Partida Rol por web

Concentrado en la deliciosa comida que acaban de servirles, no presta demasiada atención al recién llegado. Tan sólo le da tiempo a fijarse en su atuendo y su forma de andar. Al parecer, Kordava da cobijo a todo tipo de gentes, por lo que no le llama demasiado la atención. Por lo que ha podido observar, él mismo despierta más interés entre los diminutos Zíngaros que cualquier otro.

- Por Ymir. Que me corten la cabeza y me cuelguen de un palo como a aquellos infelices si esta no es la mejor basura que he comido en años! - Tras dar un enorme trago a su copa, comienza a reir exageradamente dejando que algunos pedazos de carne salgan de su boca

El fornido Wulferic ríe a coro de su compañero

JAJAJA Por Ymir sea camarada!

Alzando la jarra para brindar estruendosamente y casi fuera de lugar. Luego, apoyando su codo derecho así como su antebrazo en la mesa, parece agazaparse si se quiere para tamaño corpachón y acercar su cabeza a Halgar, descomunal aún entre aesires. Luego comienza a hablar algo en su lengua natal por lo bajo, con los ojos entrecerrados...

... No es que me interese saber de los asuntos de esa gente amigo... Pero tengo entendido que estan al tanto de todo lo que en estas tierras y mares ocurre... Sabes que busco al maldito estigio aquél que te contara... Puede que por un precio, a pagar en dinero o en trabajo palmando el pomo de su ancha espada ...sepan decirme donde encontrar su madriguera si es que aquí repta el mal nacido...

La taberna estaba en calma, si altercados, mas los dos aesires  que bebían aquel ron tan extraño para ellos y berreaban como hombres que no están acostumbrados a un lugar civilizado. El viajero y el extraño tabernero conversaban en voz vaja, intentando no ser oídos, como si contasen grades secretos, o maquinasen algún plan.

La relativa tranquilidad de la taberna, de pronto se vió troncada con un portazo fuerte y seco. Por la puerta entró un hombre moreno, con bigote. Estaba sujetándose con una mano el vientre, de donde salía un pequeño chorro de sangre, y en la otra un puñal con el filo ensangrentado. Al entrar, cerró la puerta tan bruscamente como la habia abierto. Se apoyo en ella unos instantes, y hecho el tablón sobre las guias, trancando la puerta.

El hombre, pronto reaccionó, bajo la mirada de todos los presentes se apresuró pronto a la barra. Sus pasos eran rápidos y nerviosos, aun debido a sus heridas. Ignorando a todos los presentes, rápido hablo al posadero.

-Domingo, me persiguen esas ratas de Villagro. Necesito esconderme. Tu no me has visto!!!

Rápidamente, tras decir esto, se esconde en la cocina, que hay detrás de la cortinilla tras la barra.

-AAAh!! un grito de mujer mayor, sonoro y robusto se escucha después de que entre en la cocina, seguido de un : -Chssss!! Soy yo, Diego.

y se empieza una conversación dentro de la cocina a un volumen casi inaudible...

Algunas gotas de sangre quedan en el suelo, cerca de la puerta, y en el camino hacia la barra, como si fuera lo unico que indicara que lo que acababa de suceder abía sido real en aquél salón ahora en silencio, y no una extraña imaginación.

El viajero se giró al ver entrar al herido y observó sorprendido su recorrido por la taberna, escuchando paralizado y sin tiempo de reacción las palabras y frases que se iban sucediendo.

Observó la gotas del suelo y dijo al camarero. Si se trata de amigo vuestro y no quereis que le sorprendan, me apresuraria a limpiar ese rastro y pisotear un poco el suelo de la calle. Además, si necesitais ayuda, por mis rutas he prestado varias veces mis servicios como curandero y un par de comidas como esta bastarían como pago.

-A eso iba... Gruño entre dientes mientras me apresuro a buscar unos trapos. -Agradezco tu oferta, pero creo que por cosas peores a sobrevivido.

Cojo un par de ellos de la barra y los mojo un poco con vino. Luego voy siguiendo el rastro de sangre y lo voy limpiando como puedo.

Mientras limpio también exclamo hacia los clientes.
-Nadie a visto entrar a ese hombre, de acuerdo? Si os portáis, comeréis y beberéis gratis.

Ahora que salgo de detrás de la barra, podéis observar como llevo, a parte de mis ropas de seda y mis botas molonas, un par de espadas colgadas de la cintura.
Las dos son muy parecidas, pero una es mucho más bonita que la otra y su hoja tiene un color ligeramente azulado.

El viajero se encogió de hombros y continuó comiendo de su plato, saboreando el desayuno que, por arte del destino, se acaba de convertir en gratuito. En fin, Domingo. dijo llamandole ahora por su nombre. Si se infecta la herida o vuelve a caerse sobre alguna espada, ya conoces a quien recurrir.

Y con un trago de vino, continúo su comida mientras miraba las espadas de la pared.

Domingo todavia está intentando limpiar las marcas de sangre cuando aporrean violentamente la puerta. La tranca cruje a cada golpe.

Una voz potente se olle desde la calle. Clara y fuerte.

-Abran la puerta! Abran rápido, o la hecharemos abajo!

-Ya va, ya va! Grito levantándome de golpe.

Tiro el trapo por algún sitio y me dirijo hacia la puerta a destrabarla.

Una vez he librado la puerta, la abro suavemente e invito a pasar a los que la aporreaban
-Bienvenidos a Las Nueve Espadas Alzadas, en que puedo servirles?

Cuando abres la puerta un hombre moreno entra en la posada, bruscamente y casi embistiéndote, es un hombre con un bigote negro y fino, muy moreno de piel y de ojos negros muy profundos. Va con una coraza sobre una camisa de malla, y un casco de acero, rematado  con una cresta de acero que le daba la apariencia de un tiburón.

Detrás de él entran cinco hombres, soldados del ejercito de Kordava, y algunos se quedan en la puerta.

Cuando entran inspeccionan minuciosamente todo el local con una mirada que podria barrer el aire. Tras unos instantes de silencio, el hombre de la coraza se dirige al posadero, Domingo.

-Soy el Capitán Ramírez. dice mientras se quita sus guantes de piel, sin prestarle demasiada atención.

-Este local es propiedad suya?

Mientras dice esto, con una mirada y un gesto de cabeza a sus hombres, les indica que se distribullan por la habitación.

-Sí, lo es. Digo sin dudar ni un instante. No le quito la mirada de encima al capitán.

-A que se debe tanto alboroto, capitán? Le digo tranquilamente. -Aun es temprano por la mañana, pero ya tenemos algunos clientes y no me gustaría asustarlos. Le digo con voz un poco más baja y señalando a los clientes de la taberna.

El viajero se queda con la cuchara a medio camino entre el cuenco y la boca cuando comienza toda la algarabia.

Al escuchar toda la algarabía, deja la cuchara en el cuenco y se limpia tras dar un último trago a su copa mientras el Capitán Ramirez se presenta y hace sus inquisiciones.

Aunque hace un amago de levantarse al ver aparecer a Diego, decide dejarlo estar y mantenerse al margen. Acaba de llegar a la ciudad,  y no quiere meterse en problemas. Echa un vistazo rápido buscando la complicidad de Wulferic y retoma su reconfortante desayuno.

Poco después, cuando la guardia ya ha hecho acto de presencia, se mantiene en silencio sin dejar de masticar, como si nada extraño sucediese. La idea de obtener comida y bebida gratis es más que suficiente para mantener la boca cerrada.

El capitán sin apenas mirarte, sigue examinando la escena.

-Bien. Estamos buscando un fugitivo, le emos seguido , y sabemos que se esconde aquí. A visto ustes a alguien? es un hombre moreno, media melena, bigote, y está herido.

-No le importará que mis hombres den un vistazo por aquí, verdad? Si colabora, todo esto terminara rápido...

Sin esperar a tu respuesta, rápidamente cambia de tema

-Quien hay en los pisos de arriba?

Mientras tanto, dos soldados miran las marcas del suelo, apenas borradas, con un poco vino por encima.

Los otros, se colocan junto a los asires y los examinan detenidamente, parece que no hacen ningun caso al bagavundo del la barra.

No sería engañar o Disfrazar? xD
si es alguna de esas dos saco más que ellos. Sino me pilla el segundo... xD

-No, adelante capitán. No tengo nada que ocultar. Le respondo a la primera pregunta.

-En los pisos de arriba? Me quedo pensativo un instante pasándome la mano por mi barba. -Pues no estoy muy seguro capitán. Ayer me enfrasqué con los vikingos de ahí atrás a beber y no recuerdo muy bien a cuantos clientes dí cobijo.

-Si quiere, lo puedo ir a mirar con algunos de su hombres. Quizá el fugitivo se ha escondido arriba y no lo he visto... Le sugiero sin apartar la vista.

Uno de los soldados se acerca a Ramírez

-Hmmm esos dos cuadran con la descripción que dió el Conde Villagro, capitán. Extrangeros del norte y de gran tamaño. Los detenemos señor?