Partida Rol por web

Nahia, con la ayuda de Conrad consiguió arrastrar el cuerpo de Aaron hasta el interior de la torre y cerrar las puertas tras ella, por si acaso aquellas figuras que había visto en los lindes de la muralla pensaban en acompañarles. Suspiró un par de veces relajando su cuerpo y se dispuso a hacer algo para solucionar la total oscuridad que había causado al cerrar los portones.

Sacó la flauta de su estuche la acarició un segundo identificando su tacto y posicionó sus manos. Tras esto tomó aire y comenzó a liberar su esencia. Su música hacía eco en la torre rebotando en las paredes desgastadas y en las habitaciones en apariencia vacías. Y a la vez que todo esto sucedía, un rayo de luz pura comenzaba a surgir de su cuerpo. Rodeado de una neblina brillante, la luminaria viajó hasta el florete del cartógrafo y allí quedó hospedada, haciendo que aquel objeto brillara con la fuerza de una gran antorcha.

Una vez tenían fuente de luz, Nahia parpadeó un par de veces antes de añadir.

-Es lo primero que se me ha ocurrido...

Faliar sonrió levemente, agradecido por la luminosidad conjurada por su hija, antes de seguir avanzando por las escaleras

- Gracias Nahia, será más que suficiente

Conrad contempló sorprendido como el haz de luz creado por la canción de Nahia se concentraba en su espada. Con interés, desenvainó el acero, cuyo filo resplandecía gracias a la magia de la niña, iluminando la estancia y permitiéndoles ver a dónde iban.

El cartógrafo comenzó a seguir a Faliar por las escaleras, pero antes de avanzar mucho se volvió y miró a Aaron

- ¿Estás bien? Venga, tenemos que continuar.

Gracias a la luz que proporcionaba el conjuro de Nahia el grupo pudo avanzar por la torre sin problemas. De otro modo, las gastadas escaleras y lo intrincado de los pasillos y habitaciones podría haber dificultado mucho el avance, haciendo que incluso se precipitaran varios pisos hacia abajo, por la ausencia de barandillas.

La habitación de Quint permanecía todavía ordenada, pero había claros signos de que hacía mucho tiempo que nadie se pasaba por ahí. El polvo cubría el escaso mobiliario y los pocos libros que se amontonaban en las estanterías. Las telarañas que colgaban de casi todas las esquinas daban el toque final a la vista para que todo pareciera mucho más viejo y corroído.

La habitación de Julius no fue muy distinta. Al fin y al cabo también llevaría un par de años sin pisar aquel lugar, o incluso más tiempo.

Sin embargo, la alcoba de Selten y la biblioteca en el último piso tenían un aspecto mucho más cuidado. Tampoco es que el olor a viejo se hubiera ido, pero al menos el trabajo de las arañas no cubría los libros y los armarios, y algunos de esos tomos parecían estar especialmente limpios. Incluso algunos estaban abiertos sobre las mesas de la biblioteca. La habitación, por su parte mantenía una cama en buenas condiciones, incluyendo una lámpara que todavía tenía aceite y podía ser encendida.

-Lárgate.

Catherine estaba allí, sobre la cama... pero no estaba. No a la vista. Faliar casi podía tocar su esencia, casi podía sentir como su mujer se retorcía de dolor en aquel colchón. Pero sin embargo, seguía sin poder acariciarla, consolarla, calmarla. Y lo que era más preocupante...

Aquella otra presencia, ahora claramente oscura, era ahora muy fácil de situar.

Estaba dentro de ella.

Nathaniel experimentó una sensación que hacía bastante que no percibía. Si bien había escuchado su voz cuando estaban en la cabaña de Julius, ahora era mucho más intensa, mucho más cercana. El príncipe de los cuervos, estaba en camino. Quizá estuviera todavía lejos, pero el chico tenía claro que se dirigía hacia allí...

Aunque en realidad aún les separaba un fino velo dimensional. No se dirigía hacia allí, su destino era "otro" allí.

¿Qué era esa sensación?

El alma de Conrad se agitaba. Sí, era cierto. Y ahora empezaba a recordarlo. ¿Era esa ciudad el lugar de sus intensos sueños? Aquella cama, aquella biblioteca... Era algo constante en las noches del cartógrafo. Pero había algo que no cuadraba, algo distinto... en sus sueños todo era más... místico. Más onírico.

En sus sueños, el hombre se encontraba en una vasta elevación coronada por un castillo atacado por las fuerzas del mal. Y el ser desde el que sus ojos miraban defendía aquel lugar de las tropas del infierno. No lo llegaba a conseguir, y en cada sueño moría de distintas maneras, a cada cual más horrible y dolorosa.

Pero había algo más, antes de la batalla, un ángel bajaba de los cielos con el vientre hinchado, dando a luz a un ser oscuro. No aparecía en todos los sueños, pero cuando estaba era el augurio de que la batalla estaba cerca, quizá un par de semanas...

Y aquella cama, aquel estudio... era casi como en sus sueños.

Casi...

La luz gracias a la que veían realizó un cambio que podria antojarse extraño, sólo antes de descubrir la razón de éste: El cartógrafo alzaba su estoque un poco más alto, utilizándolo como una antorcha, para iluminar mejor la estancia. Conrad parecía especialmente interesado, ya que, aunque no había mudado su expresión, se movía por la sala y observaba sistemáticamente cada detalle.

El gesto de Faliar se alteró considerablemente al entrar en la estancia de Selten. Una mueca de rabia y desesperación invadió sus facciones y se puso a andar de un lado para otro en aquella habitación. Le quedaba el suficiente autocontrol para no ponerse a destrozar cosas, ya que sabía que eso no sentaría nada bien a Quint

- ¡No, maldita sea! ¡NO! ¡Tiene que haber una maldita forma de cruzar!

Manten la calma; piensa. La barrera que separa la Vigilia es débil en este lugar, y ya has estado aquí antes. Este lugar te recuerda y seguro que reaccionará a tu presencia; tiene que haber una entrada en algún sitio.

Se sentó un momento en la cama y trató de calmarse

- Esta... aquí, en esta misma cama. Pero no está aquí... Quiero decir, que Catherine no abandonó la Vigilia cuando aquella criatura murió y sigue atrapada dentro. Hay... que encontrar una entrada, y rápido. Está sufriendo, lo noto. Esa otra presencia oscura está con ella. Dentro de ella.

¿Que otra cosa podría ser aquella presencia, si no su hijo no nato?

Silencio, durante unos segundos. Roto por un tono acusador

¿A esto te has reducido, Zolt? ¿A corromper lo más puro?

-¿De qué mierda hablas, puta?

De errores cometidos y viejas añoranzas. Sal de mi mente

La voz no tardó en llegar, y esta vez el tono era de todo menos pausado. Parecía que estaba nervioso, muy nervioso.

-Vete de aquí y luego hablamos sobre ese tema. Todo estaba yendo bien hasta que habéis metido el maldito morro.

No seas ridículo. Me conoces muy poco si crees que diciéndome eso voy a hacerte caso. Sin más premisas de por medio, que las cosas te vayan mal es una buena noticia para mí. Tendrás que ser más claro

Alice observaba la escena, pero no decía nada. Parecía estar sumida en sus pensamientos, aunque con ella siempre era difícil de decir: La actitud de alerta felina era ya una constante en su rostro

El cartógrafo frunció el ceño al oír las palabras de Faliar. Aquello no le gustaba nada. Paseó lentamente por la estancia, tratando de superponer en su cabeza las imágenes que había visto en sueños con lo que tenía delante. Tratando de buscar algo que fuese distinto en las dos versiones, algo que difiriese en la versión de este mundo y la del Mundo de los Sueños.Algo que tal vez sirviese de puente entre ambas realidades.

Al oír las palabras de Faliar, el cartógrafo frunció el ceño, pero no dijo nada. Se limitó a pasear lentamente y de forma cautelosa por aquella estancia, pasando los ojos por encima de cada pequeño detalle. 

Mientras observaba, tratando de imaginar aquel lugar como lo había visto en sueños, tuvo una idea. Según Faliar, Cahterine estaba atrapada en el Mundo de Sueños. Y alguno de los trucos de Conrad vinculaban al cartógrafo con esa realidad, de modo que tal vez pudiera...

Comenzó a concentrar en su interior la energía que recorría todo su cuerpo, la energía vital, para prepararse a dar un pequeño paso hacia el Mundo de los Sueños.

Quint recogió la lámpara de aceite y la encendió con dos hábiles golpes de un pedernal que había junto a ella. Luego la colocó junto a los libros abiertos que yacían sobre la mesa y echó un ojo a ver si había alguna pista de quién podía haber estado allí, de quién eran esas siluetas que aparecieron en el patio o cómo sacar a Cath de la Vigilia.