Partida Rol por web

Atomik apuntó al simio que la había tomado con Rakhir. 

El compañerismo básico  lo exigía. No podía permitir que su compañero sufriera daño en manos de un póngido mutante. Se empezaba ignorando al compañero en problemas y de repente estabas desconectando sistemas de soporte vital sólo por fastidiar. 

Además, mientras más compañeros sobrevivieran, más peligros podría absorber el grupo. La carne de cañón era esencial. 

-¡Muere, póngido sarnoso!

Alfa había estado rápido en reflejos, apuntando a las alturas y consiguiendo entrever por dónde se movía el simio, que parecía todo un funambulista, caminando y saltando por las ramas más estrechas, aún así consiguió entrever uno de sus pasos y quemarle el vello del tobillo derecho, que sangró unas miserás lágrimas rojas sobre sus cabezas, pero aún así soltó un buen alarido, mientras se hacía con unos frutos verdes que arrojar sobre la cuadrilla.

Rackhir consiguió apartarse de las líneas de ataque de lo simios que clamaban venganza, cayendo en un círculo de vegetación donde pudo dar buena cuenta de sus necesidades, encontrándose, aparte de eso, con tres conchas que facilitaron sus labores.

Dolar trató de apuntar al simio que se había pegado el hostiazo contra el tronco junto al desaparecido Rackhir, peor en ese momento el gorila rodó hacia un lado perdiéndose tras el tronco, emitiendo un sonido a medio camino entre el bostezo y el alarido de furia.

El mono que maniobraba entre las copas de los árboles comenzó a lanzar unos proyectiles demasiado primarios como para hacer daño real a la tropa, peor su esperanza era poder distraerlos un segundo antes de realizar un ataque real. Atomik, Dólar y Joe se vieron rodeados de frutas reventando al contacto con el suelo, que salpicaba sus entrañas a sus talones y rostros (en el mejor de los casos) antes de que el simio se situase sobre sus cabezas dispuesto a lanzarse en bomba sobre ellos.

El proyectil piloso caía sobre la zona en que se encontraban los mentados crroñeros, desde las alturas había visto a Rackhir pero había decidido que... no... quería... tocarlo... Mientras no terminase de usar esas tres conchas en condiciones. Pero quiso el destino que el gorila (De nombre Malzork), se hundiese en el suelo, rodeado de hojas, y ramas, entre sus tres blancos, optando, aún algo confuso, por perderse en la espesura junto con el desaparecido amigo de los troncos que había tratado de abrazar a Rakshir.

El mentado simian (este responde cuando le llaman Garho, por si a alguien le picaba la curiosidad) se abalanzó hacia Atomik sin previo aviso, pero este ya estaba arma en ristre y no dudó en descargar su escoba de fuego sobre él con tan buena suerte que le pegó un buen zambombazo antes de que este lograse tocarle ni una micra del óxido que recubría su armadura. Seguía vivo y aulló de dolor, para ser respondido por Malzork desde algún otro lugar. Desde el interior del templo también llegaron sonidos de origen impreciso, respondiendo al jolgorio de fuera.

Casi lo tenía. Era una lástima que fuera tan voluminoso porque le encantaría llevárselo para estudiar sus entrañas.

Sin embargo, los protocolos estratégicos eran muy simples: debían eliminar al enemigo. Es más, debían eliminarlo de una manera tan rotunda que los demás no tuvieran ganas de venir a por ellos. Intimidación por medio de la violencia, lo llamaban.

El póngido estaba dando unos gritos horrorosos. Era difícil saber si eran de dolor, si intentaba intimidarle o si estaba llamando a sus congéneres. A Atomik le daba igual, el software de traducción de su armadura no incluía el mico.

Volvió a apretar el gatillo. Algo pegó un chispazo en el pistoláser del viejo científico, algún conducto se fundió y un rayo láser grueso como el mango de una escoba atravesó al póngido de lado a lado friendo cabeza, torso y una mano.

Imposible que sobreviviera a eso...

El maldito mono les estaba tirando fruta desde los árboles, cosa que cabreó inmensamente a Alfa porque le pareció una metáfora clarísima de cómo Los De Arriba arrojaban mierda a Los De Abajo. ¡Maldito capitalista con sus aires de superioridad! ¡Si estás ahí no es porque seas mejor sino porque naciste con privilegios vetados a los no-simios!

Pues te vas a cagar, - ¡Por los de abajoooo! - gritó, mientras llenaba el techo de la selva de plomo marciano.

Malzork, en las alturas, tenía preparada una colmena para ser arrojada a sus enemigos pero el ataque de Alfa lo pilló por sorpresa, haciendo que cayera a sus pies, de los cuales el derecho recibió un bonito agujero a través del que se podía ver el blanco metalizado del cielo. Las abejas acudieron al reclamo de su sangre, parecía que la cadena alimentaria también había mutado entre los animales del planeta ¿A qué sabría la miel elaborada con sangre?

Garho estaba expectante, esperando poder esquivar el próximo tiro de la banda como el increíble bailarín de calipso que creía ser, pero su sueño de triunfos en el circuito internacional de danza Vale Tudo se desmoronaron, como se desmoronó su cuerpo no demasiado lejos de los carroñeros marcianos.
 

J0e rodó por el suelo como un profesional mientras la miel llovía del cielo.

No es que el néctar pareciese especialmente letal, pero ya se sabe que cuando al gremio de abejas asesinas terrícolas se le chafa la cosecha anual, existe un 97% de que su ira se convierta en furia homicida.

Como decía, J0e rodó cual profesional mientras disparaba a las alturas, más por acojonar a aquellos simios gangstas que por hacer blanco en alguno de ellos. Cuando alcanzó una cobertura, el androide estiró el brazo, el maldito simio restante en su punto de mira, y disparó.

Un anticlimático "¡CLICK!" resonó en el aire advirtiendo que el Predator estaba sediento de munición, por lo que Eleven, silencioso como la Muerte, extrajo de su chaqueta un cargador y se dispuso a recargarlo tan pronto como pudiera para rematar al primate con ínfulas que chillaba desde las alturas.

Creíais que iba a soltar su célebre frasecita, ¿eh, listillos?

Pues no. La programación de J0ey comprende un catálogo bastante extenso de frases lapidarias. En ese momento, el androide sólo se repetía una:

-Yo soy fuego. Yo... soy... Muerte^TM-.

- Este mico del infierno es más resistente que la doctrina neoliberal - musitó Alfa mientras apuntaba al mono que estaba aún en las alturas y que les lanzaba panales de rica miel cual bolsa llena de oro picante. Igual era una metáfora de esas.

El sindicalista apuntó a las alturas de nuevo y disparó un único tiro, apuntando al blanco de los ojos. Quizá de este modo, reflexivo, cuidadoso, sutil e incluso delicado, se resolviera este asunto de forma definitiva.

Obviamente, falló. Estaba claro que una aproximación calmada a los problemas no era la estrategia que mejor se le daba al anarquista.

Apuntó otra vez al mono pensando que no podía ser que aquel cabrón tuviera tanta suerte y que esta vez si que iba a acabar con él pero no, en el momento justo el simio se movió y la bala fue a dar a un árbol haciendo un decepcionante PAF

El sensor de calor, el giroscopo de transicion y la mira ultratelescopica fijaron el blanco. El sistema de seguimiento de blancos hizo el resto y la armadura se movio sola alzando el brazo y disparando el pistolaser con una precision escalofriante. Un pie de mono cayo desde la espesura acompañado de una serie de gritos desagradables e intraducibles.

Atomik ahogo un gemido de dolor: su hombro tampoco habia llevado bien aquel giro tan brusco.

-Le he dado-dijo por decir algo.

La lluvia de sangre de simio de entre las ramas precedió a la caída de aquel extraño fruto peludo, inerte y azul, como el gato de la canción de Roberto Carlos. Atomik, Alfa, Dólar y Joe pudieron hacerse a un lado antes de que aquella bolsa de grasa besase el suelo.

Ya no quedaban más simios con vida, a no ser que el jolgorio que oían en el templo presagiase una nueva rave de disparos obsequiados con flagrantes unos en los dados o algún otro atropello ultraviolento, pero a simple vista nadie salía ni a las ventanas ni a la entrada de aquella estructura. 

Entre esta y los exploradores estaba el vehículo siniestrado con sus tres siniestros ocupantes y el singular vehículo amarillo sostenido sobre un remolque. Estaba claro que el buggy debía de ser el sistema de tracción de aquel tosco minisubmarino.

Ahora les tocaba a los cinco magníficos (Si Racckhir había terminado de limpiar sus conchas) decidir por qué lado proceder.

Echó un último vistazo antes de incorporarse. Nada. No había movimiento. Todos los monos estaban fuera de juego. Dólar hizo señas a los demás para que fueran a ver que se podía rapiñar de los cacharros esos mientras que él fue acercándose agachado hasta la entrada del templo intentando avanzar cubriéndose con árboles y rocas y otras cosas de esas de la naturaleza. Llevaba el rifle al ristre, listo para disparar y muy pendiente de cualquier movimiento. Si algún chimpancé asomaba por la salida del templo o los ventanucos, le freiría el culo.

Echad un vistazo, dijo Yo so cubro dijo en plan profesional

El Doctor Atomik se acerco al vehiculo temblando de la excitacion: arcanotecnologia en estado puro. ¿Seria una invencion de los pongidos? ¿Tal vez un resto de una epoca preterita? ¿Una sonda alienigena?

Examino los paneles de control con interes. Vio todo lo esencial adornado con garabatos ininteligibles y manchado de considerable cantidades de heces y frutas pegadas: un mecanismo direccional, indicadores de fluidos, algo que parecia un dispositivo de comunicacion...

Se agacho para abrir una placa que le mostro un maremagnum de cables mohosos por los que correteaban pequeños insectos:

-Vaya, vaya...

Rackhir salió despacio de los arbustos. Había sobrevivido y aún no sabía ni como. Observar la senda de tierra por la que momentos antes se abalanzaba el automóvil lleno de simios aún provocaba un engarrotamiento en el corazón. De hecho, era probable que hubiera tenido un infarto y de ahí la contínua congoja que aún se aferraba a su región esternal. Sumado a la visión del templo, solo le estaba provocando una gran ansiedad - Nio me siento bien

Se fue despacio con sus compañeros sacando la pistola y vigilando las ramas, esperando que cualquier simio volviera a aparecer lanzando heces o folletos propagandísticos o evangelistas.

J0e empezaba a sospechar -con una base lógica irrefutable- que el Doctor Atomik era más Atomik que Doctor. Disparaba como un demonio, con un estilo muy personal, una mezcla entre el hieratismo gunslinger de Clint Eastwood y el desapego confiado de algún nigga oriundo de las entrañas del temible Bronx. El androide asintió con claro gesto aprobador la exhibición de tiro de su compañero mientras terminaba de recargar su Predator.

Se alisó su corbata color Abismo Nietzchiano^TM mientras se acercaba al científico con paso sereno, su revólver aún en la diestra, su siniestra en el bolsillo del pantalón. Sin duda, J0e era el dandy del equipo.

-Eh, Doc. ¿Crees que podrías repararlo y dejarlo en estado operativo? Nos daría una ventaja táctica frente a esos primates rastafaris si aún podemos aprovecharlo-. Se dio cuenta de que Atomik estaba bastante perturbado por la visión del montón de chatarra. Quizás le gustase lamer metal. Quizás añoraba conducir un vehículo terráqueo. ¿Doc un fitipaldi? J0e no era quién para juzgarle, pero anotó en su diario personal un recordartorio.

Atomik, Doctor:

1) Posible perturbación en la Fuerza. Pupilas extraordinariamente dilatadas ante la visión de metales en estado de descomposición avanzada. ¿Metalomanía?

2) Domina el disparo desde la cadera. Extremar precauciones.

Escuchó a su espalda a Rack quejarse. Todo normal. Seguía vivito y coleando. Un día más en la oficina para el tipo que más veces había eludido a la Muerte en el grupo.

-¿No te encuentras bien después de mirar a la muerte a la cara, Rack?-. Eleven, su voz carente de toda emoción, le dio un suave golpe en el hombro. -Estoy orgulloso de ti. Eres todo un Ice Cold Killah-.

El submarino amarillo (Famoso donde los haya) se encontraba en buenas condiciones, no parecía tener ninguna abertura accidental y aparentemente había estado sumergido en algún liquido oscuro y denso hacía relativamente pronto, ya que todavía no se había secado. Su trampilla superior estaba abierta y cuando Atomik echo un ojo encontró restos de residuos que relacionó automáticamente con aquella criatura muerta que habían encontrado a su lado, dejando a un lado un dibujo de otra cucaracha humanoide trazado con carboncillo que colgaba, en un camafeo, en los mecanismos de conducción del vehículo. No había restos de pelo ni excrementos de simio en su interior, lo que hacía sospechar al científico que aquel aparejo no era de los gorilas. No se imaginaba a aquellos descerebrados fiambres teniendo suerte al tratar de explorar profundidades acuáticas en tan 'avanzado' cacharro para ellos. Se los imaginaba más bien tratando de utilizarlo como un simple flotador sobredimensionado o como munición para una catapulta, siempre que tuviese las dimensiones adecuadas.

Mientras el Doc se dedicaba a examinar el vehículo amarillo y Dólar vigilaba la entrada del templo, Alfa se fue a examinar los restos del coche de los gorilas capitalistas. Al pasar junto a Rakjir le dio un amistoso golpe en el hombro. - Lo has hecho genial, camarada, todos confiábamos en ti. Deberíamos nombrarte delegado sindical. O incluso enlace sindical. - Era un honor muy grande, pero la baraka del marciano parecía protegerle de todo mal, y eso era un plus increíblemente útil si había que enfrentarse a monos aullantes o a una negociación de convenio. Brrr. Negociaciones de convenios. Qué miedo.

Cuando llegó hasta los restos destrozados del buggie, se puso a examinar los pedazos medio reventados. El vehículo había quedado para el arrastre, pero lo mismo había algo aprovechable aún. Hizo palanca con su bate de béisbol con concertinas hasta que logró abrír el motor y se puso a trastear entre sus componentes. Igual la batería aún estaba operativa. O el depósito del aceite se podía abrir y aprovechar algo del líquido oleoso para, como mínimo, hacer champú.

Para pasmo de Alfa el buggy no está tan mal, sus barras han cedido un poco y habría que reparar el eje de las ruedas traseras, pero oye, que había visto hacer aquello a guantazos más de una vez en la chapistería de la esquina o con las carretillas de la fábrica, tras una sesión improvisada de justas motorizadas. A nada que encontrasen dos o tres tuercas y una llave inglesa por el templo o algún otro lado, podrían disponer de rapiñomóvil, eso si, con lo que le quedase de combustible, que debía de ser lo suficiente como para recorrer un par de parcelas hexagonales en un día...

- ¡Ja! - le pegó un par de palmaditas al buggie y luego sacó de dentro los cadáveres de los simios que se habían quedado atascados y los dejó sin demasiada ceremonia tirados lejos para que se los comieran las hormigas mutantes. Después, cerró el motor y lo dejó encajado con un par de garrotazos de su bate. - Camaradas, - dijo, mientras volvía con el grupo. - el carricoche de los gorilas se puede usar a poco que ahí dentro. - señaló con el bate hacia el templo. - encontremos tres o cuatro tuercas y un poco de cinta rusa (*). ¿Qué? ¿Vamos pa'dentro? - Miró a Rakjir, como invitándolo a abrir camino: su armadura de suerte era la mejor protección posible.

Mientras todo eso sucedía cerca del submarino, Dólar echaba un ojo alrededor del templo, prestando atención a cualquier cosa o detalle que le diera una pista de que cocía por allí… ¿Había guardias o vigilantes peludos en las entradas del templo? ¿Se entendía algo del soniquete fiestero que salía de allí? Eran preguntas a las que buscaba respuesta.

Si os acercáis lo suficiente al templo se puede escuchar claramente - ¡Eh! Putos monos SACADNOS DE AQUÍ, JODER!- Cambiando el orden de las palabras y en distintos timbres, peor el mensaje es alto y claro, con perfecto acento marciano, excepto por unos cuantos - ¡Un Ugh Nugh!- que parecen tratar de imitar la sonoridad de lo que dicen vuestros patriotas pero sin conseguirlo. Por otro lado, Dólar descubre que hay huellas que salen por el hueco lateral del templo pero que parecen cortarse a pocos pasos del umbral, hacia dentro. Hay varios puntos en el suelo, como formando una cuadrícula pero no sabría precisar de qué son, como las intersecciones de líneas que se adentran un poco más.