Partida Rol por web

La vista de aquella cosa sólo podía ser descrita cómo repugnante, y aun así se quedaba corto. Cornelia no pudo evitar la arcada y el escalofrío que recorrío su cuerpo impregnandola con miedo, debían salir de allí de forma inmediata, todas las alarmas saltaron diciéndola que no podían permanecer allí.

-Un agujero- Las palabras fueron murmuradas mientras a la médico se le ocurría una idea, con suerte no una mala idea causada por el miedo- Saron, ayúdame a hacer un agujero o encontrarlo, sólo necesito ver lo que hay al otro lado para ir moviéndoos dentro.

Y no dejaban de llegar, lo que nos faltaba. No tenía tiempo para pasar a la espada y el escudo, así que siguiendo el entrenamiento, saqué la bayoneta de su vaina y la encajé en el cañón del mosquete. Había órdenes que seguir, así que sin dudarlo ni un segundo lancé una bayoneta acompañando con todo el peso de mi cuerpo sobre el monstruo que se encontraba en el tejado.

- Capitán Garyland. Los fluidos incandescentes del perro se están aglomerando. No creo que traiga nada bueno consigo.

Tan solo esperaba que no fuera demasiado tarde para reaccionar. Habiendo magia de fuego implicada, aquello podía ser desastroso.

Cargando contra el enemigo Silveria y Bryan se lanzaron contra los zombis en pos de detener su avance. Probablemente su capitán no tenía pensado aquella opción pues cuando los vio cargar de frente lanzo una maldición en voz baja.

Aquel momento fue suficiente para que el monstruo de sombra y ceniza que había saltado desde el tejado, después de esquivar la estocada de la bayoneta de Michael contraatacara. Sus garras ígneas se alargaron atravesando el cuerpo del soldado desde su lado izquierdo y saliendo posteriormente por el otro flanco. Aquello, podría haber sido un ataque que dejara fuera de combate a cualquier persona, pero no había sido así.

Las garras se habían introducido en Michael atravesándolo como si  aquel ser al que se enfrentara no estuviera allí. No había sangre, no había rotura en su armadura y a aspectos exteriores no parecía haber daño alguno. Eso era lo que parecía para todos excepto para Michael el cual cuando la garra le atravesó y salió  de su cuerpo pudo notar como su interior ardía.

Parecido a como cuando tragabas algo recién salido del fuego notaba como su interior no estaba bien, ardor definía bien aquella sensación que iba en aumento y no pudo evitar toser angustiado por aquella sensación.

Mientras aquel ataque parecía afligirle de una forma que el resto no veía Damael se lanzo contra la sombra con su espada infringiéndole un corte y haciendo que aquel ser se retirara.

La cosa con los dos soldados que habían avanzado hacia los zombis no iba mucho mejor. Sus ataques habían cortado la carne o mejor dicho las cenizas de los zombis que tenían frente a ellos. Pedazos de carbón y ceniza habían saltado arrancados del cuerpo de aquellos zombis, pero no había frenado su avance. Haciendo caso omiso al dolor que infligían en sus cuerpos tres de ellos se lanzaron a por la recluta mientras que los otros dos se lanzaron contra la mole con dos hachas.

El primero de los zombis se lanzo hacia Silveria de una forma mucho mas rápida que sus compañeros. Su alaridos y gritos parecían expresas su enfado por el daño que habían perpetrado en su cuerpo. Silveria intento bloquear su ataque pero el brazo del zombi consigue golpearla en un lateral. Quizá el golpe amortiguado por la armadura habría sido lo de menos de no ser por el calor interno del brazo del zombi. Pudo notar como el lateral de su torso bullía por el calor desprendido del zombi. De un salto se alejo como pudo de aquel ardor y con dificultad bloqueo el resto de los ataques de los zombies.

Su compañero hizo lo mismo esquivando a los dos que se habían dirigido hacia él. Parecía evidente que aquellos zombies eran mas duros que los que se habían podido enfrentar en el pasado. Duros, diferentes y mucho mas dañinos. La voz del capitán les alerto desde su posición.- ¡Retroceded!¡Enfrentarlos de dos en dos a la entrada del  pasillo, no intentéis haceros los héroes!.

Por otro lado, la doctora de vuestro escuadrón parecía tener problemas para mantener el almuerzo en su interior, en todos sus años como doctora había visto cosas horrorosas, pero quizá la visión de estas moviéndose y siendo utilizadas como herramientas no había sido bien encajada por la joven.

Intentando mantener en su interior la comida dio un aviso a su compañero el cual no tardo en encontrar una abertura en la madera vieja de la puerta. En cuanto lo hizo Cornelia no dudo mucho en la acción a realizar, Tomando a Saron y a Ketih por los hombros, estos desaparecieron de donde estaban para aparecer en el interior de la casa.

Al escuchar la voz del comandante mi prioridad pasa a ser la de tener que abandonar aquella posición lo antes posible.

"Estos zombies son duros y no parece que nos vayan a dejar retroceder sin más." Pienso antes de lanzar mis hachazos intentando librarme de los dos seres que han atacado para, acto seguido, procurar retroceder cuanto me es posible*.

"De nuevo me va a caer una buena bronca por esto. Espero que nadie salga herido."

Intentando no centrarse en el echo de que acababa de echar el desayuno, Cornelia fijo su mirada en sus commpañeros. La armadura de Silveria se mostraba algo chamuscada, pero la verdadera preocupación venía por Michael, claramente lo habían atravesado de lado a lado pero no había rastro de herida alguna, únicamente la expresión en su rostro.

Si se había roto algo y simplemente lanzaba el hechizo sin conocimiento por la voluntad del master podría acabar mal, pero si el daño era peor de lo que mostraba podía ser peligroso dejarlo así. Y aunque siempre quedaba la opción de enviarlo dentro de la casa,enviar más gente podría ser contraproducente para los que se quedaran defendiendo la posición...Sacudiendo la cabeza y elevando el brazo, Cornelia lanzó su hechizo para intentar reparar el daño que Michael pudiera haber sufrido.

Por un instante, vi el espectro de la muerte sobre mí cuando las garras me atravesaron. Por un instante, pensé que todo había acabado, sin servir a ningún propósito con ello. Pero seguía vivo. Di las gracias a Dios por ello, justo antes de que empezara a sentir ardores. Aquello no era normal, menos aún porque no había sufrido ningún daño. Respiré profundamente para tratar de aliviarme, pero lo único que conseguí fue sentir como mis pulmones se convertían en un brasero.

Clavé la bayoneta en el suelo durante un momento mientras el capitán hería a la vil criatura. El hechizo de Cornelia me hizo sentir ligeramente mejor, pero aún tenía que encargarme de aquella criatura. Desclavé la bayoneta del suelo y rápidamente la impulsé con la intención de clavarla en el centro de aquella criatura mientras intentaba pensar en alguna debilidad que pudieramos aprovechar.

El primer movimiento en aquella batalla fue rápido. Las hachas del soldado Byran se enarbolaron trazando un golpe simultaneo en los plexos de los zombies  que le atacaban. La carne quemada de los muerto se dividieron casi hasta la mitad y su torso superior inclino hacia el lado contrario del golpe, como si un árbol a medio talar fuera. No tuvo mucha dificultad en esquivar los manotazos de los zombies en aquella estraña posición así como la de su compañero restante que le acosaba.

Su compañera en el frente no tuvo tanta suerte como su compañero. Cuando su espada empezaba a balancearse para golpear a los enemigos que tenia al frente, uno de los zombies salto hacia ella golpeándola en el brazo e interrumpiendo su ataque. El resto de los zombies, aprovechando aquella apertura no dudaron en lanzarse a por la joven. Un mordisco y un manotazo fueron perpetrados en el cuerpo de la joven que, aun intentando bloquear aquellos golpes no fue capaz de evitarlos. Se estaba viendo doblegada por el numero de adversarios. Su armadura brillante empezaba a estar llena de la ceniza que los zombies portaban por su cuerpo pero no parecía dañada, aunque no se podía decir lo mismo del resto de sus ropas. Estas habían empezado a arder. Se podía ver como el uniforme que portaba por debajo de la armadura había prendido, así como algunos de los brillantes cabellos de la muchacha.

La pelea en medio del grupo contra la sombra por el contrario parecía ir bien, la bayoneta de Michael se clavó en el cuerpo sinuoso de su enemigo, momento el cual aprovecho vuestro comandante para, en un rápido movimiento lanzar un golpe amputando el brazo de la criatura. Esta lanzo un chillido antes de caer inerte a un lado.

La sombra había caído, al igual que los lobos que os habían atacado y el zombi que acababa de partir Bryan, pero la situación no parecía buena. Los zombies estaban dando una buena golpiza a Silveria que empezaba a arder intentando retirarse. La voz de vuestro comandante se abrió paso a través de todos los sonidos.- ¡CORNELIA! ¡SACALA DE AHÍ, SACALA!.- Justo después de que aquellas palabras fueran pronunciadas un nuevo relincho sonó mientras el carro del cual solo se había mostrado parte avanzaba inexorablemente. Llevando aquellas riendas biológicas apareció un ser, criatura o como quisiera ser llamado subido en el carro.

Parecía ser un conglomerado de varios cadáveres de diferentes especies.  Más extremidades de las que debería tener una persona, menos piel de la que se debería mantener en el exterior, mas ojos de los que se debería tener  y mucho mas grande de lo que debería tener un ser de esas características. Todo ello quemado y con aquel tono cenizo de ascuas que tanto habíais visto en tan poco tiempo.

Un nuevo relincho sonó pero esta vez fue acompañado de otra cosa. Los cadáveres de los lobos  que habían empezado a transformarse ahora tomando el aspecto de huevos de magma empezaron a rodar por los adoquines en dirección a aquella extraña criatura que se había presentado en aquel carro.

Por otro lado, al otro lado de la puerta se podia oir la voz de Saron, pidiendoos que aguantarais mientras se escuchaba como movian algunas cosas.

"Silveria..." Ir a rescatarla o seguir la orden de replegarnos, la duda momentánea sobre qué hacer me hace ser más lento. Sin embargo la voz del comandante, imponiéndose ante los estruendosos sonidos del combate, hace que vuelva a tener claras mis prioridades: "Si me meto ahí puede que también haya que rescatarme a mi. Es mejor confiar en Cornelia. Aguanta compañera."

Con esto en mente repito mi acción de atacar a aquellos que se acercan a mi y echarme para atrás.

—Carajo! —pero de qué están hechos estos cosos? son más duros que el pan viejo!  —No necesitas gritar! Ya voy retrocediendo! ya voy!

Emprendo entonces una retirada a la vez que noto entonces que tengo llamas en algunas partes del cuerpo, que a golpes intento apagar —Ah! —debería rodar por el suelo? pero eso me haría más lenta y me comerían viva...  —Por qué nadie me dijo que estoy que ardo?!
—Cornelia! Usa tu magia para apagarme, anda! —insulto al aire tras decir eso, recordando que hace nada dije que la magia era para cobardes.

Al clavarse la bayoneta de lleno en el pecho de la criatura, retorcí la hoja para distraerla con el dolor mientras el capitán la remataba. La presión inmediata ya estaba fuera de mis espaldas y podía permitirme a cambiar a unas armas con las que me sintiera más cómodo. Mietras descolgaba el escudo con la izquierda, volvía a guardar el mosquete con la mano derecha, y una vez afianzado el escudo desenvainé la espada. Sin embargo, al ver a Silveria prendida se hizo claro que no podía permitirme ni un segundo de calma.

- ¡No seas tonta, al suelo y rueda! ¡Yo te cubro! - dije mientras corría para ponerme frente a ella, escudo alzado y espada baja para ofrecer mayor cobertura.

Tal vez no fuera la mejor idea, aún sentía mi interior ardiendo, pero mientras aquello podía ser una simple ilusión, el fuego que envolvía a mi compañera era bien real.

Viendo a su compañera en llamas y la naturaleza de las criaturas, Cornelia se lamentó de no haber aprendido magia de agua para poder apagar las llamas.

-¡Estoy en ello!-Corriendo hacia su compañera hizo aquello que su capitán había ordenado y lo poco que podía hacer en ese caso, sólo esperaba no prender el interior de la casa.

El grupo se movilizo con rapidez para proteger a su compañera. Los dos zombis sobre los cuales Bryan había hecho impacto se habían quedado rezagados, dejando únicamente a tres prosiguiendo la retirada de una Silveria en llamas. Las manos de los zombies  se volvieron a alzar para golpear a la joven pero el escudo de Michael junto el de Cornelia se alzaron para protegerla evadiendo los golpes que se dirigieron hacia ella.

Cuando los escudos se volvieron a separar la joven en llamas ya no estaba allí. Aunque si había algo de ella. Su espada bastarda había caído al suelo al no ser el hechizo de Cornelia lo suficiente fuerte, espada que uno de sus compañeros no tardo en recojer. La joven reapareció en llamas dentro del edificio cuyas puertas se abrieron empujadas desde dentro por Saron y una mujer en ese mismo momento. -¡ENTRAR!.- Grito la mujer haciendo señas mientras Keith, el joven que habíais rescatado, y un hombre anciano empezaban a dar palmadas a Cornelia intentando apagar sus llamas.

La confirmación de retirada de vuestro capitán no tardo en llegar y empezasteis a entrar en aquella especie de establo junto con las monturas de las cuales, aquellas que ya no tenían jinete, se encargo Saron. Mientras os retirabais al interior visteis como las bolas que antes eran los lobos empezaban a fusionarse con la extraña criatura que montaba el fantasmagórico carro y como la sombra que os había atacado empezaba el mismo proceso de descomposición.

No pudisteis ver mucho más pues en cuanto entrasteis pues la mujer que había gritado cerro los dos portones dejando a los zombies fuera. Mientras Saron empezaba a poner hoces, escobas y otros útiles a modo de atrancar la puerta junto con algún que otro mueble. Escuchasteis como la puerta era golpeada un par de veces por los zombies pero pronto dejaron de insistir y escuchasteis sus pasos marchándose.

Mientras acababais de apagar el cuerpo de la joven Silveria  escuchasteis dos últimos sonidos un aullido proseguido un el relincho de aquellos pútridos jamelgos mientras sus herraduras hacían contacto con el suelo y empezaba a ir a alguna parte.

La mujer que os había hablado y ayudado era erguida y fuerte, poseía musculatura definida pero no excesiva y sobre su cabeza llevaba un tricornio. En su pecho colgaba una estrella, identificándola como la sheriff de aquel lugar. Ella fue la primero en hablar.- Al edificio principal, dejar las monturas aquí.- Dijo haciendo una señal a los establos.- Este lugar no es del todo seguro y… Dios, de verdad eres tu Damael.- Dice la mujer mientras se acerca a vuestro comandante.- De todos los sitios nunca pensé que nos veríamos en esta situación.