Partida Rol por web

Me pregunto que tipo de bebidas tomarán aquí arriba

De camino a la barra, Butch localiza a otras caras conocidas, ricachones de los que sólo había oído hablar en historias o rumores, mucha gente a la que le encantaría dar una lección. Pero no ve a su objetivo aún. En la barra, detrás del mostrador había varias estanterías repletas de toda clase de botellas. Algunos de esas las conocía pues Denaro tenía su propia colección privada, pero aquello era incluso abrumador. Algunas de esas botellas podrían pagar el oro que costaba vivir en los suburbios durante al menos un mes. 

Un PABOT esperaba al otro lado de la barra. Le sonríe de forma cordial al tiempo que dice.

- Buenas tardes, ¿Que es lo que desea? 

Butch se había alejado un poco para llegar hasta la barra, y Julia, algo confusa, parecía dispuesta a hacer lo mismo. Pero si Marcellette buscaba un momento para poder decirle algo a su amiga, aquel era tan bueno cómo cualquier otro. 

- La señora Marcellette se encuentra algo indispuesta, no tendrá nada para estabilizarla?

Valerius observa la extravagante selección de bebidas espirituosas y le cuesta disimular una mueca de desagrado

- Intentemos no armar un revuelo para que no pase excesiva vergüenza.

Añade al PABOT antes de girarse a ver como andan Marcellete y Julia.

Tsk, no me gustan los PABOts, no sangran, no sufren y cuesta sacarles información a menos que seas un genio.

Espero no tener que arrancarte la cabeza a ti también Barman.

Marcellette se ruboriza al ver que arman tanto revuelo por ella.

- No, no es para tanto...

Aunque su mano aún estaba por el estómago.

- ¿La-lavabo? - dice finalmente Marcellette, girando la cabeza hacia Julia, en gesto de imploración.

El PABOT con el que había hablado Valerius asiente sin más y parece buscar algo en la estantería. Por otro lado, Marcellette parecía estar diciéndole algo a Julia, en voz baja, antes de que Valerius se diera la vuelta. Julia es la que interviene. 

- Valerius, ¿Podrías esperar aquí? - Dice algo insegura. - Voy a acompañarla al lavabo... Se que se escapa de nuestra responsabilidad, pero... - Deja la frase en el aire. 

- Claro, ningún problema.

Valerius se gira hacia el PABOT mientras Julia y Marcellete se marchan.

- ¿Cúal es tu nombre, barman?

Pregunto al PABOT.

Me pregunto cuanta personalidad pueden llegar a tener estas cosas, quizás pueda darme información interesante.

Marcellette se marcha con una mano en el estómago sin decir nada más, acompañada por Julia.

Marcellette llevaba la mano en el estómago ya no solo para aparentar. Le comenzaba a doler bastante del disgusto y los nervios.

Tenía que contárselo a Julia. Ella conocía su prodigiosa memoria pero... este era el día de Julia. Esto podría significar estropeárselo por completo, y era posible que no quisiera ni aceptar que su compañero era... a saber qué era.

Le podría enseñar los datos de su nuevo juguetito pero... Marcellette no tenía claro ni que eso fuera legal. ¿Le perdonaría Julia en su primer día de servicio usar un aparato ilegal para incriminar a alguien sospechoso que se hacía pasar por guardia de seguridad?

Entre tanto, Julia y Marcellette avanzaban hacia el lavabo más próximo.

Llevaban un rato en silencio hasta que Julia suspira. 

- ¿Me puedes decir ya que es lo que te pasa? - Dice Julia, algo preocupada. - Puedo entender que te encuentres algo mal por los nervios, pero... Es evidente que hay algo más, eres un desastre ocultando cosas. ¿Que es lo que te preocupa? 

- Mi número de identificación de 4210, señor. - Responde el PABOT, obediente. Y entonces pone lo que había ido a buscar sobre la mesa. Un par de botellas y botes con nombres que poco le sonaban a Butch. - Tenemos diferentes tipos de té y infusiones para aliviar dolores estomacales, ¿Tiene alguna preferencia respecto al sabor? - A Butch le pilla un poco por sorpresa que el PABOT fuera consciente de que fuera dolor estomacal ya que él no lo había especificado. ¿Hasta que punto los podían tener monitorizados?  

Esto es preocupante, si los tienen monitorizados tengo que contabilizarlos como cámaras y...

!!!

¡¿Si el que mandó esos PABOTs a los suburbios está aquí podrá reconocerme?!

Noto que me estoy poniendo nervioso y tardo un par de segundos en contestar a 4210.

Mantén la calma.

- Sí, pongame uno de limón.

Abajo no teníamos estas cosas pero Larry preparaba una bebida sabor limón que aliviaba todo mal.

Noto la garganta seca

- Y un vaso de agua, por favor.

Marcellette no dice nada, pero hace señas a Julia para llegar hasta el lavabo. Una vez llegan, le hace entrar a una cabina con un retrete - donde seguramente podría comer mejor que en su casa de lo lujoso que era y lo limpio que estaba - y cierra estando ambas dentro. No había mucho espacio para ambas, pero tampoco estaban apretadas.

Marcellette levanta la tapa del retrete con expectativas de un posible vómito. El estómago se le había revuelto bastante y no estaba acostumbrada a esta comida tan lujosa y extraña para ella.

Por un momento piensa en arrodillarse por si vomitaba, pero el riesgo no era muy grande aún, así que se gira hacia Julia y dice:

- Ju-julia. Ese tipo, Valerius... ¿de qué le conoces?

- Dudo que algo bueno. - Empiezo a seguirlo. - Estoy seguro que prefieres saber a donde se dirije que volver a la sala de los técnicos. Si me pregunta, diré que estoy estirando las piernas. No creo que sea el primer técnico aburrido que anda dando vueltas. - 

Julia había seguido a Marcellette sin hacer comentarios a pesar de que no le hubiera respondido, aunque era evidente que estaba cada vez más preocupada.

- Lo he conocido hoy. - Dice algo confundida. - ¿Es él lo que te preocupa? ¿Lo habías visto antes en alguna parte? 

El PABOT asiente servicial y no tarda demasiado en servir ambas bebidas sin pedir nada a cambio. Tras eso, Butch le da otra ojeada a la sala, en primer lugar para ver si localiza a sus damiselas y en segundo lugar para ver si localizaba por fin a su objetivo. Por desgracia, no encuentra ninguna de las dos cosas. 

Y entonces su corazón se detiene unos segundos, y tiene que asegurarse repetidas veces de que está viendo lo que cree que está viendo... Entre la multitud se paseaba un chico bastante joven con la naturalidad de aquellos que estan acostumbrada a eventos cómo aquel. 

Era Orange. 

Bien. Parece colaborativa. Si lo hubiera conocido de hace tiempo hubiera sido más difícil. Ahora a ver cómo se lo planteaba.

- Pues sí. Bueno, quiero decir, no. Sí, pero no en persona. Es que...

Marce traga saliva. Tenía que pensar bien como decirlo, se ponía nerviosa muy fácilmente, incluso con Julia.

- No sé qué es exactamente... pero sé que es de los suburbios, y algo peligroso. Podría ser un mafioso, un matón a sueldo o vete a saber qué. Sé que he visto su cara antes en algún documento en la biblioteca, y no era nada bueno. ¡No creo ni que realmente sea guardia de seguridad aquí!

Marcellette respiraba más agitada. Ella ya había jugado sus cartas. Había que ver la respuesta de Julia.

A pesar de Croma se había dado toda la prisa que había podido y había registrado las diferentes secciones de la zona del servicio en busca de la presencia de Francisco, su búsqueda no había dado resultados. Decepcionado y ofuscado, se dirige al encuentro de Arma. La misma ya le había enviado las comunicaciones con el no-PABOT, aunque el mismo se había dedicado a hacer preguntas simples cuyo propósito no acababa de entender Croma (Cosas cómo "¿Cuál es tu nombre?" "¿Que haces aquí?"...). Tal y cómo la tenía programada, Arma había respondido a todas las preguntas esquivando la verdad o mintiendo con disimulo.  

Y pensando en esto, Croma termina por llegar a dónde esta Arma, pero se sorprende al comprobar que no estaba sola. A su lado había una chica bastante joven, que la observaba con curiosidad sin ninguna clase de decoro o disimulo. Recorria con la mirada todas las partes de su cuerpo y a pesar de que Arma estaba programada para apartarse o preguntar por las intenciones de alguien, la chica seguía con su laboriosa tarea. 

Cuando Croma esta a escasos metros por fin la reconoce. Era Samantha Pentamina. No la había visto en persona muchas veces, pero muchos sabían quien era. El pequeño genio, hija de la prestigiosa Emilia Pentamina, y al igual que su madre, mucho más experta en la ciencia que en la interacción humana. 

¿Que quería esa mujer ahora? ¿Es que acaso no podía tener un rato de tranquilidad?