Partida Rol por web

Seline había desaparecido. Había dejado una gran marca, y un gran recuerdo en el corazón de aquellos que habían presenciado su aparición. Pero ya no quedaba nada, toda ella había desaparecido perdiéndose en el olvido. El silencio se asentó entre todos los que allí esperaban.

Aaron, se acercó poco a poco desde la espesura.

La paz y la felicidad fueron desapareciendo poco a poco. Ya con su violín y el resto de sus pertenencias en las manos, Xerine se dispuso a marcharse, justo en el momento en el que Aaron aparecía entre la espesura. La música frunció de forma casi imperceptible los labios

Nos veremos en el pueblo Dijo al resto, sin mirarles Hay algo que quiero comprobar

Acto seguido, comenzó a caminar... En dirección a la Mansión de Calvacanti. O lo que quedaba de ella

El warlock se quedó mirando un rato al espacio vacío en el que Seline había desaparecido junto con las últimas gotas de lluvia, con una sonrisa iluminándole el rostro.

- Gracias

Lo dijo en un susurro, para que nadie le oyese. Luego miró a Xerine que se alejaba; y sacudió la cabeza. Esa mujer no cambiaría nunca.

Aaron irrumpió en la iglesia con los ojos rojos, el costado lleno de barro y la cara hinchada. Sin casi fijarse en quien había allí, se dio la vuelta y cerró los enormes pórticos a fin de conservar el calor de la estancia.

Sus movimientos eran lentos y torpes, como si estuviera aturdido, drogado o simplemente muy, muy cansado. Con cierta congoja miró el espacio vacío dejado por Seline. Sin saber que había ocurrido y sin ganas de querer saberlo se dirigió hacia la sala del atrapasueños. Tras medio minuto sin suceder absolutamente nada, volvió a salir con el libro negro en las manos.

-Tengo hambre...y sueño. ¿Tenéis pensado ir al pueblo?-Aaron estaba decaído, y no se molestaba lo mas mínimo en ocultarlo, si bien era cierto que la presencia de la diosa le había levantado un poco los ánimos.

Abrazándose y mirando al suelo, esperó la respuesta de sus compañeros.

Faliar miró a Aaron, y suspiró. Xerine volvía a comportarse de nuevo como una estatua de hielo, y Aaron... bueno, su aspecto lo decía todo. Había visto como reaccionaron ambos cuando Raptor murió; no había que ser un genio para saber que había ocurrido. Prefirió no preguntar nada; era algo que tendrían que arreglar ellos. Se limitó a responder a Aaron.

- Si, regresaremos al pueblo. Al menos hasta que llegue el barco.

Aaron asintió en silencio, sin dejar de mirar al suelo. No añadió nada más.

Catherine miró al mago, y a Nahia, la verdad es que ella también quería volver al pueblo, para dar la buena nueva. Estaba muy emocionada, seguro que los tratarían como héroes. ¡Podrían incluso repetir la fiesta! Seguro que todo el mundo estaba de mejor humor, y podrían disfrutar realmente de una fiesta completa.

Un nuevo día nacía para Corvinus, y ella había sido partícipe y motor del cambio. Estaba orgullosa.

-¡Claro! Vallamos al pueblo. Todo el mundo estará deseando conocer la noticia... Pero... tendremos que tener cuidado al decirlo. No creo que todo el mundo se tome bien si los "nuevos" dicen que han asesinado a su marqués. Creo que Nahia y yo tendríamos que tomar la iniciativa.

Xerine se alejaba del lugar, mientras andaba en dirección a la mansión. Poco a poco, se fue perdiendo por la espesura, sin que nadie le siguiera hasta que de ella no quedaba rastro alguno.

Después de unas horas caminando, gracias a que Seline le había renovado la energía, porque de lo contrario tendría que haberse acostado casi inmediatamente, teniendo en cuenta que llevaba más de un día sin dormir, empezó a vislumbrarse a lo lejos lo que quedaba de la casa del marqués.

O más bien... lo que no quedaba.

Escombros, polvo, rocas... un desastre natural había tragado la mansión y sólo quedaban los restos de un terremoto. Pero, lo más curioso es que ni siquiera quedaban paredes derruidas. Todo lo que allí quedaba era polvo, arena que se llevaba la brisa. El aspecto era desolador.

Grietas hacia el fondo de la tierra surgían cada pocos metros, que había que evitar para no caer en una trampa mortal. El propio poder de Cavalcanti al morir había desgarrado los cimientos de ese lugar.

Casi sintió una punzada de nostalgia. Todo había acabado ya. Todo se había convertido en polvo. Se permitió unos minutos para observar el lugar en silencio

Oh, Galael... Si no hubieras estado tan obcecado en tu propia arrogancia...

Suspiró. ¿Qué habría ocurrido si hubiera entrado a formar parte del bando del Marqués? ¿Qué hubiera ocurrido si se hubiera convertido en su "oscura"? Nada bueno, desde luego. Ese demonio tenía demasiados enemigos, y Seline y Raptor eran sólo un ejemplo de lo poderosos que podían llegar a ser. Y aún, así, habría obtenido poder...

Pero... ¿Para qué servía el poder si se está muerto? Sonrió. Al final, todo se reducía a eso: Sobrevivir. Como siempre. Todo estaba bien así. Aquella vez, había tenido suerte

Sin demorarse más, decidió comenzar a buscar la maleta entre los escombros, sin muchas esperanzas de encontrarla

- Mmmm una fiesta. No estaría mal; la que había cuando llegamos no parecía muy animada. Seguro que esta, con la luz del sol, resulta mucho más agradable

Se dirigió a las puertas de la catedral, y las abrió. Era agradable volver a ver la luz del sol, después de dos días cubiertos de nubes lúgubres. Se giró al grupo y les animó a salir fuera

- Venga, hace muy buen día. No tiene sentido quedarnos más tiempo en este sitio tan tétrico

El mayordomo estaba realmente extrañado. Es como si aún estuviera soñando. Pero, sacando valor de donde no existe, gritó al grupo.

¡Asesinos! ¡Sois unos asesinos! No en vano, después de haber matado al marqués habéis venido aquí para liberar a esa supuesta diosa. Pero a mí no me engaña, en su presencia todo era belleza pero seguro que es un truco.

Sois unos adoradores del infierno, y el pobre Guido trató de pararos. ¡No merecéis vivir!

Y salió corriendo. Pero Faliar estaba en la puerta, no tendría que hacer mucho si quería evitar que saliera.

Faliar se cruzó de brazos mientras observaba al mayordomo corriendo hacia la salida. Se limitó a murmurar unas palabras, y la piedra que cubría el suelo de la entrada se convirtió en una brillante superficie de metal liso. En cuando Alfred pasó por su lado, la suela de los mocasines resbaló en la superficie perfectamente lisa, y el mayordomo perdió el equilibrio. Se elevó unos segundos en el aire, para luego caer al suelo pegándose una tremenda costalada. Se quedó echo un guiñapo en el suelo, lamentándose por lo bajo. Sin poder reprimir una risita, Faliar deshizo el hechizo, se agachó junto a Alfred y le agarró la muñeca, procurando no hacerle daño, pero con la firmeza suficiente para que no volviese a salir corriendo

- Venga, no hagas tonterías

Aaron suspiró y se acercó a Alfred.

-Mira, se que ésto es raro para ti. No creo que lo entiendas hasta pasados unos meses, pero da igual. Nosotros no hemos hecho ningún mal a ésta isla, todo lo contrario, os hemos librado de una de las peores catástrofes que la asolaban. Si quieres creernos me parece perfecto, ahora bien, si decides continuar con ésa farsa sólo te vas a llevar disgustos.

Siendo consciente de que había sonado algo duro, Aaron se esforzó en mostrarle una sonrisa a Alfred. Le ayudó a incorporarse y miró en dirección al pueblo.

-¿Por que le tienes tanto cariño al marqués? ¿Tan bien te trataba?

Xerine investig'o el lugar, comprobando que era imposible sacar cualquier cosa de las que buscaba, pues, o bien habr'ian quedado destrozadas bajo los escombros, o habr'ian sido tragadas sin remedio por la naturaleza. No hab'ia nada all'i de provecho, absolutamente nada. Hab'ia perdido su equipaje.

Aunque al menos, conservaba su vida. Su tesoro m'as preciado y valioso.

Quint se había quedado con sus últimas preguntas en la boca y, de mala gana, se giró hacia Faliar y el mayordomo.

-¡Faliar! -La verdad es que el patinazo que había dado el mayordomo le había parecido súmamente graciosa, pero el chico antepuso sus valores morales a una carcajada.- No es necesario asustarle más. Es solo un malentendido. Seguro que podemos resolverlo y que en el pueblo nos acogerán, sobre todo si Catherine y Nahia intervienen por nosotros.

-Y tú... -Dijo golpeando el pecho del mayordomo con su dedo índice.- ¡¿Qué tal si dejas de comportarte como un puto crío autista?! Si tanto te gustaba ese demonio que se alimentaba de las almas de los habitantes de Corvinus solo tienes que decirlo. Con el mismo esfuerzo que mando a un monstruo al infierno puedo mandar a su mayordomo...

Faliar levantó una ceja

- ¿Y eres tu el que me dice que no lo asuste?

La joyería, y todos mis vestidos... Hasta el perfume. Me gustaba bastante el olor, creo que me había acostumbrado a llevarlo como una marca de identidad Torció el labio Supongo que no te puedes apegar demasiado a esa clase de chorradas

No invirtió más tiempo del necesario: Sabía dónde había estado su habitación, y no había nada. Tras ese terremoto, no la extrañaba. Quizás había esperado que... ¿Qué? ¿Que su maleta no se hubiera visto afectada por el derrumbe? Daba igual que no fuera parte de la mansión: Los restos la habrían sepultado y destrozado. Una pena: Allí también tenía el resto de su dinero. Casi cien monedas de oro tiradas a la basura

Pero seguía viva. Y, sin embargo, ¿Por qué sentía esa extraña angustia en el pecho? ¿A qué se debía ese vacío, esa sensación de malestar? ¿Había dejado entrever demasiada humanidad tras su pared de arcilla y piedras? ¿Habría entrado en un terreno que nunca quiso pisar, un terreno que le fue arrebatado hacía tanto, un lugar del que nunca podría regresar? ¿O era sólo una fría sensación pasajera, una molesta brisa matutina que se disiparía al llegar el mediodía? Quizás la dolía pensar que, pese a todo, no había conseguido nada. No se llevaba nada de ese viaje, excepto un grupo de aliados a los que no deseaba volver a ver de nuevo y unos recuerdos que probablemente poblarían sus pesadillas durante algún tiempo. Había perdido a su mecenas, y ahora otras personas conocían sus habilidades de asesina. En otra situación, quizás se habría replanteado silenciarles... Pero a esas alturas, no se sentía con ganas. Puede que les concediera eso. Una muestra de respeto, por haberla ayudado a salir de ahí. Sin ellos, ahora la situación sería mucho más peliaguda... Sí, por ello les dejaría vivir

Se dejó caer sobre sus rodillas, agarrando un pequeño montículo de polvo con la mano, distraída. Y ahora... ¿Qué? ¿Buscaría a su padre? Ya nada la ataba a Gabriel. Todos la darían por muerta. ¿Tabula rasa, no? Borrón y cuenta nueva. Y la vida que le ofrecía Aaron... ¿Tan descabellado sería aceptarla? No. No, no, y mil veces no. Volvería a Chaville. Recuperaría su dinero. Contactaría con Guêpe, y volvería a entrar a su servicio. Haber sobrevivido al incidente la daría mucha publicidad, y podría conseguir un nuevo mecenas con facilidad. Volvería a su estilo de vida. En esos momentos, era lo que necesitaba: Seguridad. Algo conocido

Despertar del sueño

Se dio cuenta de que habían pasado ya casi tres horas desde que se separó del resto. El cansancio acumulado comenzaba a hacer mella en ella, y los párpados se le cerraban. Dormir. Sí, dormir un poco la vendría bien. Ordenar sus ideas. Dejó que la brisa acariciara su rostro durante unos segundos, mientras se deshacía los nudos del pelo, para que este volara libre al son del viento

Cerró los ojos

***

¿Te gusta?

Sí. Está rico

Me alegro

...

...

Señor

¿Mmmh?

Por qué... ¿Por qué hace esto?

¿El qué? ¿Te estoy incomodando?

No, no... Es sólo que... No lo comprendo

¿Qué es lo que no entiendes? 

La razón por la que me ayuda

¿Ayudarte? Oh, no, no te estoy ayudando, Xerine

Xer...

Veo que te cuesta hacerte a tu nuevo nombre

...

Quieres escuchar una razón, pero estás buscando en terreno yermo. No hay razón alguna. La razón eres tú. Soy yo. La razón es la fortuna, que nos ha reunido en este momento. La misma fortuna que nos separará cuándo termines el chocolate

Usted... ¿Alguien le ha dicho que me encuentre? ¿Viene de parte de la banda?

¿Cómo dices?

Si ellos le mandan para encontrarme, dígales que no quiero volver

No, no... No conozco a ninguna banda, tranquila. Estás a salvo conmigo

Pero... Entonces no tiene sentido

¿Y por qué debería de tenerlo?

Porque la vida debe de tener sentido

Eso es una tontería. La gracia de la vida está en su aleatoriedad. La gente encasilla todo lo que ve, intenta categorizarlo dentro de sus esquemas. Pero la verdad es que no hay ningún esquema. Sólo los que nos imponemos a nosotros mismos

¿Esquemas?

Sí, esquemas. Planes, si te gusta más esa palabras. Conceptos cerrados que les dan seguridad frente a un mundo inseguro. Pero la gente es más compleja de lo que muchos piensan. Fíjate en ti, por ejemplo

En... ¿En mí?

Sí. En ti. ¿No estás intentando cuadrar mi aparición con tu propia percepción del mundo?

... No... No sé

Sí. Escucha, Xerine: La gente no necesita razones para hacer lo que hace. No quiero nada de ti, ni voy a obtener recompensa alguna por ayudarte. No necesito una razón para lo que he hecho, al igual que tampoco la necesito para respirar

Si no respiras, mueres

... ¡Ja, ja, ja! Sí, supongo que sí. No ha sido un ejemplo demasiado afortunado, ¿Cierto?

...

Bueno, Xerine, creo que ya es hora de que me vaya. Disfruta de tu nuevo nombre

Cla... Claro

No pongas esa cara. Algún día, nos volveremos a ver. Te lo prometo

Pero... No sé como te llamas

... ¿Y no crees que es mejor así? Ya lo viste antes: Los nombres no significan nada. Lo importante es lo que hay dentro. Adiós, Xerine

Adiós...

***

Se levantó y comenzó a caminar en dirección al pueblo, con la mente vacía y el corazón cargado de guijarros

Nahia miraba como se desarrollaba la escena. esperaba que consiguiesen calmar a aquel mayordomo antes de que cath y ella hablasen con la gente del pueblo, no le apetecía que cuando por fin la gente podía dejar de estar oprimida siguiese con el mal humor típico de la cuidad, quería ver como los años que el Marqués les habia arrebatado a todo un pueblo empezaban a recuperarse, como la gente podía volver a ser ellos mismos, volver a sonreir.

No era muy partidaría de los métodos amenazadores de Quint si antes no se intentaba por las buenas, pero en esos momentos era importante que aquel mayordomo se comportase. No iba a permitir que Córvinus, la ciudad que le vio nacer se convirtiese ahora en un quemadero de brujas. Sus vecinos debían vivir tranquilos y lejos de los rumores y malas lenguas, como hasta ahora habían hecho.