Partida Rol por web

A pesar de haber cerrado los ojos, abrí uno de estos al notar como Dominic sujetaba mi hombro y comenzaba a extender el producto, viendo lo que hacía.

- Aufff - me quejé, por el temido escozcor, tratando de mostrar una sonrisa ante la pregunta de Dominic. - En relidad es agradable... Quiero decir que, normalmente lo hago yo misma, y lo hago muy bien, - reí - ...pero está bien esto de que te lo haga otro, y más si eres tú. - traté de sonreír, a pesar del picor.

El quejido de Sora hace que retire inmediatamente la gasa empapada, pero su sonrisa y su aparente ilusión al ser curada por otra persona en lugar de ella misma me inspiran a continuar. Especialmente ante el canto de su risa, muestra de una felicidad que me alegra de algún modo. Continúo empapando la quemadura, y cuando termino dejo la gasa en el suelo y comienzo a soplar suavemente para que seque y se alivie el escozor.

Y, normalmente... -Un nuevo soplido- ¿No tienes a nadie que... cuide de ti?

Miraba a Dominic mientras soplaba en la herida, sacándome una nueva sonrisa ante su pregunta. Me gustaba su interés, aunque aquello era un tema delicado.

- Quieres decir... A parte de los espíritus? Porque diría que son quienes más velan por mí, aunque también está mi tia. - La quiero, pero nunca ha llegado a entenderme. - Vivo con ella en la ciudad, pero estoy buscando la manera de trasladarme; lo de encontrar trabajo no se me da demasiado bien... - dije algo avergonzada, rascandome la nuca. - Paso sola gran parte de mi tiempo, o con los niños en la reserva. - sonreí al pensar en ellos. - Y qué hay de ti? Familia? Amigos? Agente de la condicional? - bromeé.

Oírla hablar de los espíritus como su única compañía hace le lance una mirada algo triste. No se nada de los espíritus, por lo que para mí es casi como decir que está sola en el mundo. Bueno, y con una tía, aunque no parece que haya muy buena relación.

Mis padres viven en Washington. -Soplo una vez más la quemadura- Tengo algunos amigos, aunque nadie de demasiada confianza. Y teniendo en cuenta que uno de ellos se tiraba a mi novia... -Me quedo callado un instante, percatándome de que decir eso en voz alta no ha sido muy apropiado- P-perdona, no debería haber dicho eso... -No entiendo a los humanos, siempre alabando el decir la verdad y luego...- En fin, y no tengo agente de la condicional porque "aún no me han trincado"... -Digo poniendo una voz de tipo duro que no me pega nada, y echándome a reír sin ganas justo después- Mi única compañía es Shazael, ya ves... ¿Y que haces con esos niños, eres profesora o algo así? -Trato de cambiar de tema rápidamente.

Escuchaba a Dominic a la vez que observaba como continuaba tratando la herida con tanto mimo. Tenía familia, aunque no cerca, y algunos amigos, o más bien colegas. Me sentí algo incómoda ante el comentario sobre la traición de su amigo, y en seguida se disculpó, como si mi reacción pudiera ser el mayor de los problemas.

- No te preocupes, la culpa es mía, no quería hacerte recordar eso... Aún la llamas novia, así que debe ser doloroso, lo siento.

Agaché un instante la mirada, aunque su broma fruto de mi comentario sobre la condicional me hizo volver a alzarla, sacándome una risa.

- Profesora... Ojalá. - suspiré - Hacemos juegos y actividades mientras sus padres están en rehabilitación. Ludopatía sobre todo, aunque hay un grupo de ex alcohólicos. - no quería meterme en temas tan tristes, así que retomé lo de ser profesora. - Intenté estudiar magisterio, pero... No entiendo el sistema. Encerrar a los niños tantas horas durante cuatro paredes, o peor aún, tenerlos tecleando en un ordenador... Aprenderían mucho más al aire libre, conociendo las cosas de primera mano. No es absurdo estudiar los diferentes tipos de rocas en un libro cuando puedes salirtu mismo a descubrirlas? Totalmente absurdo. - dije más que convencida. - Ahora es cuando mi tía diría que soy una hippie revolucionaria. - reí.

Enarco una ceja por un comentario de Sora que no termina de convencerme, acerca de Sarah. Es cierto que aún duele, pero no porque la siga considerando mi pareja. Esa es una página que ya he pasado, en realidad. Lo que me duelen son los motivos, los que creía y los que han resultado siendo. Los primeros, porque eran resultado de una maldición que me seguirá persiguiendo de por vida, según temo. Los segundos, peor aún, pues no puedo culpar a nadie más de ello. Shazael no me hizo perder a Sarah, la perdí yo sólo...

Quizás sea porque "eres" una hippie revolucionaria. -Le digo finalmente con una sonrisa, tras disfrutar de su alegre risa- No tiene nada de malo, al contrario, el mundo sería un lugar mejor con más gente así... -Compruebo que la piel quemada está relativamente seca, dando un último soplido- Bueno, parece que esto ya está. Vuelva a pasar por mi consulta en... unas horas. -Río, recogiendo las cosas y metiéndolas en la bolsa. Tanto los medicamentos como los desechos de envases- Y sobre el tema de mi ex... Me refería a que "era" mi novia en ese momento, ahora ya... En fin, duele enterarse de ciertas cosas. Era mejor pensar que la perdí por culpa de un demonio que saber que la perdí mucho antes por no saber conservarla... -Termino de recoger y cierro la bolsa, poniéndome en pie sin saber a donde mirar, hasta que finalmente clavo mis ojos en los de Sora y, sonriendo, le ofrezco mi mano para levantarse del suelo.

Me quedé mirándole con una sonrisa en los labios, tanto con su comentario de que era necesaria más gente como yo, como con el de la consulta; pero las palabras acerca de su no-novia me bajaron de la nube.

Le escuché, tal y como venía haciendo, pero no me quedaba claro nada. Tampoco tenía demasiados datos, pero los sentimientos no se olvidaban de un día para otro. En cualquier caso, aquello no era asunto mío; al menos de momento.

- No tienes que darme explicaciones, lo que tenga que ser será. - empecé a hablar seria, tomando su mano y levantándome. - Pero hazme un favor... Deja de culparte. Es ella la que te engañó. Me da igual lo increíble que le pareciera ese otro tio, eso no se hace. No fue culpa tuya, si alguien no quiere estar a tu lado, da igual lo que hagas para intentar conservarle. - hice una pequeña pausa antes de continuar. - Disculpa si es meterme donde no me llaman...

Me giré de medio lado y peine mi cabello con las manos, comenzando a rehacer mis trenzas.

Niega la necesidad de unas explicaciones que, en realidad, deseaba darle. Sin saber exactamente el motivo. La ayudo a levantarse y, al hacerlo, por un instante quedamos uno frente al otro, muy cerca, tanto que puedo sentir su aroma y su presencia tan cercana, una especie de calidez. Sólo dura un momento, pues nos separamos y continúa hablando, esta vez acerca de lo que siento por el asunto de Sarah.

N-no, gracias por meterte donde no te llaman, supongo que llevas razón... -Admito agradecido. No hay nadie más, en realidad, nadie que me pueda decir estas cosas. Sora, metiéndose donde no la llaman, es la única que podría hacerlo. Me quedo mirando cómo trata de recomponer sus trenzas, la soltura de sus dedos introduciéndose en su espeso cabello negro, tan brillante- Te quedan mejor las trenzas. Eres más tú misma, creo...

Furioso por vuestras provocaciones, Ben trató de invocar sus poderes infructuosamente. En su mente se mezclaba rabia y desesperación. Había sido capturado por negros con poderes, la peor calaña posible. Intentó debatirse y salir de esa columna mística, sin éxito alguno, hasta que optó por hablaros.

- Saldré de aquí y os enseñaré cómo se hace daño a unas negras de mierda y sus amigas gilipollas. Igual que Martha alcanzó su sueño de ser follada por un montón de blancos, así lo cumplirás tú también.

Dijo tratando de devolver vuestras punzadas.

- En África ya te habrían desmembrado o pegado un tiro entre los ojos. - Intervino Malik. - Deja de joder y dedícate al Zen, vas a tener tiempo para hacerte uno con el universo.

Mostró una pequeña sonrisa de satisfacción por verle perder los estribos.

La forma astral de Clea se dispuso a hablaros.

- Será mejor salir de aquí y preparar el ritual con el que encontrar a Martha. Seguidme, por favor.

Echó a volar con naturalidad en dirección al portal de salida. Para Psiónica y Dawn era sencillo moverse gracias a sus poderes de vuelo, pero Malik no tenía viento que invocar y Sónica no tenía suelo por el que deslizarse. En el extraño medio acuoso, la forma normal de desplazarse era el nado. Tornado siguió hablando.

- Tenemos que hablar de la esfera negra. La esfera con la que trataron de capturar a Psiónica. Si tienen gente cautiva con ellas hemos de saber cómo liberarlos.

Clea atravesó la puerta luminosa y no llegó a responder, por lo que Malik os dirigió una mirada en la que mostraba un poco de decepción.

- Esta mujer tiene la cabeza en otra parte. Vosotras dos, olvidaos de este capullo. Hay otro capullo al que detener.

El portal os llevaba de vuelta al Sanctum Sanctorum, hasta un cuarto de unos veinte metros cuadrados adornado tan sólo por una alfombra. No había mobiliario en él, de haberlo, seguro que tendría un aspecto victoriano. Lo que mostraban las paredes eran elaborados dibujos, muy intrincados, de bandas que se entrelazaban, cual mapas de lo desconocido.

El lugar se mantenía fresco. No habían ventanas, tan sólo una puerta de salida y otra puerta mística en la pared de enfrente, que brillaba con un color azul intenso. Su luz se mezclaba con la de varias velas.

Si se atravesaba la puerta normal, se acabaría en el salón, donde probablemente estaría Wong, y si una vez allí se subían las escaleras, enseguida se daría con la habitación donde Clea cuidaba de su ex-marido. El fantasma de Clea había desaparecido sin decir nada.

La forma astral de Clea se manifestó ante vuestros ojos cuando ya Sora había trenzado su brillante cabello azabache.

- Os espero en el Sanctum Sanctorum. Vuestros compañeros ya van a salir de la dimensión.

La mujer miraba hacia lo alto.

- El cielo se ennegrece. Dokter quiere dar rienda suelta a su poder, pero quizá va demasiado rápido.

Clea dejó entrever una pequeña sonrisa.

- Los planes no le van tan bien a Pesadilla. Si tiene tanta prisa, quizá sea porque Stephen se los complica.

Dijo aquello esperanzada de que Extraño se encontrara bien y estuviera ganando aquella partida. Clea, de todos modos, se veía preocupada y eso os transmitía la idea de que el doctor estaba inmerso en una batalla que no debía ser fácil.

Continuaba trenzando mi cabello cuando Dom me dio las gracias por lo que le había dicho. Desvié la vista un momento hacia él, deteniéndo el avance de la segunda trenza.

- En ese caso, de nada. - esbocé una gran sonrisa, con la esperanza de que de verdad pudiera dejar aquellas ideas atrás, y continué con mi peinado.

Cuando Dominic hizo alusión a mis trenzas volví a sonreír, pero esta vez sin separar los ojos de mi pelo, algo tímida.

- S-si, yo también lo creo... Parece que me vas conociendo.

Eché la vista al horizonte, recordando como mi madre me había enseñado a peinarme, y como desde entonces las coletas y las trenzas se habían convertido en un rasgo característico en mí.

Me disponía a decirle a Dominic que deberíamos volver, muy a mi pesar, ya que me encontraba muy agusto hablando con él, cuando la forma astral de Clea se presentó ante nosotros. Nuestros compañeros estaban casi listos, y al alzar la mirada comprobé lo ennegrecido del cielo. Confiaba en la capacidad de Extraño, pero aun así sería mejor apresurarnos.

- Sí, llegaremos en seguida. - respondí a Clea, acercándome a Dom y tendiéndole mi mano. - Tienes que explicarme como funciona lo de Shazael.- susurré curiosa, esperando a que cogiera mi mano. - Por cierto... Me prestas luego tu chaqueta?- pregunté algo avergonzada, al habérsela devuelto antes de aquella forma, reparando en mi maltrecho top.

Continúo observando cómo Sora peina con mimo sus cabellos, enlazando los mechones en esas trenzas tan características. Mi comentario sobre las mismas encuentra su aprobación, y es que ella opina lo mismo. Y con ello, me dice que la voy conociendo.

Y me doy cuenta de que quiero conocerla aún mucho más.

Eh, Dom, la dama del mago.

Alzo la mirada y, efectivamente, Clea está ante nosotros. O más bien su imagen astral. Nos informa de que debemos regresar, que los otros están terminando. También mira al cielo, y acompaño su mirada para comprobar que, tal como dice, el cielo se ennegrece. No dice nada, pero puedo sentir al demonio revolverse inquieto en mi interior. Hay algo que no me cuenta, de todo esto. ¿A qué puede temer?

Tranquilo, Shazael, vamos a evitarlo...

Ni siquiera se si sirve de algo tratar de calmarle. O si merece que lo haga. Pero le necesito, necesito sus poderes, sin él soy un simple humano bueno para nada. No podría ayudar a nadie. Y aún hay más. Tiene que llegar el día en que esta situación me permita vivir, vivir de verdad. Y para ello necesitamos llegar a algún tipo de entendimiento.

Sora confirma a Clea que vamos para allá, acercándose a mí mientras me ofrece su mano. Su comentario sobre el funcionamiento de mi relación con Shazael provoca una risita nerviosa. La única analogía que se me ocurre es la de los combates por parejas de los espectáculos de lucha libre. Un luchador en el ring, otro fuera mirando desde las cuerdas. Y si se chocan la mano, uno sale y el otro entra. La diferenciales que ese choque de manos siempre lo decido yo, o al menos eso espero...

¿La chaqueta...? -Me giro antes incluso de coger la mano de Sora, buscando con la mirada. De un par de pasos llego al sitio donde reposa, en el suelo, donde caí al llegar a la azotea. La cojo y la sacudo, regresando junto a Sora con la chaqueta abierta y preparada para que se la ponga. Una vez la tiene puesta, me sitúo frente a ella y agarro su mano, mirándola a los ojos con una sonrisa. Y es que estar a su lado es lo único agradable que me ha pasado en mucho tiempo.

Por desgracia, debo dejar sitio a Shazael...

La explosión me cede el mando, al fin. Libertad, divino tes... Ups, ¿he dicho divino? Juajaja...

El humor no se refleja en mi rostro, por una vez. Ese maldito cielo negro en pleno día me lo está arrebatando por momentos. Ellos no lo saben, no comprenden lo que significa para mí. No lo sabrán jamás. Pero no puedo permitir que esto suceda, que el infierno se habrá paso hasta la tierra. Al manifestarme, estoy agarrando la mano de la indígena, la dama de Dom. La miro a sus ojos oscuros, en los que bien entiendo que el humano se pierda como un grumete manejando el timón en alta mar.

¿Dice la verdad? -Le pregunto- ¿Vamos a evitar eso? ¿De verdad?

Con gran rapidez, Dominic recuperó la chaqueta y la estiró para ayudarme a ponermela. Meti los brazos por ambas mangas y la acomodé sobre mí, guardando el inhalador y el resto de cosas en los bolsillos, y cerrando la cremallera a continuación.

Al terminar Dom cogió mi mano, despidiéndose únicamente con una sonrisa, o quizás a el no le hiciera falta despedirse.

-Hasta luego.- le susurré tras devolverle la sonrisa, poco antes de que fuera el demonio el que se encontraba dándome la mano.

Este se mostró serio desde el principio, sin dejar salir de sus labios ninguna de sus habituales impertinencias o chascarrillos, es más, al dirigirse a mí parecía más bien preocupado.

- Claro, esa es la idea. Es que sabes algo de...? - señalé al cielo preguntándole, por si tenía algún tipo de información que nos pudiera servir. - Vámonos, cuanto antes lleguemos antes podremos atajar este asunto. - le pedí, contagiada por su preocupación y la de Clea.

La respuesta no me colma de confianza, pero es mejor que nada. Y de algún modo que no termino de comprender, y que más vale que no sea por la maldita influencia que este humano dicen que está ejerciendo sobre mí, me fío de su palabra. De modo que es la idea. Y lo dice con soltura y confianza. Bien, eso me vale.

Pero también me pregunta si se algo acerca de ese oscuro cielo diurno. Niego con la cabeza, apartando la mirada a un lado, taciturno.

Lo único que se es que no me interesa un infierno en la tierra. -Sonrío con picardía- Compartir el botín no es lo mío...

La realidad es mucho peor, pero no tengo intención de compartirla. Prefiero que crea que lo hago por simple y egoísta ambición. Hay que conservar la buena imagen...

Sí, será mejor que nos vayamos. -Digo apretando su mano ligeramente, mientras me acerco excesivamente y paso una mano por su cintura- ¿Me concede este baile, señorita?

Trazo el camino de vuelta siguiendo la misma ruta de saltos, una sucesión de pasos en que la escena cambia a nuestro alrededor, mas no en nosotros dos. Mi pareja de baile tiene una presencia agradable, y un tacto singular. Nunca ne han ido las indígenas, eran demasiado fáciles, no suponían un reto. Las damas de la alta sociedad se escandalizaban más y se resistían con más tenacidad, aunque a la postre disfrutaban como la que más. O no, no se, ¿a quién le importa? Pero esta chica tiene algo, algo distinto...

¿Shazael? Esto que estás pensando... Lo que sientes...

Abro los ojos desmesuradamente, sorprendido, horrorizado. Eso significaría...

¡No! -El último salto nos deja de nuevo en esa sala de la casa del mago. Suelto a Sora, a la morena, y doy unos pasos hacia atrás, alejándome de ella- N-no, no puede ser, yo no... ¡Maldito mago, es culpa suya!

Me llevo las manos a la cabeza, cayendo de rodillas al suelo. Es... es lo mismo que morir, que desaparecer, es ser absorbido por otro. Es convertirme en... él.

Invoco mi dominio sobre nuestra obligada convivencia, justo cuando cae, caemos de rodillas al suelo. Explotamos en una nube de azufre, y cuando esta se disipa soy yo y no el demonio quien esta arrodillado. Me miro las manos, que por un reflejo tiemblan por el miedo que me transmite el breve espacio de tiempo en que el cuerpo ha pertenecido a ambas mentes. Levanto la vista y veo a Sora delante mío, y ni siquiera se qué decir.

L-le gustas. -Digo finalmente, luchando yo mismo por comprenderlo- No es que te encuentre atractiva, o que le caigas bien, es... algo más. No lo ha sentido nunca. Y tiene miedo. -Algo comprensible. Me cuesta admitirlo, pero compartir pensamientos con esa criatura maligna también hace que desarrolle cierta empatía con él- Sentir eso le hace más humano. Tiene miedo de ser absorbido por mí, y desaparecer. Es... el mismo temor que tengo yo.

Un infierno en la tierra...

Esas palabras me provocaron un ligero escalofrío, pero sí, si Pesadilla lograba su objetivo, sería lo que pasaría; o quizás algo peor. Al menos Shazael se mostraba comprometido, lo que era de agradecer, ya que así habría menos problemas para que colaborara.

Apretó mi mano aceptando el marcharnos, cuando de pronto lo vi pegado a mí y rodeando mi cintura. Si tenía humor para aquello, puede que la cosa no fuera tan mal. Antes de poder responderle o pedirle que me quitara la mano de encima ya estábamos trasladándonos, con lo que desistí, y es que lo primero era llegar cuanto antes.

Al aterrizar en la mansión de Extraño, Shazael comenzó a comportarse de forma muy rara, alejándose de mí y maldiciendo al Dr.

- Shazael? Qué te pasa? - le pregunté con verdadera preocupación, por primera vez por aquel demonio, acercándome al verle caer de rodillas con las manos en su cabeza.

En ese momento una nube sulfurosa hizo que lo perdiera de vista, siendo Dominic el que se encontraba en su lugar al disiparse el gas. Dom se miraba las manos, las cuales se encontraban temblorosas.

- Dominic, qué pasa?- volví a insistir, asustada, mientras este levantaba la cabeza para mirarme. - Estás bien? Estáis bien?

Entonces me explicó lo que sucedía y me quedé atónita.

- D-desaparecer?? - comencé finalmente, asustada y confusa. - Qué es eso de que podéis desaparecer?- No, no puedes desaparecer... - Y eso de que le gusto... N-no puede ser, si yo no he hecho nada... Al contrario, sólo he tratado de pararle los pies. S-será otra cosa.

Que sea otra cosa, por favor...

Le tendí la mano a Dom, tratando de ayudarle a levantarse del suelo.

Desde  luego las palabras que Prometheus nos dedicó a Psiónica y a mí eran de todo menos bonitas, y no podía negar que incrementaron la furia que ya sentía. El simple hecho de que aquella escoria mencionara el nombre de mi hermana provocaba que me hirviera la sangre, pero no sabía hasta qué punto mis poderes serían efectivos en una dimensión tan extraña como esa. El otro chico de color habló e interrumpió mis pensamientos en los que me encargaba de hacerle pagar por todo el daño que había provocado.

Martha, estoy aquí por ella y por mi madre.  Perder el tiempo con este hijo de puta solo hará que no encuentre a mi familia- debía apoyarme ella y en cuanto Clea la mencionó asentí.  Comencé a nadar en medio de aquel extraño lugar para salir de allí, no sin antes dedicar una mirada de profundo odio a Prometheus. Ya me encargaré de ti, no vas a salir vivo de esta.  Asentí al varón y llegué hasta el portal- Me olvidaré por el momento, pero no es tan sencillo- le dije, tratando de contener la rabia.

Al salir de allí me vi sorprendida por el lugar en el que me encontraba. Desde luego estos se lo han montado bien. Estamos en medio de ninguna parte. Miré a Psiónica y a los dos muchachos, esperando que fueran ellos los que hicieran de anfitriones por el lugar.  ¿Hacia dónde ahora?- pregunté viendo que el fantasma de esa mujer no estaba por ninguna parte. 

Sora se queda perpleja con lo que le cuento. No es para menos. Tanto una cosa como la otra. Ambas han llegado a sorprenderme a mí también.

N-no debía ser así. -Acepto la mano de Sora para ponerme en pie, aunque algo titubeante- Extraño dijo que nuestras almas se fusionarían de tal modo que mi alma frenaría sus impulsos. Pero fue una medida de urgencia, algo... experimental. No dudo de Extraño, pero no estoy seguro de que esto sea fiable al cien por cien. -Mi mirada se llena de angustia. Miro a un costado, en dirección al portal. No quiero que los demás sepan lo que me pasa- Yo... siento cosas, y notó cómo las siente Shazael. Tengo, tenemos la impresión de que la fusión podría ser inestable, que de algún modo uno de los dos podría desaparecer, devorado por el otro. A veces creo que podría perder el control sobre él... Y él ahora teme estar volviéndose humano. -Miro a Sora a los ojos, casi con tristeza- Sí que le gustas, Sora. No comprende lo que es, es nuevo para él y se siente perdido. Y el hecho de sentirlo le aleja del demonio que es, siente que podría ser una muestra de estar desvaneciéndose, perdiendo su esencia demoníaca. Se que le gustas, porque puedo notar lo que siente... Y es lo que siento yo.