Partida Rol por web

Un remolino de energía azul en forma líquida se alzaba y apresaba a los rehenes. En esa dimensión, según os había explicado Clea, no existía el fuego. Era un enorme universo acuoso, cargado de una calmada luminosidad, el lugar perfecto para retener a aquél grupo de enemigos cuyos poderes se relacionaban con el fuego.

Aturdido ante la inmensidad de aquél lugar, Prometheus había hablado finalmente.

- El plan de Dokter era cubrir todo el cielo con una gran masa de humo. Esa nube anularía la luz del sol, pero, por otra parte, la tierra se llenaría de volcanes y el oxígeno, según aseguraba, prendería con más intensidad y toda esa conjunción de circunstancias cambiarían la Tierra, destruyendo la civilización. Ese bastardo quería crear una nueva era en la que él gobernase. Por supuesto, me negué, no iba a servir a semejante capullo, aunque trabajara para Morfeo. Pero debe ser que está poniendo en marcha su plan, aunque sin mi ayuda. Me habrá sustituido, o estará empezando si mí.

Flotábais en el interior de una burbuja. En esa dimensión no había nada sólido donde poner los pies. La forma astral de Clea os acompañaba, pues ella permanecía junto al doctor Extraño. Detrás vuestro había un portal por el que podíais abandonar el desconcertante, aunque hermoso, lugar.

- Ya os he dicho lo que sé. No me importa en absoluto traicionar a Dokter, pero quiero saber qué le habéis hecho a Patrice.

Después del paseo hasta el Sanctum de Extraño, mi humor se ha aplacado un tanto. El aire fresco del vuelo ha despejado mi cabeza un lo bastante para empezar a pensar con claridad de nuevo. Morfeo (¿figura de sombras?), Dokter (el jodido falso periodista negrata), Prometheus (Ben Jackob), sus amigos nazis con poderes (qué HP el que se escapó)... todo parece bailar en mi cabeza, sin adoptar una posición coherente, pero al menos comienzo a tener una visión de conjuto.

El lugar-dimensión acuoso donde han retenido al grupo fogoso no me gusta una mierda. Demasiada paz y tranquilidad, en definitiva, A-B-U-R-R-I-D-O. Aunque a estos cabronazos les vendrá bien para apagar sus fuegos interiores. Atiendo con dificultad a las explicaciones de Prometheus/Ben, reprimiendo mis ganas de darle en la cabeza hasta que volverle un vegetal.

- A ver jodido violador de mierda, me importa bien poco lo que "quieras", si por mi fuera te dejaría en las manos de Sónica, la hermana de Martha, sí esa, la chica que tú y tus colegas violastéis y quemástéis, para que te cantara una serenata hasta que se te cayeran los dientes a cachos de la boca pero... tenemos cosas que hacer así que iré al grano. Primero, ¿cómo dáis tú o Dokter poderes a otros?, segundo ¿a dónde ha ido el figura que escapó? y tercero, quiero que me describas a Dokter y a Morfeo, como te ponías en contacto con ellos, y de paso dónde están. Si me gusta lo que me dices, te contaré que le ha pasado a Magma/Patrice... desembucha, YA. -

No se si mis "descontroles" tendrán efecto en ese lugar, pero estoy tentada de encender un fuego, sólo para ver que pasa. Sonrío maliciosamente en mi interior, - Igual se va toda la dimensión a la mierda... -.

Un infierno en la tierra...

La apreciación de Shazael es bastante acertada. Ocultar el sol, sumir el mundo en las tinieblas y cubrirlo de fuego volcánico. Es lo más parecido al infierno que uno pueda imaginar. Hogar de demonios, el fin de la raza humana. Shazael estará satisfecho con esa perspectiva, tengo la impresión de que mi colaboración en este grupo toca a su fin.

No puedes estar más errado, Dominic.

La voz de Shazael en mi mente me trastoca. Por desgracia, me he habituado a oírla en mi cabeza, pero hay algo distinto. No hay humor, sarcasmo, diversión, ni siquiera ese deje de malicia que siempre arrastran sus palabras. En su lugar hay otra cosa.

Algo que no me encaja.

Da igual lo que puedas creer de mí, humano. Soy un demonio, se lo que es el infierno. Y te aseguro que no es divertido...

¿Miedo?

No, no es posible. Es demasiado inconsciente para eso, demasiado malvado. No conoce ese concepto. ¿O sí? Me ha mostrado miles de imágenes de sus recuerdos en la tierra, sus batallas marítimas, sus saqueos, sus duelos, pero nunca una sola imagen de su hogar antes de eso, del infierno del que procede. ¿Por qué?

Eso no es importante, Dom, no te distraigas. Tienes que hacer algo...

¿Tengo?

No seas cabrón, Dom, ambos queremos lo mismo. Ya se que no te fías de mí, y tienes buenos motivos para ello. He hecho cosas que no apruebas, vale, te he causado muchos problemas, vale, perdiste a tu chica por mi culpa -aunque te mereces algo mejor que esa tía, creeme-, vale. Y no me voy a disculpar por ello, va en mi naturaleza. Un león no pide disculpas por zamparse a una gacela, si sabes a qué me refiero... Pero ni tú ni yo queremos que esa mierda pase, ¿vale? El mundo está bien como está, es una mierda, pero es una mierda divertida en la que vale la pena vivir. El infierno es otra cosa, Dom, y no pienso regresar a él...

No me lo puedo creer...

Sí que tiene miedo.

Me pregunto que historia pueda haber tras esto. Parece que, si estaba en la tierra, es porque el infierno no le resultaba muy agradable. Siempre se jacta de ser un demonio, ahora me pregunto cuán importante demonio sería entre los suyos...

Está bien, Shazael... Compórtate, y trabajaremos juntos...

Agito mis manos tratando de adaptarme a la naturaleza acuosa de este lugar. Con ello, me acerco un poco más a nuestro prisionero, oyendo las amenazas y el interrogatorio de Psiónica. Si nos diera alguna pista por donde empezar a trabajar...

Mentiría si no dijera que estaba cansada, no solo del combate, sino también de la situación. Sentía el cuerpo rígido y mi mente estaba un poco confundida por todo lo que había tenido que vivir en tan poco tiempo. Ahora nos encontrábamos en un lugar extraño al que habíamos sido guiados.

Psionica había empezado con el interrogatorio y apreté los puños cuando mencionó lo que le había pasado a mi hermana: no me gustaba que mencionara con tanta tranquilidad ese hecho, pero por desgracia era cierto. Mantener a un cabrón como ese con vida me provocaba náuseas pero tenía que esperar a encontrarla para poder tomar mi venganza. 

El plan del que hablaba Prometheus era impactante cuanto menos: al parecer unos locos querían hacerse con el control de la tierra. ¿Qué pinta Martha en todo esto? ¿y mi madre? Probablemente la segunda sencillamente era un rehén con el que obligar a mi hermana a hacer cualquier cosa.

-¿Dónde demonios tenéis a Martha? Te aseguro que Patrice acabará peor que mi hermana como no hables- le dije, aunque aquello era mentira. No iba a hacer que pagara un inocente por su maldita culpa.  La verdad es que todo sería mucho más fácil si estuviera sola, no tendría que controlarme. 

Mi brazo... Me duele el brazo... Dónde estoy?

Abrí los ojos desconcertada, dejándome flotar en aquel medio acuoso, dándome cuenta entonces de lo que sucedía. Había vivido experiencias similares, pero ninguna como aquella. Me impulsé con brazos y piernas hacia los demás, con un gesto de dolor en mi rostro.

Al darles alcance escuché las bruscas palabras de Psiónica, tan inadecuadas algunas veces, y tan oportunas en otras. Esta era una de ellas, teníamos que tratar de conseguir esa información. Miré de reojo a Sónica al mencionarse a su hermana, era obvio que se contenía. Me preguntaba durante cuanto tiempo sería capaz de hacerlo.

Había visto que Stephen no se encontraba por allí. Habría desaparecido con el traslado? O es que habría sido abatido protegiendo a Dom?

- Estás bien, no? - pregunté a Dominic, por asegurarme, mientras dejaba que las chicas siguieran interrogando.

Asisto al desfile de amenazas, planteándome la idoneidad de liberar al demonio. No sólo puede amenazarle, además no tendría reparo en llevar sus amenazas a término, de eso estoy seguro. Si eso significa obtener la información necesaria para evitar ese infierno que teme, hará lo que sea necesario. Lo haría incluso sólo por divertirse.

De lo que no estoy tan seguro es de poder detenerle a tiempo, si empieza.

No, decido dejar el asunto en manos de las chicas, tanto Psiónica como Sónica parecen bien capaces de sacarle lo que necesitamos...

¿Eh? ¿Qué? -Me giro sorprendido por la voz de Tótem a mi lado- No, o sea, sí, estoy bien. Gracias... Por lo de antes, lo de tu oso. Yo... -Lamento ser una carga- Pero ¿tú estás bien? -Veo un pequeño gesto de dolor en su rostro al mover el brazo, ¿qué ha pasado?- ¿Estás herida? -Pregunto preocupado.

Se me escapó una pequeña risa ante el desconcierto de Dom, pero al mencionar a Stephen me puse seria.

-Stephen? Qué pasa con él? Su cometido era protegerte, no puede morir, tranquilo. - le respondí rapidamente, tratando de que no se preocupara, pero ya lo parecía estar al preguntarme por mí. - Sí, salvo la quemadura...- abri la cremallera de la chaqueta y se la mostré. -Cuando salgamos de aquí debería... - interrumpí mi propia frase. -No, no...! - exclamé de repente, asustada.

Sin decir nada más me giré rapidamente, lanzándome hacia el portal que había tras nosotros, por el cual se suponía debíamos salir de aquel mundo acuoso.

El ser os miró con una expresión que no era fácil de adivinar, dado su extraño aspecto.

- Puedo dar poderes porque es un don de Morpheo. Yo soy un dios ahora...

Clea le interrumpió entonces.

- Pesadilla le da poder gracias a la grieta entre el Sueño y la Vigilia y éste lo reparte entre sus lacayos. Martha es la grieta. Su trauma le permite a Pesadilla usarla como nexo. Si no damos con ella, Dokter recibirá poder para realizar su plan.

Prometheus se contuvo para no decir una barbaridad. Ben tenía el suficiente control sobre sí mismo como para no dejarse llevar.

- Escucha, Laetitia. Dokter y yo buscábamos a tu hermana porque ella incrementaría nuestros poderes. Yo no la pude encontrar. Mis ayudantes me fallaron. 

La realidad era que vosotros habíais arruinado aquél intento, pero Prometheus no parecía saber todos los detalles. Los otros nazis, de hecho, se encontraban presos en otras columnas acuosas similares, en lugares diferentes.

- La tenéis aquí, ¿es eso? la habéis encerrado en una de estas jodidas mierdas. Decidme que sí, cabrones. Prefiero que esté aquí a que esté en manos de ese bastardo.

Justo en ese momento, Sora parecía recordar algo y mostraba una expresión de desconcierto en su rostro. La mujer atravesaba el portal y volvía a la mansión del Doctor Extraño.

Tótem se abre la chaqueta que le entregué y me muestra una gran quemadura. La miro consternado, lo cierto es que había visto que se le había estropeado la ropa y tenía un agujero, pero no vi que hubiera sufrido ningún daño. Joder, y encima se preocupa de dejar a su oso para protegerme, esta chica está hecha de otra pasta. Una muy diferente a lo que yo puedo aportar a este equipo...

Por eso debes dejar que sea yo quien aporte, Dom...

¿Qué? ¿Qué pasa?

De repente, exclama negando algo, visiblemente asustada, y se lanza por el portal a nuestra espalda, sin que me de tiempo a detenerla para preguntarle por lo que sucede. Antes de hacerlo, desparece por el portal, y me quedo desconcertado sin saber qué hacer. Me giro y miro a los demás, que tampoco reaccionan, mientras el prisionero continúa explicándose.

Eh, ¿no estás pensando...? ¿¡Me voy a perder el interrogatorio!?

Pues va a ser que sí.

Comienzo a agitar brazos y pies por la sustancia acuosa de que está compuesto este extraño lugar, dirigiéndome al portal, tras Tótem.

El portal os llevaba hasta un cuarto de unos veinte metros cuadrados adornado tan sólo por una alfombra. No había mobiliario en él, de haberlo, seguro que tendría un aspecto victoriano. Lo que mostraban las paredes eran elaborados dibujos, muy intrincados, de bandas que se entrelazaban, cual mapas de lo desconocido.

El lugar se mantenía fresco. No habían ventanas, tan sólo una puerta de salida y otra puerta mística en la pared de enfrente, que brillaba con un color azul intenso. Su luz se mezclaba con la de varias velas.

Si se atravesaba la puerta normal, se acabaría en el salón, donde probablemente estaría Wong, y si una vez allí se subían las escaleras, enseguida se daría con la habitación donde Clea cuidaba de su ex-marido.

Atravieso el portal trastabillando, por el inusual paso de flotar a caminar, mirando alrededor con consternación. Supongo que soy demasiado "normal" para todo esto.

¡Tótem! -Llamo su atención en cuanto me asiento en el suelo y la veo- ¿Q-qué sucede?

Una habitación... Eso era todo lo que había al otro lado...

-P-pero... No debería haber vuelto donde estábamos?

No me había parado a pensar antes de cruzar el portal, pensando que volvería junto al almacén, pudiendo así recuperar mi cazadora, y con ella el medicamento. Pero no, allí estaba, en lo que parecía la mansión de Extraño, o eso parecía porla decoración.

De pronto me vi sorprendida por la voz de Dominic, y me giré, mirándole con esa sorpresa en mi rostro.

- Qué haces aquí? - en seguida me llevé la mano a la cara, consciente de mi error. - No quería asustarte, es que... El inhalador, me lo dejé en la cazadora, donde estábamos antes de venir aquí... - mi cara se entristeció, y metí las manos en la chaqueta del chándal, mientras daba una especie de patada al aire, rozando el suelo, en un gesto de frustración, tal como haría un niño pequeño. - Soy idiota, no debí dejarlo allí, no puedo separarme de él. Al final resultará que tenían razón...- decía mirando al suelo, hasta que levanté la mirada y la clavé en los ojos de Dom. - Tengo que ir a una farmacia cuanto antes. Podrías decirle a los demás que vuelvo enseguida?Pero no les digas por qué, vale? Recuerda que es nuestro secreto. - le sonreí.

No me hacía ninguna gracia tener que separarne del grupo precisamente ahora, pero sería peor si me daba una crisis en un momento crítico.

¿E-el inhalador? -Pregunto, desconcertado pero aliviado de que no sea nada realmente grave. A fin de cuentas, no es algo que no se pueda solucionar fácilmente acudiendo a una farmacia...

¿La mierda esa que se le cayó por las escaleras en el hospital? ¿Me estoy perdiendo un interrogatorio por eso...?

V-vale, vale, tranquila. Te dije que podías contar conmigo... -Le digo sonriendo y ofreciéndole mi mano. Venga, pero démonos prisa, aún estoy a tiempo de ver el final- ¿Vamos?

Amplié mi sonrisa al escuchar que podía contar con él, dando por hecho que se refería a guardarme el secreto y avisar a los demas, pero entonces me tendió la mano. Miré esta con extrañeza. Pensaba acompañarme? Entonces su última pregunta lo dejó claro.

- V-vamos... - dije casi susurrando, cogiendo su mano con timidez, aún sorprendida con el gesto.

¡¡Vamos, vamos, vamos!!

Sujeto la mano de la morena con ansia, con prisas. ¿Perder tiempo en ir a la compra? ¿Perderme un interrogatorio con posible tortura por algo así? Vamos, porque Dom me obliga, de lo contrario ni de coña...

Agárrate...

La habitación desaparece de nuestro alrededor, dando paso a la calle, e inmediatamente a otra calle, sin que nosotros nos movamos en absoluto.

...nena...

Las calles se suceden, escenas distintas de un mismo mundo, pasando ante nosotros a toda velocidad, de forma caótica.

...que vamos con...

Un salto tras otro, y otro, y otro. Por suerte, Dominic me ha llevado por la ciudad bastante a menudo, de modo que se a donde voy.

...prisa.

El mundo se detiene súbitamente, dejo de saltar y suelto la mano de la chica de Dominic tras darle un suave beso en el dorso. Pero no tengo tiempo para más. Me retiro y dejo paso al hombre que realmente ha querido traerla, esperando que esto termine pronto.

Shazael ha cumplido. A regañadientes, quejándose, pero aquí estamos, frente a una farmacia abierta. Miro el rótulo, sonriendo satisfecho. Por fin algo que sale medio bien.

Bueno, pues... aquí estamos. No había por qué agobiarse, ¿verdad?

En un abrir y cerrar de ojos ya no me encontraba de la mano de Dominic, sino de aquel demonio. De pronto distintos lugares comenzaros a sucederse ante nosotros, seguramente buscando un lugar determinado, mientras Shazael me decía que tenía prisa.

En seguida nos detuvimos cerca de una farmacia abierta, y el demonio soltaba mi mano, dándome un beso en esta antes de desaparecer. Froté el dorso contra mi pantalón, mientas Dom volvía a dirigirse a mí.

-Y-yo pensaba que... - le miré ruborizada, ya no por haber tomado su mano antes, sino avergonzada por mi error.

Con lo difícil que es que alguien normal se fije en mí...

- Qué tonta, es que pensé que me habías dado la mano para acompañarme tu mismo... Te imaginas? - Reí, tratando de quitarle importancia a la situación. - Ni me acordé de Shazael, jaja. Me acompañas?

Veo extrañado cómo Tótem se ruboriza, aunque no entiendo el motivo. ¿Es que he hecho algo mal? ¿Ha hecho Shazael algo de lo que no me he percatado?

¡Eh! ¿Por que cada vez que pasa algo buscas echarme la culpa?

Trata de explicarse mejor, pero sólo logra desconcertarme más. ¿Tonta? ¿Acompañarle yo mismo?

B-bueno... Es lo que he hecho ¿n-no? -Trato de explicarme torpemente, agachando la mirada al darme cuenta de mi estupidez- O sea, y-yo estaba presente, le he pedido que lo haga... -Mejor dejo de defender lo indefendible, ni siquiera me paré a pensar lo que estaba haciendo. Dejo salir un suspiro hundiendo los hombros- Pensé que querrías llegar cuanto antes y que los demás no notaran tu ausencia.

¿Qué es lo que habría que imaginar? ¿Que un tipo como yo creyera tener alguna opción con alguien como ella?

Joder, Dominic, no has oído una palabra de lo que te vengó diciendo desde que la conocimos, ¿verdad?

Sí, te acompaño...

Dominic se mostraba algo nervioso y cabizbajo. Es que había dicho algo malo?

- No, no, si te lo agradezco, así tardarmos mucho menos. - le sonreí, esperando que comprendiera que había hecho bien. - Soy yo la que ha actuado sin pensar, creyendo que me acompañarías caminando, a la antigua usanza... Rara pareja íbamos a hacer, jeje.

Me miré entonces, dándome cuenta que continuaba con la chaqueta abierta. Cerré la cremallera de esta hasta dejar un discreto escote, y decidí soltarme el pelo, ya que mis trenzas habían quedado hechas un desastre tras los últimos enfrentamientos.

- Así ya parezco más normal, creo que me dejarán entrar. - bromeé colocandome el pelo, consciente de mi peculiaridad, y le hice un gesto para que pasara por delante hacia la farmacia.

¿R-rara? -Me quedo perplejo por el comentario, sin comprender el significado. No parece que me esté menospreciando, me ha tratado siempre bien desde que nos comocimos, aunque ¿qué otra forma de verlo hay? Es guapísima, tiene un cuerpazo, es la clase de tía que puede tener a quien quisiera. Y yo soy un transportista normal y corriente con un problema grave.

Es cierto, menuda pareja...

¿Y por qué no iban a dejarte? -Si estás preciosa... ¡Pues díselo ya, joder! ¿Para qué? ¿Para avergonzarla más?- Vamos, pasa... -La dejo pasar delante, de forma caballerosa, quedándome tras ella algo cortado por lo incómodo de la situación.