Partida Rol por web

Resultaba asquerosamente preocupante la facilidad con la que uno se acostumbraba a ver cadáveres, el primero te horroriza, el segundo puede que te fascine, el tercero quizás curiosidad, pero de ahí en adelante, casi no puedo creer la absoluta indiferencia que me producen. Son únicamente unos objetos más de este esperpéntico decorado que estamos viviendo.

Sobrevivir era lo importante, salir de está infectada ciudad, sea como sea.

Ahora mismo los amigos estaban lejanos, casi tanto como la familia, y poner a salvo a Vivian era la única prioridad, ella es mi esposa, eso me mantendrá firme.

Las enfermedades suelen extenderse antes en las grandes ciudades ¿verdad? donde hay grandes concentraciones de gente

Pregunté a mi esposa, para cerciorarme y para que se mantuviera ocupada, tendríamos que conseguir llegar al lago, y además esquivando los mayores núcleos de población por si las moscas. Necesitaba conseguir una radio, para mantenerme informado de lo que estaba sucidiendo en el resto del pais. Y nada mejor que aquellas dos tiendas para preparar una buena excursión.

Entramos en el economato, y tras echar un vistazo a mi alrededor, pistola en mano, di el visto bueno a Vivian para que pasara Pilla comida, intenta coger cosas que duren varios, días, alguna barrita energetica y bebida, y ve poniéndolas sobre el mostrador añadir ignorando a la dependienta estaba de más.

Yo fui a buscar otras cosas que pudieran resultarnos útiles, para eso, lo primero, fue conseguir una bolsa de viaje, y otra de mano, más pequeña, para luego proceder a recorrer los pasillos. Cuando lo tuve todo, salí de allí con mi mujer, en dirección a la tienda de deportes, pues necesitaba unas cuantas cosas más.

Ahora ya me sentía listo para buscar un nuevo vehículo y salir de la ciudad, aunque fuera a través de una jodida carretera de tierra.

La tensión de la amenaza de los perros no me había permitido ver a aquel hombre de traje elegante. Ese mismo nerviosismo y esa sorpresa tampoco me permitieron captar que se había dirigido a mi llamándome "Doc"; algo que, salvo que me conociera ataviado con ropa de excursionista y máscara, no debería ser evidente.

Bajo el arma, estupefacto por las palabras del hombre. ¿De dónde ha salido? ¿Y por qué va vestido de traje entre un mundo de cadáveres?

"-Oh... ¿Cómo dice? - le pregunto al hombre con expresión de sorpresa - ¿Los perros? Sí... bueno... creí que iban a atacarme.... - me excuso - ¿Pero.... de dónde sale usted? ¿Se encuentra bien?

La verdad es que después de todo lo ocurrido, este hombre es el primer superviviente que encontramos. Aun así, algo en su aspecto y actitud tranquila me resulta extraño. Miro a Jenny, tras el cristal del vehículo y discretamente con la mano le hago un signo para que permanezca en el coche.

Ahora sí que creía que ya no estaba loca, que era un hecho sin precedentes y todos los que quedábamos vivos habíamos tenido el mismo sueño, lo que sin duda, sería como para hacer un estudio o en realidad era lo que teníamos que hacer, que era a lo que le veía una mayor credibilidad y eso, que nunca había sido demasiado religiosa e incluso resultaba algo excéptica para otro tipo de cosas " paranormales ".

- Sí Tom, vamos a Nebraska. Yo también estive hablando con Abygail en su granja y me dijo que fuera allí con mis amigos, y que nos alejáramos de ese hombre de negro.. - Dije casi incluso feliz por el hecho de confirmar que no me había quedado mal de la cabeza después de todo lo sucedido, aunque sin duda, era incluso normal que alguien sufriera algún transtorno sicológico, eso sin duda.

Antes de decirle al recién encontrado que se podía venir con nosotros mi vista se posó en Stanley, ya que él también podía opinar al respecto, aunque mi mirada iba cargada de una silenciosa súplica, ya que dejar a alguien sólo en este mundo repleto de muerte y desolación era casi un peor castigo que la muerte.

- No podemos dejarlo aquí.. como se le complique alguna situación o necesite alguna clase de atención médica morirá..

Mis pensamientos me hicieron recordar que habíamos cogido provisiones pero no llevábamos un botiquín ni nada parecido, ni siquiera un paquete de aspirinas.

- Tom ¿ Tenéis consulta médica en este lugar?

El hombre sonrió de nuevo por sus preguntas, como si le hicieran gracia. No parecía tener actitud ofensiva, sino tranquila y algo burlesca, como seguro de si y sus posibilidades. Miró un momento hacia el coche, y luego de nuevo hacia David, asintiendo despacio sacando algo de morritos.

-Me gusta tu estilo, David, y tu actitud. Tienes claro lo que quieres, y eres un tipo inteligente.

Le señaló con un dedo medio bajado, procurando no ofenderle.

-Tengo planes para ti, doc. Planes que te van a interesar.

Tom asiente mientras habla ella, como si ya conociera aquello. Luego le hace una pregunta, y reflexiona apenas un segundo. Asiente, al cabo de un rato.

-El policlínico. Es pequeño, pero curaban a la gente. Pero está... lleno de muertos por esa enfermedad.

Asentí satisfecha, aunque ya me imaginaba que si había algún lugar con un médico iba a estar hasta arriba de cadáveres por todas partes, eso y la iglesia, sin duda.

- Creo que deberíamos pasarnos por allí y echar un vistazo a ver si podemos coger algunos medicamentos y gasas.. nunca está de más que llevemos un botiquín por si acaso.. - Dije mirando de nuevo a mi compañero. - No soy médico, sino veterinaria, pero como para poder coser una herida ya me da y distinto algunos medicamento..

Me parecía que aún no había dicho cual era mi profesión antes de que todo esto sucediera, pero no estaba de más que lo supieran, por si acaso, aunque no sabía si iba a servir de mucho.

- Genial... - piensa Stanley cuando ve que tanto Alex como su nuevo compañero parecen estar de acuerdo en el viaje a Nebraska. Si bien se hace mas raro que sea tan solo una coincidencia, es difícil obtener esperanzas de un sueño, sin importar cuantas personas lo hayan tenido. Stanley aun se mantiene bastante firme en su posición como para cambiar de idea al respecto.

No dice nada acerca del tema, tan solo da un paso adelante y mira la calle - ¿Podrías indicarme en donde queda el policlínico, Tom? - dice mientras trata de ubicarse. Ignorando el hecho de que aquel sujeto a pasado quien sabe cuanto tiempo en un pueblo desierto, rodeado de muertos, no cree que sea buena idea meterlo en un lugar lleno de cadáveres, pero tampoco le agrada dejarlo solo – iré a ver si hay algo de utilidad en el lugar – dice antes de dar media vuelta y mirar a sus acompañantes – el coche esta listo, pero supongo que Tom querrá llevar algo mas a Nebraska ademas de la ropa que lleva puesta, ¿no, Tom?

Sonreí cuando Stanley dijo que Tom podía venir, y tan sólo le miré asintiendo levemente con la cabeza, a modo de gracias, pero sin decir nada, sabía que así lo entendería sin necesidad de explicarle nada a nuestro nuevo amigo.

- Si me dices que eres médico, sin duda deberías pasarte tú por allí, si no, creo que la que debería ir soy yo y tú ayudar a Tom.. - No pretendía parecer ni prepotente ni nada parecido, sólo que alguien con algo de idea de medicina, sería más práctico a la hora de coger lo necesario para sanar a alguien, o al menos intentarlo.

- Creí que habías dicho que eras veterinaria – dice con una leve sonrisa, medio a modo de burla – pero si crees que es mejor, pues no te detengo – añade, para luego girarse a Tom – Bueno, hijo, creo que será mejor que nos pongamos a hacer las maletas,todavía queda un largo trecho hasta Nebraska – le dice mientras se pone a andar hacia el coche.

Una joven salió por la puerta del copiloto. Al igual que el primero, llevaba un chaleco militar y un casco que le iban grandes, pues su complexión era más bien menuda comparada con la del marine que vistió aquél equipo. Llevaba a la espalda el M16, y una pistola en la mano.

Por su rostro, y a pesar de su vestimenta, no parecía tener ninguna intención de usar ninguna de esas armas, es más, miraba al hombre de al lado con insistencia, y haciéndole gestos tranquilizadores con la mano libre, y se la veia preocupada y angustiada.
Kevin, tranquilo, esa quemadura tiene mal aspecto.

Luego miró al hombre del sombrero vaquero, y se fijó en su quemadura.
Soy sanitaria, pero si quiere que le ayude va a tener que hacer caso a mi hermano, vale? Todos los que quedan se han vuelto locos, ya no... nos fiamos de nadie.

Se metió en el Humvee un momento y sacó un botiquín bien grande, esperando que su hermano, que estaba más versado en tratar con... gente 'potencialmente peligrosa' le dijera que se podía acercar.

En cuanto el hombre se dirije a mi por mi nombre de pila, la sorpresa inicial se torna desconcierto. Quizá me conociera de algo, aunque no logro recordarle, pero su modo de hablar tan cordial, como si fuésemos viejos amigos, me descoloca.

"-¿A qué se refiere?- le pregunto - ¿Y cómo sabe mi nombre? ¿Nos conocemos?- digo  mientras sostengo el M4 con el cañón hacia abajo."

De todo lo que podría llegar a sorprenderme en un mundo moribundo y casi deshabitado, no alcanzo a comprender cómo haber hallado a alguien vivo tiene que ser tan inusual. Pensaba que encontrar a otros supervivientes sería motivo de satisfacción, de esperanza, pero la actitud y el tono de voz de este hombre resultan ser de todo menos gratficantes.

Por breves momentos, el tipo del sombrero se arrepintió de haber salido a la calle e interceptar el humvee. Su último contacto con un ser vivo en la desierta ciudad no había sido del todo agradable... En realidad, había sido el peor encuentro que había tenido en su vida; y aquello no estaba resultando mejor. Una sonrisa comenzó a asomar por su semblante cuando el vehículo se detuvo, pero se desvaneció así como vino cuando los ojos de una pistola le miraban la cabeza, hambrientos.

¡Joder! Si no es uno es el otro, mejor me quedaba con Travis...

Howard estuvo a punto de comenzar a recitar el alfabeto a la inversa, de manera rutinaria, pero recordó que no estaba siendo arrestado. Ya quisiera... Iba a abrir a boca, pero se quedó callado cuando una muchacha se bajó del humvee. Le miró embobado y lascivo por unos segundos, pero la lujuria se desvaneció de su mirada cuando se hizo mención de la relación entre aquellos dos. Después de todo, era el hermano quien le apuntaba a la cara.

-¡Hey, hey, tranquilo tío! ¿Qué no ves?- dijo con un esfuerzo y un pequeño berrinche por el ardor, señalando la gran quemadura en su pecho con un gesto de cabeza. Howard apenas podía pararse propiamente, dolorido como estaba. Caminaba rengueando, con su cuerpo inclinado hacia adelante. -Vamos hombre, realmente me vendrían bien unos jodidos primeros auxilios-

Tom les escuchó, y sintió una gran alegría cuando dijeron que podía ir con ellos. Sonrió mucho, y señaló al final de la larga avenida.

-Al final a la derecha hay un parque y al lado está el policlínico.

Luego Stanley le dijo que podían comenzar a moverse, y él asintió. Parecía que tenía mucho respeto a la gente de un determinado rango de edad, posiblemente porque eran los que más trataban con él y le consentían.

-¡Gracias, señor Westen! Mi casa está cerca, yo le acompaño.

Dió la vuelta con la bici, y comenzó a pedalear.

No le gustaba ese tipo, ni sus pintas. Tampoco le había gustado una mierda como había mirado a su hermana. Todo eso se juntaba, y la verdad es que no dulcificaba nada sus ánimos. Vió que estaba herido, y sabía que su hermana era como era, y le iba a dar la lata hasta que lo curara.

-Vamos a acercarnos, y te van a curar esa herida. No quiero que hagas tonterías, ni que le toques un pelo a mi hermana. ¿De acuerdo?

Le hizo un gesto con la cabeza, indicándole a ella que podía acercarse. El abuelo ya se había despertado y miraba la escena desde el coche, silencioso. Intercambió una mirada con él, y luego se acercó al hombre con calma, pero sin bajar del todo el arma.

A aquel tipo no parecía intimidarle el M4, ni que todavía estuviera caliente de haber disparado, y con el seguro quitado. Escuchó las preguntas de David, y compuso un gesto pensativo, como si de verdad considerara sus preguntas. Sin embargo, tenía las respuestas más que claras.

-No, todavía no nos conocemos. Me llamo Randall, Randall Flag. Soy una especie de presidente y cazatalentos, todo en una.

Le miró un momento, a los ojos.

-Te he estado observando. Lo que hacías, como te desenvolvías. Me gusta tu estilo, y quiero ofrecerte algo.

Metió la mano en su chaqueta, despacio, pero luego vió que se ponía tenso.

-No voy armado, solo voy a coger un cigarrillo.

Y así lo hizo, sacándolo del paquete. Era marlboro, según pudo fijarse él. Lo encendió con un zippo clásico, de color metalizado, sin ningún anagrama o escudo grabado. Dió una primera calada.

-No eres el único que está vivito y coleando. Somos pocos, y por ello muy valiosos.

Se rascó una ceja, mirándole de nuevo.

-Estoy construyendo de nuevo la civilización. Una comunidad nueva, en Las Vegas. Allí repararemos los errores que llevaron a esta mierda... a esta matanza. Y quiero saber si tu y tu mujer estaríais dispuestos a comenzar una nueva vida allí.

La cara de Howard era bastante ambigua. Por un lado intentaba sonreír, para no llorar, y tal vez porque la pistola apuntando a su frente le hacía sentir la necesidad de quitarle hierro al asunto. Además de su intento de sonrisa, fruncía el ceño, medio agachado, aguantando el dolor de su pecho.

-Tranquilo, tranquilo. ¿Me ves en condiciones de recibir balas a la cara y seguir de pie para mutilarlos? Joder...- musitó, algo irritado. -Te entiendo, ¡pero me pegó un jodido rayo amigo!- exclamó, más enojado que divertido a esta altura.

Joder, maldito paranoico.

A la espera de ayuda, le vino a la mente la licorera que aquel tipo le había dejado. Decartó la posibilidad de recogerla, pero joder que necesitaba un trago. Todo a su momento...

Erika suspiró y se guardó la pistola detrás.
Porras, me siento como un médico militar... M16, pipa, chaleco, casco, botiquín, y aquí atendiendo heridos en una ciudad desierta que parece un campo de batalla...

Llegó al lado del hombre, y le acompañó al banco.
Venga, túmbese en el banco.

Miró a la mujer y luego al hombre.
¿Es... familiar o amiga? Al ver en el rostro del hombre que no, la echó al suelo sin más, poniendo una rodilla en el suelo, abriendo el botiquín en el suelo también, y dejando el casco junto a él, agitando un poco el cabello, que estaba un poco sudado de tanto rato con el armatoste de Kevlar puesto.

Quítese la camisa que vea cómo está eso....puf. Tenia mal aspecto, Erika lo revisó con cuidado y buen ojo, para saber cómo empezar a tocar aquello.
Bueno.... tiene mal aspecto pero no hay nada que no se pueda arreglar. Empezó a sacar material. Por cierto, me llamo Erika, ¿Y usted? En otro orden de cosas... Dijo mirando unos frasquitos ¿Conoce sus alergias a medicamentos, está tomando alguna medicación o algo parecido?

Y la pregunta del millón... Susurró.

¿Cómo se ha hecho eso, hombre?

Erika le atendió, y más que una enfermera de la cruz roja se desenvolvió como el cirujano jefe de un hospital. Miró la herida con maestría, y adivinó que la electricidad habría salido por otro punto de su cuerpo, el cual halló: la pantorrilla derecha. El daño a los órganos por dentro, si se había producido, sanaría a lo largo de los días.

Pero lo peor era la herida de entrada, que había abierto un boquete muy feo en su pecho, dañando de paso a una costilla. Ella echó mano del material que tenía allí, y realizó una verdadera operación, con todo lujo de detalles (desde los instrumentos esterilizados a la placa correctora de metal que insertó en sus costillas). Quizá es que, curándole a él, se estaba resarciendo por todos aquellos que un día no pudo curar, como sus padres, su hermana o Corinne.

Al cabo, despues de esta operación, digna del mismísimo doctor House, si este no fuera un personaje de ficción, dejó la herida perfectamente vendada. Howard sintió entonces alivio, un alivio repentino. Y tuvo la certeza de que su estado iba a mejorar mucho apenas pasaran una semana.

Ahora solo tenía que responder a sus preguntas, porque el hombre de la pistola seguía detrás de ellos, mirándole con cierto recelo. Seguía siendo un desconocido para aquellas personas.