Partida Rol por web

Estais en el claro donde descansan los huesos de la mujer del conde, ahora sin la aparición guardandolos estais a disposición de desenterrar el cuerpo, pero con la información nueva en liza, teneis que decidir a quien creer...

La mujer vuelve a convertirse en bestia y desaparece por el bosque, diciéndonos que su hijo está siendo atacado. Ahora podríamos hacer lo que supuestamente debemos, pero...

-Yo creo en sus palabras. Nos podría haber matado, de hecho casi lo hizo conmigo ¿qué gana deteniéndose? El médico me había parecido un buen hombre... un hombre dedicado a sanar.

Dije, mientras intentaba acomodar las ideas.

-Pero no sé, nada es seguro. Quizás estoy errada y es un mal bicho o tal vez ella lo sea. Pero... insisto, si ella es tan malvada... ¿por qué no nos mató? Lo pudo haber hecho, sin ningún problema. ¿Qué os parece?

—Me parece que aquí hay más de lo que nos ha dicho... Creo que ni unos son tan buenos, ni otros tan malos. Podríamos desenterrar el cuerpo y ver que pasa, pero me parece una insensatez hacerlo ahora. Creo que no deberíamos perder el tiempo, y ver si es verdad que están atacando al muchacho.

—¡Vamos, ponamos fin a esto de una vez! —diciendo esto, busco al antorcha que teníamos antes, para no movernos por la completa oscuridad.

había tardado hasta ese preciso momento en enterarme un poco de cómo iba la fiesta, pero ahora, al menos, sabía a qué atenerme con algunas cosas.

- Maldita mujer perro... Grrr!!

Sí, claro que gruñí durante un rato cuando pude hablar.

- Voto por hacer lo que dice el noble y cuando hallamos solucionado esta mierda, sacar de la tumba de esa mujer el objeto que hace que aúne esté por aquí...

Saltaría sobre los huesos de su cadáver, eso lo tenía hasta claro.

Volveis sobre vuestros pasos, pues como fuerais por el bosque os perderiais sin duda, llegando al camino principal trás un breve paseo por el barrizal. Por el grupo de huellas, al parecer los guardias que habian salido detrás de vosotros han dado pronto la vuelta, que por lo poco que les pagan perseguir a alguien en la oscuridad entre el lodazal y con el viento frio que de vez en cuando se levanta algo muy agradable, mejor volver a la partida de dados y al calor de las torres.

Por lo que pronto teneis a la vista las murallas de la villa, pero no lo suficientemente cerca para que den la voz de alarma por vuestras antorchas...

Quizás esta manera de actuar es la más sensata, pero no puedo evitar pensar en que podríamos haber acabado sin esfuerzo con esa bruja y hemos dejado pasar la oportunidad. Más adelante no lo tendremos tan fácil, eso seguro.

Prácticamente arrastro los pies por el lodo, agotado ya de todo esto, durante nuestro camino de vuelta. No hemos tenido un rato de descanso desde que llegamos y mi cuerpo lo nota. ¡Quién pudiera tomar un bocado y echarse al jergón ahora, olvidando para siempre esta maldición!

—Apagad las antorchas, nos acercamos ya a los muros —digo señalando lo evidente—. Guardemos silencio también y cuidado por donde pisáis.

Tomo la iniciativa y guío al grupo hacia alguna parte del muro que se vea libre de guardias, lejos de la entrada principal, y que nos permita treparlo todo lo buenamente posible.

Ahora el problema sería volver a entrar a la ciudad de la que habíamos salido tan poco amigablemente ( aunque fuera por culpa del guardia ).

- Sí es lo mejor...

No tuvo que repetírmelo para que tuviera cuidado al caminar, porque lo que era antorcha yo no llevaba en la mano que mi hacha era demasiado grande como para más tonterías.

Aún estaba un poco incómoda después de que me acabara de poseer de nuevo aquella perra, literalmente, así que no dije nada más, empezaba a asquearme mucho aquel tema.

Sigo a Martin con mi antorcha apagada, de hecho nunca la llegué a encender porque el lobo me tiró al suelo. Tengo bastante miedo porque ahora los que parecían los buenos (como el doctor) parece que son los malos. No entiendo mucho pero le creo a esa mujer, sobre todo porque no veo motivo para que nos mintiera o para que nos dejara vivir.

Camino despacio, detrás de Elena, agazapada y conteniendo el aire a veces. Tuve mucha suerte de que con mi miedo y todo, con ese lobo allí, no se me hubiese escapado un grito que tendría cero de varonil.

"Ay Dios Padre... cuida a estos tus hijos, que están intentando hacer las cosas bien..."

Llegais a la pared de la muralla sin muchos contratiempos, Martín a localizado una parte algo más accesible por las peñas que hay alrededor, de todas maneras es una escalada de algo más de dos varas, aunque los agujeros de la pared. En cuanto a posibles peligro de guardias, parecen concentrados en la puerta principal, pero no os estrañaria que haya algún vigilante por las murallas. Incluso desde aquí podeis escuchar el trajín de la puerta principal, al parecer el equipo de busqueda que han enviado a regresado y esta dando noticias de su fracaso...

Estaba claro que había que subir por ahí lo antes posible, sin dormirse en los laureles o al final nos cogerían y entonces no podríamos hacer nada de lo que queríamos hacer, que al menos por mi parte, era la razón por la que había ido a aquel lugar, que era acabar con el hijo de puta que aún no había encontrado.

Colgué mi hacha y sin pensármelo dos veces comencé a trepar hacia arriba.

La idea era tumbarme en la parte de arriba y ayudar a los demás a subir. Es más fácil hacerlo cuando alguien tira de ti y bueno, en caso de ver mucho lío siempre podía decirles que no subieran si me veían a mí.

Volvimos y se escuchaba el ajetreo de los guardias cercanos, pero no lo suficiente para vernos. Elena se aprestó a trepar y yo la seguí. No tenía sentido perder el tiempo aquí si lo que teníamos que hacer estaba del otro lado. 

Puse un pie sobre el muro e intenté trepar. Miré de costado a ver si los otros me seguían y también si veía algún peligro.

El corazón me empezó a later otra vez un poco aceleradamente pero es que el pueblo me parecía un sitio cada  vez más desagradable. No solo era la plaga era todo lo que la mujer nos había relatado y esas ansias de poder que siempre tiñen el alma de los hombres.

Antes de que Elena suba, la digo— Usemos el mismo métido para trepar que antes. No quiero que haya accidentes.

Utilizando la cuerda más que suficiente ayudan entre todos a subir la almena que aunque no sea lo más grande una buena caida si que tiene, como casi pudo constatar Pietro al resbalarse al pisar mal uno de los huecos que tiene. Ahora todos os encontrais arriba de la muralla y no parece que nadie os haya visto llegar hasta aqui. De todas maneras en la completa oscuridad donde hicisteis vuestra salida del pueblo no creeis posible que nadie os reconozca, aunque tambien es verdad que en la guardia de esta villa no hay gente de fiar, al menos que hayais conocido.

Tras bajar de un pequeño salto conseguis llegar a las casas más cercanas a la muralla, todas están cerradas y a oscuras que no esta la villa para mucho trasnoche...

Me encogí de hombros ante las palabras del noble y calladita, como bien estaba la mayoría de las veces, decidí acatar las órdenes al menos, estas órdenes, pero estaba claro que no hubiera necesitado cuerda alguna para llegar al otro lado, quizás, porque la experiencia que había tenido ahí fuera sólo me hacía querer tener civilización alrededor, lo cual, era una estupidez. Sí, una grande además, porque la primera vez que había visto a la " perra " fue estando en la casa del noble...

Me alejé del muro mientras los demás terminaban de bajar, para ocultarme en las sombras, pues si nos quedábamos ahí apelotonados esperando a los demás seríamos más fáciles de ver. Había cosas que eran tan lógicas como que en el agua no podíamos respirar.

Así, cuando estuvimos todos reunidos en la sombra en la que me había cobijado miré al noble, seguro que tenía alguna nueva orden que debiéramos seguir. Al menos, yo no sabía si quería que llamáramos a las puertas del señor y quería que entráramos por donde pudiéramos.

Me quedé escondida donde fue Elena. Pobre mujer, yo la seguía a todas partes pero es que ella era la única que conocía mi secreto y además la más apta con el combate. O eso yo pensaba.

No sabía qué tocaba a continuación. Así que permanecí en silencio esperando las órdenes del Hidalgo, o sus consejos. "¿Qué haremos ahora? Tendremos que ir a ver a ese hermano, al que está aquí... supongo."

No tenía idea. Mi único conocimiento era sanar y ahora no tenía mucho sentido. 

-Tendríamos que ir a ver a Rodrigo cuando podamos...- eso dije, solamente, porque temía también por nuestro compañero. Después de todo esto, el médico de la aldea también era un sospechoso.

—No lo descarto, Pietro. Pero de momento, si lo que ese ser nos dijo es cierto, es que algo está atacando al pequeño señor de la villa. Y puede que, si lo que nos contó es verdad, el médico no esté muy largo... Vamos hacia el castillo sin demora...

Dicho esto, sólo me queda avanzar sin prisa pero sin pausa por el pueblo, evitando ser visto, con dirección al castillo.

—El noble tiene razón —digo sacudiendo sin mucho resultado la suciedad que se me ha pegado al trepar el muro—. Veamos que ocurre en realidad en el castillo y obremos en consecuencia. De todas formas, más pronto que tarde deberemos sacar a Rodrigo de allí también.

En realidad no tengo nada claro que el mercenario continúe con vida. Sus heridas eran fatales y puede que después de todo no le hayamos dejado en tan buenas manos como pensábamos.

Con la figura de la casa condal rodeada con su pequeña muralla como punto de referencia no os es muy díficil llegar hasta su entrada, aunque por un lateral por un callejón cercano. Alrededor de la muralla no parece haber ningún guardia, aunque  parece que tienen que estar en el  interior pues se escuchan gritos y lo que podeis describir como aullidos y gruñidos. Sin duda la criatura vuelve a las andadas utilizando su forma perruna.

En la puerta se ve las figuras de dos guardias que parecen estar más atentos a la puerta abierta que a vigilar el exterior, llevan dos antorchas como si esperasen que alguien saliera deprisa del lugar, lo que ocurre antes de que podais hacer ningún movimiento en cualquier dirección. Del portón abierto aparece   un hombre montado  con una figura tumbada en la grupa de su caballo, por un momento la figura del jinete se gira hacía vosotros, podeis ver  la cara del jefe de la guardia que no os ve por el brillo de las antorchas y se marcha hacía la oscuridad de la calle principal...