Partida Rol por web

Esperad..., Godesteo... -dije viendo la escena del pastor allí dispuesto. Quizá estos tipos que viven del ganado y pocos oficios más han conocido saben mucho más que la gente de los señoríos o las aldeas, que quizá mucho no sepan en el leer y el escribir, aún menos que contar tan sólo el número de ovejas que tengan, pero seguramente si sobre cuentos de antaño... y de "hogaño"*..., ¿creéis que sabrá algo sobre esas brujas?

Me paré en el camino, haciendo retrasar un poco al grupo. Esperé a que me mirasen y cayeran en la cuenta de mis palabras.

¿Le preguntamos sobre las que hablamos? Podríamos hacerlo sutilmente..., sin hablarles de "las tres" directamente... ¿que os parece?

Alvar caminaba tras sus compañeros sumido en pensamientos nada halagüeños, cada vez estaba más cercano el momento en que se enfrentarían a las brujas, fuera para bien o para mal. Se fijó en el pastor al oír a Fadrique hablar.

- Podríamos sacar información interesante. -Se rascó la cabeza pensativo.- Si le preguntamos hacia dónde se dirige este camino y si hay algún lugar donde nos puedan dar cobijo, quizás de esta forma nos hable de nuestras "amigas".

Bien -dije a mis compañeros-.

Acto seguido me acerqué amistosamente a aquel hombre que parecía un pastor. Carraspeé cuando estuve ya a su lado, y tragando algo de saliva, les mostré primeramene mis respetos.

Buenos días tenga usted señor -le dije-. Parece usted de por aquí, de la aldea sino me equivoco, y tan ciertamente lo creo así, pues a tenido a bien tan sólo el venir aquí, cuesta arriba, sin carro o montura. Dígame, ¿éste camino sabe usted a donde se dirige? Nos dijeron que tuviéramos cuidado en estos parajes -mentí-, que había ciertos peligros, ya sabe, lobos o jabalíes, pero veo esta senda muy tranquila... ¿sabe algo usted?

A los buenos días-dice el hombre con una voz elevada-¿Ustés son peregrinós? Es la primea vez que veo a uno'h peregrino andar pa'l monte y no saber pa' donde van. Este camino lleva al monasterio de San Miguel, está en la cima del monte ¿saben? Todavía les queda buen camino. Ustés paecen soldaos, van con esas armas no creo que que tengan problemas aunque además de los bandios hay también lobos pero es un camino seguro-se queda mirando a Fadrique unos segundos- ¡Aaah! Que lo dice usté por las brujas. No se preocupe buen hombre, no creo que lo conviertan en sapo...aunque nunca se sabe, jaja

Si, bueno, mi señor -le respondí- Tal que cómo nos ve que sus ojos no le mienten, que somos soldados, pero claro... no somos de aquí. Con que al monasterio de San Mi... ¿Brujas? -fingí soprenderme-. Cuénteme tal cosa: que no es posible permitir que tan sólo esa pérfida idea se encuentre cerca de un monasterio del Altísimo... ¿He oído bien, pastor?

A oido usté mu' bien-dijo asintiendo con la cabeza- Me extraña que en el pueblo no le hayan dicho nah. En esta sierra hay brujas, a veces bajan al pueblo y todo para comprar cosas pero nunca se han metido con nadie ¿sabe usté? No se donde viven pero tampoco quiero saberlo, ellas no se comen a los bebes del pueblo y con eso ya nos parecen mejores brujas que las de los otros laos'. Además tenemos el monasterio, que si sigue en pie allí en lo alto será por que Dios lo ha querido y si protege el monasterio supongo que tendrá un ojo puesto en nosotros-dijo el hombre habalndo con tranquilidad. Desde luego las brujas no parecían ser una preocupación en aquella zona.

No le parecía mala idea, así pues asintió de manera seria, mirando ahora al pastor.Escuchaba la conversación, enarcando la ceja al notar la perspicacia de su amigo, aunque tampoco se habría imaginado que les podría haber dicho o hecho aquel pastor si les hubieran hablado de los conocimientos que tenian sobre aquellas criaturas del averno.

El pastor no les dijo nada nuevo, o al menos nada que ya supieran.Aquellas brujas parecían ser medianamente buenas, y habían tomado el camino correcto según el indicado por los pueblerinos.Sólo esperaba no pasar una noche al raso, pues aún tenía el frío pegado a su piel como un mal recuerdo a su memoria.Esperaba pacientemente a que su compañero o sus compañeros terminaran de preguntar y conversar con el pastor, y así poder proceder de nuevo a seguir el camino, no debian demorarse mucho.

- A la paz de dios, buen hombre -saludó Alvar al pastor.- Así que todavía nos queda mucho camino ¿eh? Sería menester que llegáramos antes del anochecer, si apuramos el paso ¿será posible tal cosa?

Esperó respuesta del hombre mientras pensaba que no sería de su agrado volver a dormir a la intemperie en lo alto de la montaña, cerca de lobos y brujas, portando un libro que mejor estaría ardiendo en el mismísimo infierno.

-Si hombre si, no he tarda ni tres horas en llegar. ¿Usté cree que vendrían pa'ca tantos peregrinos si tuvieran que pasar la noche en el monte? Con el frío cace' en invierno...-apostillo el pastor mientras asentía.

Escuchó atento Artal las explicaciones del pastor y quedóse satisfecho de lo que les estaba contando. Parecía que iban bien encaminados, que no había peligros a los que enfrentarse y que llegarían prontamente a un monasterio donde habitaban las brujas, que además no eran tenidas por una amenaza por la población del lugar. Parece que no hay por qué recelar  -penso para sí mismo-, cosa que es de agradecer, pero no dejaré de estar alerta.

- Bueno compañeros, demos las gracias al pastor y prosigamos pues nuestra marcha, que tengo ya ganas de echarme a la cara a estas brujas y ver qué tienen que decir.

- Tienes razón, será mejor no perder más tiempo. Cuanto primero demos solución a nuestra encomienda será lo mejor. -Recogió el saco que había dejado en el suelo y emprendió el camino, saludando al pastor al pasar a su lado.- Salud y que tenga buen día.

Comenzó a ascender por el camino que les llevaría al monasterio, algo más tranquilo al saber que aquella no era zona de muchos peligros e incluso las brujas estaban hasta bien consideradas, cosa extraña esa sin duda.

¡A la de Dios que vaya usted! -dije al tiempo que seguía a Álvar camino arriba y levantando la mano como despedida. Sin duda alguna parecía que íbamos en buen camino y seguramente llegáramos a nuestro destino con el sol aún calentando sobre las nubes. Una vez que estuvimos ascendiendo  y concentrados en ello, le pregunté al resto.

Señores... ¿cuál creéis que será nuestra reacción cuando veamos a esas brujas? Quiero decir...¿serán tan hermosas como cuentan algunos o tan horribles como las dicen otros? No se si me atreveré a hablarles una vez las veamos tan presto y sin dudas como a este pastor...

El pastor se despide de vosotros sin más y retomáis la caminata mientras habláis de lo que os acontecerá en el final de este viaje a la montaña.

- Sean como sean a nuestros ojos seguro que se muestran hermosas a base de hechizos. Es extraño que los lugareños se muestren tan despreocupados con ellas... o comparten sus malas artes o hallanse sumidos bajo sus embrujos.

Las palabras de Fadrique le sumieron en cavilaciones sobre la manera de actuar cuando vieran a las brujas. ¿Dejarían en sus manos el libro así como así? ¿les obligarían a hacer rituales condenados por dios? ¿intentarían robar el grimorio?...

- Quién sabe mi buen Fadrique cómo reaccionaremos cuando las veamos. Eso sólo lo sabremos cuando estemos ante ellas.

Y sin añadir nada más, y no sin cierto esfuerzo, siguió ascendiendo por el camino.

Y comprendió, tras las palabras de Alvar, que aquellas dudas no sólo le asaltaba a él. Tan sólo esperaba acabar aquel camino, aun mucho más aquel encargo, cuanto antes.

El camino seguía subiendo. Pasado unos arcos dos hombres, con aspecto de cazadores por las armas que portaban, os saludaron con la mano mientras seguíais subiendo. Aun quedaba un rato para el medio día y por suerte para vosotros el sol brillaba en lo alto y apaciguaba el frío del monte.

Le agradaba y tranquilizaba saber que ya habían comenzado la marcha y llevaban un buen trecho.Hasta el momento el camino había sido fácil y tranquilo, y en parte le gustaba pues llegarían con todas las fuerzas posibles para encontrarse con las brujas, no bostante, la inmensa tranquilidad había veces que le incomodaba, pues parecía com si algo se estuviera preparando para emboscarles o atacarles, pues como ya decían algunos la tranquilidad precedía a la tormenta.

Saluda amistosamente a los cazadores y sigue avanzando.El Sol dominaba el cielo, y era algo que le tranquilizaba, pues se mantendría caliente durante el día, e intentaría guardar parte de ese calor par ala noche si se daba el caso de que dumieran bajo el raso.Entendía la preocupación e incertidumbre que sentían sus amigos frente a la situación en la que se encontrarán cuando estén frente alas brujas, pues el mismo les acompañaba en dicho sentimiento, no obstante la carne, carne era, y el acero aguzado se mantenía, y si había algún problema, no dudaría en incrustar sus filos en sus cabezas y corazones.

Cada uno caminaba sumido en sus propios pensamientos, aunque al menos el sol calentaba huesos y ánimo. No debía ser tiempo de peregrinación, ya que apenas se encontraron almas en el camino, sólo un par de cazadores a los que simplemente saludaron sin mediar más palabras.

Alvar empezaba a sudar por el esfuerzo de la ascensión y por el peso de su saco, su cojera no ayudaba a seguir cómodamente el paso de los otros, aún así intentaba mantenerse no muy alejado de ellos, el final estaba cada vez más cercano y no era menester aparecer ante las mujeres de uno en uno. Sacó su odre, pegó un trago de agua y, mirando al sol, comprobó que el mediodía se acercaba.

Pese al fugaz encuentro con los tipos de los arcos, quizá sería bueno revisar el camino y los alrededores más inmediatos. ¿Quién sabe quién podría estar oculto tras el más ínfimo matorral por el que al lado pasaran? Dicho lo cual, Fadriguqe comenzó a girar la cabeza de un lado para otro, escudriñando hasta el final de lo que la distancia le permitía otear.

Fadrique observó que, a lo lejos, mas arriba en el camino hay un monasterio. Tras caminar un buen rato, se acercan al mismo, una mole de piedra blanquecina y enorme en medio de las montañas. De pronto se dan cuenta que, sentado en un árbol, seco al lado del camino un hombre les sonríe.