Partida Rol por web

A Partir de Ahora.

Capítulo IV

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22/08/2009, 17:08
Edmund Banks

- No se preocupe, que ya verá como todo se arregla, si no es de una manera, es de otra-  Edmund mira a los soldados con los ojos entrecerrados, pensando, antes de volverse hacia la joven de nuevo- No sé si me he presentado, ya que la ocasión ha sido pecueliar, mi nombre es Edmund. Y las ayudaré en todo lo que me sea posible. - Tiende gentilmente el brazo para que la joven se apoye en su antebrazo al caminar mientras entran en la iglesia para revisar dónde se puede acostar Sue, aunque Edmund pretende buscar sitio para todas las damas.

Mira con simpatia al señor Collins, convencido de que éste va pretender lo mismo que él. Entra con la joven, y le propone:

- Yo también creo que el mejor sitio para su hermana sería la cama. Podríamos mover los sillones de la biblioteca para la habitación y asi ustedes dos podrían acompañarla durante su sueño. Habría que buscar algo confortable para las otras dos damas, que podrían ocupar la biblioteca, y los caballeros ocuparíamos la sala principal. ¿No le parece que sería buena idea?.

No sólo habla para Elizabeth, sino que cruza los ojos con el señor Collins, esperando que apoye su idea. Así sería más fácil convencer a las damas.

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22/08/2009, 17:11
Ethan Byron

  El rostro de Byron reaccionó contrayendose, con una mirada que reflejaba....en verdad reflejaba cierta aprensión por la muchacha que se dirigió a él, con unos modales descuidados. Sus labios se arrugaron en una mueca de decepción, abrió bien los ojos y estuvo a punto de sacudir la cabeza para tratar de entender como se había atrevido a iniciar una conversación de aquella forma. En realidad no le importaba el pesar que pudiese tener por aquella fallecida, y a pesar de haberse mostrado algo emocionado con la ceremonia intentaba por todos los medios alejar su sentimentalismo de la mente, algo que debía de conseguir, según parece, frunciendo el ceño con fuerza.

   Sus ojos azules recorrieron las facciones de Susanne...y su voz resultaba tanto o más fría que la brisa que les acompañaba.

 - Ahórrese el esfuerzo. No crea que estoy aquí por propia voluntad - dijo secamente, con rostro de enfado. Y aunque no se mostró arrepentido por sus palabras, relajó su tono y el timbre de su voz, diciendo quedamente...- Siento lo de su madre, ..- Parece que buscaba recordar su nombre, sin conseguirlo - Es momento de ser fuertes. - La miró con incomodidad, asintiendo ante sus últimas palabras, y sólo le hubiera faltado palmearle la espalda para quitarle importancia al asunto. Sus ojos aún se mostraron algo temblorosos, afectado como estaba, a pesar de reprimirlo, por la muerte de la señora, la reunión, las palabras del padre y porqué no, también por la situación que estaban viviendo.

  Observó directamente a aquel que reconoció a manos de uno de aquellos muertos de hambre por "El Señor Collins" cuidaba sus palabras, y parecía haberse hecho cargo de los gastos de la ceremonia, un precio a pagar por ciertos agravios que ya parecían disculpados, almenos por aquella ...trabajadora textil...

  Guardó silencio, en otra ocasión, siendo otra persona, los hubiese dejado a solas, pero no era él el que estorbaba, o no lo pensaba así, teniendose, como parecía en alta estíma. Sus cejas bailaron entre el fruncimiento y la sorpresa a medida que se revelaban los acontecimientos. Por su parte esperaría un poco más, incluso observaría, siempre por encima del hombro como se adentraban en la iglesia. El había venido a disfrutar de la campiña ¿no? Pues eso era precisamente lo que haría...

  Aunque...empezaba a notar el frio, entumeciendo su cuerpo.

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22/08/2009, 19:13
Anabel Cornwell

Anabel aprecia como Susanne se aleja por enésima vez de sus propias hermanas para compartir la cercanía de Collins, pero se limita a suspirar entre resignada y preocupada mordiéndose la lengua para no decir nada al respecto. Evidentemente preferiría que se quedara cerca de ellas para asegurarse de que no enferme más, pero ya la ha intentando convencer demasiadas veces con éxito nulo así que es hora de dejarla en paz. Ha tomado su propia decisión hace tiempo.

Sale de su estupor cuando un hombre cuya identidad desconoce por completo empieza a entablar conversación con la menor de sus hermanos, a la cuál observa de forma interrogativa antes de volver a mirar al caballero.
Evidentemente no puede hacer preguntas sobre él estando junto a ellas, pero su amabilidad resulta bastante sorprendente.

-Sin duda lo más razonable es que Sue siguiera recostada, pero creo que ya habrá apreciado que es más terca que una mula así que de poco servirá intentar convencerla- se encoge de hombros y después alcanza a dedicarle una sonrisa, aunque algo cansada, mirando alrededor para distinguir a los presentes -Las mujeres en la biblioteca y los hombres aquí. Esa parece una buena idea- admite poco después conduciendo los pasos al interior de la sacristía para que el padre Tomas le tienda algunas mantas de las que dispone, no demasiadas, para llevarlas después a la biblioteca.

No tiene demasiado sentido quedarse en un deprimente velatorio rodeada de desconocidos, al menos en esa habitación podrá estar algo más tranquila.

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23/08/2009, 03:40

Eran ya casi las tres de la tarde cuando se oyeron unos golpes en la puerta de la Iglesa; los presentes estaban durmiendo, algunos en la biblioteca (como las señoritas Cronwell y Alexander que se había quedado rendido luego de leer varios libros), otros dormían en la habitación del padre Thomas (Claire y Mary Ann habían accedido a ello luego de las innumerables peticiones del párroco) y los demás compartían lo que antes había sido la sala del velatorio: Edmun, Collins, Byron, Avon, sir Francis, Jean y Damién. Los bancos habían servido de improvisadas camas y, aunque todos tenían mucho que discutir, o al menos algunos intentaban hacerlo, fue el cansancio el que hizo que, al final, todos cayesen rendidos en los brazos de orfeo.

Pero ahora esos golpes llamaron la atención y los soldados fueron a ver de quién se trataba...

-¿¡Quién vive?! - dijo el capitán y luego abrió levemente la puerta al no encontrar contestación.

 

 

Notas de juego

Ahora sigo por partes ya que sólo los que estáis en la sala principal verán lo que hay a continuación. Todos los demás, sin embargo han oído los golpes y la pregunta, sonora por cierto, del hombre.

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23/08/2009, 03:53

Algo tiró del hombre hacia afuera, con una ferocidad extrema. Tan rápido y potente fue el movimiento que los demás soldados no atinaron a hacer nada. Inmediatamente que ésto sucedió la puerta se volvió a cerrar con un estruendo. Los dos hombres que la guardaban desde dentro se miraron, totalmente desconcertados. El primero de ellos gritó:

-¡Capitán!¡Oiga está usted bien!? - al tiempo que intentaba abrir la puerta. Luego, con expresión pálida miró al segundo uniformado diciendo:

-Está cerrada, no puedo, no puedo abrirla.

-¡Cómo que no puedes!- vociferó el segundo con rabia y, golpeando con brazo y todo la puerta gritó:

-¡¡CApitán!! ¡¡Soldados!! ¿Quién ha cerrado la puerta? ¡¡Soldados!!

Nadie contestaba del otro lado, era como si los cinco hombres hubieran enmudecido o no estuvieran allí.

Notas de juego

cuidado de lo que tildan cuando abra la escena, recuerden no seleccionar a nadie que no esté en la sala.

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23/08/2009, 03:58

Un estruendo se oye en la puerta, unos segundos después de que habéis oído al capitán. Son otros golpes, más reiterados y fuertes. Entonces os llega la voz de uno de los hombres, no la reconocéis como una de las personas que están en la sala principal, así que debe ser uno de los soldados:

-¡Capitán!¡Oiga está usted bien!? -

No escuchan una contestación pero pronto otra voz, calculan que la del otro soldado, se oye responder...

-¡Cómo que no puedes!-

Luego el grito del mismo soldado con furia.

-¡¡CApitán!! ¡¡Soldados!! ¿Quién ha cerrado la puerta? ¡¡Soldados!!

Notas de juego

cuidado de lo que tildan cuando abra la escena, recuerden no seleccionar a nadie que no esté en la habitación.

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23/08/2009, 04:18

Un estruendo se oye en la puerta, unos segundos después de que habéis oído al capitán. Son otros golpes, más reiterados y fuertes. Entonces os llega la voz de uno de los hombres, no la reconocéis como una de las personas que están en la sala principal, así que debe ser uno de los soldados:

-¡Capitán!¡Oiga está usted bien!? -

No escuchan una contestación pero pronto otra voz, calculan que la del otro soldado, se oye responder...

-¡Cómo que no puedes!-

Luego el grito del mismo soldado con furia.

-¡¡CApitán!! ¡¡Soldados!! ¿Quién ha cerrado la puerta? ¡¡Soldados!!

El padre Thomas, quien estaba durmiendo en un costado, sobre el suelo de la habitación, se despierta sudoroso. Escuchó sólo lo último pero las mira con los ojos muy abiertos, se nota que está asustado y desorientado también. El pobre hombre ya ha tenido demasiado para su cabeza...

Notas de juego

cuidado de lo que tildan cuando abra la escena, recuerden no seleccionar a nadie que no esté en la habitación.

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26/08/2009, 17:55
Anabel Cornwell

Una vez llegadas a la biblioteca, las hermanas Cornwell reúnen varios sillones que posicionan de forma cercana para poder estar dispuestas una junto a la otra.
El ruso, Alexander, resultaba estar ahí también, y por un momento Anabel estuvo tentada de preguntarle por su estado, pero pronto se dio cuenta de que ya dormía así que se limitó a apartar el libro que yacía bajo su rostro y recostarlo en su asiento silenciosamente antes de sentarse ella misma.

Empezó a leer uno de los muchos libros del lugar, pero la verdad es que se antojaban todos bastante aburridos, a fin de cuentas era una iglesia... Al final desistió, y por puro cansancio volvió a dormirse tras unos minutos hasta que los golpes la sobresaltaron, cómo ya sucedió anteriormente en la habitación.

-¿Qué sucede ahora?- preguntó de forma retórica a sus hermanas, mirándolas un momento antes de limitarse a levantarse y dirigirse nuevamente a la sala principal con cautela. Según parecía los varones y soldados resultaban ser más violentos de lo esperado.

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28/08/2009, 19:51
Patrick Collins

Patrick se había tumbado con su chaqueta como abrigo, y dormitaba un poco. No era muy diferente a dormir en campaña, donde a veces había que hacerlo al raso. Los ruidos le despertaron, y vió durante una fracción de segundo como algo tiraba del capitán y cerraba las puertas. Los soldados se pusieron nerviosos.

Él se levantó, mirando la escena e intentando comprender. Afuera, nadie respondía.

-Soldados -dijo- Han tomado el exterior, o eso parece. Sea quien sea, o desea dejarnos encerrados o va a entrar aquí. Así que preparad las armas y estad alerta.

Despertó a su señor con un breve zarandeo. Pudo ver su disgusto al ser despertado.

-Milord. Creo que nos están atacando desde fuera. La guardia no responde.

No llevaba armas, porque habían ido a un entierro, y no es decente ir a un entierro armado. De todos modos, fuera quien fuera parecía más interesado en los soldados, de momento. Ellos lo eran, aunque estaban en la reserva. Y dadas las circunstancias no parecía prudente proclamarlo a bombo y platillo.

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28/08/2009, 21:46
Edmund Banks

Edmund no había dormido gran cosa, aún con los acontecimientos del día rondándole la cabeza, y sin terminar de entender cómo había acabado en esta situación. Cuando oyó los ruidos del exterior se levantó sin saber qué ocurría. El señor Collins se despertó también y parecía que se había hecho cargo de la situación.

- Si los que entran se quedan cerrados por la epidemia, ¿quién demonios quiere venir?- pregunta en voz alta, sin dirigirse a nadie en particular. Nunca ha llevado armas, y mira sus manos desnudas, lamentando una vez más que el funeral de una madre, como la señora Cornwell, termine de una manera tan peculiar.

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29/08/2009, 15:53
Ethan Byron

   Hubiera bostezado, si no fuera por respeto a Dios padre y a las gentes allí reunidas, sino por decoro y muestra de que era más que ellos, o igual pero de educación más vasta y bien pagada, que no tenía por bien humillar a los demás por humillarlos, sino porque pensaba que lo mereciesen, y aquellos que ni conozco ni quería conocer, ni merecían ni desmerecían de mi cuidado. No pude sino estirar mis piernas en el banco, después de una siesta perturbada, por la respiración y la incómoda madera, que me sentí entre pino, ya descansando para viajar al más allá, y si en supuesto caso no me hubiese encontrado con tales gentes, como aquellas, lo hubiese preferido, que por una buena acción aquí me hayo y ya era bastante pago para ganarse el paraiso.

  Me levante de súbito, sin ayuda de las manos, como un cadaver que despierta, con los ojos aún cerrados, y los párpados ascendían lentamente, como si molestase la penumbra, el rostro desencajado, y la diestra a la boca, sin poder reprimir ya más aquel bostezo, que resultó discreto pero no por ello conciliador. Miró de reojo con ceño fruncido alrededor, sin saber bien porqué había despertado, si por la molestia de las voces, de los golpes o simplemente por no encontrar la comodidad en aquel lecho. Sus cejas, pobladas, estaban algo despeinadas y sus ojos azules eran complices de la búsqueda de un culpable al que reprender, quizás con la mente huída y luchando por volver. Su cabello estaba despeinado, y si no llevaba el sombrero, era por simple y llana educación. Lo peinó con sacudidas y miró hacia la puerta, comprendiendo en su visión la silueta de Patrick y un hombre cuyo nombre o no sabía o no tenía porqué recordar.

   - ¡Sin duda es Satanás que trata de abrirse paso en la casa del Señor en busca de tan importantes lacayos! - Dijo con la voz en alto, y se incorporó lentamente para sentarse sobre el banco, acariciandose la frente con la diestra, en una expresión dolorida, su tono era hosco y descuidado a la par de irónico.

 - Comenzaré a pensarnos importantes. - Se jactó. Sin aportar nada aquella situación y en parte...sin que le importase demasiado que estaba ocurriendo, almenos en apariencia, pues por el rabillo del ojo, en una mirada severa de enfado miró hacia la puerta preocupado.

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30/08/2009, 14:15
Susanne Cornwell

Sue apretó el mango del bastón con fuerza, un repentino acceso de rabia e indignación la recorrió, pero nada dijo, lo único que delató en ese momento la presión que ejercía con sus dedos eran los nudillos blanquecinos de la mano que empuñaba el bastón y sus facciones endurecidas.

-¡Por Dios, es que no van a darnos ni un minuto de paz! -exclamó frustrada- ¿Somos prisioneros acaso? No soporto más esta situación...

Miró a sus hermanas y se puso de pie acercándose a Anabel, siguiéndola más bien.

-Lo siento, no puedo quedarme sentada esperando a que las cosas pasen... esto es demasiado atropello -dijo a su hermana-... Voy contigo.

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01/09/2009, 01:03
Elizabeth Cornwell

Liz había notado también la presencia del ruso, pero no dijo nada al respecto, al ver cómo Anabel se preocupaba por él.

Se sentía inútil, sin poder hacer nada, estaba preocupada por lo sucedido, y, el sitio no era muy cómodo...
Pero al final, el cansancio la venció...

Y hubiese dormido bastante, (muy a su pesar) de no haber sido por los gritos provenientes de fuera...

Se sobresaltó, mirando extrañada hacia donde los sentía, para luego mirar a sus hermanas. Sue manifestó su intención de salir junto a Anabel, y ella no sería menos, así que, sin decir nada, simplemente, salió junto a ellas...

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01/09/2009, 02:56
Alexander Varsatof

Entre el sobre salto que pego al escuchar los golpes, mira a su alrededor aun algo somnoliento y no termina de entender porque las cronwell están a su alrededor se levanto dificultosamente y mientras avanza unos pasos para asomar la cabeza por la puerta pregunta en general a las mujeres

-Que a pasado?

Frotándose un poco los ojos

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02/09/2009, 19:05
Claire Windsor-Hancock

Me despertè tras aquellos ruidos, la verdad es que la pesadilla estaba cada vez peor, me acerquè a mi hermana y la sujetè por el brazo.

-Mary, ¿estàis bien?

La abracè instintivamente mientras veìa como el padre Thomas se ponìa en pie, aunque no tenìa mucho sentido hacer nada.

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03/09/2009, 05:32

Collins tenía un consejo bien prudente, había sufrido más de una batalla en su vida como para entender los peligros. Los otros hombres, al menos varios de ellos, también dieron una opinión sensata, reflejando mucho más tranquilidad que los pobres dos soldados que seguían intentando abrir la puerta. Al menos habían cesado los gritos. Además, lentamente las personas que estaban durmiendo en otro sector de la Iglesia asomaron tímidamente la cabeza. Claire abrazada a Mary Anne y con el padre Thomas encabezando la entrada, se fijaron en esta nueva escena. Eran las seis y media de la tarde y ya comenzaba a oscurecer por lo que, a la luz de las velas, todo tenía un aire fantasmal. En segundos también las señoritas Cronwell, acompañadas por Alexander, habían hecho otro tanto... Todos estaban nuevamente en la sala principal de la Iglesia. Muchos realmente confundidos.

Uno de los soldados levantó el fusil, temblando:

-¡Nadie se atre..treva a acercarse oo!

Un sonido espectral lo interrumpió, algo que heló la sangre de todos los presentes...

El hombre uniformado dejó caer el arma y se puso al lado de los presentes. Prácticamente se escondió detrás de Susanne, quién se sentía mejor, la fiebre había cesado... no así como el terrible miedo que la invadió y que hizo que apretase la mano de Anabel tan fuerte que su hermana la miró con reproche. Las señoritas Cronwell se situaron detrás del padre. Un temblor incontrolable sacudía las piernas de Mary Anne y Claire se había olvidado definitivamente del dolor de su tobillo.

El doctor Robins adelantó unos pasos, hacia el otro soldado que se permanecía junto a la puerta pero sin ganas de volver a preguntar por su capitán. En cambio de eso dijo, en voz poco audible:

-¿Lo... lobos?¿Desde cuándo hay hay lobos en Windfield?

-Desde cuándo se oyen así- contestó Jean quien se acercó a Francis y a Byron, ambos despiertos completamente, aunque el segundo hubiera preferido estar soñando. Todos, incluídos Edmund y Damien se habían alejado ahora bastante de la puerta, solamente Robins se quedó junto a ella y con el otro uniformado.

-¿Padre Thomas? ¿Hay otra salida de aquí??

El padre se perjuraba una y otra vez con la señal de la cruz sin contestar.

-Padre...- lo instó sir Francis. Entonces el aullido, si es que eso era se escuchó realmente cerca, como si estuviera a unos metros de la entrada.

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03/09/2009, 09:00
Elizabeth Cornwell

Elizabeth frunció el ceño.

No podía negar que estaba asustada. Lo estaba, y también preocupada. Pero no era el momento de dejarse vencer por el miedo.
Intentó controlarse, y avanzar un par de pasos, temblando.

La gente pensaba en salidas, pero... ¿acaso no sería igual peor?

Se gira a quienes están allí, y señala, muy quedamente, para luego reafirmar su voz...

-Fuego... ¿No deberíamos intentar buscar algo para defendernos, en vez de intentar huir? Creo que... Aunque saliésemos por otra puerta, si son realmente... Lobos... U... Otra cosa...-bajó la voz, y sintió un escalofrío al decir eso último-...Nos acabarían pillando, tarde o temprano... Creo que... Deberíamos intentar defendernos... ¿Habría alguna manera de hacer una hoguera controlada...? He... leído...-se sonroja levemente-...Que... Bueno, el fuego aparta a las bestias... ¿No?...

Buscó en las miradas de los presentes, alguna que la apoyara, pero aún no siendo así, se mantuvo firme en su posición, quizás haciendo enfadar a su hermana mayor, pero, segura de que debía al menos intentar algo por protegerlas a todas...

De vez en cuando, o quizás muy a menudo, Liz tenía arranques realmente raros...

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03/09/2009, 15:14
Anabel Cornwell

Anabel devolvió el apretón de mano de su hermana Sue en cuánto lo notó, añadiéndole además una mirada de complicidad y alarma. Todos lo habían oído, pero lo cierto es que costaba creerlo... nunca habían tenido problemas con animales, ni siquiera en sus largos paseos por el campo, así que mucho menos en pleno pueblo...

-Elisabeth tiene razón, salir al exterior sería exponerse, eso es mucho más peligroso- afirmó dando apoyo a la menor de sus hermanas, que había dejado clara su gran afición a la lectura... aunque ni mucho menos era algo que Anabel considerase vergonzoso, si no todo lo contrario, ella también era una apasionada de cualquier tipo de novela.

Viendo que la mayoría de hombres que se suponía debían defender el edificio no eran capaces ni de hablar, Anabel emitió un resoplido de exasperación. ¡Menuda panda de inútiles!
-Señores, si no van a poder apuntar quizá fuera mejor que cedieran sus armas a alguien más capaz- dijo a los soldados con el ceño fruncido y cierto tono de reproche, después se dirigió a uno de los bancos más cercanos a la puerta y empezó a empujarlo para tapiar la entrada. Quizá así les impidieran el acceso... o al menos lo retrasarían.

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03/09/2009, 16:09
Edmund Banks

Edmund mira con cariño a Elizabeth cuando la oye hablar:

- Creo que la muchacha tiene razón. Fuera somos presas fáciles, sería mejor hacerse fuertes aquí dentro. - Sonrie abiertamente cuando ve el caracter de la otra hermana- Parece que tienen más redaños las mujeres que los hombres en estas tierras. Señorita Anabel, si nos permite, nosotros nos ocuparemos de los bancos. ¿Damien? ¿Señor Collins? ¿Me echan una mano con este tema?

Se acerca al banco que estaba moviendo la señorita Anabel, y toma uno de los extremos, hablando a la joven:

- Déjenos hacer, nosotros nos ocuparemos.

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03/09/2009, 16:28
Damien Louis de Murvile

Asiento a Edmun compungido, he pasado mucho tiempo en silencio, no he dormido bien y sigo molesto conmigo mismo por no haber sido capaz de sacar a las damas Hancock de esa apolillada Iglesia.

Ayudo en silencio a los caballeros mientras les escucho con atención; sin decir nada. Para que hablar, en un momento como ese.