Partida Rol por web

La pequeña se secó las ultimas lagrimas. Parecía que ya estaba más calmada, le gustaba la voz de Catherine, tenía poder sobre ella, era casi mágico, pero realmente la tranquilizaba mucho.

- ¿De verdad? Yo...yo... -Sentía que de verdad ella no le iba a abandonar y otra pequeña llamita comenzó a prenderse en su interior, un pequeño pilar sobre el que sustentarse.-Gracias.

Y una tímida sonrisa quisó aparecer en sus labios..pero tan efímera como la sensación de total paz que la pequeña sentía.

De pronto su mundo se amplió y en él ya no sólo estaba Catherine. Estaba el cementerio, los extranjeros, y las tumbas....y una de ellas estaba siendo ¿¿profanada?? ¿¿¡Los extranjeros estaban abriendo la tumba del padre Scot!?? pero... ¿¡Delante de Catherine!? ¿¡Quienes se creían para hacer algo como eso!? como...podía estar Quint allí sin impedir que aquel individuo continuase?!

-Catherine...ellos...-su dedo señalo a Faliar-Están profanando la tumba. Dejó de dirijirse a su amiga y se lanzó hacia ellos como un perro de caza .-¡Que haceis! ¿Cómo os atrevéis ? Dejaz esa pala ¡Estúpidos! ¡Es la tumba del padre Scot! ¡Largaos de aqui! - se volvió hacia Catherine- Catherine, ¡Haz algo! ¡Están desenterrando su cuerpo!

Descargó su impotencia y frustación con aquellos chicos. Primero lo de su madre y ahora esto...y más siendo él uno de los participes.¿Por qué el mundo no podía parar un segundo y dejarla respirar? Sólo un segundo..

Faliar dejó de cavar, clavó la pala en el suelo, y miró a la niña

- Lo estamos haciendo con el permiso de Catherine. ¿Acaso lo haríamos delante de ella sin su permiso?

Quint se asomó al hoyo cuando escuchó el característico sonido de la madera al ser golpeada en lugar de la tierra.

-Ya lo tenemos. -Dijo para sí mientras bajaba junto a Faliar y comenzó a apartar la tierra de los laterales para poder sacar la tapa sin romperla en pedazos. Pero apenas había comenzado con su tarea cuando la niña a la que Catherine había ido a atender llegó corriendo hasta ellos y comenzó a gritarles que se detubieran.

-Exacto. -Añadió Quint a las palabras de Faliar.- Y ahora lárgate y déjanos trabajar. Cuanto antes terminemos con esto antes acabaremos con el dolor de Catherine.

¿Ahora se dedican a recriminarnos los pueblerinos? ¡¿Después de lo que hicieron?! Estoy empezando a aborrecer esta maldita isla...

Catherine detuvo a Nahia con su mano derecha, cogiéndola del hombro. Luego, con voz dulce, le explicó la situación a la pequeña.

-Tranquila Nahia. Hace un rat... bueno, da igual. Digamos que les he dado permiso. Quizá sea bueno para la isla lo que están haciendo. El padre estuvo un poco distante conmigo las últimas semanas ¿recuerdas? Pues puede que esto sea la respuesta a esa situación. 

Se detuvo un momento y miró a Faliar, asintiendo con la cabeza. Era un claro gesto para que continuaran con lo que habían empezado. 

-No te preocupes.

De pronto, Faliar empezó a "oler" magia en el ambiente, como si algo se acercara a gran velocidad, pero no a traves del espacio, sino fuera de él. Como si desde otra dimensión algo estuviera tratando de contactar con él, algo muy poderoso.

La cabeza le empezaba a dar vueltas cuando empezó a distinguir una voz, una voz masculina. La reconoció, pero era imposible, no podía sonar en su cabeza. Tenía un fondo extraño, como con reververación que la hacía un poco tenebrosa.

La voz era de Aaron, y rezaba así:

Avisa a Faliar. Dile que estoy con Xerine, que estamos bien y que puede que Cavalcanti haya puesto precio a nuestras cabezas.

Justo tras estas palabras, la extraña sensación desapareció, tan rauda como había llegado.

Las palabras de Catherine la desconcertaron. No lo entendía del todo. Pero Catherine les daba su aprobación. Así que..ella no tenia derecho a decir nada. 

Miró un segundo a los ojos a Catherine y la vergüenza le invadió haciéndole agachar la cabeza. Su mente estaba demasiado agobiada y confusa. así que se limito a un simple:

-Esta bien, yo... lo siento. Perdonad.

Se quedo un segundo callada observando la escena y entonces acertó a mascullar entre dientes:

-¿Porque?

-No hace falta que te disculpes, has sido muy valiente tratando de enfrentarte a ellos.

Catherine le acarició el pelo, enmarañándoselo un poco.

Ahora sabremos si realmente ha sido útil lo que estamos haciendo... El padre nos habló ¿Sabes?, nos dijo que en sus manos se encontraba la respuesta a todo esto, la respuesta al mal humor de la aldea, la respuesta a esta condenada tormenta que nunca precipita. Si realmente la respuesta está en sus manos, literalmente, puede que consigamos un futuro mejor para la aldea.

Catherine miró un segundo el atuendo de Nahia. Sí, llevaba la flauta que siempre tenía cuando estaba con ella. Sería una buena distracción, para las dos.

-¿Qué tal si nos relajamos cantando un poco? Puedes acompañarme con la flauta, deja que la música te tranquilice. Hazlo por mi.

Quint buscó una de sus dagas para levantar la esquina del ataúd y poder hacer palanca con la pala después desde ahí.

¿Cantar? Bueno, mientras no empiecen a aparecer fantasmas luminosos que convierten en polvo a la gente como la última vez...

Catherine empezó a aclararse la voz, mientras Nahia sacaba su pequeña flauta de la funda. Hacía mucho tiempo que tocaban y cantaban juntas, casi no hacía falta hablarlo, una mirada, una nota y estaba decidida la canción que iban a cantar. Iban a tranquilizarse mientras los dos hombres realizaban la dura tarea de abrir la tumba del padre, algo que no era plato de buen gusto para nadie.

La voz de la joven rubia, y el sonido melodioso que la acompañaba, salido de la flauta de Nahia hicieron que las perpetuas sombras que cubrían el cementerio desaparecieran levemente, todo estaba un poco más claro en el momento en el que el cuerpo del padre iba a "sentir" de nuevo el aire. Las notas inundaron el ambiente, y ayudaron a los dos hombres a realizar la tarea que estaban realizando, al tiempo que calmaban la inquieta alma de Nahia, y tranquilizaban a Catherine.

Quint cogió una de sus dagas, y buscó un resquicio en la esquina del sarcófago para poder hacer palanca. Faliar miraba desde un lado, impaciente por ver que había dentro. La verdad es que desde hacía un momento su mente parecía de nuevo un poco ida, pero ya había vuelto con el resto.

Con un poco de esfuerzo, Quint levantó la tapa por la esquina, y los dos hombres acudieron rápidamente a agarrar el borde del ataúd, para poder tirar desde ahí con fuerza. Nahia y Catherine seguían manteniendo a sus "fantasmas" fuera del cementerio, trasmitiendo con su voz la fuerza necesaria para levantar la tapa.

Una nube de polvo voló desde el interior del ataud buscando su libertad, acariciando las caras de Faliar y Quint, y perdiéndose con un pequeño baile en el aire, dispersandose en pocos metros, no dejando rastro de su existencia.

Pero esto no lo vieron los guerreros, pues estaban mirando lo que acababan de descubrir, viendo lo que había dentro del sarcófago.

El cuerpo de un hombre mayor, sin llegar a anciano yacía de espaldas, con una expresión seria en su rostro Estaba vestido con una túnica blanca impoluta con intrincados dibujos bordados en oro que le llegaba hasta los pies y unos zapatos de gala. Sus manos, estaban cruzadas sobre su pecho con el mismo gesto que el fantasma había realizado.

Y allí, bajo sus manos, apretado contra su pecho, cubierto por sus brazos, se encontraba un pequeño libro, ajado y casi destrozado.

Parecía, un pequeño diario.

- Así que era esto...

Faliar intenta retirar el libro de las manos del cadáver, teniendo cuidado de no dañar el cuerpo, por respeto a Catherine

Faliar sacó con cuidado el libro de entre las manos de Scott, parece que la intuición del rubio había dado su fruto, y al fin iban a arrojar algo de luz sobre sus preguntas.

¿o no?

Todos se acercaron para ver qué había allí, todos querían observar un poco de aquel descubrimiento. 

El diario, decía así:

-Oh... Dios mío...

Al leer el diario, parte de las sospechas de Quint habían quedado más que confirmadas. Sin embargo, la teoría del cazador había apuntado a Émil como principal sospechoso de brujería.

Dos prisioneros que escaparon de un barco, uno de ellos tan poderoso que se necesitaba un artefacto para retenerlo... Y menciona a la... ¿Inquisición?

-Esto es peor de lo que me temía. ¿Y hay una catedral en la isla? ¡¿Y la Inquisición estubo allí haciendo algo?! -Quint se giró bruscamente hacia la nativa lleno de temor.- ¡Catherine, dime que sabes algo de ese barco, de la catedral, de lo que sea que hizo la Inquisición en la isla y, por favor, no me digas que Calvancanti y Émil aparecieron después que el barco!

Aunque eso último lod eja bastante claro el diario...

Faliar se queda pensativo

- Lo más probable es que Emil sea un "Oscuro" de esos, quizás una de las primeras vícitmas de Calvacanti. Y los soldados que vimos convertirse en polvo igual. Y a saber cuantos en el pueblo están igual. Todo esto explica las pesadillas nocturas y el ambiente opresivo y deprimente de la isla. Y también por que Catherine parece ser el único foco de luz en medio de todo esto. Algo la hace inmune a los poderes de Calvacanti.

Luego parece acordarse de algo

- Creo que Aaron y Xerine están bien, y que Calvacanti va tras ellos. No me digáis como lo sé; simplemente me ha llegado el mensaje. Supongo que Aaron estaría utilizando alguna de sus invocaciones

Catherine estaba tan asombrada como los demás, no podía creer lo que el padre había hecho por ella. Realmente había estado protegiéndola, apartándola del peligro que suponía su investigación. Había cuidado de ella, y se había portado con él como un verdadero padre.

Según leía las líneas dejó caer una gotita de cristal de sus ojos, parecía que el día para sus lagrimales iba a ser lluvioso.

La salada perla descendió por el aire hasta tocar el suelo, brillando en el camino y desaciéndose en un pequeño estallido.

-Me... me protegió.

Respiró un par de veces, confusa, y contestó a Quint.

-Creo que tiene razón Faliar. Émil estaba antes de Cavalcanti, no llegaron juntos... aunque nunca he sabido nada de ese barco. Respecto a la inquisición, sí es cierto que los ancianos cuentan historias de que hace mucho tiempo vinieron a sellar una antigua catedral que está al norte de la isla. Es muy antigua y nadie la visita nunca, pero creo que sabría ir, si me lo propongo.

Luego miró a Nahia.

-Creo... creo que esto es muy grande para tí, pequeña. Si realmente intentamos algo, va a ser muy peligroso y no me gustaría que vivieras eso. 

Se quedó un momento pensativa. No iba a decirle a su amiga que fuera a casa, y se encontrara con su madre aún allí, y además ese era otro problema que había que solucionar. Quizá eso entretuviera a los siervos de Cavalcanti... aunque lo más probable es que símplemente la enterraran y se olvidaran del tema.

-¿Vete a mi casa vale? Espérame allí, te prometo que volveré.

-¡Pero Catherine! ¡No! Yo no me voy a tu casa si tú no vienes conmigo, ahora sólo te tengo a ti, y si algo malo te puede pasar quiero ir contigo. No quiero estar sola, no quiero sentirme así de nuevo. Por favor déjame ir. No me separare de ti, lo prometo. ¡Pero no puedo estar ahora en una casa esperando a ver si tú también regresas con vida o no! ¡Por favor! Por favor Catherine. Juro que seré buena chica. Sabes que sabré comportarme, no soy una niña. ¡Déjame ir, Por favor!

Esperaba con cierto temor la respuesta de Catherine, si no le dejaba ir con ella se pasaría todo el tiempo entre los recuerdos de su madre muerta y la preocupación por si volvería a ver a su amiga. No podía quedarse parada y que su ultimo pilar sobre el que sustentaba se derrumbase.

Faliar se agacha, para ponerse a la altura de la niña

- No es cuestión de saber comportarse, Nahia. Realmente puede ser muy peligroso lo que nos encontremos; puede que hayan monstruos, brujos... Haz caso a Catherine y quédate en un lugar seguro.

-Nahia... ¿Comprendes el peligro que podemos encontrarnos? Esta misma mañana han aparecido tres de los siervos del marqués, y nos han atacado. Y menos mal que estos chicos saben defenderse porque en caso contrario no sé que me habrían hecho.

Mira el diario, Scott creía que Cavalcanti iba tras de mí, esto no va a ser fácil. Puede que estos caballeros puedan protegerme a mi... ¿pero a las dos? ¿No crees que será demasiado peligroso?

Se agachó para ponerse a su altura.

-Solo quiero que estés segura.

Algo extraño había dentro de la niña. Al igual que con Catherine, el alma de Faliar parecía tener una sintonía especial con Nahia, una sensación de calidez, de estar en el hogar. Ya era la segunda vez que ocurría esa sensación y ahora estaba mucho más intesificada. Al fin y al cabo, tanto Cath como ella eran un "foco de bienestar" para Faliar.

Algo dentro de Quint sacudía su alma. Parecía que la pequeña niña que había llegado también repelía a Quint, así como lo hacía Catherine. No era nada intenso, solo un leve susurro, pero ahí estaba. Intensificado por la presencia de las dos personas que provocaban dicho "sonido"...

Nahia no contaba con que había dos opiniones más sobre la mesa a parte de la de Catherine. Y no había empezado con muy buen pie con ellas.

- Lo siento por lo de antes, no sabía que Catherine os lo permitía. Simplemente os vi ahí desenterrando al padre y no pude contenerme. No sabía lo que pasaba. Pero por favor, no me juzguéis por lo de antes. Yo..si Catherine esta allí, tengo que estar allí. No me importa a lo que haya que enfrentarse. Por favor, por favor. No tendréis que cuidar de mí. Yo me ocuparé de mi misma, pero no me dejéis aquí sola.

Miró a los ojos de Faliar. En los ojos de la joven se vislumbraba una mezcla de temor y desesperación.

Se volvió ahora hacia Catherine, con la misma expresión en sus ojos:

- ¡No tienen porque protegerme!  Voy por mi cuenta y riesgo. Ahora no tengo a nadie más. Siento si te creo una gran responsabilidad, pero esa no es mi intención. De verdad, No te pido nada excepto que no mueras, y que no me dejes sola. Por favor...dejadme acompañaros.