Partida Rol por web

Pero Koldo..., ¡yo quiero ir! -añadió el joven goliardo-. Osea que alguien nos estaba siguiendo... -supo entonces-. ¿Y crees que es Zelipe? Es un ladrón, pero, no creo que ... uhm... bueno, es verdad, al fin y al cabo se dedica a eso. Por eso debo ir contigo. Cuatro brazos son mejor que dos... ¿Y si te enfrentas a Zelipe? En la universidad muchos quisieron darme de palos -entonces despuntó de debajo de sus ropas un cuchillo bien afilado, y lo extendió al cielo, en señal de reprobación- ¡y ninguno lo consiguió!

¡¡Guarde eso por Dios!! Está vos en lugar sagrado -le espetó el fraile a Locadio-. Éste sin rechistar, lo hizo. Sí, puede vos salir por las huertas traseras. Hay una verja que da directamente a la montaña. Además, hay una vereda que recorre la falda del monte hasta llegar a las cuevas. No tiene pérdida. Si lo que decís de ese Zelipe es cierto, debéis daros prisa.

Apoyó su mano en el hombro de Locadio, - gracias amigo, pero tú eres el único que has visto a Felipe, debes de quedarte, si algo me pasara tienes el apoyo de Fray Pedro y del Merino, tendrás que ir a la ciudad y decirle al Merino cómo es el ladrón, después buscar para ver dónde ha podido vender el objeto, el objeto debe de ser devuelto a un lugar donde el mal no despierte. Si yo fracaso te tocará a ti Locadio continuar con mi labor, si todo sale bien nos veremos por la mañana.

Con una afirmación de su rostro le respondió al fraile: - Ya me voy padre indíceme la salida por esa puerta, después miró otra vez a su compañero: - que tengas buena noche Locadio.

Después de las indicaciones del fraile y dándole un afectuoso abrazo se despidió del omne de deus, la noche lo cobijó como una madre para seguir la vereda que le llevaría a la cueva. Sacó su arco y se deslizó cuan sombra por aquel sendero con oídos atentos, y cuya visión por no ver nada no pudo dilucidar más en aquella oscuridad.

Una vez fray Pedro húbote indicado una salida por la parte de las huertas, que estuviste en pleno monte, una vez más, encima de un sendero que iba a izquierda y derecha. Tomaste el camino de la diestra (como el fraile te indicó) y a poco, según sus palabra, estarías en las cuevas. Locadio se te quedó mirando mientras te ibas, pero resopló e hizo caso de tus palabras.

La noche era oscura, y la luna asomaba por el cielo. Las estrellas apenas se veían entre nube y nube, y notaste que allí hacía bastante frío. Andar a oscuras por el monte no era moco de pavo, pero aquello te proporcionaba un sigilo digno del más discreto depredador animal. Camuflado totalmente por la negrura, no lograbas divisar demasiado por la oscuridad, pero sí que oíste, tras unos diez minutos andando a paso lento (para no tropezarte), unos pasos que se detenían cuando tú te detenías, y que andaban cuando tú andabas. A lo lejos, el aullido de algún lobo era el único acompañamiento a los grillos del lugar.

Tras abandonar el huerto detrás del monasterio, Koldo vio un camino que tomaba dos direcciones, como buen hombre supersticioso cogió el de la derecha, pues se decía que la diestra era de Dios, más la izquierda era del demonio, o eso había escuchado decir a algún moro.

Koldo siguió avanzando, aunque se había percatado de que alguien lo seguía pero en una oscuridad tan completa poco podía ver, puede que fuese Felipe que había conseguido verle, o Locadio que sin hacer caso a sus palabras le hubiera seguido, poniendo en peligro la misión. Pues Locadio no era hombre de sigilo como podía ser Felipe o el cazador.

Hacía frío ahí en la sierra a pesar de ser verano, así que debería de llegar a la cueva cuanto antes para resguardarse, Koldo avanzó por la vereda sabiendo que iba por buen camino y que pronto descubriría las cuevas como Fray Pedro le había indicado.

Estaba en su medio, Koldo era mejor en la naturaleza, el sonido de un lobo le alertó más de lo que estaba aunque sonara a lo lejos, así que con el arco en mano siguió avanzando. Sabía que le faltaba poco, pero no quería darse prisa por no torcerse el tobillo con alguna piedra o desnivel, se había dado cuenta que el que le seguía no quería atacarle antes de que llegara hacia su destino, sino ya lo habría hecho en la espesura. Por tanto siguió avanzando pero en sigilo, escuchando a su alrededor y oteando el lugar, esta vez por la brillantez de la luna o por que las nubes se habían movido pudo descubrir más del medio que le rodeaba.

¡Auxilio! -escuchaste entonces en medio de la noche rompiendo el silencio sepulcral-. Alguien pedía socorró unas decenas de metros más adelante, en medio de la oscuridad del monte. ¡Auxiliooo! -repetía la voz-. En tu interior entró un pesar bastante grande, ¿quién diantes pediría auxilio en mitad de la noche en unos montes alejados de la mano de Dios?

Koldo se acercó a paso ligero, dando grandes zancadas ya que no quería tener algún tropiezo en noche tan oscura, su corazón se le aceleró por escuchar a un omne pidiendo auxilio, y lo escuchaba cerca muy cerca. Cogió una flecha de su carcaj y la puso en su arco sin tensarlo, ¿sería obra del demonio?, ¿y si no era así quien podía estar en aquesta cueva viviendo?, ¿por qué pedía auxilio? Poco le importó a Koldo que sabiendo que iba a pasar allí la noche debía antes de lidiar con lo que le surgiera.

Koldo trotó a grandes zancadas hacia el lugar de los gritos de auxilios. Segundos antes había preparado su arco, tomando una flecha de su carcaj. Pronto estuvo en un claro, o eso le pareció a él, y enfrente de sí vió a Zelipe, a una decena de metros, como postrado a los pies de una figura encapuchada y vestida completamente de negro (apenas perceptible detalle alguno). En la otra mano portaba bastón, y la figura tenía cogido por los cabellos al ladron (que era quien había gritado desesperado, y que en un principio no llegaste a reconocer su voz). A su lado había una segunda figura, un poco más desnuda y vacilante, y parecía aguardar paciente. Entonces aquel que tenía asido por los cabellos al ladron te miro, soltando a Zelipe (y éste cayó exhausto hacia un lado, tendiendose en el suelo).

¡¡¡La Piedra!!! -susurró centrando toda la atención hacia tí-. No eras capaz de verle el rostro al agresor del ladrón, pero sabías que miraba la esmeralda sujeta a tu cuello con la cadena. ¡¡Entrégamela!! -enteonces alzó su mano como para que obedecieras, y la voz empleada estaba llena de vibración y terror-.

Koldo avanzó a paso ligero siguiendo los gritos de ayuda, la voz provenía de un claro y allí se encontró con la escena, un hombre vestido de negro sostenía a Felipe, aquel omne estaba encapuchado y vestía de negro. Alzó la mano como si tuviera algún tipo de poder en ella, y entre susurro ordenó con una voz imperiosa que le diera la piedra. El cazador apuntó al omne y disparó su flecha, - se había otorgado ser custodio de la piedra y sabía que tenía que enfrentarse a aquel que la quisiera. A continuación se dio la vuelta y salió corriendo con la intención de perder al enemigo de vista, y ver si había dejado la cueva atrás para meterse en ella.

Resumen turno 1:

La silueta encapuchada, al ver que huías (o pretendías hacerlo), envió a su compañera: un cuerpo cuya carrera hacia a tí no era nada virtuosa, sino coja; viste entonces la cadavérica forma de su rostro y manos. Dedujiste entonces, mientras tensabas tu arco, que estaba muerto. Llevaba en una de ellas un hacha, y tuvo que avanzar bastante para poder atacarte...

Koldo se había movido hacia atrás para después disparar con su arco, en su trayectoria se interpuso una extraña mujer que parecía estar muerta, debido a su cadavérico rostro y sus manos huesudas. Se movía rápido pero cojeando con un extraño movimiento de su cuerpo, como si sufriera un descontrol de sus extremidades como si no estuviera viva. El cazador tuvo la suficiente sangre fría para disparar a aquel ser que parecía ser un sirviente del extraño hombre encapuchado. Ni en sus peores pesadillas se hubiera imaginado al tal sirviente que venía hacia él con un hacha, la escena no podía ser más grotesca guiado por un hombre de negro con una voz que producía escalofríos. Koldo no supo a qué se debía su reacción de atacar, lo más seguro es que lo hizo para darle una oportunidad al que había sido su compañero de viajes para que escapara de aquel hombre siniestro.

Resumen turno 1:

A Koldo no le faltaron reaños para tensar la flecha y disparar. El virote viajó en mitad de la noche e impactó de lleno en aquella criatura que avanzaba hacia él desgarradoramente. ¡¡CLACKK!! El impacto le atravesó a la altura del abdomen provocándole un gran daño, pero no cejó en su empeño de avanzar y avanzar hacha en mano.

Daño criatura: 9 pv (sin protección): 9 pv

Koldo vio como la flecha se le quedó bien incrustada a la criatura pero esta no cejó en su empeño, viendo que era imposible combatir con una criatura ya muerta emprendió la huída.

Resumen turno 2:

Viendo que te giraste para huir como alma que llevaba el diablo, que la figura cadavérica y huesuda levantó su brazo para cargar el hacha y descargarlo sobre tí... Aquel envite fue brutal. Mientras que el primer ataque ningún efecto tuvo, que el segundo te alcanzó de pleno, ya en la espalda, a la altura del hombro, y un grito procedente de tu boca salió al exterior, un grito de dolor: te había clavado fuermente el filo en tu espalda...

Daño: 8 (sin protección en pecho) --> 8 puntos de daño. Te ha quitado la mitad de PV de vida de un sólo ataque. Ello implica que te ha producido una secuela en dicha parte (el pecho). Tras la tirada, procedo a describirte, según el manual, el destino de Koldo...

Corazón Dañado: El golpe afecta al corazón. El personaje cae inconsciente al suelo de forma automática, y morirá en 3 asaltos si no se consigue detener la enorme hemorragia que surge de su pecho. Si otro PJ tiene éxito en una tirada de Sanar parará la hemorragia, aunque el personaje perderá de forma permanente 3 puntos de Resistencia y Fuerza.

Caíste al suelo, inconsciente, y supiste que tu vida tenía allí su fin. Aquel hachazo te invadió y llegó hasta tu mismísmo corazón. Tus ojos se abrieron y tu visión ennegreció, mucho más que en la noche más oscura.

Entonces oíste algunos cánticos, cánticos que llegaban a lo lejos, y que poco a poco oías, caído ya en el suelo, como los últimos sonidos de tu vida...

...el señor es mi pastor,
nada me falta;
en verdes praderas me hace recostar,
y me conduce hacia fuetnes tranquilas,
y repara mis fuerzas;

¡¡KOLDOOOO!! -una voz gritaba, también lejana, ahora acercándose-.

...me guía por el sendero justo. -decía otra voz-
Y aunque camine por cañadas oscuras, nada temo
porque tú, Señor, vas conmigo;
tu vara y tu bastón me sosiegan.

¡¡Koldo!! -gritó Locadio-.¡Koldo!, ¡¡DESPIERTA DESGRACIADO!!, ¡Santo Diosss! -decía aterrado el goliardo mientras fray Pedro y tres frailes mas confrontaban a la criatura. Todos tenían por arma un crucifijo en alto, apuntando hacia él y cantaban salmos de la Biblia. ¡Aguanta, no te mueras! -el joven muchacho te apretaba el corazón por su parte trasera, y notabas que estabas recostado.