Partida Rol por web

Veinte años ya desde que parte del continente fue corrompido, las criaturas antes simplemente salvajes ahora son más agresivas, algunas antes rehuían de la gente ahora los cazan.  En estos años se ha ido confiando en grupos de organizados para que den caza o incluso exploren y recuperen los objetos de valor de los pueblos que se han perdido.

Estos grupos fueron pensados como los grupos de aventureros y llamados Gheais, pero unidos por un ideal más noble, recuperar los bosques para su gente. Hace poco os hicieron llamar uno a uno para que pudierais presentaros a las pruebas de selección para Gheais. Se dice que los que se unen a este grupo suelen tener una vida plena de aventuras.

Lleváis unos días en Hislais, una ciudad donde se originaron Gheais, ahora su centro de reclutamiento, es una ciudad que convive con los árboles que hay en ella, muchos afectados mágicamente para poder edificar en ellos, y con varios niveles siendo los más alto de la gente pudiente,  y  los más bajos del pueblo llano.

Os han hecho llamar de donde os tenían alojados a cada uno de vosotros y os han llevado hasta un gran árbol roto a las afueras de la ciudad donde os dejan en una pequeña plaza hecha a la entrada del árbol.

Había un elfa entre los candidatos reunidos frente al gran árbol. Se trataba de una mujer alta y estilizada como un junco, con una cabellera de color rubio platino que le caía hasta media espalda en una cascada. Iba ataviada con una esplendorosa túnica de terciopelo color zafiro, decorada con diseños florales, y con unas mangas tan amplias que sus puntas casi tocaban el suelo cuando ella bajaba los brazos. Se ceñía las sienes con una delicada tiara de plata y había elegido para la ocasión un par de delicados pendientes de lapislázuli.

Los nervios que le atenazaban el estómago no se reflejaban en su ademán altivo, casi arrogante, como si le perteneciera todo lo que la rodeaba. Sus labios estaban curvados en una sonrisa que trataba de aparentar una confianza que distaba mucho de sentir. Y sus ojos, chispeantes, parecían desafiar al observador a poner en un duda sus capacidades.

Cuando Illyan salió de las sombras, debajo de un árbol, lo hizo en silencio, observador, como siempre. Tan sólo sus orejas picudas revelaban su naturaleza de semielfo y quizás fuera eso lo que la hizo fijarse en la elfa que se veía al otro lado de la plaza. 

Illyan se ajustó los correajes de la coraza negra y plateada para asegurarse de tener buen aspecto. Su armadura había sido un regalo de su padre y estaba muy orgulloso de ella. A su espalda podía notar también el roce de su gran arco largo reforzado, decorado con escenas de caza y su carcaj mágico tintineó, colgando de su cadera. Aparentemente no llevaba más armas que su arco  y unos cuantos viales y varitas en una bandolera que le cruzaba el pecho por encima de la coraza de metal.

El semielfo saludó a la dama con un gesto de su mano, que hizo ondear una vistosa capa color burdeos que se veía manchada por el viaje pero de excelente calidad (si no algo más). Su rostro se relajó bajo su espesa y descuidada barba y el viento meció la cola de caballo en la que recogía su melena.

Estaba sentado jugando con Maeth mientras esperaba a que fuese la hora. De pelo castaño y enmarañado, vestía una amalgama de pieles como armadura que ocultaban ropajes con motivos arbóreos. Un gran escudo de madera oscura como la noche decoraba mi espalda y el tintineo del metal resonaba cada vez que las armas enfundadas en la cintura traqueteaban contra alguna roca en el suelo. Piel pálida como la luna decoraba mi rostro y así como el cabello, dos ojos de color marrón corteza terminaban por dibujar la cara de un joven más hombre que niño pero aún risueño.

Maeth es un cánido de pelo oscuro que corre tras un hueso. La ilusión de un niño jugando con su perro es rota al momento en el que la luz golpea la armadura que porta, metálica. El sonido de metal contra metal es inconfundible. Donde hace un momento parecía que había un joven jugando con su mascota ahora se presenta una realidad distinta. Un depredador persiguiendo a su presa, dándole caza, sin descanso y culmina con el golpe de gracia. Se escucha el chasquido del hueso al romperse y regresa en busca una bien merecida recompensa.

Porteo había estado desde temprano en la plaza, viendo cómo cada uno de los postulantes iba arribando. Mientras los veía pensaba en qué historias podían traer, y qué historias podrían generar a futuro. Hasta ahora tres personas habían llamado su atención... Una elfa que parecia usuaria de la magia por su atuendo, un joven con un lobo a su lado, un protector de la naturaleza sin dudas a menos que sus años de experiencia le hubiesen enseñado mal y un semielfo con ágiles movimientos y un arco a su espalda, un cazador quizás. Porteo era nuevo en este lugar, había llegado hacia no mucho pero estaba ansioso en poder recorrer nuevos caminos en contra del mal. Algo malvado había corrupto este lugar y su objetivo era erradicarlo. Espera poder contar con asistencia valiosa en esta expedición.

Alejado del grueso de la gente, al borde de una pequeña fuente se encontraba sentado. Su ropaje era simple ropa de viajero, una camisa de lino que notaba varios viajes encima aunque sin marcas de suciedad, y un pantalón de cuerdo con unas botas. Silbaba una melodía que resonaba conocida para los que llegaban a escucharla. Estaba bastante entrado en años para lo estándar de un aventurero por lo que nadie le daba importancia. Con ojos azules brillantes, su pelo y barba blancos, largos e impolutos hacian recordar a los de un enano, aunque estaba claro que era humano con su cuerpo flaco y alto. A pesar del aspecto de viejo, sus brazos y piernas se notaban fuertes, aunque una barriga "de vino" asomaba. A su lado un gran alfanje reposaba en su vaina y sobre ella una mochila que parecia de buena hechura. Un fino carcaj estaba atado sobre su pierna izuierda aunque no se veía ningún arco ni ballesta. Un gran caballo pastaba cerca de él. No mucho más se podía decir de aquel anciano, de aspecto cuidado pero despreocupado y sin estrés, salvo que despedía un aire de jovial y tranquilizador...

La última en completar tan variopinto grupo es una humana, de sorprendentemente fuerte pero ágil figura. Colgada de la cintura, muy a mano, lleva una cimitarra, cuya vaina está tan cuidada que parece acabar de estrenarla. A pesar de la imponente figura que ofrece, su corta altura, timidez y el celo con el que lleva protegido su libro de hechizos la hacen parecer vulnerable mientras observa al resto del grupo.

A pesar de su juventud, se puede observar alguna cicatriz y ojeras que indican el entrenamiento tanto físico como mental que lleva a cabo continuamente. De su atuendo (además de la cimitarra) llama la atención una camisa de algún material metálico muy brillante que lleva sin ningún esfuerzo, además tiene amuletos en su cuello y dedo corazón que parecen desprender algún tipo de aura arcana.

Al llegar, decide sentarse a esperar cerca del resto pero a una distancia prudencial intentando evitar conversaciones incómodas antes de tiempo.

No llevais ni una hora esperando cuando un elfo de pelo negro, con ropajes comodos, sale a la puerta. Se queda unos minutos mirandoos y entonces con voz firme dice:

Todos los presentes sois bienvenidos, se que no todo terminareis perteneciendos a Gheais, pero no desespereis aqui solo se busca los mejores, aunque luego viajareis en nuestro nombre por los grandes bosques como grupos patrocinados. Ahora pasad uno a uno y da vuestro nombre y campo de trabajo.

despues de eso entra otra vez por la puerta. Despues salen un humano y un felido que custodian la puerta dejando pasar uno a uno, hacia dentro.

[Al entrar veis una mesa en donde esta sentado el elfo, debajo de su mano izquierda un pergamino con varios nombres y algo mas puesto al lado*, en su mano derecha una pluma y al lado un bote con tinta. Detras de este un grabado de una hoja en el centro de ella se cruza una espada y una flecha.]

Mi nombre es Scar, y mi especialidad son los combates cuerpo a cuerpo con mi cimitarra, mejorada con el poder arcano que estudio continuamente.-Dice la magus intentando mostrar tranquilidad.

te mira de arriba a bajo y con voz seca dice: Bien, Scar, humana, joven, luchadora arcana. Salga por aquella puerta- y te señala una puerta a la izquierda que da a un pasillo, al final de ese pasillo te ves a un humano, con ropajes verdes- Bien, ¿alguna maldicion, enfermedad o compulsion que tengamos que saber?.

Toca esperar un poco más. Observo al resto de personas en la plaza un momento y hago cálculos mentales. Dependiendo de la longitud de la entrevista podemos pasarnos aquí horas, como mínimo minutos. Me encojo de hombros y paso el rato con Maeth disfrutando del tiempo.

Cuando solo quedan los más pacientes me levanto del suelo y camino hacia la puerta. Vamos Maeth. Me doy un par de golpes en el muslo para llamar su atención. Mi turno. Sonrío socarronamente a los custodios de la puerta. ¿Algún consejo? Dudaba de que fueran a responder por lo que paso al interior para hablar con el elfo.

Observo la habitación un instante, de pasada sin entrar en detalles. Hola. Extiendo sin saber muy bien si tendrá intención de estrecharla, en caso de que no lo haga espero varios segundos en silencio con la mano alzada intentando dar su brazo a torcer siempre sin perder la sonrisa en mis labios. Soy Fonnan Prist y este es Maeth. Muevo la palma derecha abierta en dirección al lobo. 

Fui envestido como druida en el círculo de Lorrein hace dos años en el solsticio de verano. Soy bastante ducho en la vida entre la naturaleza y no se me dan nada mal combatir, ya sea usando colmillo, garra, acero o conjuros. Se criar y domaesticar multitud de especies así como instruirlas. ¿Es esto suficiente o he de añadir algo más?

Mientras escribe o contesta desvío la mirada y observo con mas detenimiento el cuarto y a su ocupante.

No, ninguna.- Dice, más tranquila que antes.

El corazón empezó a martillearle con fuerza en el pecho. Miró en derredor, pero no vio a Ghalaeron por ninguna parte. Tuvo ganas de darse la vuelta y echar a correr en dirección opuesta, pero se detuvo. Aquello no iba sólo por aquel elfo apuesto. Siempre había querido vivir las aventuras que leía de niña, y aquella era una oportunidad inigualable: recorrer las tierras agrestes de Ambharris, recuperando magia perdida de la que esperaba aprender mucho. Era un reto intelectual, como muchos de los que había superado antes.

¿Entonces por qué le temblaban las piernas? ¿Por qué tenía el amargo sabor en la boca de la bilis?

Calastria se puso una máscara y, cuando entró en aquella estancia, no era la elfa enamoriscada y temblorosa de hacía unos momentos. Era una aparición regia y distante como los ancianos sabios que gobernaban las comunidades elfas.

-Yo soy Calastra, quinta hija de la excelsa familia de mercaderes de los Evanara -dijo sin un temblor en el tono de voz-. Maga y erudita. Especialista en conjuración e invocación. 

e mira de arriba a bajo y con voz seca dice: Bien, Calastra, elfa, familia comerciantes, conjuradora. Salga por aquella puerta- y te señala una puerta a la izquierda que da a un pasillo, al final de ese pasillo te ves a un humano, con ropajes verdes- Bien, ¿alguna maldicion, enfermedad o compulsion que tengamos que saber?.

Bien un segundo- despues de eso te observa de arriba a bajo y mientras va tomando notas, cuando termina te vuelve a mirar a la cara- salga por la puerta de atras y espere en la sala con los demas.- cuando sales por la puerta ves varias personas esperando en una amplia sala con un atril en el fondo.
 

-¿Cómo? -preguntó Calastra al humano, con tono ofendido-. ¡Por supuesto que no!

Bien, tranquila son preguntas de rutina, un segundo- despues de eso te observa de arriba a bajo y mientras va tomando notas, cuando termina te vuelve a mirar a la cara- salga por la puerta de atras y espere en la sala con los demas.- cuando sales por la puerta ves varias personas esperando en una amplia sala con un atril en el fondo.
 

Calastra se fue a la sala que le indicaban sin responder al humano, con la nariz apuntando al techo en un gesto de dignidad herida.

¡Humanos! —pensó para sus adentros.

Porteo esperó a que los demás fuesen ingresando aunque ya luego de un rato ingresó cuando algunos rezagados quedaban fuera.

- Buenos días! - dijo Porteo jovialmente al elfo en élfico, había aprendido algo del idioma en sus viajes, pero prosiguió en común - De familia es Telasu, Porteo de nombre de pila. -continuó melódicamente - Como campo de trabajo, tengo varios pero erradicar la corrupción es lo que mejor se me da. Soy un guerrero de primera linea. - Esta vez, su tono se puso serio para no restar importancia a sus palabras.