Partida Rol por web

Al igual que la mujer vuestro comandante no se había mantenido sin hacer anda, en cuanto había entrado había valorado lo que había en el interior.- Cornelia, trata las heridas de Silveria. Michael, ¿Estas bien? Algún efecto de esa cosa?. Pregunto haciendo referencia a la garra de la sombra que le había atravesado. 

No fue hasta escuchar su nombre que se giro hacia la mujer.-¿Alexandra Virkof?.- Pregunto vuestro comandante también algo aturdido. No sabíais de que conocía a esa persona, pero parecía evidente que en el pasado ya habían trabajado juntos.- ¿Puedes explicarme que demonios era eso?.-Pregunto referiendose a lo que acababais de vivir. 

La mujer aunque puso una sonrisa triste  al escuchar su nombre negó con la cabeza cuando vuestro comandante pidió explicaciones.- Aquí no, vayamos a dentro.- Dicho esto se giro hacia el hombre que había estado ayudando a apagar el juego de Silveria.- Goodman. ¿Puedes volver a clausurar esta entrada? Si en algun momento empiezan a golpearla, corre hacia el segundo bloqueo.

—Gracias  —le sonrío al compañero que recupera mi espada, aún con los brazos prendidos. Como todavía el fuego no me llegaba a la piel, no me había dado cuenta de lo encendida que estaba hasta ver el fuego directamente, y entonces me esforcé en apagarlo.

Sigo a los demás tratando de no meter la pata y decir algo fuera de lugar. Se me ocurren muchas idioteces para comentar, pero mejor dejar opinar a los que saben. Mientras pienso en alguna mejor técnica para pelear contra este nuevo enemigo, me quedo distraída mirando fijamente un punto cualquiera en el suelo. Lo de correr directamente a cortarlos no sirve, son muy resistentes.

Cornelia se apresuro a tratar las heridas de todos, en primer lugar examinando las de Silveria quien parecía haber sido la más mal parada de aquella escaramuza.
-Fuera la armadura, necesito examinar las heridas. Y Michael, tu eres el siguiente, necesito asegurarme de que lo que te ha atravesado no ha tenido efectos negativos en tu cuerpo o en tu mente.

¡Pero muchacha! ¡Apágate antes de hacer nada!.-Dijo el hombre de mediana edad mientras daba palmadas a la espalda de Silveria en un intento de apagar las llamas que salían de ella mientras la mujer recuperaba su arma.

La joven pareció darse cuenta de la gravedad del fuego cuando levanto los brazos para recuperar sus armas y empezó a apagar las llamas. Cuando ya estuvieron extintas el hombre dio un par de palmadas al aire y al recibir órdenes de la mujer que parecía la sheriff asintió.- A sus órdenes señora.

El hombre no parecía un soldado, más bien un lugareño. Tenía la tez tostada por el sol, barba de un par de semanas, ojos vivarachos y corpulencia musculada. Sin mucho miedo a los ruidos que había en el exterior camino hacia la puerta con un par de tablones de madera y un martillo con intención de apuntalarla tal y como estaba antes de vuestra llegada.

Dejando los caballos en aquel lugar entrasteis a lo que parecía el edificio principal. Tras recorrer un corto pasillo os encontrasteis en un salón. Todas las ventanas estaban apuntaladas, la que juraríais era la puerta principal tenía una gran cantidad de muebles delante y lo que parecía n las bisagras y picaporte estaban fundidos. Ya hubiera sido como método de barricada o durante un ataque, aquella puerta no podía abrirse.

Allí en aquella sala había mas personas. No llegaba siquiera a la decena de personas. Aparte de la Seriff, había tres hombres más, uno alto y trajeado; otro canoso rechoncho  y con un delantal y por ultimo un hombre con una gabardina verde y una barba poco cuidada. Había también dos mujeres. Una algo mayor y bajita que permanecía abrazada al hombre rechoncho de delantal, la otra algo mas joven y con el pelo castaño que permanecía con las manos unidas cogiendo el collar de su cuello en la cual se distinguía la cruz de Abel. Dejando a todos estos de lado que os miraban con expectación había también tres niños temerosos en la sala, que os miraban desde las escaleras ascendentes al segundo piso.

El primer en hablar fue vuestro comandante.- Alexandra, necesito saber que está ocurriendo. Llegamos aquí con intenciones de investigar una explosión de gas y nos encontramos con una muchedumbre de no-muertos calcinados.- Dice el comandante girándose después de ver a lo que parecían los supervivientes y mirando a la Sheriff.

La mujer pega un suspiro.- Tan impaciente como siempre.- Agita la cabeza negativamente. La mujer gira la mirada hacia Cornelia, la cual está intentando hacer que Silveria se quite la armadura.-  En el piso de arriba esta Pilgrim, nuestro doctor. Si necesitas algo puedes pedírselo pero… No vamos precisamente bien de suministros y el resto de heridos también necesitan, pero seguro que puede darte lo que necesites. Arriba creo que queda alguna cama libre.­-Explico la mujer.

La gente después de ver que no erais enemigos parecía haberse tranquilizado y fue distribuyéndose por la sala, aun con ello notabais las miradas curiosas y de esperanza que muchos de ellos tenían en los ojos. Todos excepto uno de los supervivientes os miraba a vosotros, el hombre con gabardina verde miraba a Keith y podían verse pequeñas lágrimas en sus ojos. Poco tardo en avanzar hacia él y abrazarlo. Parecía que eran familiares.

La mujer que os había guiado agito la cabeza nuevamente.- Descansad un rato. Ayudare a Goodman a bloquear la puerta y os contare lo que se… que no es mucho. Pero mejor que no os relajéis. No sé si con esa incursión habremos fijado su atención en nosotros.-Aquellas palabras fueron consecuentes en las personas que había en la sala. Notasteis como muchos de los presentes se encogían de miedo.

Os podéis dar cuenta de que todos los que están allí parecen tener alguna que otra marca rojiza en su cuerpo, tal y como las que presenta Keith

Si me lo permite ayudaré también a reforzar los bloqueos. Le digo a la "Sheriff", tras lo cual miro al comandante esperando una señal para saber si me da permiso o no para ir con ella.

"A fin de cuentas no estoy herido, los puntales es mejor que estén sujetos con fuerza y quien mejor que yo para esa tarea. Además poner a uno de sus hombres a trabajar conjuntamente es una buena manera de demostrar que estamos allí para ayudar y que esas personas asustadas empiecen a confiar en el comandante." 

Tras curar las heridas de Silveria, Cornelia fue de inmediato hacia Michael exigiendo que se quitase la camiseta y mostrase donde la había golpeado aquel ser, mientras realizaba el estudio sobre posibles heridas preguntaba por su estado mental.

-¿Malestar o dolor? ¿fascinación, miedo, alucinaciones o algo que creas que puede estar fuera de lugar? - En otra situación tal vesz hubiera preguntado por nauseas, pero tras la grotesca escena de fuera ella era la primera que sentía arcadas con sólo recordarlo.

Al comando de retirada, envainé rápidamente mi espada mientras seguía cubriendo a mis compañeros con el escudo, retrocediendo hasta llegar a la espada de Silveria. Lo más sensato hubiera sido dejar el arma allí, pero en esta situación tener a nuestra compañera desarmada le restaba utilidad, por lo que la agarré del suelo antes de salir corriendo al interior de aquel refugio improvisado.

Una vez dentro, armando rápidamente de nuevo a mi compañera ahora apagada, ayudé a apuntalar la puerta hasta que el ruido de los zombis cesó. Gracias a la adrenalina prácticamente había olvidado como sentía mi interior, hasta que cuando por fin pude relajarme lo volví a notar.

- ¿Eh? - no me di cuenta de que Cornelia intentaba tratarme hasta que prácticamente me estaba quitando ella la chaqueta del uniforme -. Espera, ya lo hago yo.

Como pude, terminé de desabotonar la chaqueta así como la camisa que llevaba bajo ella. Una vez fuera esas piezas de ropa, requiriendo ayuda de Cornelia para ir mas rápido, me quité la cota de cuero tachonado, la cual hizo un tintineo metálico al caer al suelo. Ahora con el torso al descubierto se podía apreciar mejor los músculos definidos por el entrenamiento, así como varias cicatrices viejas de entrenamiento en el frente y de latigazos en la espalda.

- Siento ardores cada vez que respiro, pero no creo que encuentres nada superficial, no siento ninguna herida - me acerqué entonces a susurrarle al oído -. _{Quizá debieras preocuparte más por los supervivientes del pueblo. Todos tienen las mismas marcas que Keith.}

La magia me cae mal, pero sin dudas es útil, a saber los días que hubiera tenido que estar en reposo para recuperarme de las quemaduras. Lo hace parecer tan fácil esta mujer...
Pero no tengo mucho tiempo para pensar en la magia porque echo en falta mi espada, y no me quedo tranquila hasta que aparece el buen Michael trayéndomela —gracias  —le sonrío. Una vez la recupero ya puedo percatarme mejor de mis alrededores y de estas nuevas personas que nos acompañan.

—Miren, —señalo —tienen también marcas como las de aquel muchacho —comento sin darme cuenta de que al mismo tiempo Michael hace la misma observación con algo más de sutileza.

Los tres subisteis al segundo piso como os había indicado la sheriff mientras vuestro compañero se dirigía a ayudar a esta y a vuestro comandante a asegurarse que el paso que habían abierto para hacer vuestra llegada había quedado correctamente cerrado. En las escaleras había dos niños y una niña, que se apartaron de vuestro camino.

El piso superior consistía de un pasillo que daba pie a diversas salas , la puerta abierta a la que os dirigisteis y de la cual se podía escuchar alguna que otra tos parecía ser una enfermería improvisada. Un hombre con ojeras y lo que parecía un habito negro con alzacuellos os miro al entrar.- Decirme por Abel que sois los que nos sacareis de aquí.- Menciono mientras miraba como Cornelia insistía en su cuestionario al joven Michael. Parecía que el párroco era el mismo que el doctor, o al menos estaba ejerciendo como tal.

Aquella enfermería improvisada consistía de unas ocho camas, seis de ellas ocupadas ya con pacientes con síntomas mas que parecidos de los que habíais visto por el momento aunque, a vuestro parecer, más avanzados. Muchos de ellos eran bastante más graves que cualquier epidemia común pues estaban heridos con diversos cortes, hematomas y laceraciones. Uno de ellos llamaba especialmente la atención por la gravedad de su pierna cubierta de vendajes ensangrentados y una frente sudorosa, hacia denotar la gravedad de su situación.

Cuando subías la escalera, notaste una pequeña nota de energía discordante, ¿Quizá la misma que habías notado fortuitamente desde el centro de la plaza? No estabas muy segura pero provenía de la niña que os había dejado paso.

Al fijarte en ella te diste cuenta que a diferencia de los otros dos niños, en los cuales podías identificar claramente el miedo y el temor, en la pequeña no parecía haber esa emoción si no mas bien uno de profunda tristeza. Pero habia algo discordante, aunque la leve energia era emitida de su direccion no parecia propio de la joven... ¿Quiza algun objeto?

Claro, cuantas más manos mejor.- Respondió Virkof.

Mientras tus compañeros subían al piso superior tu acompañaste a la sherif y a tu comandante, el cual parecía demasiado alterado como para dejar escapar a la señorita Virkof sin decir nada.

Volvisteis a la puerta en la cual el hombre que habíais dejado parecía estar clavando algunos clavos y moviendo algunas tablas de madera (Las cuales podías identificar como provenientes de algún mueble destrozado) El hombre os miro y asintió.- ¿Esta bien ya la joven de pelo humeante?.- Pregunto a modo de broma en un tono bajo mientras preparaba el siguiente clavo. El motivo de su voz en poco volumen fue constante cuando el hombre empezó a dar muy cuidadosamente al clavo, como si quisiera crear el menor ruido posible.

-Ya que no hay trastos por delante estoy aprovechando para cerrar algún agujero quemado que hicieron antes de vuestra llegada. Parecen estar tranquilos por el momento.- Os informo mientras terminaba de clavar la madera.

Virkof agito la cabeza negativamente.- Cubramos esto cuanto antes con las cosas por si intentan empujar.- Menciono mientras empezaba así el fatigable trabajo de desplazar sin provocar ruido los muebles de la sala hacia la puerta.

Silveria es dura. Estará bien pronto. Digo en el mismo tono que ellos respondiendo a lo de la "joven de pelo humeante" mientras tomo uno de los tablones para apuntalarlo donde me han indicado y, al mismo tiempo que cumplo mi tarea, intento fijarme en si escucho algún sonido del exterior.

Cornelia desvió la mirada hacia quien había llamado su atención, si bien debía atender a los heridos tal cómo sus compañeros decían no podía simplemente ignorar cualquier presencia mágica en aquellas circunstancias.
Sólo dos de sus compañeros actuales podía tener alguna posibilidad de detectar magia, y uno no estaba presente.

-Michael, aquella niña desprende algo de magia, se siente más cómo un objeto pero podría estar equivocada,¿podrías ir a interrogarla mientras atiendo a los heridos? – Dijo entre susurros mientras indicaba en la dirección de la niña en cuestión.
-Haremos lo posible para ayudar- Comentó intentando tranquilizar al sacerdote.- Comenzaré examinando a los más graves, pero tambien quisiera examinar a cualquiera que haya recibido heridas similares - Mientras decía estas palabras Cornelia comenzaba a examinar uno a uno a los afectados empezando por el más grave.

- Ehm... No se me dan muy bien los niños, pero puedo intentarlo. Dame un momento para que me vista.

Volví a cubrirme con la cota, pues no me sentía seguro sin ella bajo amenaza como en aquella situación, para acto seguido colocarme el uniforme de nuevo. Vestido al fin, bajé las escaleras para volver a ver a los niños. Cornelia había especificado la niña, así que centré mi vista en ella, tratando de ver el rastro mágico indicado por nuestra médico. El problema es que no sabía que decir, y tal vez un adulto callado mirándola fijamente desde arriba no fuera lo más tranquilizador. Opté por ponerme de cuclillas tras probablemente demasiado tiempo de observación incómoda para intentar parecer menos amenazador.

- A mi compañera le ha parecido ver que tienes un objeto mágico, ¿me lo puedes enseñar? Prometo que no te lo quitaré.