Partida Rol por web

Parecía que Lys estaba en un paraíso de arena y luz, donde el frío del exterior se esfumó con el primer contacto con la cálida agua burbujeante. Podría pasear desnuda tranquilamente sin miedo de coger una pulmonía, aunque la soledad de la habitación era palpable y parecía que la propia cantante lo sentía en sus carnes.

Con una botella en la mano, distintos tipos de sustancias y el teléfono con el cable tensado por la distancia a su lado, dejó que los fantasmas que la acechaban rondaran por su cabeza y ganara terreno en su psique pero, ¿cuánto tiempo podría estar ahí metida, aislada del mundo? Parecía que uno de sus miedos decidió hacer acto de presencia, escuchando en algún punto inconcluso de la habitación lo que parecían unos arañazos.

Se acordó de uno de los hoteles cutres en los que se alojaron, todavía más destrozados del que estaban ahora, donde las ratas paseaban entre las paredes huecas de madera y roían la superficie con sus afilados incisivos, ¿sería también cosa de ratas?

Creyó escucharlo por uno de los laterales, donde descansaba una televisión vieja sobre un mueble negro, aunque rápidamente pasó al lado contrario, justo tras de su jacuzzi.

Lo que fuera, se estaba moviendo.

Me sorprendí a ver como Luca saltaba ante el plan maestro de la niña, aunque realmente no me sorprendía del todo. - No hablo en broma - dije tajante una vez dió su explicación de que no quería - A veces para distraer a la gente, no podemos elegir como hacerlos, a veces eligen ellos quienes quieren que sean sus "captores" de atención... - Pero no me di cuenta de algo en toda aquella escusa, hasta justamente al final - Espera... ¡¿Me estás llamando cria?! - Me acerqué y le pequeñe un leve golpe apenas sin fuerza en el brazo, más para marcar mi molestia que para hacerle daño - Habló el niño... Tengo diecinueve años, soy más madura que tu - O más bien, no reconocía no serlo.

-De todas formas, es una niña enamorada... No sé, ponte en su lugar. Imagina que esa niña eres tu. Estas enamorado de alguien a primera vista y lo que más te gustaría es que simplemente se te acercara y te hablara, de forma amistosa e incluso cariñosa... No sé... - Me encogí de hombros - Puede que sea porque entiendo mejor a las personas, pero yo lo veo simple. -obviamente era así, pero el no era como yo, de igual manera que tampoco sabía que pudiera ser tan empatico con la niña como para sentir lo mismo en ese momento, aunque fuera por otra persona.

No obstante, su estrategia me hizo dudar por un momento, haciendo incluso que pensase por un momento, en lugar de ver como actuar directamente.

Al final tan solo me encogí de hombros con una sonrisa - Está bien. Lo haremos a tu manera esta vez. La niña seguro que cree que tiene una amiga aquí, y si está enamorada de ti, será mejor tu estrategia que la mia. - Avancé entonces para caer en la cama y mirar en la mochila de mi "hermanito" mis cosas sí para comprobarlas - Así pues, solo queda quitarnos primero lo de ayudar a "la Mamma"... y no, no pienses que te iba a dejar que te comieras el marron tu solo. - Por no decir que puede ser un punto bueno para conocer a los huespedes y robar algo de la cocina al mismo tiempo, je je... Todo pensado. Solo espero que salga bien

Y justo entonces sonó el telefono - ¿No dijo la niña que vendría aquí la Mamma? En fin, lo cojo yo - y justo antes de levantarlo sonó la puerta.

Miré a Luca confundida, antes de mirar a la puerta - Responde tu a la puerta, seguro que el del telefono es el recepcionista. Y no os vayais sin mi -dije mostrando de nuevo una cara de molestia antes de levantar el telefono - ¿Si digame?

Al descolgar el teléfono escuchó el distorsionado eco al otro lado de la línea. No parecía responder nadie, tampoco que hubiera ninguna muestra de que alguien realmente estuviera en llamada… al menos hasta que escuchó música.

No reconocía la canción ni el instrumento, pero escuchó una melodía y más bajo el sonido de muelles o teclas, sin saber exactamente a qué se refería. La canción duró apenas un minuto antes de detenerse en una nota alargada que descendía el volumen lentamente hasta apagarse.

¡Gloria a Jesús! ¡Larga vida para Juana de Arco! – Era una voz masculina con tonalidad grave y rota, intimidante, antes de colgar el teléfono y dejar a Catherine únicamente con una extraña sensación de malestar en su interior.

Intentaba no salirse del camino completamente perdido bajo la nieve mientras pensaba en la juventud de hoy en día que, inmersa como estaba en los ídolos modernos que sólo duraban dos días, se olvidaban de las verdaderas estrellas como ella, esas que brillaban durante décadas sin perder su fulgor. Como ella... o como a Melissa le gustaba pensar. La joven que la acompañaba ni siquiera se había inmutado al escuchar su nombre y eso hizo que la antaño estrella del celuloide se sintiera igual de desolada que el paraje que estaban atravesando.

Cuando llegaron al lugar que la joven le había indicado, el lugar le pareció abandonado, quizás sólo se tratase de una treta para asaltarla y robarle todo lo que llevaba encima, incluido su coche, o tal vez era algo mucho peor y todo se debía a un plan orquestado por una mente enferma que pretendía vejarla y torturarla para después abandonar su cuerpo en cualquier descampado.

Pero entonces Melissa vio las luces y se dio cuenta que, aunque el lugar no estaba a la altura de una estrella como ella, por lo menos estaría más caliente que allí fuera, pero lo que también vio fue el accidente y a toda aquella gente que parecía haberse congregado al rededor de los vehículos siniestrados, o vehículo, o lo que fuera ya que con la oscuridad reintante, los copos de nieve que caían copiosamente y la tensión que Melissa llevaba encima, aparte de la urgente necesidad de tomarse una copa, tampoco es que viera demasiado de lo sucedido, de hecho lo que en un principio pensaba que se trataba de un buen grupo de personas, en realidad sólo eran tres.

Por su parte no tenía pensado bajarse a preguntar qué había sucedido. En otras circunstancias quizás lo hubiera hecho llevada por la curiosidad, pero en esos momentos lo único que deseaba era un lugar caliente, beber un buen trago y descansar lo que pudiera mientras esperaba que el tiempo se tranquilizara para emprender de nuevo el viaje. Pero no la dejaban pasar y, en un momento en el que Melissa tuvo que detenerse, vio a su joven pasajera salir del coche hecha una furia para discutir con un tipo mayor con cara de mala leche.

Melissa suspiró, sopesando si hacer lo que todo el mundo haría, que no sería otra cosa que bajarse ella también del coche para interesarse por lo sucedido, o lo que en el fondo quería hacer, es decir, ponerse a tocar el claxon para que la dejaran pasar y así aparcar lo suficientemente cerca del motel. Ya tenía la mano en el claxon cuando, sin saber muy bien porqué lo hacía, se vio a ella misma abriendo la portezuela y saliendo al exterior. Se arrebujó en su caro abrigo y comenzó a caminar con cuidado sobre la nieve. Por suerte había sido precavida y llevaba unas calientes botas impermeables forradas con pelo que mantenían sus pies calientes. No eran elegantes ni pegaban con su atuendo, pero eran cómodas y más que actas para un clima como aquel.

—Disculpen, ¿se puede saber qué ha sucedido aquí? —Preguntó mientras lucía aquella sonrisa que en otra época había hecho derretir a muchos admiradores—. ¿No creen que sería mejor que siguieran hablando, o discutiendo o lo que fuera que estuvieran haciendo en el interior del motel? —En la cabeza de Melissa no cabía la idea que aquellas personas pudieran mandarla a la mierda.

-Qué gente más rara hay por aquí -dijo Felony, solo una vez que estuvo dentro de la suite, lejos de aquellos individuos. Como era de esperar, la diva y prostituta se consideraba a sí misma la persona más normal a la que conocía-. Un niñato empotrándose contra las letras del motel, unos hippies melenudos, un gordo tirándole los trastos a una cría... ¡Si me dicen que la botones es una enana ucraniana haciéndose pasar por niña, me lo creo!

Tras aquel arrebato de intensidad que se había marcado, el bueno de Otto observó la suite Rose, dedicada a la figura de Marilyn Monroe. Lo cierto es que la consideraba una auténtica diva que se apagó demasiado pronto. A veces, había fantaseado con poder interpretar uno de sus papeles en algún remake, aunque lejos quedaban ya los tiempos en los que Felony podía siquiera soñar en participar en películas, si es que alguna vez había participado verdaderamente en una y no se trataba, por tanto, de meras fantasías producto de una mente enferma. Su vida había cambiado de forma radical hacía una década y, él había tenido que cambiar con ella, viendo un medio de vida en la prostitución.

-Es de mi agrado -respondió Felony, con una forzada sonrisa, mientras se encaminaba al minibar y bebiéndose la copa que le ofrecía el padre Benedetto de un rápido trago, de una forma muy poco femenina o elegante-. Por una agradable velada.

 Era palpable la tensión en al aire, especialmente porque la inseguridad de la niña significaba que no todo era alegría feligresa en aquella orden. Lo cual era entendible, dado que los niños usualmente presentaban sus dudas y planteos poco racionales. Los cuales les hacían creer que las cosas que les enseñaban sus padres podían ser incorrectas. Pero Emma mostraba mayor escepticismo del que se podía esperar de la hija del fundador. Theresa no esperaba eso de la niña cuando la conoció; y en cierta forma le irritaba. Ella que creía en la causa, no veía como era posible que la niña tuviera tantas dudas en su corazón.

 Pero con los niños uno debía tener un corazón amable. Con una mano cálida, la joyera acaricia los rubios cabellos de Emma mientras la mira con una sonrisa. No una sonrisa de "comprendo y comparto tu preocupación" sino más bien una sonrisa de "¿Que tonterías dices, tesoro?".

- Emma, escucha... en momentos como este, en los que tu cabeza esta llena de preguntas y crees que el camino que seguimos no es el correcto... Esos son los momentos en los que Dios te pone a prueba. La duda es la tentación del Innombrable. Si tu papá ha citado a Nicky y Tony, es porque es muy importante hablar con ellos. Tu papá sabe lo que hace... ¿Quieres que te cuente una historia?

 Más allá de la respuesta de la niña, Theresa continuaría hablando. Ya podía ser evidente que la joyera no iba a ser el hueso débil de la organización. Se estaba entrenando para tener una voluntad de hierro en la defensa de sus creencias. Aunque hasta el momento, no había visto nada demasiado grave como para cuestionar los caminos de su esposo.

- Yo no tenía rumbo en mi vida antes de conocer a tu padre. Era descreída del mundo y no veía la belleza... ni siquiera creía en el Creador, así que imagínate lo perdida que estaba. Cuando tu padre llegó y me introdujo a la Orden, encontré lo que me había faltado durante toda mi vida. Ahora estoy en paz, y deseo que lo mismo te pase a ti, y a los Dutoit... incluso a tu madre, que esperó que algún día recapacite. No hay razón para tener miedo, tesoro... todo estará bien, ¿vale?

 Las palabras buscaban calmar los temores de la niña, pero venían de una persona metida en aquellos que la atemorizaba.

Mientras hablo con el señor mayor me fijo que al lado de la furgoneta parece haber sangre y un rastro que se aleja hacia un lateral del mugroso motel de carretera. ¿Una pelea? La sangre me preocupaba lo suficiente como para que me picase la curiosidad.

Entonces veo que Matt sale hacia la furgoneta y llega un montón de gente hablando de un accidente... tengo que ver que ha pasado...

Igual me envia a la mierda, pero la verdad es que me da igual. De hecho no sé ni porqué he ofrecido mi ayuda a ese hombre, supongo que la educación que me dieron mis padres me hace actuar de forma semi-automática en ocasiones, pero ahora tenía algo más interesante que hacer y debía hacerlo antes de que empezase la ventisca o seguro que perdería la oportunidad. 

Antes de que Matt llegue a la furgoneta suelto la maleta que ése hombre me había confiado y me acerco a él y le hablo casi en susurros, procurando que no me oigan los demás.

- Matt! justo a tiempo! acompáñame, hay un rastro de... creo que es sangre... al lado de nuestra furgoneta, va hacia un lado del hotel, me parece algo raro creo que puede haber habido alguna pelea chunga o algo... quiero ver que ha pasado.

Sin esperar respuesta ni soltar la funda de mi guitarra me alejo del grupo que se estava formando esperando que Matt me siguiera.

Marco tenía la mente en otra cosa, ahora mismo recordaba varios casos sobre asesinatos en un motel u hotel… ¿No sería genial una canción sobre eso? ¿Alguien había escrito algún tema así? Estaba casi seguro que sí, pero si no lo recordaba era que no fue especialmente bueno o famoso. Sin duda ese sitio seria el lugar ideal para inspirarse y escribir algo decente. Sacó un anotador y una pluma de su abrigo, comenzando a escribir con pulcra letra. Al alzar la mirada, casi no quedaba gente a su alrededor. ¿Cuándo Matt se había marchado? Bueno, al menos sabía que él no se metería en problemas.

¿Sois vosotros los que trabajaréis conmigo esta noche?

-¿Trabajar?- la cara del rockero era un poema. NO quería ni pensar en tocar algo afilado con sus manos, el verdadero instrumento con el cual lograba su música. Muchas veces había tenido que tocar con cortes y demás, pero si podía evitar lastimarse, mucho mejor. Por suerte la niña aclaró el asunto, ellos no tenían nada que ver con verduras y demás-. Es un placer conocerla- dijo con una tirante sonrisa, la cual se volvió sincera cuando dijeron lo de bajar a comer algo-. Me encantaría probar ese “famoso guiso”. Muero de hambre- hace días que estaba viviendo con lo justo, manteniendo a su cuerpo en funcionamiento con cualquier sustancia habida y por haber, desde las legales como las ilegales. Saludó a la cocinera y a la niña, ignoró al niño rico y marchó hacia su habitación.

-Mmm como empezar el tema…- se dijo anotando en el papel-. Algo tétrico, frio, que vaya ascendiendo de intensidad mientras la historia avanza- murmuraba para sí mismo, abriendo la puerta sin despegar los ojos del papel-. La voz de Lys no necesitará coros, a menos no durante todo el tema. Quizás si quiero ponerle algo de dramatismo- quería ver la cara de Lars cuando viera esto, seguramente quedaría muy sorprendido.

El frío allí afuera era inclemente y el viento azotaba el rostro de Matt impasible, haciendo que se le congelasen la nariz y las orejas. El joven esperaba ser rápido en alcanzar la furgoneta, tomar su equipaje y llevarlo hasta su habitación, donde confiaba que al menos podría darse una ducha caliente y comer algo tibio. Lo que no esperaba era nuevamente un revuelo generalizado, esta vez por más gente desconocida.

Lars parecía estar hablando con un viejo de cabello canoso y marcadas entradas, bien trajeado y con pintas de ejecutivo o similar. Apostó que podría estar echándole una mano con el equipaje para ganarse unos billetes, aunque desechó la idea al comprobar que había un ambiente enrarecido. Dos mujeres, una más joven y otra de mediana edad bajaban en esos instantes del vehiculo y la muchacha, contrariada por alguna razón que desconocía, le gritó al visuales.

Matt solía ser reservado por naturaleza, solo molestándose en intervenir si sihabia chances de sacar algun beneficio, y la situación no parecía prestarse a ello, por lo que de primeras decidió que tomaría sus cosas y regresaría al motel. No obstante, su amigo Lars acudió presto enseñándole un rastro de sangre cerca de la furgoneta que avanzaba hasta perderse al otro lado del edificio, y como buen compañero, se limitó a asentir y ofrecerle su ayuda.

- ¿Sangre? No parece que proceda de ninguno de los que antes tuvieron el accidente de coche... Parece reciente, ¿No crees? - su amigo no tardó en moverse, y Matt le habló antes de nada. - Oye, ¿Quién es esta gente? ¿Has hablado con ellos? Quizá deberíamos informarles de que vamos a investigar el rastro para que den aviso si nos tardamos más de lo normal...

Matt entonces respondió por mera cortesía a la mujer que había preguntado.

- Hola señora. Siento no poder darle una respuesta concisa, acabo de llegar y no se sue ocurre aquí... Mi amigo ha visto un rastro de sangre en el suelo y vamos a ver a dónde conduce, por su hubiese alguien herido y que precisa ayuda... - mencionó con tranquilidad, tratando de calmar los ánimos de los presentes e informando de lo descubierto. Después se quedó con la vista puesta en la joven adolescente rubia, no pudiendo evitar sustrae sin darse cuenta... wow, eres preciosa... Para de inmediato volver en sí y tratar de restar importancia a su comentario... Ejem, pues eso. Vamos a ver de qué se trata, después nos vemos...por cierto, me llamo Matt, Matt Pretty. Encantado.

No sabía cómo se llamaba la joven, pero no podía disimular que le había fascinado sobremanera. Aunque ahora lo suyo era echarle un cable a su amigo Lars. Aguarda Lars, voy contigo...

Le sacó una risa la forma en la que respondió a la puya, sabía que podían seguir de ese modo la discusión por horas así que decidió mejor dejarlo en ese punto exacto entre la realidad y la broma.
Estaba por volver la vista a su libro cuando quedó mirando a Gabi totalmente confuso. - ¿En que te basas para decir que está enamorada de mi?  Suspiró pesadamente asintiendo - Sí sí... ¿Me dejas estudiar ahora? Era un cerebrito, eso Gabi lo sabía bien y el gesto que hizo cuando sonó el teléfono seguido de los toques en la puerta lo confirmó. Cerró el libro con un ligero gruñido que indicaba gran molestia y se dirigió hacia la puerta. Una vez ahí, tuvo que respirar profundamente por unos milisegundos antes de abrir esta para verse cara a cara con quien se hacía llamar Mamma. 
-Buenos días* señora, me he ofrecido a cocinar mientras mi compañera recupera su tarjeta de crédito. Lo que menos deseo es robarles una habitación libre de forma gratuita que podrían ocupar huéspedes con dinero... ¿Me da un segundo? Para ir hasta la cocina había que salir al exterior y hacía un frío importante por lo que se metió de nuevo en la habitación dejando la puerta entreabierta y tomó el abrigo el cual se puso por encima y miró a Gabi quien atendía al teléfono en ese momento. - Cuando acabes date una ducha y calienta el cuerpo, sé que tu chaqueta no abriga tanto como la mía y estás helada. Yo me iré a trabajar por ahora nos veremos en un rato... Le sonrió ligeramente antes de cerrar la puerta llevándose la llave con el pues era lo mejor sabiendo que de momento quedaba ella dentro pero que quizá saldría después. 

-La sigo. Se metió las manos en los bolsillos, acariciando la cucharita que siempre llevaba en el bolsillo. 

Tumbada en el baño, intenta sentir algo, cualquier cosa, que no sea ese Vacío... Cuando oye ruidos fuera. Arañazos.

La verdad es que ese está lejos de ser uno de sus miedos. Su único miedo es esa sensación de hastío, de cansancio, de absoluta indiferencia. ¿Ruidos? ¿Golpes? ¿Sangre y dolor? Bienvenidos sean.

Y por tanto, los arañazos le provocan una sonrisa. Son una distracción bienvenida. Y sin embargo...

"¿Qué coño será eso?" piensa, con más curiosidad que otra cosa. Pero no piensa moverse del jacuzzi, así que...

Lys comienza a marcar teléfonos de habitaciones... Y empieza por el de Marco.

-¿Ir yo? No estoy de servicio. Si usted no ha puesto denuncia y él tampoco, por mí perfecto. Viendo que no ha habido heridos graves... -Respondió al recepcionista y se quedó mirándole durante unos segundos, en silencio. Se acercó un poco más al hombre, metió la mano en el bolsillo y sacó el dinero en billetes para costear la habitación, de lo cual sobraban cinco francos.

-Gracias por la información, pero la próxima vez compruebe si el que pregunta es un policía de verdad, por lo menos. No puede ir por ahí diciendo los datos de quien tiene hospedado. Espero que conmigo no haga lo mismo, si se da la situación. -Empujó el dinero hacia el tipo. -No me devuelva el cambio. -Cogió la llave y se dispuso a salir hacia el parking para terminar de estacionar su coche. El hombre del coche que le precedía ya habría terminado con la gasolina. Al abrir la puerta que daba al exterior, el frío volvió a golpearle en el rostro.

-Uuufff... Mierda, ¡qué frio!

Tras descolgar y al no oir nada, volví a responder - ¿Hola? - pero nadie parecía hablarme. - Oiga ¿Hola? ¿Hay alguien ahí? - Sin embargo cuando estuve a punto de colgar escuché algo y me mantuve esperando un poco hasta que finalmente escuché esas extrañas palabras que me dejaron un tanto confundida y perdida.

Colgué el telefono con lentitud e inquietud, justo cuando entonces mi "hermano" me habló. Con una cara no precisamente alegre, agité mi cabeza y le miré con una cara palida y una sonrisa que se veia que era falsa - S-si claro, Luca... Animo y... l-luego iré a verte. - Luca me conocía lo suficiente para saber que algo me pasaba, aunque no supiera exactamente el que. Tan solo simplemente esperé que se fueran y me dirigí al cuarto de baño a hacer lo que me mandó Luca - Igual tiene razón y el frio me hace alucinar...

No podía dar crédito al hecho de que tanta gente trabajara en un motel de mierda. No habíamos llegado a la habitación y no sé cuánta gente me había interpelado.

El tipo gordo decidió tomarse mi comentario con sorna. Mejor que mejor - pensé. Solo esperaba que, tal vez, la chica decidiera apreciarlo.

 Si queréis puedo llamar al personal para que os ayuden con el equipaje, o con la herida.

No era mala idea. tenía un dolor zumbón que iba y venía de forma constante; además, esperaba que la herida esa no se me infectase.

- Eso estaría bien. Alguien que pudiera echarle un vistazo a esto - contesté mientras me señalaba la herida.- Tal vez haya que desinfectarla o algo. Y... ya que estamos, si quien viene es alguien atractivo, habrá unos marcos para ti... 

Tenía delante la puerta de la habitación que había escogido. Sin mucho entusiasmo, la empujé, y entré.

Volví a asomar la cabeza:

- Uhmmm....,Mamma... algo de comer también estaría bien.

Y con aquellas palabras desaparecí.

La habitación era tal y como me la esperaba: sin mucho que rascar. Al menos, tenía salida de incendios. Algo que había buscado deliberadamente.

Desde un feo episodio en Moscú en el que un marido celosos hizo su aparcición antes de tiempo, había aprendido a valorar aquellas salidas. Yo era joven y... mi pareja, no tanto... Sonreí mientras recordaba aquella escena.

Me acerqué a la ventana de la salida y comprobé que estaba adecuadamente cerrada.

No vi la botella que esperaba.

- Paletos de mierda.

Decidí darme una ducha mientras esperaba todo lo que había encargado y con el ánimo de entrar en calor; así que encendí la ducha a todo trapo, con el objeto de que se fuera calentando el agua, me desvestí, dejé la ropa sin ton ni son por la habitación y entré en el baño.

Dejé la tele encendida: canal de noticias.

En menos de una hora pasaros por la cafetería. Estará la comida lista lo más seguro.- Miró a la habitación, escuchando ruido en el interior de alguien moviéndose por la habitación, imaginándose que estarían ocupados antes de abrir la puerta. Sin embargo volteó el rostro cuando Andrea mencionó sobre la enfermera particular que buscaba, como si se tratase de un local de alterne, un tanto molesta.- Te llevaré a alguien, no te preocupes.

Ambos hombres, ya fuera para descansar o no aguantar más el frío del exterior, decidieron poner rumbos a sus respectivas habitaciones siguiendo las indicaciones que la pequeña del motel les había dado.

Marco tenía la habitación 300 gracias a la “generosidad” (si así podía catalogarse) de Lys. Para ello debía retroceder al pasillo por el que habían cruzado que comunicaba la recepción con la zona de la piscina para tomar una bifurcación, estando su habitación la primera de la tanda y siendo las siguientes la de sus compañeros, sabiendo que estaban fuera recogiendo las cosas y no tardarían en volver, al menos si no querían congelarse de frío.

Con la llave en la mano, sólo necesitó voltear la llave en la cerradura para que, con un quejido, la puerta terminara cediendo arrastrando un pequeño montón de nieve que se había congregado.

El interior… bueno. Si el exterior del motel estaba defectuoso, tampoco podían esperarse una habitación de lujo. Habían elegido una habitación con una gran cama de matrimonio tapada con una colcha de flores antigua y un papel pintado del año de la postguerra. Aparte, una mesita con un teléfono fijo (que ya habían avisado que no funcionaba) y una nota con números.

¿Sería suficiente para pasar la noche hasta que la tormenta terminara? El frío había disminuido un poco aunque lo más seguro es que tuviera que dormir con varias mantas para no congelarse, eso si lograba encontrar alguna por los armarios.

Sin embargo no tuvo tiempo de acomodarse ya que apenas al entrar el fijo empezó a sonar retumbando el timbre por toda la habitación. ¿No habían dicho que las líneas estaban cortadas?

Mientras el primer pitido del teléfono suena en su oreja, sin saber si lo acabará cogiendo Marco o todavía siquiera ha llegado a la habitación, pasando el rato pone oído a todo lo que pasaba.

Las paredes no es que fueran de papel, tenían un grosor suficiente como para no escuchar demasiado el exterior pero el viento silbaba en las ventanas y algunos pasos resonaban por los pasillos, nada que molestara en demasía a los huéspedes. Sin embargo fue una sucesión de pasos, más fuerte que el resto, y el sonido de una puerta abrirse la que te hicieron sospechar que tenías un vecino justamente al lado, uno un tanto ruidoso, sin saber exactamente si se trataba de los mismos bichitos que habían arañado las paredes.

No se escuchaba demasiado, más bien era un bajo eco de sus movimientos por la habitación antes de encender la televisión a todo volumen, como si estuviera sordo.