Partida Rol por web

La noche ya estaba en su punto álgido y era el segundo turno de guardia, el turno de Aaron. El anterior centinela ya se había ido a dormir hacía más de una hora, así que Quint decidió que era un buen momento para dejarse de los "jueguecitos" de Xerine y tener una conversación con el convocador acerca de su pasado. El rubio dejó para otro rato su meditación y se levantó sin meter ruido, para evitar despertar a los demás, y se acercó al vigilante.

-Hace tres años te dí por muerto, Aaron. Igual que a todos los demás. Pero al contrario que ellos, tú y yo no tuvimos tiempo de despedirnos antes del naufragio. Creo que ahora podríamos seguir la conversación por donde la dejamos entonces, ¿no crees?

Aaron tanteó a Quint con la mirada.

-¿Y dónde dejamos la conversación?-Susurró a su vez.

-Entre la espada y la pared, literalmente.

Quint se sentó al lado de Aaron, mostrando antes sus manos para que viera que no llevaba nada en ellas.

-Dijiste que la próxima vez que nos viéramos me darías una respuesta. No creí que pasaría tanto tiempo.

Aaron puso los ojos en blanco. 

-Ya sabes que he perdido la memoria. Si pudieras ser un poco más concreto te lo agradecería-Dijo con voz cansada.

Quint sonrió.

-¿Quieres que te ayude a recordar un par de cosas?

Esta vez, la mirada del chico paseó entre la curiosidad y la cautela.

-¿Qué cosas?

-Antes que nada, ¿qué sabes sobre mí y de nuestra relación en Córvinus?

Una vez más, Aaron se preguntó en silencio qué podía conseguir dando aquella información al rubio y qué iba a perder. Se mordió el labio.

-Lo que se es lo que me han contado. Tu eres un cazabrujas, en teoría, y no nos llevábamos demasiado bien. Parece que tuvimos un par de encontronazos.

-¿En teoría?

A Quint le sonó extraña esa afirmación. Sí, él no era exactamente como los demás compañeros de profesión, pero casi había sonado como si Aaron echara en falta un par de gargantas rajadas mientras sus compañeros dormían o algo por el estilo.

-Sí, tienes razón. Puede que no sea como otros cazadores que hayas conocido. Y sí, tuvimos nuestros "desacuerdos", por llamarlos de algún modo. Pero... ¿No te han dicho quién te salvó la vida después de que invocaras un cuervo gigante en mitad del pueblo y te arrancaran un ojo?

Aaron miró un instante a algún punto detrás del cazabrujas, y después asintió.

-Si, eso también me lo han contado. Tu y Faliar os portasteis bien. Eh...gracias-Sin embargo, el chico no había sentido ese agradecimiento, quizás porque no tenía modo de saber que era verdad y que no.

-¿A dónde quieres llegar a parar?

-Hay una cosa que me diferencia de los demás cazadores, y es que yo no creo en la exterminación como respuesta a todo. Al menos, no siempre.

Quint hizo una pausa para darse tiempo a pensar cómo decir lo que quería.

-Durante el poco tiempo que te conocí, utilizaste repetidas veces tus poderes sin pensar en las consecuencias. Incluso llegaste a sacrificar parte de ti intentando conseguir más poder. Sé que no lo hacías con malicia, pero estabas descontrolado. Pero cuando volvimos a encontrarnos tras tu secuestro, parecías cambiado. O al menos, tu primera respuesta a todo no era llamar a una de esas cosas. Eso me hizo pensar en que podías tener remedio, así que cuando estábamos en el barco, fui a verte al camarote.

-¿Te suena todo esto de algo?

Aaron negó con la cabeza sin dejar de mirar a Quint a los ojos.

-De Corvinus se lo que Alice y Faliar me contaron. Si en ese momento ellos no estaban conmigo hay un vacío en la historia.

Se movió en el sitio y otra vez la mezcla de miedo y curiosidad se reflejó en su rostro. Quint insinuaba que había más historia de la que Aaron conocía y, por una parte, él quería saberla, pero por el cariz que estaba tomando la conversación no estaba seguro de si eso sería bueno.

Titubeó.

-¿Qué pasó en aquel camarote?

-Pues que a pesar de la promesa que hicísteis todos en cubierta a Xerine... Alice, de no volver a usar vuestros poderes en lo que quedaba de travesía, te pillé charlando con una de esas cosas de tus cartas. Creo que tuviste suerte dentro de lo que cabe: si el barco no hubiera naufragado y Alice se hubiera enterado, ahora no estarías aquí para contarlo.

Quint se calló por un instante. Se estaba yendo del tema.

-A lo que iba. Cuando vi lo que estabas haciendo me replanteé seriamente si eras peligroso o no, y quemé una carta de presentación que pensaba darte para que Selten te enseñara a controlar tus ansias de poder. Desde luego, no podía dejar que alguien inestable le delatara y acabara con mis "amigos" llamando a su puerta. Pero tampoco fui capaz de matarte en ese entonces. En su lugar, te intenté hacer entrar en razón y me fui a cubierta para darte tiempo a pensar una respuesta. Esa fue la última vez que nos vimos.

-Ahora dime. ¿Cuál es la respuesta? ¿Sabes ya para qué debes usar tus poderes y cuando no hacerlo? ¿Y hasta qué punto estarías dispuesto a hacer un sacrificio para conseguir más poder?

Aaron abrió el ojo. Durante algunos momentos de la conversación con Quint estuvo tentado de intervenir, pero al final guardó silencio y esperó a que terminase.

-¿Fuiste al camarote para matarme?-Levantó un poco la voz, pero en seguida volvió a susurrar. No sabía porqué pero se sentía algo herido-A ver, no se en que condiciones estaba en la isla, pero yo jamás he utilizado mis poderes de forma egoísta. Es posible que cometiera algunos errores, pero de ahí a estar dispuesto a sacrificar cosas para conseguir poder...

Chascó la lengua y miró al suelo con el ceño fruncido. Aaron no era de ese tipo de personas. Su padre no lo habría permitido y él tampoco.

Aaron sentía que le faltaba el aire. Un cazabrujas le había amenazado directamente, y si bien él creía en lo que decía (Jamás haría sacrificios innecesarios para conseguir más poder) estaba Nathaniel. ¿Qué iba a hacer cuando aquella cosa tomase el control de su cuerpo? ¿Y si ocurría algo lo suficientemente malo como para que Quint decidiera que no merecía la pena luchar por su alma?

Se agarró las rodillas para evitar desmallarse. Estaba hiperventilando y eso no le hacía ningún bien. Tenía que mantener la cabeza fría, como había hecho los últimos tres años, y elaborar un plan de supervivencia.

-Pues en Córvinus bien que diste tu ojo sin pensártelo dos veces. Por no hablar de lo que desencadenó ese acto...

Aaron le miró desafiante.

-Te repito que no se en que condiciones viviría en Corvinus, pero no soy una persona que acostumbre a invocar cosas en momentos innecesarios.

Se cruzó de brazos algo enfurruñado.

-No me gusta decepcionar a mi familia.

-Me alegra oír eso.

Quint asintió y se levantó del suelo.

-Tenemos un maravilloso viaje ante nosotros para que me demuestres que has cambiado, Aaron. Espero no tener que repetir la escena del camarote al final de este.

Aaron levantó las cejas.

-¿Eso es todo?

Quint le miró antes de comenzar a caminar hacia el lugar donde antes estaba tumbado.

-¿Es que esperabas algo más? A no ser que quieras hablarme de algo interesante, tenía pensado dormir esta noche. Buena guardia.