Partida Rol por web

Uno de los hombres suelta una carcajada ante la respuesta de Genevieve -Buen intento, una pena que nos conozcamos todos y tu no estés entre los nuestros. Poneos de rodillas ahora mismo -ordena amenazante, colocando su arma en la frente de la joven.

Sus compañeros hacen lo mismo con Rob y Harry, que no dudan en seguir sus órdenes presos del pánico.

La chica morena niega con la cabeza y se muerde el labio, pensativa -No, no lo conocemos de nada aunque trató de ayudarnos desde el principio. Sin embargo no me fío de él. Tras la explosión caímos al suelo muy cerca el uno del otro y, cuando me levanté, pude ver con mi linterna parte de su pecho. Tiene un tatuaje de los Custodios, un libro con un ojo envuelto en un círculo.

El anciano se levanta cuando escucha a Xia, sorprendido a la par que asustado -Lo sabía, ese tipo no es trigo limpio. Esos fanáticos son lo peor de la sociedad, no podemos dejar que vuelva a entrar. Tal vez incluso deberíamos marcharnos de aquí. Seguro que su gente está detrás del atentado.

Maldigo en silencio mi mala suerte y me arrodillo ceñuda, pero al hacerlo desvío la vista hacia Rob intentando saber dónde ha guardado la pistola que empuñaba hacía un momento.
-¿Vais a matarnos? -pregunto intentando ganar tiempo.
¿Van a hacerlo? No he sobrevivido a la ruina de mi familia, al hambre y a un bombardeo para acabar muriendo por unas latas de comida.
"Piensa, vamos, piensa", me repito a mí misma, pero con el frío del cañón en la frente mi pensamiento se bloquea.
-Sé dónde hay más bolsas como éstas -se me ocurre de pronto.

Vuestra conversación da por finalizada cuando en la tienda entra un hombre de ojos afilados, con los brazos cubiertos de tatuajes y vestido con ropa de marca que desentona tanto con su aspecto como con el de aquellos que le rodean.

Bien, te dejo con nuestro hombre para que te de un vistazo. Aquí lo llamamos Enterrador -te dice El Jefazo despidiéndose y dejándote a solas con el hombre.

Cuando el jefe del lugar se despide el hombre se acerca a ti. Su cuerpo despide un fuerte olor a colonia que no es capaz de tapar el olor a productos químicos que desprenden sus manos.

Siempre hace la misma broma. Mi padre era enterrador y por eso me llama así, mis pacientes suelen sobrevivir. Salvo cuando están destinados a morir. O cuando ocurre un accidente -explica el hombre -dime ¿donde te duele?

Nosotros no decidimos quién vive o muere, salvo si vais a por nosotros -te responde el hombre, que parece ser el jefe del trío -eso de las bolsas suena interesante, pequeña, cuentame más.

Antes de que puedas hablar uno de sus hombres frustra la posible conversación -Este tenía un arma, la ha dejado en el suelo -dice dando fuerza a sus palabras con un duro golpe que propina a Rob en la cabeza, estrellándolo contra el suelo.

-¡Eh! -grito sin querer alzando las manos-. ¡No le hagáis nada!
¿Cómo ha podido complicarse todo tanto? Sin la pistola de Rob no tenemos nada que hacer.
-Os diré dónde están las demás bolsas si nos dejáis en paz.

Joder... esto es asqueroso

Levanté el cuello de mi chaqueta para refugiar mi olfato de ese vomitivo ambiente.

- Joder Ray... ¿se puede saber quién te dio cuerda para que fueras tú quién el que decidía el puto camino? Nos has metido en las jodidas cloacas wey!

Fue entonces cuando a lo lejos, rebotando por las viejas paredes, llegaron esos sonidos que parecían... ¿voces?

- scht scht scht - agité la palma de mi mano hacia abajo rápida y repetidamente para advertir al resto y me llevé el dedo índice al oído, indicándoles que prestaran atención.

- ¿Habéis oído eso cuates?

Mierda, parecía que nos habíamos equivocado de túnel.

-Sí mal no recuerdo César, fuiste tú el primero en decir que eligiera Ray porque traía buena suerte.

Iba a seguir hablando para convencer al resto de dar media vuelta ahora que no habíamos caminado excesivamente pero, al igual que mi compañero, yo también había escuchado voces más adelante.

-Ey... Hay alguien más ahí... Quizás es alguien que también ha buscado refugio en los túneles. ¿Qué hacemos?

No tenía muy claro si sería buena idea seguir avanzando al encuentro de quien fuera que estuviera delante o dar media vuelta como a mí me apetecía hacer.

-Y si es... no sé... mala gente...

¿Mala gente? Menuda estupidez acabas de decir.

No pensé que recibiría tanta información en unos segundos, pero ahora sabia que nuestro compañero pertenecía a un grupo de fanáticos religiosos, eso siempre era malo, sobre todo si eran los malditos extremistas que tenían la encantadora idea de que eras de ellos o eras un hombre muerto. Mierda, como si ahora mismo mi vida no fuera "emocionante" tenia que sumarle nuevos problemas.

-Tranquilos- dije una vez mas con mi tono de voz mas suave y tranquilo-, no creo que sea responsable de esto, no tienen tanto poder- eso era mas bien algo de algún gobierno o corporación-. Por otro lado, estoy preparado para el caso de que algo malo llegara a pasar. Ustedes descansen, tienen cerca de dos horas, si no vuelven seguiremos solos...- me acerque a la chica morena, dando la espalda a los ancianos. Saqué el arma que me diera el fanático, revisándola una vez mas frente a ella-. Soy policía y esto me lo dio él. No sé que pretende, pero no quiero empezar las acusaciones. Necesitamos a cada brazo fuerte que tengamos a disposición- mirando el arma agregué-. Seré el primero que cruzará la linea si lo veo necesario.

Intenté recordar algún caso resiente que tuviera a este grupo como sospechoso. Normalmente no teníamos los recursos para realizar grandes investigaciones y otras veces se nos sacaba del caso cuando escarbábamos demasiado.

Me pregunto qué momento he decidio ir por este túnel. Es asqueroso.Estoy a punto de proponer que nos demos la vuelta cuando oigo voces provenientes de algún lugar más adelantado del túnel.

Creo que deberíamos ir a su encuentro. Quizá sepan qué hay más allá.

Miro a Kaleb.

Además, nuestro "amigo" creo que tiene algo que nos puede ayudar a protegernos.

Todo había pasado muy rápido,  excepto para Nacer. ALgo estaba sucediendo con él, un sudor frío recorria su cuerpo, la falta de sustancias le estaba poniendo en serios problemas.  Entonces aquél especie de caníbal volvió a la carga contra el soldado, por suerte sin demasiado acierto y el joven pareció despertar del estado de semi inconsciencia en el que estaba, justo para ver como el soldado le volvia a disparar.

Acompaño con una risa moderada la broma del Jefazo, estos tipos suelen apreciar que les festejen las bromas pero no comen vidrio y saben cuándo uno se ríe por compromiso.

Luego miro al peculiar hombre, un oasis de higiene en los túneles. – No creo tener un destino tan trágico- Descubro mi pierna mientras hablo. – Un derrumbe me ha dejado la pierna a la miseria, apenas puedo caminar.

El caníbal poco puede hacer para defenderse del disparo del militar, que le perfora el pecho. El hombre gimotéa y se lleva las manos a la herida, tratando de evitar que la sangre salga de su interior. Poco a poco la respiración de su pecho se va calmando hasta que se detiene. Ha muerto.

Kaleb asiente ante las palabras de Raymond y saca una pistola que guardaba cubierta por su chaqueta. 

Todos os quedáis de piedra cuando escucháis un sonido que reconocéis con facilidad. Un disparo. 

Vuestro compañero armado mira el lugar del que procede el sonido, el mismo en el cual escuchasteis las voces. Tras señalarse a si mismo con la mano y mostraros un único dedo se adelanta, buscando el origen de la detonación.

El jefe del grupo te muestra una sonrisa de chacal, llena de dientes sucios y mellados.

Chicos, llevaos a la pareja a la base. Haced que lleven las bolsas para que tengan las manos ocupadas. El jefazo decidirá que hacer con ellos. Yo me marcho con la muchacha en busca de las demás bolsas -ordenada a sus hombres que, sin demorarse un segundo, obligan a tus nuevos compañeros a levantarse y caminar a punta de pistola.

Ahora todo encaja -suelta José María, que había permanecido en un extraño tras la revelación de Xia -ese hombre me daba mala espina desde el principio. Será mejor hacer caso al viejo y salir de aquí, Jack. Creo que de verdad eres poli y sabes que con esa gente es mejor no tratar. Debemos largarnos -aconsejó el hombre acercándose a las barricadas recién montadas.

-Dos horas- repetí con un tono de voz que no permitía replica-. Luego nos iremos, tanto solos como con los demás. Pero esperaremos hasta que sea el tiempo adecuado- miré a José María y a la mujer-. Aun no sabemos nada y sugiero que no saquen conclusiones antes de tiempo- arrugué los labios en algo que podría ser una sonrisa-. ¿Acaso planeas irte solo en medio de la oscuridad?- le dije a José María-. Porque yo voy a esperar aquí y espero que ustedes también.

No podía detenerlos, cada uno haría lo que creía mejor para salvar su vida, pero quizás podría convencerlos de esperar solo esas dos horas hasta que regresaran los demás. Aunque el tipo de pelo largo, simplemente podría ser un religioso mas, el arma que me dio había sido adquirida de forma ilegal, pues sino tendría numero de serie. En esta época, en donde solo los mas fuertes y ricos sobrevivían, a veces necesitabas un arma y el mercado negro tenia un gran stock a un precio módico. Claro que muchas de esas armas habían matado policías y civiles. Eso no te lo decía el vendedor. Debo tener los ojos bien abiertos y un dedo en el gatillo. Como siempre.

-Pueden irse si quieren, no soy su niñera, solo quiero que estén a salvo hasta que salgamos de este agujero- un ultimo intento-. Tendrán mas posibilidades si estan con un grupo como el nuestro. Incluso con alguien como ese sujeto.

Lo peor no fue comprobar como Kaleb sacaba de su chaqueta una pistola, lo que hizo que inconscientemente diera un paso atrás, lo peor fue escuchar la detonación que llegó hasta nosotros rebotando por las paredes del túnel. Me puse nerviosa, quizás el pensamiento tonto que había tenido sobre la gente mala, al final no iba a ser tan tonto.

Vi como Kaleb se adelantaba, con la pistola en la mano, para comprobar lo que sucedía más adelante. Aún seguía sin fiarme de aquel tipo, quizás alguno de los que se encontraban más allá del túnel fueran amigos suyos. Miré de reojo a mis dos compañeros con la tensión reflejada en mi cara. Pasara lo que pasara, yo estaba dispuesta y preparada para echar a correr si la cosa se complicaba, quizás en la oscuridad tuviera alguna oportunidad.