Partida Rol por web

preocupado por el estado de mis dos castellanos/hermanos saco mi bolsa de utensilios medicos y cojo cada uno por separado por que los dos juntos seria poco practico y ademas con los preparativos de la salida no seria adecuado, primero cojo a Rodrigo y mirando con una lente y la luz de un candil veo que la herida es una corte profundo, asi que lo primero saco una botella de coñack,dale un buen trago y pasamela y despues derramo parte de su contenido sobre la herida, comienzo a aplicar aceite de sauco y coser con un hilo que desifecto en el alcohol, miro el trabajo sonrio y siguiente, creo que eres tu Alvaro aqui habia mas trabajo habia recibido mas daño ante su valurosa carga, pero tampoco tenia mucho tiempo, ni el enemigo nos lo iba a dar, le di el coñack y despues un trozo de cuero para que lo mordiese lo siento amigo te va a doler mas a ti que a mi, las heridas eran mas profundas asi que me centre en cerrar las maximas posibles, cosi y limpie las mas leves, pero habia una que necesitaba mas tiempo y un lugar mas adecuado, asi que cogi polvora la introduci en la herida muerde fuerte sera muy rapido y la encendi, la chispa rapida, cerro la herida y la desinfecto de momento aqui no puedo hacer mas cuando estemos a salvo y con mas tiempo le dedicare el tiempo que se merece

Pierre se encargó de restrañar las heridas de sus compañeros mientras el resto de la Compañía se armaba dispuestos a darlo todo en un última carga heroica. A vuestro alrededor hombres heridos tratan de mantenerse en pie apoyados en sus espadas y las últimas reservas de polvora entran en las pistolas. Algunos hombres rezan ante las imagenes de los santos, otros apuran las reservas de cognac de Pierre.

Al frente, palido y sostenido por dos tenientes el Capitán Don Isidro traga saliva mientras se prepara para ordenar que abran el portón de la capilla. Antes de dar la fatidica orden pero hace una seña a uno de los tenientes. Este descuelga con amoroso mimo la insignia de la Compañía del Toisón y doblandola os la tiende. Lllevenla vuestras mercedes para evitar que caiga en manos enemigas.

Rodrigo escuchó con alegria la intervención del muchacho. Había sido de lo más afortunado que estuviese con ellos, o no habrían conocido la salida secreta. Aun así todavía había que ganar la plaza y el pozo.

No te preocupes por las cosas de allí abajo, más les vale que se preocupen ellas de nosotros.

Mientras Pierre hacia lo que podía por sus heridas y las de Alvaro, Rodrigo estaba muy pensativo. Dudaba en lo que hacer a continuación. Su lealtad le dividía entre luchar y morir junto a sus hermanos de armas, o mantener su juramento. Finalmente el comandante decidió por ellos y les instigó a cumplir su palabra y salvar el estandarte.

Juro por Theus que mientras me quede un hálito de vida este estandarte no caerá en manos enemgidas, y que haré lo que esté mi mano para que esos perros, y todos los implicados en esta traición, acaben en el infierno.

No había mucho más que decir. El destino, o Theus, les había puesto en aquella situación. Saludó, o se despidió, de algunos de sus otros hermanos de batalla mientras en el fondo les envidíaba con esa última acción heróica que estaban a punto de realizar.

No seréis olvidados.

Los hombres se aprestan en formación frente a las puertas mientras algunos apagan las velas de la capilla para que al abrir la puerta vuestras figuras no se recorten contra la luz del fondo. Al final quedais todos en silencio y formación frente a la puerta, solo rompen la oscuridad y el silencio las mechas de los arcabuces y las plegarias murmuradas.

Os situais en el centro de la formación con Michellangelo a la vera y la enseña anudada en bandolera alrededor de Rodrigo. Un susurro de don Isidro por delante y alguien empuja el portón de la capilla. A una los miembros restantes de la Compañía del Toisón echan a correr enarbolando sus armas y disparando pistolas y mosquetes.

Los traidores eisenos se ven frente a una visión de acero y valor desesperado. Y al frente vuestro Capitán grita ¡A mi la Compañía! ¡Adelante! ¡Cierra, Castilla!

Rapidamente la voz de von Lüdlow saca a los eisenos de su estupefacción. ¡Formad una doble linea! ¡Avanzad diez pasos! ¡Que ninguno logre escapar!. Rapidamente grita ordenes y los eisenos se lanzan a cargar contra vosotros. Una primera lluvia de virotes de los arbalesteros se ve interrumpida cuando el cuadro de la Compañía choca contra las filas eisenas y empieza a abrirse paso aparentemente hacia la salidad del patio de armas, el camino que cruza junto al pozo. Für sie ihren Idiot. Zwanzig Münzen wer den Kapitän tötet. Dreißig Stücke, die die Flagge erfassen

Rapidamente la situación degenera en un violento combate cuerpo a cuerpo donde los hombres se apuñalan, maldicen y mueren.

für sie ihren Idiot. Zwanzig Münzen wer den Kapitän tötet. Dreißig Stücke, die die Flagge erfassen

La situación del Capitán era lamentable, lo que unido a su petición de juramento llegó a sacarle una lágrima a Álvaro; se les iba uno de los mejores hombres que había conocido, alguien a quien tomaba como un ejemplo a seguir y una vez más, a las puertas de la muerte, demostraba su entereza y lo alta que dejaba la talla Castellana y la Soldana. 

- Capitán, por mi honor de castellano y Soldano, os juro que daré mi vida si es menester para que esos bastardos no toquen nuestra sagrada bandera y para que la traición de esta noche quede vengada. Aprenda Thea entera el honor y la entereza de la Compañía del Toisón y la de su Capitán. 

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Una vez retirados Pierre hacía de matasanos. En aquellos momentos no estaba para discutir y había que hacer de tripas corazón. Tendría que agradecer a Theus que alguno de entre sus camaradas supiera de aquellos menesteres. 

Dió un largo trago a la botella que le pasaban y se dispuso el cuero entre los dientes, mas les faltó avisar a compañeros que le sujetaran. 

Cuando el fuego quemó la herida los ojos de Álvaro se volvieron rojos como las llamas del infierno. A duras penas logró contener su rabia y dirigirla contra los bancos que les rodeaban en lugar de contra su camarada. Se giró a él resoplando como un toro en embravecido, las manos en sendas espadas. Los compañeros al fin reaccionaron y se dirigieron prestos a sujetarlo para evitar mayores, mas él logró antes separar sus manos de las empuñaduras y hacerles gesto a ellos para que se detuvieran. Aún resoplaba pero el fuego de sus ojos se apagaba. 

Varios minutos después, que bien podrían haber sido horas, logró recuperar el total dominió de sí y acercose hasta el Montagnes. Poniendole una mano mano en el hombro, dando una palmada, logró articular aún entre el dolor:

- Gracias... Hermano... 

Tras lo que se alejó para terminar de recuperarse del todo antes de salir de nuevo al patio. 

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Algo más recuperado de sus heridas, gracias a los cuidados de Pierre, el Bachiller volvió a demostrar su habitual arrojo o falta de juicio, pues aún yendo en el medio de la Compañía, donde les habían situado, se arrojaba adelante cuanto podía dispuesto a despachar a unos cuantos perros más antes de llegar al pozo. 

Cuando todo esta preparado cojo mis espadas y me pongo en el centro cerca de un lateral y golpeando a todo aquel que se acerque lo suficiente, vamos ganado terreno pero la resistencia y el empuje eiseno cada vez es mas insistente, esperamos a que el cuadrado de la compañia consiga avanzar un poco mas y acercarnos lo maximo posible al pozo y en ese momento cojo las dos pistolas y apuntando a dos de esos perros, descargo un disparo y luego otro para poder hacer un hueco, un corredor en que podamos pasar los 5 con mas facilidad aunque tendremos que clavar mas de una espada , pero sin riesgo y sangre no se consiguen las cosas
ahora hermanos por aqui es nuestra oportunidad

El llevar la enseña de la compañía era todo un honor, pero aun así Rodrigo lamentaba no poder quedarse a morir con sus compañeros.
Una vez en el centro junto a los hermanos con los que iba a marchar aconsejó al muchacho. Seguramente era la primera vez que vería una carnicería como aquella. No estaba seguro de que fuese a ser la última. Y eso podía ser impresionable para un chico de su edad.

Quedate cerca nuestro, no te separes por nada del mundo porque si no no podremos protegerte. Por lo demás tranquilo, saldrás de esta.

Una vez fuera y con toda la sangria casi cambia el plan al escuchar al comandante eiseno, a punto estuvo de ir a por él aunque pereciese en el intento. No obstante logró ceñirse al plan. Antes de que se diera cuenta su espada chorreaba sangre, aunque la pistola todavía la tenía lista para un tiro que realmente fuera necesario.

Los dos disparos de Pierre hacen que por unos segundos la marea de eisenos que colpea una y otra vez contra el cuadro retroceda durante unos segundos. Podeis ver a unas decenas de metros la estructura del pozo. Ahora o nunca pareceis pensar todos. Y con bravura os separais del cuadro y os lanzais a la carga.

Aunque la mayoría de eisenos se encuentran en el frente del cuadrado hay un grupo no reducido a los que abatir hasta llegar a la via de escape que os habeis fijado. Aún así no os amedrentais y saltais a la refriega impulsados por vuestro coraje.

Rodrigo se adelanta un poco espada en mano y se enfrenta a los cadáveres andantes que son los soldados eisenos. Lastima que ellos no lo supiesen.

Sin apenas moverse del sitio, el espadachín castellano hace bailar su hoja y deja feos cortes en tres de sus enemigos, los cuales a pesar de las heridas no caen. Claro que ese no era el cometido de Rodrigo, si no debilitarlos para que Alvaro pueda finiquitarlos.

¡Cornada la que vas a probar ahora! ¡HURESOHN! Y dos mercenarios supervivientes, que han reconocido a Alvaro como el espadachín que escapó en el primer lance se lanzan contra él. Las dos espadas lo acometen des de dos extremos de su campo visual y el Bachiller trata de levantar sus fieles aceros en una defensa desesperada. ¿Lo logrará?

El último empero mira con frio odio a Rodrigo. El maldito castellano que hizo volar a tantos camaradas con su artimaña explosiva. Y ataca contra él decidido a cortarle la cabeza. Un golpe lleno de odio y maldad donde concentra toda su rabia. Un golpe que se diria propulsado por las fuerzas del mismo Infierno.  Corre raudo el brazo de Rodrigo sosteniendo su espada y tratando de frenar ese mandoble del averno.

Rodrigo sabía que podía contar con Alvaro para finiquitar su trabajo. Y su compadre no le defraudó. Tres duros soldados eisenos cayeron. Pero los otros estaban dispuestos a vengarse de los castellanos. Y sus armas pesadas trataban de encontrar hueco en sus defensas.

Más Rodrigo con una espada en la mano no era fácil de abatir, y aunque el eiseno era bueno y parecia llegar a atravesar sus defensa, el espadachín castellano fue capaz de deterner la pesada hoja con su espada. Rodrigo apenas parecia moverse del lugar, dejando que fuera su acero quién lo hiciera por él. El estupefacto eiseno vio como la espada de esgrima de Rodrigo resbalaba por su propía hoja haciendo saltar chispas, para en el último momento desviarse y clavarse dos veces en su estomago.

Buen intento, pero no ha sido suficiente.

El Bachiller se había expuesto demasiado y esos villanos se lo hiceron pagar. Dispuestos a poner fin al torbellino de muerte de Soldano lo atacaron con inquinia y una de las hojas le corto en el muslo apenas a unos dedos de la femoral. ¡Malditos! ¿Acaso creeis que este corte va a detenerme? ¡Enfrentadme de uno en uno como hombres! Les gritó ¡Venid a buscar la muerte a manos del Bachiller Medina! ¡Voy a licenciarios magna cum fiambres!

Rodrigo y Alvaro estaban despachando al primer grupo cuando la segunda escuadra de mercenarios cayó sobre nuestros heroes des de el flanco. Los aceros eisenos buscaron carne que cortar y sajar y Rodrigo, encarado a los otros matones, presentó un objetivo demasiado expuesto. Encontraron un agujero en su defensa y lograron herirlo ¿sería una herida peligrosa o solo superficial?

Los otros tres matones atacaron a Pierre pero con la daga el montaignes paró el primer espadón, el segundo con el estoque y con un agil movimiento esquivo el tercero. Indemne y listo para devolver la cortesía a los villanos Perros de la Guerra.

Estas en la segunda linea de las fuerzas eisenas y ves como esos castellanos cargan a la desesperada contra vosotros. Dispuestos a morir antes que rendirse, entregados a sus compañeros para vengarlos más allá de la llamada del deber. No son camaradas son algo más, y al verlos sientes una punzada de remordimiento y repugnancia por estar al lado contrario de tan nobles enemigos.

A tu lado el gefreiter al que todos llaman Schmarre por la enorme cicatriz que le cruza la cara escupe en el suelo impaciente. Panda de idiotas, se van a hacer matar antes de que podamos entrar en combate dice con evidente decepción No podremos hacernos con ningun botín, hijos de puta castellanos y vuelve a escupir.

De repente algo llama su atención, un grupo de miembros de la Compañía del Toisón se han separado del cuadro principal y tratan de abrise paso ¿hacia el pozo? Schmarre que también lo ha visto hace una seña mientras levanta su enorme zweihande Ahí esta nuestra oportunidad de hacernos con unas monedas o como mínimo unos dientes de oro ¡Richter!¡Y vosotros seguidme! Hace una seña para que tu y otros seis mercenarios os pongais en marcha hacia ese pequeño grupo.

Toda buena acción tiene su recompensa, y la de Rodrigo fue que el otro grupo de soldados se fijaran en él también. Ocupado como estaba con su grupo, no los vio venir y lograron alcanzarle. La herida no era tan profunda como la de alvaro, ni tan grave, pero aun así dolía.

Observo la masacre de los Castellanos desde mi posición, y veo todos los valores que había aprendido de mi familia. Observo mi panzarhand y recuerdo a mi padre.

¿Que harías tú?¿Seguir siendo un asesino por dinero, o volvería a retomar el honor que hemos perdido?

Mientras reflexiono, mi gefreiter nos llama la atención, parece que un grupo de estos hombres han huído hacia la zona del pozo, y nos tocaba ir de segundo línea de apoyo, ya que la primera parecía estar siendo vencida. Parecían pocos y eramos superiores, tarde o temprano caerían bajo nuestras armas.

Desenvainando mi espada ancha y sin decir una sola palabra corro como me habían ordenado para acabar con los enemigos.