Partida Rol por web

- ¿Qué le pasa ahora? Me falta poco para llegar al sello, deberían empezar a moverse - te dice directamente

Una vez establecida comunicación paso la frecuencia a mi propio aparato de comunicaciones para poder hablar en privado y en movimiento por el canal con el sujeto. Comisario, tenemos un problema con el equipo. Su encargado de suministros se niega a entregar el material sin una orden expresa suya. Claro está, podríamos tomar medidas severas con él, pero consideramos que una aclaración verbal por su parte... ahorrará la tediosa tarea de buscar un nuevo Furriel.

Dejo unos segundos para que el Comisario se haga idea del asunto y recuerde como es su encargado de suministros y luego camino hasta la tienda de suministros. ¿Podría comunicar al furriel la orden de ayuda y entrega de equipo señor Comisario? Solo será un momento, le paso con el encargado. Una vez en la tienda tiendo el comunicador al Furriel de la compañía que a estas alturas esperaba encontrar en lonchas sobre la mesa. Es para usted. Es el Comisario General. Le digo en voz baja.

Nunca se sabe lo que la disformidad, o el caos puede generar....en fin, no veo nada raro. Si quereis podemos marcharnos.
Podria tratar de sanar a alguno de estos a ver si despierta....pero si no os apetece estar aqui mas tiempo me ahorro las energias para mas tarde.

Octus niega con la cabeza decepcionado, esperaba sacar algo más de todo esto y dedicar más recursos era tontería especialmente cuando tenían tan poco tiempo y una misión tan urgente.

Vámonos si estais de acuerdo, creo que poco vamos a sacar de aquí.

Viendo que los tres estan de acuerdo en marcharse, el arbites pone el dedo índice sobre el auricular que lleva pegado a su oreja y dice:

[Meliade para equipo, nosotros hemos terminado con los supervivientes, nada interesante. ¿Cómo vais vosotros?]

Un chasquido de estática en los oídos de aquellos que lleven comunicadores precede a un cortop mensaje de Octus:

[Meliade para equipo, nosotros hemos terminado con los supervivientes, nada interesante. ¿Cómo vais vosotros?]

El furriel coge el comunicado algo  furioso: Si, comisario.....He seguido sus instrucciones y al no tener orden formada lo he denegado...comprendo la situación...¿el equipo su solicitan? Ya quisiera tenerlo yo para nuestra gente: visores nocturnos, balas trazadoras, granadas incendiarias, auspex, ....si, les he indicado lo que les puedo facilitar....claro se lo paso de nuevo - entonces con una sonrisa ganadora le devuelve el comunicador a Tarkov: Es para usted, el comisario

- Me alegra ver que mis hombres cumplen las órdenes a pesar de las amenazas, dice algo molesto. Somos la guardia imperial y no un almacén; la mayoría de las cosas que piden ni si quiera la tiene mi gente y algunas pocas no tenemos en reserva esperando a que alguien necesita....demonios ni todos mis exploradores tienen visores nocturnos...lo que el furriel les ha ofrecido es lo que podemos darles, unos segundos de silencio dan a entender que se está pensando sus siguientes palabras: son acólitos inquisitoriales, deben traer su equipo o solicitarlos por sus canales reglamentarios. He llegado al sello, disponen de 30 minutos.

Una vez con los compañeros escucho las palabras del comisario con una mano en el comunicador y contesto con un breve: Recibido, nos ponemos en marcha. Cambio y corto. Sin perder un segundo acudo hasta el Furriel y le urjo a que nos entregue lo que disponga. Vale, el comisario señala que lo que nos ofrecen es lo que hay. No veremos un Auspex ni un visor nocturno a menos que nosotros mismos los dibujemos. Así venga, denos lo que puede facilitarnos y en marcha, tenemos  desde ahora... Pongo la cuenta atrás de mi cronometro en 29:59 ... 30 minutos para tomar el equipo y presentarnos en el "sello". La misión no iba a ser facil, eso estaba claro, ibamos a ser como topos bajo tierra.

Zachariah observa todo en silencio. En cuanto se han aclarado se sitúa para llevar la parte del equipo que le corresponda cargar.

Al final no ha sido tan improductivo como pudiera parecer...

Mmm...Entonces os guiaré ahí abajo yo mismo...-Dió un par de toques con el índice sobre la mascara que descansaba sobre su pecho.-gracias al trono conseguí un visor para mis ocupaciones nocturnas.-esboza una media sonrisa siniestra al mirar al furriel y al resto.-entonces estamos solamente como siempre no?...-¨ya empezaba a asustarme,una misión con equipo?un raro milagro nunca visto¨

Activo el comunicador para hablar con Octus ya que había preguntado: Pues andamos mal con el equipo. Existencias mínimas. Nada de lo solicitado. Muy pelados. Ha sido un callejón sin salida chicos. Normal que los mineros les hayan dado una paliza, mal equipados en unas minas y jugando en el campo del contrario. Recogemos lo que hemos conseguido y vamos al sello rápidamente. ¿Me recibes? Cambio. Escueto y sencillo, el tiempo apremiaba.

Octus hace una mueca de disgusto, malas noticias por todos lados, no es empezar con buen pie.

[Te copio. Nos vemos en el sello. Corto]

Tras cerrar las comunicaciones les comenta la situación a Arcturus y a Victus. 

-Mierda y mas mierda, vámonos al sello, y dejemos de perder el tiempo.

Zachariah sigue a sus compañeros en dirección al sello mientras comenta:

¿No es fascinante como estos ángeles del Dios Máquina nos permiten entablar conversaciones instantáneas? Afortunadamente, la Inquisición me facilitó un escáner de esos que pedíais. Además, sé manejarlo...

Si, lo cierto es que estos aparatos son increíbles, alabado sea también el Dios Maquina por facilitarnos esta tecnología. Comento guiñándole un ojo a nuestro especialista técnico, pero en un tono muy serio y ciertamente agradecido ya que las cosas de la tecnologia la mayoría de las veces escapaban a mi control y conocimiento. Por cierto Furriel, una cosa más, me gustaría preguntarle si dispone de una máscara anti-gas que prestarnos. Estoy seguro de que es un objeto que se encuentra entre los habituales pertrechos de todo guardia imperial y dispondrá de repuestos. ¿Es posible? Una máscara anti-gas será fundamental en nuestra operación bajo tierra, pues los gases podrían ser letales.

Esa boca soldado!!

El furriel abre la boca pero se calla, se da la vuelta y entra en las estanterías para volver con 5 máscaras antigas.

- Que no se diga que la Guardia Imperial no ayuda a la Inquisición, dice para terminar.

Se tardan exactamente treinta minutos en cubrir la distancia que separa al campamento del pie de las montañas en las que se encuentra el gran sello que bloquea el paso a la mina Gorgónida. Durante la caminata, vais encontrando más señales de lucha, tierra removida, edificios desmoronados y los restos de maquinarias apenas reconocibles. Hace bastante frío en el planeta, y el viento sopla a su paso cortante como una cuchilla. Al final del trayecto, veis algunos grupos de mineros sentados alrededor de fogatas hechas con estiércol, madera rapiñada e incluso plástico, que llenan el aire de vapores venenosos. Todos los mineros tienen una expresión melancólica, y presentan una asombrosa cantidad de defectos y deformidades además de numerosas heridas.

A diferencia de los prisioneros que se custodian en el campamento de la Guardia Imperial, estos desgraciados son simples espectadores, habitantes del asentamiento que tuvieron la mala fortuna de estar en el lugar equivocado en el peor de los momentos.

El sello mide treinta metros de diámetro y está fijado mediante gruesas abrazaderas que lo sujetan a la piedra por todos sus lados. En el centro del sello hay grabado un relieve del águila imperial, cuyos ojos parecen miraros fijamente como si estuviera juzgándoos.

El comisario aguarda ante el sello, tocado con su gran gorra negra y ataviado con una gabardina del mismo color. Pese a la disparidad entre el oficial imperial y el sello, el inmenso tamaño de éste último no empequeñece en absoluto a Nihilius. Veis al joven Jurtz operando la plataforma que hay junto al sello. Otros cuatro guardias imperiales veteranos armados con rifles láser montan guardia mientras unas bestias descomunales, cubiertas de un pelaje marrón y provistas de cuatro largas trompas, son situadas en posición con unos arneses ceñidos a sus grandes corpachones. Una vez acoplados los arneses, el comisario hace una señal a sus hombres, que se vuelven hacia el sello y preparan sus rifles. A continuación, el comisario dirige un gesto hacia Jurtz para que accione el interruptor. Las abrazaderas se sueltan con un gran estruendo, y los encargados de las bestias las azuzan para que tiren del sello. Conforme se va separando de la pared, centímetro a centímetro, por entre sus bordes escapa un nauseabundo gas amarillento procedente del interior de la mina y que apesta a carne podrida. Instantes después, la fuga de gas cesa. El comisario se mantiene alerta con una tétrica sonrisa dibujada en su rostro y la mano cerca del bólter que cuelga de su cinto. Tras casi treinta minutos de esfuerzos, las bestias logran abrir el sello lo bastante como para que podáis entrar.