasiado repentino como para no desconfiar.
Por lo que el espadachín no guardó su espada.

Muy bien. ¿Y contigo qué hacemos? ¿A qué se debe que hayas peleado contra tus compañeros? Pues es obvio que eres, o eras, uno de estos perros.

¡Rápido! Bajad por la cuerda, yo os sostendré y saltaré luego. Hans afianza con fuerza los pies contra el borde del pozo y el valiente rapaz que os acompaña empieza a descender por la cuerda. Perdeis de vista al muchacho cuando se hunde en la oscuridad del pozo pero al cabo de unos segundos ois como entra en el agua con un chapoteo. Señal de que no hay mucho trozo de caida entre el final de la cuerda y el agua.

¡No hay tiempo que perder! Insiste de nuevo el eiseno mientras mira por encima del hombro. Seguiis su mirada y veis como el resto de los eisenos está cargando hacia vosotros. Y por un momento hasta jurariais distinguir entre esa muchedumbre que carga furiosa la terrible y mortal mirada del propio von Lüdlow.

Veo como los castellanos, finalmente acaban con Schmirre, sin darme tiempo a enfrentarme a el, ya que estaba intentando contener a los merceranios, también muertos ya.

Tras eso uno de ellos se acerca a mi interrogándome, aun que me cuesta acabar de comprender lo que me dice.

Ellos malvados, tu honor.

Digo haciendo un esfuerzo en la lengua local, la cual apenas se decir lo básico.

Observo al hombre que parece de mi patria y como nos hace el camino fácil para bajar, a la vez que el pequeño ha conseguido abrir el túnel, con lo cual no me lo pienso y me agarro de la cuerda, deslizándome rápidamente hasta el fondo.