Partida Rol por web

- Sí, madre, pero ahora mismo no deseo verle. intentó contener su enfado y parecer una niña pequeña.

Aryan se agachó a acariciar a Nym, antes de que su cara enfurruñada la delatara.

La madre de Aryan dio un leve suspiro, pero no insistió.

- Bien, vayamos pues al carruaje, debemos llegar a la posada antes que se haga de noche.

Subieron al carruaje, Ser Ulric las seguiría a caballo juntamente con una pequeña guardia de escolta. Llegaron a la Posada de la Encrucijada cuando el Sol estaba poniéndose. Algunos mozos estaban encenciendo antorchas en la fachada del edificio, para que los viajeros tuviesen bien iluminado el acceso. La posada estaba regentada por Masha Heddle, una vieja a la que le gusta la Hojamarga. Se dice que se construyó durante el reinado de Jaehaerys, y que fue aquí donde él y la Bondadosa Reina Alysanne se hospedaron antes de dirigirse a explorar el Norte. En su honor, la vieja posada pasó a llamarse Dos Coronas, y más tarde volvió a cambiar el nombre por el de posada del Tañido. Con el tiempo, pasó a manos de Jon Heddle, el Largo, que trabajaba como herrero cuando se hizo demasiado mayor para luchar. Creó una insignia, un dragón negro de tres cabezas de hierro, que colgaba de un poste de madera. Cuando soplaba el viento, la insignia tintineaba y resonaba, y finalmente le cambió el nombre al lugar, que pasó a ser la Posada del Dragón Tintineante. Tras la Guerra del Usurpador se quitó la señal, y se cambió el nombre otra vez, pasando a conocerse con el nombre que tiene hoy en día.

Al bajar, fueron atendidas por algunas damas de compañia de su propia casa y el equipaje fue trasladado por sirvientes hacia los aposentos dónde pasarían la noche. Al entrar a la posada pudieron ver que está estaba bastante llena de gente, podiendo ver diversos escudos: garza dorada, de pico y patas de sable, de pie con un pez plateado en el pico, todo sobre campo rosa; cinco flechas plateadas en abanico sobre campo marrón; dos torres de azur sobre campo gris plateado...

Lady Elisabeth estubo hablando con Ser Ulric y después asintió sonriendo. Al cabo de un momento se acercó a las dos chicas.

- Aryan, Darina y tu tenéis una habitación dónde dormir juntas las dos, la mía estará al final de pasillo, en el primer piso. Supongo que estaréis hambrientas, vamos a pedir algo de comida.

Aryan y Darina reconocieron los escudos, aunque Aryan tuvo que recurrir un par de veces a Darina, de los hombres allí presentes: las torres de la Casa Frey, una Casa Mayor nde El cruce, el cual llevan gobernando desde hace casi seiscientos años. La garza dorada de la Casa Erenford, una casa menor vasallos de la Casa Tully, la Gran Casa que gobierna el territo de Las Tierras de los Ríos. Las cinco flechas plateadas de la Casa Hunter, Casa Mayor vasallos de la Casa Arryn...

Darina tuvo la sensación de que uno de los guardias que las acompañaba desde que habían salido del campamento con el carruaje, las observaba, aunque juraría que su atención se centraba hacia Aryan.

Cada vez que intentaba reconocer un escudo refunfuñaba o resoplaba como un caballo, era incapaz de reconocer la mitad, o quizás más. Menos mal que Darina estaba junto a Aryan, sino habría desistido y habría continuado con lo suyo.

Extrañamente nadie pareció fijarse en Nym, todavía era muy pequeña para llamar la atención tan pronto. Además estaba bastante resguardada en las faldas de la joven.

Por lo demás, Aryan deseaba subir ya pronto a su cuarto, pues allí poco había que le interesara realmente y tanta gente desconocida, no estaba acostumbrada, la estaban poniendo muy nerviosa.

- Por supuesto, tía.

Darina se sentó junto a Aryan en una mesa aislada, tomando nota mental de las Casas que las rodeaban mientras le hacía pequeños apuntes a su prima. Se preguntó cuantos de ellos estarían al tanto de los ataques o de la supuesta traición de la Casa Tilverton. ¿Habría alguien que supiera por qué viajaban a Desembarco del Rey?

Aunque en ese momento había otra cosa que la escamaba.

- Aryan - musitó en voz baja -. ¿Conoces a nuestros guardias? El de la izquierda no para de mirarte.

Aryan estaba bastante convencida de que ese hombre no formaba parte del séquito de hombres de la guardia personal de su madre o de la Casa Tilverton, pero bien podría tratarse de una espada juramentada de alguno de los vasallos o caballeros que los acompañaban en ese viaje hacia Desembarco del Rey.

- Darina, estoy bastante convencida de que ese hombre no forma parte del séquito de hombres de la guardia personal de mi madre o de la Casa Tilverton, pero bien podría tratarse de una espada juramentada de alguno de los vasallos o caballeros que nos acompañan en ese viaje hacia Desembarco del Rey. susurré a mi prima. Ahora que lo mencionas, no me fio mucho de él. Creo que debemos tener cuidado con él. Hubiera jurado que los que no eran de confianza se quedarían en el campamento. Hay que avisar a mi madre.

Darina asintió antes de esbozar una falsa sonrisa.

- Está bien, pero antes déjame hacer algo - se levantó de su sitio antes de acercarse al "guardia" aún con la sonrisa en su rostro -. Honorable soldado, ¿haríais el favor de ir a buscar a Jon, nuestro primo? Lady Aryan quiere consultar con él un aspecto del viaje antes de volver a partir mañana.

El guardia miro a Darina y se irguió.

- Pero milady, vuestro primo está en el campamento, eso es medio día de viaje y tengo órdenes de permanecer aquí.

Aryan miró enarcando una ceja a su prima, claramente no entendía qué estaba haciendo hasta que escuchó la respuesta del guardia. Intentó no sonreír ni hacer ningún gesto, así que apretó fuerte al pobre Nym y volvió la cabeza pidiendo algo a la camarera.

Procuró fruncir un poco el ceño con ligero disgusto.

- Por si no os habéis dado cuenta, guardia, las órdenes que os hacen permanecer aquí parten de lady Aryan y lady Elisabeth, las mismas que ahora os piden que vayáis a buscar sin demora a Jon. Nadie ha dicho que vayáis a pie, por supuesto, se os dejará un caballo. Si os apresuráis, os tendremos de vuelta sobre medianoche, un poco más tarde. Buen viaje.

Y dando la conversación por concluída, volvió con su prima, reprimiendo una sonrisa.

El guardia saludó a la dama y salió de la posada rápidamente.

Una vez vieron salir al guardia, Aryan dio un ligero empujón al hombro de su prima: ¿De qué iba todo eso? susurró sonriente, tampoco era necesario que se enterara toda la taberna.