Partida Rol por web

Apenas haciendo caso a lo que le contestó el Tabernero.

-Ahora no, pero que no se vayan muy lejos, tenedlos vigilados...puede que nos los llevemos si no encontramos a nadie...

-Tú, señalando a uno de sus hombres, sube con este hombre al piso de arriba y revisa las habitaciones.

Uno de los soldados se haceca a domingo y le indica que suba las escaleras, por delante de él,

Mis ojos se abren como platos. "También buscan a los vikingos? Si Villagro los quiere será porque le han jodido de algún modo, me caen bien."

Mi mirada pasa del capitán al soldado y del soldado al capitán. "A ver como reacciona..."

-Por favor. Le indico al soldado para que me siga.

Tranquilamente subo las escaleras y desaparezco del campo de visión de los de abajo.

Una vez arriba dudo un instante.

-Vaya, parece que la resaca aun está presente. Te importaría pasar delante? Me encuentro un poco mareado. Acompaño mis palabras apoyándome en la pared con una mano y con la otra aguantándome la cabeza.

El soldado vacila un instante, tras lo cual, regresa en sí, sacudiendo un instante la cabeza.

-Continua, y habre sa habitación.

No parece haberle hecho ilusión darte la espalda.

Un soldado se acerca al capitán y dice:

-Capitán dijo uno de los soldados al ver el rastro de sangre, tristemente camuflado con un poco de vino y un trapo, mire esto, cree usted que estas marcas son sangre?

El capitán hecha una mirada rapida al suelo, y descubre que las marcas conducen a la cocina.

Una mirada rápida a los ocupantes de la sala y pronto dice.

-Todos vosotros, entregad cualquier arma que llevéis encima, dejadlas en el suelo. Luego os las devolveremos.

Se acerca a la puerta, donde esperaban otros dos.

-Id a la parte de atrás, si encontrais alguna puerta cubridla, y que no salga nadie, Entendido!?

Pronto estos dos se van.

En la calle, un carruaje estaba esperando. Ramirez le hace una seña y este se vá en dirección al puerto. Cierra la puerta y vuelve a entrar.

-A que estáis esperando?, entregadlas. Ahora cuando vaje el Tabernero lo aclararemos todo... Dice con una sonrisa maliciosa, que asoma por debajo de su fino vigote.

-Oaix... de acuerdo, ya va... Digo mientras me reincorporo pesadamente y fingiendo un poco más.

Me dirijo hacia la puerta que me ha dicho con precaución, pues ni yo mismo se lo que puede haber en su interior. Lentamente la abro intentando que el guardia no vea nada hasta que esté seguro de que está libre de peligros.

El robusto aesir mira lo poco que le queda de menjunje al tiempo que escucha lo de "deponer" las armas.

Mete a su boca todo lo que la cuasi diminuta cuchara -en comparación a los cayosos y toscos dedos- le permite.

Ya no son tantos... Pero si alguno sale seguro vienen más... Mmm... Veamos qué hace Halgar, yo por lo pronto no entregaré nada... De hecho, cuanto antes cortaré la vía de escape a los peleles estos... Si buscan a Wulferic encontraran a su espada...

Mirando casi aburrido a su compañero alzando el mentón a modo de pregunta, el descendiente de los habitantes de Thule dice en su lengua natal:

Y...?

Sin dejar de masticar, observa la escena con el ceño fruncido, desconcertado por el desarrollo de los acontecimientos. Cuando el capitán Ramírez se marcha, observa al guardia que insistentemente les pide que dejen las armas. Sin mediar palabra, fija la vista en su compañero y niega con la cabeza muy despacio, como dejando claro que no tiene intención de hacer lo que le piden. Finalmente se levanta lentamente de su silla, estirando su enorme y desproporcionado cuerpo hasta el máximo. Mirando desde arriba al soldado, intenta intimidarle con su simple presencia.

- Mi amigo y yo no hemos hecho nada. Si quieres mi arma tendrás que venir por ella.

Parándose en toda su estatura, el robusto norteño mira de reojo al "mendigo" en la barra y a los soldados que han quedado en la planta baja.

Sin mediar palabra, el aesir observa qué tan lejos está de la puerta como para cortar cualquier ruta de escape y convertir aquella taberna en una carnicería.

La sangre es bombeada a sus extremidades ante lo inminente de un combate a muerte. El valhala espera a los bravos seguidores de Ymir... El acero a sus enemigos de carne y hueso...

El viajero se levantó lentamente de la barra, sus manos a la vista en todo momento, mostrando que no portaba arma alguna, y, sin nisiquiera mirar sus bolsas, se dirigió hacia Ramirez en un zingaro marcado con acento nemedio.

Capitán, sabrá usted disculpar el comportamiento de estos extranjeros que no saben respetar la autoridad local. dijo indicando con un gesto de la mano a los dos aesirs. Pero estoy seguro que alguien de su categoría puede apreciar claramente que estos son rastros de sangre de perro, otro gesto de la otra mano indicó las manchas pésimamente camufladas que seguramente es de lo que está hecho el potingue que nos han servido, indicó entonces al cuenco del que estaba comiendo y, tras frotarse las manos, terminó diciendo con una especie de reverencia hacia la puerta y querrá aprovechar su tiempo valiosamente volviendo cuanto antes con sus hombres al cuartel.

bartred, mi idea es lanzarle al Capitán Ramirez una Sugestión Hipnótica.

Lo componentes son Verbal y Somático, por lo que ése es el motivo del que haya hecho tantos aspavientos y gestos, para camuflar el efecto somático.

El hechizo habla de sugerir una línea de actividad, limitado a una frase o dos, por lo que sería: puede apreciar claramente que estos son rastros de sangre de perro y volviendo cuanto antes con sus hombres al cuartel.

Ramirez tendría que tirar Voluntad contra mi ataque mágico, ¿no? Que sería 1d20 +2 de ataque mágico + 1 de Carisma, ¿es correcto?

Si es así, la DC sería de 13, un poco floja :S

En fin, a ver si esta mañana paso bien a limpio la ficha y me pongo los PP y me quito uno por el hechizo :D

Perdón por el retraso, para saber las intenciones del Capitán, seria necesaria una prueba de Haveriguar intenciones, contra la tirada de engañar del capitá, como es un mensaje anterior, supondre que tuviste exito.

El capitán no ha sido ostil en ningun momento hacia tí, y supones que lo de dejar las armas es como medida de seguridad.

En cambio, acia los aesires, los han identificado como individuos peligrosos, y mas cuando se han puesto violentos, y no crees que se fueran a ir de aqui sin ellos, capturados, o con un palmo de acero en las entrañas.

Corrección: Abres la puerta, y no encuentras a nadie en ella. Todo parece estar en orden.
Ves las camas nuevas que pagaste con el dinero que le diste a Diego. Tiene un aspecto muy cómodo...

Halgar, eso que has hecho, deveria ir acompañado de una prueva de intimidar (habilidad) pero como he tenido un poco de retraso estos días, obviaremos el resultado de esa prueva, considerando que dos soldados que están contigo quedan intimidados, y otros dos no.

A las palabras de los enormes aesires y su gesto amenazador, dos de los soldados que acompañan al Capitán Ramírez se achantan y dan un paso hacia atrás. Aun así parece que al resto no le ha afectado su demostración de tozudez y osadía, sino mas bien lo contrario. Sus palabras les hacen volverse hostiles, como no parecía antes.

El Capitán Ramirez desenvaina y dice con un rintintín casi sádico:

-Te arrepentiras...

En ese momento, cuando parecía que iba a haber un baño de sangre, el viajero llamó la atención de Ramírez. 

Ramirez escuchó la voz de ese extraño extrangero, y pareció calmarse durante un instante.

Los otros hombre intrigados matuvieron las posiciones sin saber muy bien que estaba haciendo ese extraño

De pronto, el Capitán Ramirez reacciona. Parece algo desorientado, pero sigue comportándose con su prepotencia de siempre.

-Es igual, Soldados, dejen a esos dos. Esta claro que hemos perdido el rastro, en cuanto baje el soldado Juan, si no ha encontrado nada, nos iremos.

Los guardas atónitos, se separan lentamente de los aesires, mirando a su Capitán.

Me adentro en la habitación e intento salir del campo de visión del soldado, olbigándolo a entrar en la habitación para verme.
En cuanto da el primer paso, mi sable se dirige en un santiamén hacia su garganta. El suelo se tiñe de rojo.

Estoy preparado para coger su cuerpo inerte, pues no quiero que haga ruido al caer.