Partida Rol por web

Estaba claro que delante de nosotros algo estaba sucediendo, y no parecía ser algo precisamente bueno. Por mi valiente que me considerara en algunas ocasiones, también tenía dos dedos de frente, y acercarme a curiosear quiénes podían estar discutiendo más adelante, sobre todo cuando había armas por en medio, no me parecía lo más aconsejable, sobre todo para mi salud. Así que opté por quedarme unos pasos por detrás de mis dos compañeros, ellos por lo menos sí estaban armados, y de esa forma poder observar lo que ocurriera a una prudencial distancia, la cual también me podría permitir salir corriendo en el caso de que la cosa saliera muy mal.

—Será mejor que yo me quede aquí. Ahí delante no os ayudaría en nada, al contrario, seguro que sería un estorbo.

Escuché como Kaleb decía que veía un hombre armado más adelante.

Quizá sólo esté asustado. Él podría decir lo mismo. Es más, él ve dos hombres armados. Seamos prudentes y no nos precipitemos. Quizá debamos hablar con él desde aquí.

Tu entrenamiento militar te ha otorgado unas habilidades que cualquier otro ciudadano de a pie no tiene, aunque no sin grandes sacrificios. Ello te permite hablar con los hombres que tienes delante sin dejar de estar atento a lo que ocurre a tu alrededor. 

Gracias a eso puede escuchar como al fondo del túnel, por la misma esquina por la que tu llegaste hasta aquí, se escucha un leve susurro y unos pasos camuflados. Por el rabillo del ojo ves a, al menos, un par de hombres.

Nota la presencia a sus espaldas y cierra los ojos por un instante, para volver a mirar a Viktor, Nacer y al niño. 

Quedaros quietos y callados, no os mováis ni un pelo, ¿Entendido? Os recomiendo tiraros al suelo -Dice, amartillando el arma-

Dicho esto, se gira y con el arma en alto, da unos pasos hacia delante. 

¡Alto! ¡¿Quién va?! ¡Identificación!

El hombre armado susurra algo y, a continuación, se gira y con el arma en alto, da unos pasos hacia delante. 

¡Alto! ¡¿Quién va?! ¡Identificación! -grita hacia vuestra posición.

Escucho atento al Enterrador, que ni siquiera es médico. Está claro que no tienen el material suficiente para atenderme, pero ya me ha tocado recuperarme de un balazo solo en casa, cuando el tiro te lo dio la policía no es posible que te asistan en un hospital. Al menos no hacen falta antibióticos, lo más difícil de encontrar en estos casos. No pisar, no forzar y esperar que se desinflame.

- Gracias doctor, con unas muletas voy a estar bien. En cuanto baje la inflamación tendremos más idea de cómo está la cosa. Puedo serle útil de alguna manera, mientras tanto?

Joder ¿¡Cómo es posible!? ¿¡Cómo coño nos han detectado con tanta facilidad!?

No había tiempo que perder ni para urdir ningún plan, si tardábamos demasiado... podíamos provocar un baño de balas que acabaría realmente mal para nosotros así que, cómo en todas las ocasiones en las que la cosa se ponía fea del carajo, dejé de pensar y me guié por mi instinto.

Apoyé una mano sobre el hombro de Kaleb y le susurré.

- Mantente oculto y no dejes de apuntarle cabrón.

Oculté la hoja en la parte posterior de mi cinturón y me levanté con las manos en alto.

- Eh! Eh! Tranquilo tío, tranquilo! - di un paso hacia el lateral para que ese tipo no se fijara en la trayectoria por la cuál habíamos venido y así no reparara en Kaleb y con suerte en los demás.

- Sólo soy un civil macho! Arriba la cosa se puso fea del carajo, el techo se caía y yo solo busqué un sitio seguro... - dije señalando la planta superior.

Di un paso más hacia el lateral.

- ¿Es este un sitio seguro colega?

Estaba cagado de miedo. Ni siquiera veía con quién hablaba. Entrecerré y forcé los ojos para intentar distinguir algo.

¿Identificación? ¿Qué significaba aquello? Aquella palabra sólo podía venir por parte de un representante de la ley o algo parecido, o por lo menos era así como solían comportarse. No les tenía demasiado cariño a los susodichos, aunque encontrar uno de ellos en aquellas circunstancias no podía ser tan malo... ¿o sí?

De todas formas no podía, ni quería, fiarme. Así que, viendo lo que hacía César, adelantándose a nosotros para sacar a la luz al tipo, preferí mantenerme lo más quieta posible, intentando fundirme con la oscuridad y así ver lo que pasaba. Si no descubrían a Kaleb y éste no nos traicionaba, teníamos una oportunidad de que aquel hombre no se liara a tiros sin más, aunque si lo hacía, el más perjudicado sería César, y el chaval me empezaba a caer demasiado bien como para dejarlo tirado.

Esperé, aguantando casi la respiración, a ver qué sucedía.

Oí la voz que no pedía la identificación y César intentó calmar los ánimos. Cuando Kaleb se metió en la penumbra decidí intervenir también. El diálogo siempre ayuda.

Mi nombre es Raymond Brown, soy profesor de la escuela primaria. El bombardeo nos sorprendió a todos y decidimos refugiarnos en las vías del metro. Sólo buscamos un sitio seguro. No vamos armados. 

Para confirmar mis palabras me pongo a la altura de César y levanto las manos mientras entorno los ojos ante la luz que nos deslumbra.

Un tipo con tatuajes y gorra, cuya ropa estaba sucia por el polvo, se adelantó mientras hablaba, dando una serie de pasos laterales.

- Eh! Eh! Tranquilo tío, tranquilo!Sólo soy un civil macho! Arriba la cosa se puso fea del carajo, el techo se caía y yo solo busqué un sitio seguro... - dice señalando la planta superior.

- ¿Es este un sitio seguro colega?

Otro hombre, con un aspecto bastante menos amenazador y más propio de la clase de media, se adelanta hasta llegar junto al joven, levantando las manos.

Mi nombre es Raymond Brown, soy profesor de la escuela primaria. El bombardeo nos sorprendió a todos y decidimos refugiarnos en las vías del metro. Sólo buscamos un sitio seguro. No vamos armados.

Vuestro compañero armado, haciendo caso a César, dio unos pasos lentos y silenciosos retrocediendo, adentrándose en la oscuridad. Sin ningún tipo de fuente de luz la presencia de Kaleb se esfumó junto a la de Zoe a ojos de los demás. Sin embargo ellos podían observar todo lo que ocurría frente a ellos gracias a la fuente de luz que provenía de la zona en la que se encontraba el soldado.

El hombre acerca su cara a la tuya, susurrándote a dos dedos del rostro -Lo sabía. A partir de ahora, si quieres vivir, será mejor que dejes de mentir y te comportes. El Jefazo decidirá sobre tu futuro. Es un tipo legal, tal vez incluso os permita vivir -concluye dándote un fuerte empujón y colocándote delante suya.

A lo lejos escucháis los ecos de unos aullidos.

Será mejor que nos demos prisa -añade tu secuestrador sin hacer ninguna referencia más a los ruidos que se escuchan en este lugar.

De nada hombre -te responde el enterrador quitándole importancia al asunto -por ahora lo mejor será que reposes pero, si te ves demasiado activo, puedes darte una vuelta por el campamento. Les has caído en gracia a El Jefazo, él te dirá cuando lo vea conveniente que puedes hacer.

Nacer permaneció en silencio ante la aparición de aquellos dos nuevos hombres. Aunque todo parecía indicar que decían la verdad y que fuera de había desatado un infierno...no les quitó ojo, escudriñandolos.

Viktor permanecía en el suelo, libido, sangrando....muriéndose.-Necesito un medico, por dios...-bajo la mirada y se miró la abundante sangre del estomago-.dios, eso son mis tripas?.

Cuando vi al chico flaco de rastas me relajé un poco, des de luego no era militar. Pero la calma duró poco.. al fondo un tercer hombre suplicaba agonizante tirado en el suelo.

- ¡Ya chole! ¡No la chingues! - dije señalando al tipo que estaba malherido y mirando con los ojos abiertos como platos a quien nos había pedido la identificación - ¿¡eso es cosa tuya mano!? Porque aquí no queremos movidas - di un paso atrás por pura inercia.

Cierra el puto pico, -Se gira, mirando a Nacer- Y tu, ayuda a tu amigo, vamos -Le hizo un gesto con el arma y acto seguido apunta a Cesar, aunque el porte de Raymond lo tranquiliza un poco- ¿Vosotros de donde habeis salido? ¿Que cojones pasa fuera?

Contemplo horrorizado la escena que tengo delante. Un pobre hombre grita agonizante mientras otro armado y bastante alterado no deja de gritarnos. Sigo hablando sin bajar las manos para que el desconocida sepa que no tengo nada que esconder.

Nos hemos conocido en el túnel del metro. Nos metimos allí huyendo del bombardeo exterior. Dejamos atrás una estación de  metro que, instantes después explotó. Ahí fue donde nos agrupamos. Buscamos una salida e intentar comprender lo que pasa fuera.