Partida Rol por web

Abriendo las puertas de la entrada de la cafetería, entró un chaval de manera apresurada con varios copos de nieve sobre su abrigo y escaso cabello, gritando alterado.

¡Mamma necesito…! – Tardó en darse cuenta qué estaba pasando y, cuando lo supo, no pudo echar vuelta atrás. Con la rápida entrada no había visto los cadáveres ni a la prisionera de Cat, tampoco la sangre que había en el mantel de la mesa, la disposición nueva de la cafetería o cómo Luc levantaba el arma apuntándole directamente a él.- ¿¡Pero qué co…!? – No le dio tiempo a correr, sólo vio venir las claras intenciones de Luc cuando apretó el gatillo de su pistola con silenciador y la bala le atravesó el peso, tirando hacia atrás su cuerpo para caer al suelo, frente a la entrada.

Y cerrar la dichosa puerta. No quiero más distracciones.- No se inmutó a medida que la vida se escapaba de los ojos del chaval, de todas formas ¿cómo iba a responder si acababa de asesinar a sangre fría a la pareja y su retoño? – Y limpia este estropicio.- Pasó por encima del cuerpo, llegando incluso a pisarle la pierna sin obtener respuesta. El chico había muerto de un certero disparo.

Yo me encargo señor Jouret.- Indicó la cocinera mirando los cuerpos con cierta pena antes de acercarse a Cat, agarrándola del brazo con fuerza para impedir que escapara.- Ven conmigo chiquilla. No compliques más las cosas.- Su acento ruso destacaba sobre la sequedad de sus palabras, aprovechando Greg para apartarse de Cat al estar ya retenida.

Pues… no lo sé. No creo, sino me hubiera avisado.- Calvin podría ser un mal gerente, un mal hombre o un mal vendedor, pero nadie lo consideraba mal padre. Al fin y al cabo era su hija, sangre de su sangre, tenía claro que no la dejaría sola para salvarse él.- Espera, ¿a dónde vais? – A pesar de todo sabía que salir era peligroso y no quería quedarse sola demasiado tiempo, no con gente disparando o macabras escenas en las habitaciones. Prefería mil veces estar en compañía de completos desconocidos. Pero fue Marc, la única figura medianamente adulta de ese trío, el que acabó por decidir qué hacer.- Claro, voy. Así podemos avisar al resto. No sé si cabremos todos en el refugio, pero es mejor que nada.- Siguiendo los pasos de Marc y Andrea se encaminó con ellos hacia el pasillo de las habitaciones para salir de la recepción.

Cada vez costaba más abrir la puerta de acceso, teniendo que hacer fuerza para apartar los pequeños montones de nieve que se iban formando alrededor, acumulándose todos en la esquina contraria para crear una muralla nevada que no tardaría en desbordarse si no se limpiaba, cosa que tenía que haber previsto Calvin pero, ¿dónde estaría? En realidad, ¿dónde estarían todos?

Al llegar a la zona de la piscina congelada pudieron ver que, a lo lejos, un chico corría encorvado mirando a todas direcciones y que aparentemente no le había visto, dirigiendo su camino hacia el restaurante antes de abrir la puerta con cuidado y meterse dentro. No pudieron distinguir su cara o vestuario antes de que se colara en el interior, obstaculizando la visión general la tormenta.

Sin embargo parecía que ese no era el único detalle a tener en cuenta. Sobre ellos, en el piso de arriba, creyeron escuchar algo aunque no sabían el qué. Unas gotas condensadas habían caído del techo ante una levísima vibración, cayéndoles sobre sus cabezas ¿Habría sido cosa de la propia tormenta?

Aparte, al lado de la puerta y mirando también al piso de arriba al sentir lo mismo, vieron al chico que anteriormente había abandonado la recepción para buscar a su hermana.

Marco no entendía nada, pero como aquello parecía ligeramente arreglado (nadie dispararía o acuchillaría al otro mientras ellos estuvieran en medio) lo mejor sería largarse de ahí como todos indicaban. Le dedicó una mirada ceñuda a Matt, como si quisiera explicaciones sobre esas raras palabras que le soltara la loca del cuchillo. ¡Que manía tenía ese chico de liarse con gente problemática! Al menos las de Lars duraban muy poco y ya no volvían a molestar.

-Vámonos- con sus manos empujó a los otros dos miembros de la banda, queriendo alejarse de ahí cuanto antes, fue cuando despertó el herido. El músico oyó lo que decían, aunque este susurrara y el exterior parecía estar sumido en la peor de las tormentas. No le pasó por alto que nombro a una niña… Nop, debían ser locuras de un tipo agonizante. No debería haber ninguna niña perdida esperando ayuda-. Agh… mierda- también estaba el por qué ese tipo tenía una horrible herida en el estómago, quizás porque uno de los que vivían en el hotel ese le había herido, lo que tendría sentido si lo unía a lo que dijo Akito-. No creo que pueda decirnos quien le ataco pero… ¿A qué niña se refiere?

No pudo evitar hacer esa pregunta, sabiendo que luego se arrepentiría de ella de alguna manera y que lo mejor era agarrar a esos dos idiotas de las orejas, meterlos en la van, ir a por Lys y largarse. Pero creyó que podría ser la hija de Calvin, quien parecía simpática y le caía bien. No tenía la culpa de tener semejante padre.

A pesar de que no mostraba apenas resistencia, y es que hasta el gorila que me trataba de sujetar allí lo notaba, no podía estarme quieta. Y no porque pensara que lo de allí estaba mal, o porque quisiera salvar mi vida aunque estuviera ligado a eso último. Simplemente quería no estar quieta y sentir de nuevo esa emoción...

Por eso después de la muerte de aquel chico que acababa de entrar y de que la cocinera tratara de llevarme hacia el salón. Alcé mi voz - Serñor Jouret - Al menos oir, podía hacerlo y enterarme de quien era quien - Si la busca usted intentará huir y forcejear - cosa que yo ni siquiera estaba haciendo - pero si la busca alguien que no tenga relación con este grupo, nunca sabrá que la va a traer hasta aquí, y podrán continuar su ritual sin más contratiempos. Le juro por mi vida que no me escaparé, dejeme hacerlo - No había ninguna razón logica por la cual una rehen quisiera ayudar a unos sectarios, por lo cual no podía dar ninguna otra razón que jurarlo por algo que estuviera dispuesta a poner en juego y es que con tantos riesgos corridos, solo podía arriesgar algo tan alto para sentirme viva.

-Incluso no me importaría que el gorila estuviera cerca... - hice obvia referencia al que me retuvo en el sacrificio del bebe - Contra el no tendría oportunidad de escapatoria si es que quisiera escapar. - Era una pena que en ese momento no tuviera a mi limite para decirme donde parar.

 Estaba recibiendo su castigo. Así tenía que verlo. De lo contrario, solamente estaba siendo humillada en frente de los demás. Pero Joseph era una persona de cabeza fría: todo lo que hacía tenía sus razones. Aquella bofetada, por más cruel que fuese, revelaba la necesidad de Theresa de ser mejor. Así lo entendía; y eso le daba vergüenza. Vergüenza de todavía no ser lo suficiente. De no estar a la altura. Tenía que cambiar para bien. Y eso empezaba ayudando a buscar a la niña, por lo que se decidió por seguir a Luc.

 Pero la adolescente metiche, Catherine, todavía no comprendía la gravedad de su situación y se jugaba la suerte hablándoles a los miembros de la Orden, como si fueran a ceder por un par de palabras endulzadas. Theresa veía a través de todo ello: aquella chica buscaba salvar su cuello haciéndose útil. O buscaba escapar, o buscaba quedarse con Emma... ¿qué importaba? Lo importante es que Theresa no podía dejar que ella influencie a sus compañeros. Por lo que le dejó bien en claro que ya no habría dialogo con ella.

- ¡¿Para que crees que estoy yo, mocosa?! ¡Yo voy a recuperar a Emma porque ella confía en mí! ¡Y ya te dije que no hables si no te hablan!

 Y con la palma abierta de su mano, Theresa se acerca a la chica retenida y le propina una severa bofetada en la mejilla. Una bofetada llena de resentimiento y enojo. Quizá no contra Catherine en sí, sino contra la situación. La impotencia que le daba que Emma se hubiese escapado bajo su tutela. La deseperación de no estar a la altura de Joseph y los demás; y que el grupo estuviese enojada con ella. Todo eso cargado en una palma que buscaba silenciar a una jovencita insolente.

 Acto seguido, Theresa se dirigió hacia la salida de la sala para acompañar a Luc en su búsqueda. Si ella la había perdido, solo correspondía volver a encontrarla. A diferencia de los demás cadáveres, el del chico que acababa de entrar a la habitación no le perturbó demasiado.

- ¡Greg! ¡Quiero que estés alerta! ¡Sigue las instrucciones de Joseph!

No quería respuestas de nadie más que no fuera el lider del lugar, a fin y al cabo era el quien decidía, por eso me sorprendió que la mujer tratara de silenciarme no solo con palabras que carecían de valor, sino además con aquella bofetada que recibí y dejé que me dejara tal cual me afectó después del impulso con la cara desviada hacia otro lugar... Algo muy claro que aprendí de los demás era eso: Cuando no podías lograr algo con conversación, recurres a la violencia... Por eso sonreí al recibir aquel guantazo, además de que para mi no suponía un dolor

-¿Y se supone que las personas que confian en otras se escapan de estas? - Mi tono se volvió cada vez más seguro, y cada vez más complice - Si fuera como dices ahora mismo tendrías a Emma aquí de tu mano... Y no a otras personas teniendo que buscarla y arreglando tu error... - obviamente estas palabras eran más agudas que la bofetada que me dió pero yo seguía sonriendo - Para tratar a una niña y que confie en ti, necesitas a otra niña, y no una adulta que solo tiene reglas y ordenes, pues al final acabará haciendo lo que quiere... Pero está bien, me quedaré quieta si es lo que quieren, perdiendo el tiempo viendolo pasar mientras tratan de buscar a la niña sin saber como piensa una y donde puede estar metida. - pues aunque hubieran sido niños en el pasado, yo estaba más proximo que ellos a ser una niña pequeña... A fin de cuentas no era malo ni mentira pensar de esta forma

Pero lo que no pensaba hacer era dejar que me atacaran sin defenderme... Por muy feliz que estuviera de ello.

Aquello era una locura, y en qué mal momento se le había ocurrido salir de su casa. Notaba la bilis en el estómago, el reflujo del ácido borbotando y aún tenía que agradecer no sentir las palpitaciones. Era cierto que llevaba una pistola encima, pero no lo era menos que jamás había tenido que usarla contra nadie: dudaba que tuviera mucho problema para tener que disparar a escoria asesina o terroristas, pero... quién sabía, y mejor que siguiera sin saberese! A ver para qué estaba la policía.

Brrrrrrr

Hacía un frío horrible ahí fuera. 

-Qué estará haciendo esa gente yendo de un lado a otro...

Murmuró, sin percatarse de la ironía que suponía quejarse de algo que estaba haciendo él mismo. Encontraron de nuevo al otro tipo que se había ido, y le saludó. Más o menos.

-Cómo se encuentra tu hermana, chico. ¿Segura?

No es que le importaba tanto (mientras no estuviera herida de gravedad), pero había que tranquilizar a aquella gente, bastante estaban pasando ya. No sabía en qué momento se había convertido en el custodio de una cría pequeña y en lo que eran de forma clara dos invertidos.

Nada, ¡Nada! No encontraba a  Cath por ningún lado y aunque el frío era increíble el ya no lo sentía tanto porque corría, corría y se sentía cada vez más ansioso por perder a la única persona a la que quería y encima Merlín había quedado al cuidado de un compañero por lo que se encontraba solo, solo en el mundo y no le gustaba porque comenzaba a sentir los síntomas típicos de alguien entrando en una crisis de pánico. 
 

Giró rápido el cuerpo al escuchar un sonido, un extraño chico desaparecía a lo lejos en dirección al restaurante, zona a la que iría después. Una gota en su hombro, alzó la mirada para ver de donde venía la misma y sintiendo así que algo no andaba bien, ¿la tormenta? ¿Alguna persona moviendo algo? No le gustaba aquello pero al bajar la mirada se topó de frente con Andrea, el señor Marc y Jenna. Los ojos de Luca así como su expresión daban a entender que no la había encontrado y que estaba en un estado que rozaba la ansiedad.

-No.... En el restaurante, no he mirado en el restaurante y esa persona ha ido hacia allí. Yo voy al restaurante. 

No paraba de juguetear nerviosamente con la cucharita de metal desgastada en el interior de su bolsillo mientras miraba en dirección al restaurante. El resto supieron ahí que fueran o no con el, marcharía pronto hacia ahí. 

Su único punto fuerte, el raciocinio se le había ido al garete por una chica, la única en el mundo que podría sacarle de las casillas o hacer que tirara todo su futuro por la borda solo por ella. "Maldita Cath... ¿Donde estás?"

Felony no estaba muy segura de que fuera una buena idea salir de la habitación, más aún teniendo en cuenta que se había torcido el tobillo hacía... ¿cuánto tiempo había pasado desde que salió fuera? ¿Una hora? ¿Dos? El tiempo era difícil de calcular cuando una estaba tumbada y dolorida en una suite, por lujosa que esta fuera.

-De acuerdo. Creo que ha llegado el momento de pasar a la acción -aseguró la gran diva, llevándose una mano al bolso y sacando de él su pistola con balas de fogueo. Si ya de por sí transmitía una imagen inquietante para la niña, suponía que portando un arma de fuego debía de ser mucho peor.

-Quédate conmigo, pequeña -le dijo a Emma, agarrándola con su mano izquierda como si fuera una extraña madre junto a su hija-. No te separes de mí. Te sacaré de aquí.

Tenían que abandonar la habitación y dirigirse a la habitación que la niña le indicaba. Sin embargo, antes tenían que indicarle al sacerdote que él también les acompañara. Puede sólo fuera un cura peculiar, pero tal vez podría servirle para defender a la chiquilla. Por ello, Felony se aproximó hasta la puerta del cuarto de baño y la golpeó con la culata de la pistola.

-¡Padre! ¡Padre! ¿Sigue ahí? -le preguntó, sin saber si el sacerdote habría terminado ya de hacer sus cristianas necesidades.

La situación empezaba a tensarse. Vera tragó saliva, aquello no pintaba nada bien. Tenía la misma sensación en el cuerpo que cuando estaba a punto de enfrentarse a una redada. Con la diferencia de que aquí estaba sola. Sin refuerzos. En ese momento pensó que si el muchacho, Louis, había conseguido llamarles. Menuda noche.

Se agachó un poco y con la pistola por delante, comenzó a andar despacio, pegada a la pared para asomarse a la suite Lucrecia sigilosamente. Normalmente, el protocolo decía que tenía que avisar de que era policía. Gritar "policía" acompañado de alguna mierda inútil más. Estuvo dudando si hacerlo, pero entonces oyó pasos abajo. Decidió no hacerlo. Siguió avanzando, intentando no hacer ruido, pendiente de la persona que caminaba sobre la nieve, pero pisó algo que no había visto. Un envoltorio de plástico. -Miieerda...

Pero primero, lentamente, se asomó a la suite con la pistola en alto sujeta con las dos manos, al estilo de la policía, intentando no ofrecer ninguna parte del cuerpo más de lo necesario para ver el interior. 

Matt está bien... que es lo que importa, a la mierda con estos... no se porqué cojones me he tenido que meter, sólo quería ayudar y encima nos tratan de matones o algo peor? – A la mierda, Marco, Matt, yo me piro a encerrarme en mi cuarto... A los demás ¡que os dén! ¿intentamos ayudar y nos amenazáis con armas y encima desconfiais de nosotros? ahí os desangréis todos, panda de tarados.

Lars sale sin siquiera esperar a que Calvin y Esai se aparten empujándolos con los hombros si hace falta para pasar, ni siquiera mira atrás para ver lo que hacen Marco o Matt, la situación que tan solo unos minutos antes le tenía verdaderamente angustiado ahora se le hacía cuesta arriba, no necesitaba eso, necesitaba su guitarra y un cigarro, y eso es exactamente lo que se dirigía a hacer en ese preciso instante. Si no fuera por la tormenta hubiera montado en su moto y hubiera acampado en cualquier lado como tantas otras veces. Lejos de todo hasta que Marco hubiera venido con sus florituras a tacharme de irresponsable e inmaduro por huir.

No le gustaba el rumbo que había tomado el asunto, con el tal Esai apuntándoles con una escopeta y forzándoles a largarse de allí. Matthew había tratado de ayudar en la medida de sus posibilidades, y era un hecho que sin su intervención, Dorian ya se habría convertido en fiambre desde hacía un buen rato. Sabía que no iba a recibir agradecimiento alguno, y hasta cierto punto se sentía igual que su colega Lars. ¿Después de toda la ayuda que habían brindado, los tachaban de maleantes? ¿Con desconfianzas y amenazas? 

Observar que Dorian se despertaba y que al menos podía hablar fue un alivio. Al menos había hecho bien su trabajo ayudando en la intervención quirúrgica, por lo que hasta ahí sería todo lo que por su parte haría. La tensión parecía haberse suavizado lo suficiente para que no llegasen a las armas, y de hacerlo, prefería que no él ni sus compañeros de grupo estuviesen de por medio.

- Marco, olvídate de todo esto. - dijo con tranquilidad depositando su mano en el hombro. Bastante hemos hecho con prestar ayuda asistiendo a un tipo que se desangraba, dando aviso para que viniesen los miembros del staff y al menos en mi caso, intentando ayudar en la medida de lo posible a que Akiko le sustrajera la bala y mantenerlo estable. Creo que hemos sido de grandísima utilidad para salvar una vida, y si el trato que vamos a recibir por ello es que nos amenacen con una escopeta, nos hablen de malas formas y nos digan que nos lárguemonos, pues eso haremos... Por mí nos largamos de este hotel de desagradecidos y que se coman ellos solos este marrón...

El chico amable hasta entonces había perdido la paciencia. No entendía las razones de que hubiese allí un agente federal con una herida de bala, que Akiko estuviese tan nerviosa y alterada, que Calvin y Esai estuviesen tratándolos como a escoria, incluso apuntándoles con un arma. Matthew quería largarse de allí en cuanto fuese posible, y la maleta que no había llegado ni a bajar de la Van, no tenía intención de llevarla al hotel. 

Siguiendo el hueco abierto por Lars, Matthew siguió a su compañero, confiando en que Marco haría lo propio. Si iban a por Lys, quizá podían avanzar hasta el siguiente hotel antes de que la tormenta les alcanzase de lleno. 

Que Lars hiciera un acto de diva, soltando algo y luego largándose de allí moviendo el trasero como un pato, era algo sumamente normal. Sobre todo cuando alguien no le seguía la corriente. Le exasperaba aquello. Pero en ese caso, siendo apuntados y luego apartados como moscas, era hasta razonable… Maldito Lars. Curiosamente el único que parecía estar en sus cabales era Calvin, aunque fuera estar totalmente perdido sobre lo que estaba pasando. Lo que más le sorprendió fue Matt, quien abogaba por largarse de allí y dejar que se las arreglen solos.

-¿Están drogados?- susurró lo más bajo que pudo. Lars no estaba, pero era una pregunta que les incluía a todos-. Alguien le pego un tiro al otro… - alzó las manos, para que no acotara nada, estaba intentando nadar contra la corriente y conocía bien a sus compañeros como para saber que aquello no serviria de nada-. Al diablo. Vámonos. Lars se congelara las pelotas de camino al hotel- lamentaba que una joven estuviera en problemas, pero eran musicos, no un grupo de rescatistas. Llamarian a la policia en cuanto los telefonos funcionaran. Era lo mejor quepodian hacer.

Empezaba a creer que salir de ese hotel no iba a ser tan fácil, sobre todo por la terrible tormenta que azotaba esa construcción ahora mismo. Lo mejor era buscar a Lys y decidir qué hacer entre todos… Algo que podría llevar todo el día y con suerte la maldita tormenta cese.

La tensión se masticaba en el ambiente, dejando un rastro brumoso de nieve donde todo podía romperse en un segundo. Los disparos extraños, la gente gritando, un supuesto asesino escondido en el motel… Vera avanzaba con el instinto policial que llevaba a cuestas, cubriéndose de las ventanas de las habitaciones y de los mirones que acechaban de todos lados al estar prácticamente al descubierto. Sin embargo puede que fuera esa misma sensación de peligro la que hizo que no se fijara en pequeños detalles, como un pedazo de basura de alguno de los residentes tirada en el suelo, crujiendo bajo su suela y haciendo ruido, no demasiado pero sí el suficiente para captar la atención de aquellos que estaban abajo.

A pesar de todo no detuvo su paso hacia la habitación Lucrecia, pegándose a la pared para echar un leve vistazo mientras ese olor desagradable penetraba en todo su ser, subiéndole una arcada por la garganta.

No necesitó entrar para saber de dónde provenía. Lo que debía ser una suite de ambientación romana con columnas rodeando la cama y un pequeño jacuzzi en un lateral simulando ser una terma antigua, ahora era un escenario completamente diferente: Las paredes estaban cubiertas de cruces de todos los tamaños sin dejar ningún espacio vacío, pudiendo contar en una sola pared más de cincuenta. En una esquina, donde debía estar un busto, había una imagen religiosa que conocía perfectamente, la de Jesucristo en la cruz con una docena de cirios blancos encendidos, dejando que su pequeña llama moviera con el rugir del viento. Pero lo que más destacaba sin duda era una gran cruz justo en el centro de la habitación, sobre la cama, donde un hombre desnudo yacía crucificado por manos y pies simulando ser cristo en la cruz.

Su piel estaba cubierta de cortes y heridas sangrantes, dejando un recorrido por su cuerpo de sangre que caía en el suelo en pequeñas gotas ahora secas. Algunas partes de sus extremidades estaban cortadas, faltándole piezas de carne como en los costados y antebrazos, dejando a la vista trozos de músculo y blanco hueso. En su estómago había un amplio corte que dejaba caer parte de los intestinos, luchando el resto de órganos por no precipitarse a las sábanas ensangrentadas. Por último, tenía sobre su cabeza una corona de espinas de hierro clavadas directamente en su cráneo.

Mientras digería todo lo que acababa de ver, escuchó un desgarrador grito proveniente del exterior.

!!!JENNA!!! - Reconoció a la perfección la voz, era del mismo hombre que la había recibido a la llegada, la del dueño del motel Calvin.

La niña, agarrada a la mano de Felony (porque no tenía más remedio y tras una rápida cavilación le daba más miedo lo de fuera que la propia mujerona), miró con recelo el arma recordando los disparos que ya de por sí se habían escuchado, intranquila por la situación mirando de un lado a otro. Sin embargo todavía tenían por delante por saber qué le había pasado al esfínter del padre, quien dejó de hacer ruido hace rato pudiendo estar concentrado en su “labor depurativa”.

Felony, pistola en mano, se acercó a la puerta para dar varios golpes con la culata sin recibir respuesta, aunque había sonido de algo moviéndose en el interior delatando que todavía debía de estar ahí, técnicamente.

Se-señorita Ellen.- La pequeña señaló al suelo, justo en el pequeño resquicio del suelo sobre la puerta, donde empezaba a visualizarse un pequeño charco de sangre que manchaba los tacones de la mujerona.- ¿Eso es…? – Se tapó los labios mientras retrocedía, asustada, a la par que un golpe seco se escuchaba al otro lado de la puerta.

Poco después pudo escuchar dos cosas. La primera fue la cadena del retrete resonó por el interior, al igual que el grifo del agua y una voz masculina que le sonaba, habiéndola escuchado poco antes a través del teléfono:

Un momento, ¡ahora salgo! - Quien fuera que estuviera dentro, estaba lavándose las manos y moviéndose por el baño.

La segunda fue un grito desgarrador que vino del exterior, por la dirección de la recepción donde había obtenido la llave escuchando la voz del mismo dueño:

¡¡¡JENNA!!!