Partida Rol por web

No quiso el Mago gastar más tiempo, pues ese es un lujo que le suele escasear a Merlin. Asi que marchó tan fugaz y veloz como habia venido.

Y ahi os quedasteis, en la oscuridad de la noche, sobresaltados aun por la visita , y decidiendo que cosa hacer.

El joven caballero quedó perplejo, anonadado ante semejante visita. Era mucha información que procesar y la forma tan abrupta de llegar y de irse no ayudó para nada. Por un momento se quedó en silencio, tratando de pedir con la mirada alguna explicación a Sir Walter que se notaba que lo conocía más, pero poco pudo contener las dudas. -¿Qué ha sido todo eso? Yo no pienso irme de aquí hasta que el Rey así lo ordene, no quiero contravenir la misión que me ha dado el Conde. Comenta como pensando en voz alta. Sir Owen no conocía tanto a Merlín más que por lo que había escuchado de él, así que no tenía claro si podía fiarse de sus palabras o no. 

Aún abrumado observo cómo la figura del druida escapa de nuestra tienda. Maldigo para mis adentros los juegos del mago del Rey, así lo demuestran mis puños cerrados y mis dientes apretados a punto de crujir. Las palabras de sir Owen me sacan del instante de estupor en que me he zambullido.

- Me gusta lo que decís, sir Owen. Pero no creo que sea fácil oponerse a los deseos del druida. Merlín no es hombre de consejos ni explicaciones, por lo que en el pasado hemos coincidido, sé que es más dado a las órdenes que el más marcial de los caballeros con los que me he cruzado. No es un consejo o una petición lo que nos ha dejado, es su mandato... y aunque me pese, por extensión mandato del Rey.

Rasco mi cicatriz bajo la barba, recordatorio de la última vez que seguimos las instrucciones del Druida. Coloco la mano sobre el fornido caballero y le sonrío mientras le digo.

- Preparemos nuestro viaje, las misiones de Merlín son sinónimo de dolor y penurias, pero al menos esta vez no parece que tenga intención de acompañarnos. No conozco caballero más esforzado y valeroso que mi primo Gwilherm. Cuidaré lo suyo con todo mi empeño para devolvérselo sano y salvo cuando regrese de su tarea. Eso haré, sir Owen. Mi primo regresará triunfante, de eso no tengo ni sombra de duda. Me encargaré de que encuentre un prospero hogar cuando vuelva. Venid conmigo, amigo. Haced caso de mi experiencia y no penséis que órdenes de un conde están por encima de órdenes de un Mago Real. Veamos que tiene Merlín pensado para nosotros y que Dios nos asista.

Esa misma noche, sir Walter marchó a saludar a sir Bradwen.

En la charla de despedida, pudo comprobar que en las palabras del druida no habia embuste. Esto es, no parecia inminente una nueva batalla, y la diplomacia entre los caballeros del centro de Logres y los del ducado de Cornualles, parecia funcionar.

Con todo ello, acordaron prudente marchar en la amanecida, y asi se estimó con acierto.

En la mañana, corrió la orden de desmovilizar el ejercito. Solo se quedarian unas pocas unidades y el resto quedaria liberado del servicio.Por tanto en la mañana las tropas de vuestro condado se unieron a vos y comenzariais el repliegue.

El camino de regreso había comenzado y en el rostro de Sir Owen, transparente con sus emociones, mostraba la decepción por la aventura fallida. Al final, su gran misión se había convertido en un simple paseo, aunque no todo había sido negativo. Había hecho amistad con Sir Walter, conocido a Merlín y visto un poco más de mundo. Así que trataba de aferrarse a eso para mantener el ánimo alto. 

Cuando llegó el momento de elegir el camino a seguir Owen se aventuró a hacer una sugerencia. -Sir Walter, deberíamos volver a dar aviso al Conde de lo sucedido. Así podrá comentarle lo del señorío. Al joven caballero le preocupaba su deber con su señor, no quería fallar a la confianza que había tenido con él. 

El viaje de regreso lo hacéis comandando una compañía formada por soldadesca. Algún joven caballero de Hertford, que en su momento acompaño a sir Owen hasta Cornualles, ha decidido quedarse con las tropas reales, para según el "... codearse con los muy altos caballeros y medrar". No así sir Owen ni sir Walter sabedores de la tarea encargada por Merlín.

Tras un viaje de varios días y sin sobresaltos llegáis al condado de Hertford.

Dais parte de la desaparición de sir Gwilherm, de la aparición de Merlín y de sus extrañas palabras. No le parecen mala cosa al conde vuestras propuestas.

Por un lado se asegura que el señorío de Malderoi  siga funcionando (y él beneficiándose de sus tropas y sus impuestos), y por otro da el permiso a un joven caballero, a que explore un recóndito rincón de su condado perdido y olvidado.

Eso sí, el conde deja bien claro, que si sir Gwilherm reaparece el señorío de Malderoi le será repuesto, y que por tanto dicho señorío esta otorgado en usufructo a sir Walter, y que este debe responder en obligaciones del mismo modo que antes lo hizo su primo sir Gwilherm.

Ambos deberán presentarse en la corte de invierno para dar y recibir información, lo habitual.

Estoy satisfecho de la entrevista con el Conde. Y me siento más cómodo con mi tarea sabiendo que el propio conde ha dejado bien claro que espera que al regreso de mi primo a Malderoi el señorío le sea devuelto. Respecto a la misión de Merlín tengo claro que es mi deber acatarla, pero eso no significa que no me tema lo peor viniendo de quien viene tal encomienda. 

No es mi deseo detenerme en el castillo del conde más de lo necesario, pero acepto de buen grado esperar a sir Owen el tiempo que él necesite para sus preparativos. Sin embargo, no puedo evitar intentar algo prudente como preguntar al sacerdote del castillo, o cualquier otro erudito que more en él, sobre el lugar que el druida Merlín nos ha encomendado explorar al oeste de Malderoi. Y no puedo por menos que sentir algo de expectación ante la posibilidad de nuevas aventuras y proezas que inscriban mi nombre en los libros de hazañas de la caballería. Sir Owen parece un compañero ideal para ayudarme a tal menester. He visto en sus ojos cierta desdicha ante el desmantelamiento del ejército y por tanto de la falta de necesidad de lidiar en batalla, pero le entiendo. Tal era mi deseo de poner a prueba mi brazo cuando participé en mi primera batalla junto a Gwilherm para expulsar a los malditos invasores hace ya lo que me parece mucho tiempo pero no que no es tanto. Es por ello que me sonrío cuando detecto en su semblante el mismo deseo que hervía en mi sangre en esos días.

Deseo regresar a Malderoi y dar las nuevas noticias a la madre de Gwilherm. Contemplar los avances en las mejoras del señorío y dejarlo todo en orden para encomendarnos a la misión de civilizar las tierras del futuro señorío de sir Owen. Si es que Merlín no se equivoca. 

Mientras me encamino a realizar esas indagaciones sobre los rumores del lugar, cruza mi mente el recuerdo del último presagio del mago. Se avencinaran tiempos de zozobra, y deben pillaroos organizados y preevenidos. 

Más nos vale hacer caso al mejor consjero del Rey Uther.

Sir Owen estaba completamente aliviado de que el conde hubiese reaccionado de buena manera a las noticias, traía paz a su corazón y a sus aspiraciones el comenzar sus aventuras caballerescas con el beneplácito tanto de Merlín como del conde, era un buen presagio. 

De tan buen genio estaba Sir Owen que incluso se animó a tratar de cautivar el corazón de alguna mujer. La castidad era una virtud de los Cristianos y una virtud que él consideraba más como un castigo. Una creación tan hermosa como la mujer estaba para disfrutarse, no para evitarla y bajo esos lineamientos se conducía. El imponente caballero podía no ser el más atractivo, pero si que tenía un don de palabra con las doncellas. Sabía que decir y que hacer en su presencia para sacarles algún suspiro y justamente eso fue lo que hizo. 

Cuando los placeres terminaron llegó el momento del deber, tal como lo había prometido acompañaría y ayudaría a Sir Walter a poner en orden su señorío, eso era su principal objetivo. Prefería no pensar demasiado en su propio misión, de momento, para que eso no nublara su capacidad de serle útil a Sir Walter. 

Sir Owen, para romance, tendremos que tener una dama concreta para trabajarla. De momento no tienes ninguna.

En la corte, sir Owen intentó coquetear y romancear con alguna dama de las alli residentes, pero al no haber casaderas ni de su clase, el esfuerzo solo sirvió como entretenimiento y práctica. No obstante, las cosas de palacio van despacio, y las de amores van a su rimo, asi que tampoco seria cosa rara que de estos vientos, más bien soplidos de sir Owen acabase llegando una ventolera en forma de dama de intereses para casarse. Ya se sabra.

Sir Owen quiso sin exito aprovechar la estancia alli, para averiguar algo sobre los rumores en su ausencia, nada consiguio de eso, ni tampoco sobre la mágia que podria haber en el condado. Acaso no era tema de dominio publico, o si lo era mejor gastar prudencia y tiento en temas de magia.

Tras recibir las bendiciones y parabienes de su señor y conde, los caballeros marchan hacia el Señorio de Malderoi, conocido de sobra para sir Walter, y desconocido del todo para el joven sir Owen.