Partida Rol por web

- Yo dejaré el transmisor en la sala. El material que uso es todo del mercado negro. No lo podrían relacionar conmigo ni contigo. Dame tu transmisor y lo conecto a la conexión que tengo ya establecida. Así podrás seguir hablándoles. - Hago una pausa para concentrarme.

- Diles que enviarás a un guardaespaldas que has contratado a su posición y luego les llevará a al garaje para salir del edificio.

- Es... una larga historia. Pero no hay tiempo, por favor. Os lo contaré cuando nos encontremos. - Dice la voz de Undine algo suplicante y preocupada.- Os envío a un guardaespaldas a vuestra posición, el os protegerá hasta el garaje, nos encontraremos allí y saldremos todos juntos... A ninguno de nosotros nos conviene que nos encuentren en este lugar.

Tan pronto cómo Undine termina con ese mensaje, ambos se ponen en tensión al darse cuenta de que los 3 guardias que se dirigían allí estaban a punto de llegar a las escaleras que conducían a la planta baja. Karoi tenía que salir ya si no quería que Undine se quedara sin escapatoria, y tendría que valerse con las herramientas de las disponía pues el taser de Undine era de un sólo uso. Así que sin hacer ningún otro comentario, ambos comparten un asentimiento, y mientras que Karoi sale de la habitación Undine se encarga de vincular su dispositivo al transmisor que había conectado Karoi al ordenador de la sala de control.

Una vez fuera, Karoi se acerca a la escalera y se esconde en una esquina al escuchar los pasos que bajaban por ella. 

Mientras que Undine realiza la conexión puede darse cuenta de que no es la única que estaba conectada a dicho transmisor, pero no tenía tiempo de averiguar quien era el otro. Así que una vez que esta todo listo, se asegura de no dejar nada suyo en la sala y sale de la habitación. Para entonces ya que no localiza a Karoi por ninguna parte, pero si recordaba bien el mapa del edificio, no corría riesgo de cruzarselo pues la escalera que llevaba al garaje estaba en la dirección contraria a la escalera principal del edificio. 

El corazón le iba a cien por hora, más ahora que estaba sola, pero para su tranquilidad no había sorpresas esperándola en el garaje. El mismo era mucho más moderno que el edificio en si, seguramente no muchos reclutas podían permitirse un vehículo. Había mayormente vehículos de patrulla del ejército y unos pocos de uso personal. 

Antes de ponerse a decidir cuál era su mejor opción, Undine se organiza el dispositivo para tener pendientes al grupo de Butch y sus compañeros a la par que su audio por si tenía que darles más soporte. No podía encargarse también de Karoi, pero confiaba en que eso no fuera necesario. 

En la vuelta de la esquina me coloco preparado para saltar sobre un guardia. Mi objetivo es dejarlos inconscientes golpeandoles con el pomo del cuchillo en puntos clave. Si intentan disparar atacaré con el filo del cuchillo a sus manos. Sigo con la protección antibalas activada pero mi objetivo es dejarles inconscientes sin que disparen y avisen a sus compañeros con ello.

De camino al garaje tira las medallas de Frank en una papelera. Llevaba guantes así que no debía preocuparse de dejar huellas. Eran obligatorios cuando tenía que hackear.

En el garaje busca un lugar donde pueda ocultarse y mira si está vigilado por las camaras. Tambien intentaría tener todo preparado para borrar todos los datos de la sala de control desde ahí, para que una vez se fuesen nadie pudiese acceder a los videos ni a los audios de las camaras de seguridad, quedaría todo borrado, irrecuperable. Tambien mira si había camaras fuera para que no quedase registrado su entrada al edificio.

- Espero que esto no entrase dentro de vuestros planes... - Dice casi susurrante mientras analizaba todas las camaras desde su dispositivo. En teoría el administrador tendría que estar escuchando. - Porque es una locura...

Butch observa a Marcellete, el recuerdo de la danza de Undine tiene más peso en su decisión de lo que querría admitir.

- De acuerdo, si tu dices que nos podemos fiar de ella...

Cambiando a un tono más intrigado añade

- Me pregunto como será ese guardaespaldas.

- Sin duda la suerte no está de vuestro lado, señorita Undine. - Comenta el Administrador con tranquilidad al cabo de un rato. - Y cómo su "guardaespaldas" ha dicho, llegan más refuerzos. Pero esta son la clase de adversidades a las que uno se debe enfrentar cuando se introduce en una línea de trabajo cómo la nuestra. Puede parecerle un riesgo innecesario, pero creame, si alguien menos compasivo que Crow hubiera sido quien la hubiera descubierto, el resultado hubiera sido mucho peor que este. 

- Gracias, esas palabras me ayudan mucho a saber qué hacer ahora mismo. - Dice sarcástica y algo molesta.

- ¿Qué vehículo es mejor escoger en esta situación...? - Gira la cabeza para que viese los coches a través de su auricular. - ¿Los llevamos a algún sitio concreto? ... ¿O simplemente voy donde vayan...?

Karoi no tenía ni que asomarse para saber en que momento debía atacar. Elena, a través de sus auriculares, le informa regularmente del avance de los soldados a la par de que le va dando noticias sobre la proximidad de los refuerzos. Sin duda la cosa no pintaba tan bien cómo una simple misión para pasar el tiempo.

Cuando Elena le da por fin la señal, Karoi salta a ciegas y se abalanza contra el primero de los soldados. Lo noquea con presteza mientras que sus compañeros se giran alterados y disparan, sólo para que sus balas salgan desviadas en todas direcciones. Uno de los soldados retrocede para informar por la radio a sus compañeros (Aunque la ráfaga de disparos seguramente había sido suficiente) mientras que el otro saca una daga y se abalanza contra Karoi. 

El mismo no tiene dificultad para esquivarlo. Karoi se había enfrentado contra PABOTs mucho más rápidos que aquellos hombres. Ellos no estaban preparados para alguien cómo él. Con un rápido tajo, Karoi obliga al hombre a soltar la daga, y con otro golpe seco le hace perder el conocimiento. El último hombre aterrorizado, simplemente sale corriendo pasillo arriba. 

No hay más mensajes por parte de los altavoces, pero se comienzan a escuchar disparos en las plantas inferiores, pasos alejándose y voces de alarma.

- Sea quien sea... - Comenta Julia, que se había mantenido en tensión durante todo el tiempo, poco segura de cómo proceder. - Parece que ya se está encargando de nuestros perseguidores... No deberíamos hacerle esperar. Después de lo que vi en la fiesta, me fío más de una cantante fuera de lugar que de soldados. 

- Si yo fuera usted, no escogería ningún vehículo del ejército, sería demasiado llamativo. Debería probar suerte con alguno de los vehículos personales, quizás se encuentre entre ellos el de Frank. Y en cuanto a su destino... Puedo guiarla hacía un lugar seguro, pero estoy interesado en descubrir a dónde planea llevarla el hombre del casco, quizás eso nos de alguna pista sobre para quien trabaja... No se preocupe, no la perderé de vista. 

Undine respiraba nerviosa, intentando mantenerse serena pese a lo asustada que estaba.

- De acuerdo... - Se levanta y va en busca de un coche privado mientras iba mirando de reojo qué hacía su “guardaespaldas” y los movimientos del grupo. Busca entre sus bolsillos a ver si llevaba la llave de algún coche para ver si estaba por ahí.

Persigo al siguiente soldado y le clavo el cuchillo en el talón para frenarlo y dejarlo inconsciente de un golpe.

El sonido del tiroteo pone a Butch en su salsa.

- De acuerdo.

Butch se dirige a las escaleras decididamente y dice son sorna.

- Deberíamos ir yendo, no vaya a ser que nuestro guardaespaldas necesite ayuda.

Con la adrenalina recorriendo su cuerpo, Butch se encamina escaleras abajo mientras que Julia y Marcellette le siguen a una distancia suficientemente prudencial. 

Una vez ha terminado con el tercer soldado, Karoi no pierde el tiempo y vuelve sobre sus pasos para encaminarse escaleras arriba, dónde ya se podía escuchar cómo el resto de los soldados estaba descendiendo, desconocedores de lo que les esperaba. 

El ruido de los pasos inunda las escaleras del edificio hasta que todos se detienen. A los pies de la escalera del primer piso había un hombre con un casco que le tapaba totalmente el rostro. Bajando dicha escalera había tres soldados que se habían detenido al ver al hombre del casco. Pero antes de que que a nadie le diera tiempo de actuar, la llegada de Butch y sus dos acompañantes hace que todos suban la mirada hacía lo alto de la escalera.