Partida Rol por web

Alanna se despertó con una pesadez que le recorría todo los ojos. Al parecer se había pasado la noche llorando a más y no poder. Al levantarse de la cama, comprendió que aquella cama no era la suya. Observó como a su derecha su padre descansaba roncando a los cuatro vientos, plácidamente. Al parecer, padre e hija habían dormido juntos. 

Cuando la artista era más pequeña y alguna pesadilla le había atrapado, su padre se ablandaba y corría en su búsqueda. Su presencia le calmaba. Era curioso cómo tras pasar una mala racha, al fin, volvía a encontrar cierta estabilidad con él. Sonrió y caminó descalza hacia el cuarto de baño. 

Aquella mañana iría a ver Haizea a la consulta. Se aseó y se colocó el conjunto que había dejado la noche anterior ,al parecer, allí colgado. Era demasiado temprano, pudieran ser las 9:00 a.m perfectamente, pero Alanna no podía dormir más, necesitaba ver el cuerpo de Haizea, ver como descansaba a pesar de no ser consciente.

Salió del hogar y , esta vez, decidió coger el bus.

Tras media hora de ida, Alanna por fin llegó. Una enfermera la guió hasta la habitación 302. Al parecer, aquella era la enfermera que el doctor había asignado a Alanna. Al llegar, se sorprendió al ver que no estaba sola. Allí se encontraba Sila, quien le mostró una sonrisa encantadora al verle.

Sila tenía entre sus piernas una cesta de desayuno para dos personas. La joven le había explicado que era para desayunar juntas, pues intuía que llegaría tarde o temprano. Alanna se lo agradeció enormemente.

-¿Llevas mucho tiempo? - le preguntó mientras se llevaba un poco de manzana a la boca.

Aunque cuál fue su sorpresa al oír que aquella joven había pasado la noche con Haizea, a regañardientes de su padre. Alanna aquello no le agradó mucho, pues el sentimiento de culpa volvió a aflorar en su piel.

Sila no conocía demasiado aún sobre Alanna, pero lo que sí sabía, al menos era, uno, que quería a Haizea y dos, que su presencia no le hacía ninguna gracia. Pero ella no iba a desaparecer. No era su "style", oh, no.

En lugar de eso, se había procurado algo de comida para desayunar juntas y limar asperezas, o al menos, demostrarle que no se iba a librar de ella con tanta facilidad.

Cuando llegó, se notaba que no había descansado mucho y que se había dado prisa para llegar hasta allí.

-No ha habido cambios. Supongo que ya lo sabías pero... te lo confirmo. La enfermera ha venido antes a asearla un poco y aparte de eso, no ha pasado gran cosa.

Sila miró a Alanna, esperando su reacción.

-Ah, sí. También le he estado leyendo un poco. Dicen que a veces pueden escuchar lo que ocurre a su alrededor y que eso les ayuda a curarse, así que... bueno, he estado leyéndole. 

Sila le enseñó el libro a Alanna. Se trataba de uno de los de la carrera que el profesor les había marcado como lectura obligatoria. Tras enseñárselo, se encogió de hombros. 

-Quién sabe, a lo mejor no se pierde tanto como cree -le dijo, sonriendo forzadamente y conteniendo las lágrimas. Sila sentía que no había podido dar lo mejor de ella para Haizea, pero ahora ya se encargaría de demostrarle que estaría a su lado para lo que hiciera falta. No sabía por qué, pero quería hacerlo. Deseaba estar con aquella chica tímida y tatuada.

Mark Solan entró en la habitación como parte de sus visitas rutinarias. Aquella era una de las menos importantes porque no solía haber cambios, pero también de las más difíciles. Cuando entró, se encontró a las dos mujeres hablando, a una de ellas con una cesta de comida y a la otra con el gesto serio.

-Hola, buenos días -les dijo a ambas. Las dos se pusieron en pie, esperando noticias.

-Como podrán observar, ya le hemos retirado el respirador artificial, así que únicamente nos tiene que preocupar ese coágulo del que les hablé. La evolución... -y al decir esto se acercó a  Haizea y examinó sus pupilas y escleróticas -... es impredecible, pero puedo decirles que parece ir por buen camino. Sus ojos han recuperado el color normal y eso significa que la presión cerebral está disminuyendo. Solo podemos esperar, pero es una buena señal.

El gesto de Sloan, aun siendo serio, irradiaba confianza. Su experiencia le decía que aquella mujer iba a despertar, aunque no en qué condiciones. Eso... dependía del todopoderoso.

-¿Queréis pastelitos? ¿Algo de comer, niñas? Lleváis toda la mañana aquí y... perdonad que diga - al hablar, aquella mujer movía sus caderas y gesticulaba demasiado con las manos y todo su cuerpo en sí, lo que provocaba que fuera una mujer cómica-, pero no sé como vuestros culos no se pone la mar de  planos...

-Pues nada, aquí estoy, vengo a asear a nuestra Bella durmiente, ¿qué tal?, ¿cómo está doctor? -entró después del doctor, por lo que no oyó nada de su sentencia, tras repetírsela aquel hombre mayor, movió la cabeza-, sí, sí, esperanza... ¡Oh, Dios, no te la lleves aún, pillín! 

La llegada de la enfermera con un ánimo desbordante cambió el gesto de Sila e hizo que lograra contener el llanto. Sentía que todavía tenía en Alanna a una enemiga, aunque ella no lo veía así. Sí, era una competidora, pero en realidad Sila solo quería estar cerca de Haizea y que ella lo supiera.

Cuando hubo terminado la enfermera y tanto ella como el médico se fueron, Sila se acercá a Haizea y le acaricia el rostro tiernamente.

-Vamos a cuidar muy bien de ti, ya verás. Y vas a aprender más derecho que cuando ibas a clase porque yo te lo voy a explicar to-do.

Sila se vuelve y le sonríe a Alanna.

_{yo te lo voy a explicar to-do.}

Aquellas palabras, aquella voz... todo era familiar y extraño a la vez, y sonaba cerca y lejos. Haizea se imaginó a sí misma corriendo a cámara lenta por un túnel oscuro sin principio ni fin. Se sentía agobiada y solo deseaba llegar al final, pero no sabía en dónde estaba ni tampoco cuánto le quedaba para llegar.

¿Quién era? Era Haizea, pero estaba en un lugar que desconocía.

Un grito a su alrededor le hizo tropezar y caer al suelo. Haizea miró  hacia atrás y se vio a sí misma a punto de alcanzarse, solo que al final, ella misma se levanta y vuelve a lanzarse en busca de algo desconocido.

Sus ojos se mueven, buscando entre la oscuridad, y un rostro aparece delante. Todo su cuerpo se relaja al verlo y una sonrisa asoma involuntariamente nada más verlo. Cuando de sus labios sale su nombre... "Haizea", Haizea se detiene y alarga el brazo.

"Ayúdame" -le pide.

"Ayúdame" -repite.

El rostro desaparece y la oscuridad lo invade todo.

Alanna observó a aquella energética mujer que acababa de entrar rompiendo el hielo que había entre Sila y ella. Acto seguido, contemplaba los movimientos de la joven. Empezaba a leerle a Haizea y, por extraño que pareciese, intuía como su cuerpo inmóvil pedía auxilio. A la misma vez que contemplaba ese afecto que Sila sentía por la Bella durmiente.

¿Desde cuándo? No creo en los amores a primera vista.

Alanna era la primera vez que se mostraba así. No estaba celosa, puesto que ella no creía en los celos, para ella eran tóxicos. Ella quería saber, saber si realmente Sila estaría a la altura de un amor como el de ellas dos. Su voz sonaba dura y seria.

Eres consciente de que hemos sufrido mucho como para ... para dejarlo todo atrás por ti.

La enfermera al ver la escena, terminó sus quehaceres y se marchó.

Mira, sé que esto es difícil para ti, lo sé, también es para mí y para la propia Haizea, pero... pero ... -se toco la sien mientras se ponía en pie- es mejor que te apartes. Has ayudado muchísimo, seguro que Haizea te lo agradecerá, no lo dudo. Sin embargo, esto es cosa de dos, no de tres.

Sila miró a Alanna... con odio. Como se atrevía aquella... zorra pálida a decirle que no podía estar allí, que aquello era cosa de dos y suponer que no ella era quien debía quedarse.

-Para qué lo sepas, conozco a Haizea desde que empezó el curso y la he visto demasiadas veces preocupada o triste como para suponer que era feliz. ¿Estás segura de que estaba bien a tu lado? ¡Porque a mí no me lo parecía!

Sila cerró el libro con fuerza y se encaró con Alanna.

-Pero estoy de acuerdo en eso de que es cosa de dos, pero quizás seas tú la que debas marcharte, señorita lo-sé-todo-sobre-Haizea. ¡Recuerda que si está ahí es por tu culpa! ¿No crees que ella se acordará de eso cuando despierte... si es que lo hace?

Crueldad. Eso es lo que había sido. Pero Sila estaba desatada en aquel momento y no le importaba en lo más mínimo si lo que decía le hacía daño o no, porque también había verdad en ello. ¿Acaso no estaba debatiéndose Haizea entre la vida y la muerte porque su propia novia no había sido capaz de de mantener el coche en su carril?

Pues ahí estaba.

Sila se giró y volvió a sentarse junto a Haizea, dándole la espalda a Alanna.

Alanna miró incrédula a Sila. No, no se puede conocer a una persona durante una semana.

-¿Sabes? Te equivocas, puesto que Haizea empezó hace dos semanas, el curso ya estaba empezado, por ello Le estoy impartiendo clases de gallego cuando mi oficio me lo permite. Es cierto que no coincidimos mucho y puede que nos haya afectado, pero en ningún momento voy a dejar que... - Se calló, tenía la sensación de que se ponía al mismo nivel que aquella cría -.

-Deberías leerle sobre el derecho civil, andas siempre en el mismo capítulo del derecho civil.

Ignoró por completo lo que le había dicho sobre su culpa. Ya sabía que lo era, pero... No necesitaba a más personas que se lo recordaran, pues tras ello hay una sola persona culpable de todo :Oliver.

Alanna caminó hacia Haizea y Le tocó la mejilla, para luego besarle en la frente.

-Haizea, cariño, voy a salir un poco a que me dé el aire. No sabía que te juntarlas con sanguijelas... Serán cosas del oficio.

Acto seguido miró a Sila, Le sonrió y salió de la estancia. Veía a gente ir y venir, ninguna cara conocida, hasta que al bajar para ir a la cafetería, vio a su hermana y a su madre.

-Ay... Mamá gracias - comentaba Virginia poniéndose la mano en la espalda-. Esto cada día pesa más de lo que pensaba. ¡Uy!, qué bien huele. ¿Comemos churros con chocolate después?

Monica miró a Virginia y sonrió. Todavía recordaba lo mal que lo había pasado cuando la llevaba a ella en su vientre, los dolores de espalda que le había causado y todo lo que había sufrido para parirla. Pero había merecido la pena, de eso no había duda.

-Claro. Hoy mereces comer lo que quieras. Después de todo, que es una embarazada sin que nadie le de caprichos.

Ambas iban a la consulta de la ginecóloga, al mismo tiempo que Alanna y Sila discutían por Haizea...

El doctor Sloan había terminado ya su turno cuando decidió pasarse a ver a Haizea. Lo hacía cada día, como si de un ritual se tratase, más que nada para recordarse a sí mismo que aún podía hacer algo por aquella muchacha. 

Cuando abrió la puerta, vio para su sorpresa que estaba sola. Las dos jóvenes que habitualmente estaban con ella, debían haberse ido a descansar o a comer, puesto que eran las tres de la tarde.

Sloan se acercó a  Haizea y se sentó a su lado. Comprobó su pulso y su esclérótica, tal y como siempre hacía y la miró con preocupación.

-Bueno, ahora que estamos solos, he de decirte que me decepcionarás si al final no te despiertas, jovencita. Hay mucha gente que está preocupada por ti y sería de muy mala educación defraudarlos -le dijo, como si Haizea pudiese oírlo.

-De... fraudar... a... q-quién.

La voz de Haizea sonaba débil, pero no tanto como para que Sloan no saltase de la cama sorprendido y la mirase.

-¡Dios mío! ¡Estás despierta!

Haizea sonrió con dificultad y Sloan se echó a reír.

Alanna se terminó el pequeño desayuno de media mañana. Necesitaba despejarse un poco, no le agradaba para nada tener tanta tensión en los hombros acumulados y en todas los músculos de su cuerpo. Removió la cuchara y se levantó, aunque antes miró el teléfono por si veía algún mensaje de su madre; le parecía haberla visto antes con su hermana dirección al ginecólogo.

Pagó su pequeño desayuno en la barra y caminó hacia la habitación 302.

Haizea... ¿Ves como a mí a ese pequeña? Si es así, si  te has enamorado de ella... Yo... me apartaré, pero antes necesito ...

El sonido del ascensor al llegar a la planta le borró de sus pensamientos. Observó que el doctor se encontraba hablando con la enfermera asignada a Haizea y, cuando la silueta de la mujer rubia se aproximaba, este le estrechó entre sus brazos para comunicarle una buena noticia. Sin embargo, Alanna no le dejó terminar la frase, abrió la puerta y...

Ahí estaba, mirando ,al techo con los ojos abiertos.

-H-Haizea...

Anduvo hacia ella con un nudo en la garganta y, temblorosa, le cogió de su mano.

-H-Haizea...

Las lágrimas emanaban de sus cuencas como si de una cascada se tratase. Se inclinó y la abrazo.

T-Te he ... he ... echa-d-do de menos...

Haizea se sentía confundida. Acababa de abrir los ojos y hablar con aquel médico tan agradable, pero ahora tenía encima a una mujer que la había abrazado como si se conocieran bien, y que además... estaba llorando.

Cuando la mujer se separó, Haizea la reconoció. Era la esposa de aquel médico, fotógrafa, creía recordar. Pero qué estaba ocurriendo.

-Eh... tú eres Alanna, ¿verdad? ¿La esposa de Oliver? ¿Qué... haces aquí?

Alanna se separó y la miró, sin entender bien lo que sucedía.

-El doctor... Sloan me ha explicado que tuve un accidente de coche y que seguramente haya cosas que no recuerde. ¿Estabas tú conmigo?

En ese momento, una chica completamente desconocida para ella entró en la habitación. Era joven y energética. Le resultaba vagamente familiar, pero nada comparado con lo que sentía por Alanna. Algo extraño había entre ellas dos, algo... poderoso, que hizo que Haizea volviese la vista hacia Alanna como el polo negativo de un imán hacia el polo positivo de otro. 

La vista de Alanna y Haizea volvieron a cruzarse en la inmensidad de un universo desconocido, y para Haizea, fue como si la hubiese visto por primera vez. Era cierto que la recordaba, pero de repente pensó que era mucho más que eso, y algunos retazos de sus sus sueños, en su mente, le dijo que aquel rostro había estado antes allí.

Haizea sonrió, como si se tratase de un encantamiento, todo desapareció a su alrededor, hasta que...

-¡¡¡Haizea!!! ¡¡¡Estás despierta!!!

Sila vio que Haizea estaba despierta y hablando con Alanna y automáticamente se abalanzó sobre ella, ahogándola en un intenso abrazo.

-¡Cuánto me alegro de que por fin estés bien! -le dijo, separándose para mirarla a la cara.

Pero Sila se dio cuenta de que algo no iba bien. Alanna estaba mirando a Haizea con el rostro como conmocionado y la reacción de su compañera de universidad no parecía la normal. Era como si... no entendiese nada.

-¿Estás... bien? ¿Pasa algo?

Sila empezó a ponerse nerviosa y miró a las dos mujeres en busca de una explicación.

Alanna recordó entonces las palabras del doctor. Aquellas que le decían que posiblemente tuviera amnesia. 

-¿Qué recuerdas  Haizea? 

Le preguntó con sutileza, con un nudo la garganta y algunas lágrimas de más. Le cogió la mano y se la besó. 

Sila estuvo contigo yo... Fui la causante de tu estado. 

Y lo soltó ignorando la entrada de Sila y su sonrisa triunfante. Sentía su alma despellejarse de su cuerpo  liberándola de la prisión que decían los filósofos griegos. Apartó la mirada de Haizea. 

Discutí con Oliver... 

Le comentó manteniéndose en los recuerdos que tenía, distorsionados, su pareja y, en base a ellos, le contaría la realidad. 

-¿Qué recuerdas  Haizea? 

Haizea miró confundida a Alanna, sobre todo cuando cogió su mano y la besó. Estaba claro que aquel comportamiento no era... el de una simple conocida, y algo en su interior le decía que era mucho, muchísimo más. Aquel rostro lleno de lágrimas y aquellos labios que parecían esforzarse en crear una sonrisa apaciguadora, le llegaban hasta lo más profundo de su corazón.

-Pues... recuerdo que estabas con Oliver, desayunando y que yo... no, no, es algo más. Me acuerdo de ti, sentada en una mesa, con un ordenador mirando fotografías, pero... no sé que más...

Sila estuvo contigo yo... Fui la causante de tu estado. Discutí con Oliver... 

¿Sila?

-Yo... no sé quién es Sila, pero... por qué dices que eres tú la causante. ¿Qué tiene que ver Oliver con todo esto?

Instintivamente, pues su cuerpo sí recordaba lo que su mente había olvidado... por el momento, Haizea cogió la mano de Alanna y la llevó hacia su pecho. Los latidos de su corazón parecieron relajarse ante la cercanía de Alanna y ella misma sintió que estaba mucho más tranquila, a pesar de empezar a comprender que había perdido un buen puñado de recuerdos en un accidente.

-¿Qué es lo que ha pasado... exactamente? Cuéntamelo, Alanna.

-¿Qué es lo que ha pasado... exactamente? Cuéntamelo, Alanna.

Alanna movió la cabeza en forma de negación. Las palabras se le acumulaban en la garganta, querían salir, pero ella no se encontraba con el suficiente valor como para poder contarle todo lo que sentía.

L-Lo siento... Haizea... s-sé que tenía que ... haberte dicho que iría a por ti a la universidad... Así... po-día haber evitado la catástrofre...

Alanna, respira, Alanna respira...

 E-Es todo... p-por mi culpa, a-amor... yo... yo tenía miedo y rabia y... y quería salir de nuestra casa... porque O-Oliver me b-besó sin mi consentimiento y... y entonces... corrí escaleras hacia abajo y..y... y...

Abrazó a Haizea pese a que ,posiblemente, ella no entendiese nada. Sintió como Sila se iba de la habitación, pudiera ser abatida porque sabía que no iba a ganar en aquella lucha.

L-Lo siento... cielo... l-lo siento...

-Yo... no sé quién es Sila, pero...

Esa frase acabó con ella. Sabía que iba a tener que luchar contra los sentimientos, pero no contra el olvido, y el ánimo de Sila desapareció más rápidamente que una gota de agua en el desierto. Además, había otra cosa.

Algo que había negado durante todo el tiempo que había conocido a Haizea.

Desde el principio, sabía que existía alguien más, que esa mujer estaba profundamente enamorada de otra persona, pero la esperanza de saber que era de una mujer desapareció en cuanto Sila miró con mayor detenimiento el encuentro entre las dos. Ninguna se quitaba los ojos de encima; sus manos parecían buscarse por puro instinto y sus labios se movían como si sintiesen que les faltaba algo.

Esas dos mujeres estaban predestinadas a estar juntas, sí o sí, en este mundo y en cualquier otro, y Sila... Sila solo había sido un espejismo, algo que Haizea había encontrado por el camino, que había recogido pero que nunca dispuso de una oportunidad real.

Así que en cuanto Haizea pronunció aquellas palabras, simplemente se fue. Contuvo las lágrimas como pudo y pensó en que hacía tiempo que no hablaba con su amiga, aquella con la que había salido unas cuantas veces y a la que sabía que le gustaba tanto.

Sí, eso era. La llamaría y quedaría con ella. Seguro que se lo pasaban bien. Lo que ahora necesitaba era alguien que la mimase.

Haizea no podía apartar la vista de Alanna. Sufría, eso era evidente, pero no tanto por ella misma como por la propia Haizea.

L-Lo siento... Haizea... s-sé que tenía que ... haberte dicho que iría a por ti a la universidad... Así... po-día haber evitado la catástrofre...  E-Es todo... p-por mi culpa, a-amor...

¿Amor? 

Sí, le había llamado amor. Al bajar la vista y ver como sus manos se agarraban sin que ella misma se hubiese dado cuenta, lo entendió todo. Estaban juntas. Alanna y ella estaban... juntas.

Y al entender eso, todo lo más empezó a tener más sentido. Lo que percibía al mirar a los ojos de Alanna, las ganas que tenía de abrazarla y de besarla y que ella estuviese a su lado, sufriendo.

yo... yo tenía miedo y rabia y... y quería salir de nuestra casa... porque O-Oliver me b-besó sin mi consentimiento y... y entonces... corrí escaleras hacia abajo y..y... y...

Alanna no fue capaz de continuar y la abrazó. Mientras la puerta se cerraba tras ella, Haizea solo pensó en lo bien que se sentía aquella comunión entre ambas y en que de alguna manera, su cuerpo lo había sabido todo antes que su mente.

L-Lo siento... cielo... l-lo siento...

-Shhhhh.... shhhhh -le intentó tranquilizar Haizea, cogiendo su rostro entre sus manos -. No pasa nada, tranquilízate. Estoy perfectamente... cariño. Yo... solo tardaré un poco en acordarme de todo, pero no tienes que preocuparte más. Para mí no tiene ninguna importancia la razón por la cual estoy aquí, pero sí que lo estés tú. Me he dado cuenta... de que me quieres... y también de que yo te quiero, así que solo necesito que te quedes conmigo.

Haizea cogió las manos de Alanna.

Ven, túmbate a mi lado -le pidió, haciéndole un sitio y ofreciéndole su brazo para cogerla -y cuéntame... todo lo que hemos hecho juntas.