Partida Rol por web

Al ver a los hombres que entran aterrorizados con las bolsas que yo había ocultado se me revuelven mis peores sentimientos. Avanzo con saltitos ayudado por las muletas y avanzo a la par de ellos hablando fuerte.

- ¿Qué onda ustedes? Esas cosas eran mías. Qué atrevidos que son, hijos de puta. - Mi rostro se va tornando amenazante y oscuro - ¿Qué pasa si yo ahora los cago de un tiro por ladrones? ¿Sabés lo qué les pasa acá a los que tocan las cosas de los otros? - Saco el arma de la cintura y la agito sin apuntar - Si quiero respeto me lo voy a tener que ganar a los tiros y ustedes son los primeros atrevidos que me encuentro. ¿Qué tengo que hacer? Contesten, putos

Bien, tendré algo de apoyo llegado el caso. Aunque me intriga eso de "se me da bastante bien", pero por ahora eso me importa una mierda, mientras podramos salir de allí a salvo. Antes de poder mostrarle mi arma, ella me tapo la boca, su mano esta sudorosa y su voz en tensión. Veo el reflejo de las luces y sin decir nada saco el arma que me dio el creyente y la tiendo hacia ella. Una vez que ella esta armada, saco mi arma y sonrio con acritud. No se si son de nuestro grupo, porque dudo que un teléfono tenga una luz tan potente. Hago señas a todos de que se callen y que se agachen. Trato de escuchar algo, lo que sea que me dé una pista de los que se están acercando...

Nacer intentó hacerle un torniquete a Viktor sin demasiado acierto, enrosco la camiseta en el brazo de su compañero y la apretó con fuerza. Allí no dejaban de aparecer nuevas personas y la situación cada vez se ponia mas tensa. El joven permaneció  en silencio tratando de ayudar a su amigo, aunque en mas de una ocasión pensó  en echar mano de su navaja.

Cuando el hombre de la chaqueta roja y la chica con apariencia de estrella  venida a menos hicieron su armada aparición, Viktor le dijo algo casi en un susurro, a lo que Nacer respondió  con un gesto rápido.

Nacer cogio en un gesto rápido el machete y trato de esconderselo entre el pantalón y la camisa.

Con la cabeza baja y los mechones sucios que ya comienzan a secarse sobre el rostro, intento evitar las miradas de aquellos hombres. A partir de ahora cuanto más desapercibida pase mejor para mí.

Pero de pronto ese tipo se pone a gritar y levanto los ojos en su dirección. Bueno, estaba claro que esas bolsas no habían aparecido en aquel túnel por arte de magia, pero, ¿cómo se le pudo ocurrir dejarlas tan a la vista? Era pedir a gritos que se las robaran...

Lo que no entiendo es qué hace aquí, armado y sin vigilancia. Con lo locos que parecen estos hombres no me sorprendería que le pegasen un tiro ahora mismo. Yo, por si acaso, permanezco callada y en el sitio mientras busco a Rob con la mirada.

La mujer niega con la cabeza ante vuestras peticiones -Las armas se quedan haciendo su trabajo, si os quisiéramos muertos ya lo estaríais y aquí abajo cualquier precaución es poca. Los que tengan armas harán bien en quitarles el cargador o vendrán justo delante de nuestras pequeñas, vigiladas en todo momento. Solo de esa manera os llevaremos al campamento.

No tienes ni idea de quién hay al otro lado pues solo se escucha a alguien respirar, seguramente dos o tres personas. El caminar es lento pero seguro, sin detenerse en ningún momento.

Tal vez sea gente del ejército -susurra Marisa pegando el oído a la pared -puede que sea nuestra oportunidad para salir de aquí.

Aléjate si no quieres que te meta un tiro en esa cara fea que tienes, escoria -responde el hombre que acompaña a la chica por ellos, apuntando con su arma a Rapaz -esta gente está bajo mi protección hasta que nos reunamos con El Jefazo y ahora esa comida es de todos, no tuya, seas quién seas.

Uno de los guardias cercanos a la puerta se acerca a vosotros mientras se fuma un cigarro o algo parecido -Será mejor que os calméis todos. Ka, este tío lo ha traído el propio Jefazo, no creo que le haga gracia que mates a su nuevo amigo.

Vale... Vale... -Asiente, y le quita el cargador al rifle, mostrando este en su mano- Guay, pero ponerle el seguro a vuestras armas ¿Si?

¿Pero acaso se había creído que podía aprovechar la situación? Me quedé tensa cuando vi la cara de César acercándose. Sabía que no podía montar ningún escándolo, no estando aquel soldadito tan dispuesto a empezar a pegar tiros, pero la idea que se le estaba ocurriendo al chicano no me hacía ninguna gracia y, en el primer momento que pudiera, se la haría pagar. Por fortuna el gesto fue interrumpido por dos nuevas apariciones, aunque si lo pensaba mejor, no sabía que era peor, si verme apuntada por aquellas armas o por los morros de César.

Aquellos dos no tenían muy buena pinta y desde luego a mí no me hacía ninguna gracia tener que ir con ellos, pero visto lo visto no nos quedaba más opciones, si es que no queríamos que aquello se convirtiera en una auténtica sangría. Me coloqué detrás de César, tal y como él me pedía, aunque aún seguía bastante molesta con él.

—Yo... Yo no tengo armas.

Fue lo único que se me ocurrió decir y, para corroborar mis palabras, levanté las palmas para mostrar que, por lo menos en las manos, no llevaba ninguna.

Lleve el dedo indice a mis labios mirando a la anciana. Dudaba mucho que alguien organizara un rescate tan pronto, eso sin contar el grito que escuché antes. Levante tres dedos y señalé la puerta mirando a la mujer que ahora disponía de una flamante arma. Me agache un poco y traté de mirar por la cerradura. Quizás de esta forma podría ver quienes eran. Si eran sus amigos simplemente tocarían la puerta, si eran rescatistas (esto aun me provoca una sonrisa sarcástica) buscarían en cada lugar y se identificarían... pero si eran alguien mas. Puta sea mi suerte.

Cuando interviene Carlos me muestro más calmado aunque sigo mirando de reojo y con resentimiento a los dos que llevan las bolsas.

Guardo nuevamente el arma, esta vez en la cintura pero delante y sin cubrir por la remera. – Bueno, bueno. Está claro que eso es de todos. No me voy a estar quedando de arriba acá. Pero lo iba a traer yo cuando pueda caminar. Ahora, por tocar las cosas de los otros mirá donde están estos dos. – Luego sigo mirando la procesión con cara de pocos amigos. Ya mostré un poco las plumas, tampoco quiero armar un revuelo y que tenga que venir el Jefazo.

¿Ese loco violento es amigo del Jefazo? Cómo será el Jefazo entonces...

Parece que las cosas se calman pero por si acaso continúo con la cabeza gacha mientras sigo buscando a Rob entre la gente.

La mujer asiente ante la propuesta de Anastazy y todos podéis escuchar el "click" del seguro del arma.

Larguémonos de aquí cuanto antes, la zona es ya de por sí peligrosa sin que venga gente de arriba -os apremia la mujer tratando de que comencéis a andar -yo os iré indicando la dirección. ¿Que coño ha ocurrido arriba, por cierto?

El hombre que responde al nombre de Ka no se ve obligado de responder a su compañero y simplemente continúa andando llevando a la joven Geneveine a una de las tiendas en las que han entrado sus dos compañeros.

Una vez en el interior obligan a los tres jóvenes a postrarse en el suelo de rodillas, quitándoles las bolsas y cualquier otra cosa que lleven -Bien niños, ahora recibiréis la visita de El Jefazo. Responded a sus preguntas y, tal vez, os permita seguir con vida.

Rob está temblando de terror mientras que el joven de color mira a su captor sin intimidarse lo más mínimo.

El hombre que responde al nombre de Ka no se ve obligado de responder a su compañero y simplemente continúa andando llevando a la joven Geneveine a una de las tiendas en las que han entrado sus dos compañeros.

Creo que has empezado con mal pie amigo, Ka no es el tipo de persona a la que quisieras tener de enemigo. Bueno, ¿como está tu pierna? -te pregunta el tal Carlos buscando conversación.

A duras penas logras ver algo por el pequeño hueco de la cerradura. Al principio solo ves una luz que ilumina el suelo frente a ti, partiendo de uno o dos focos distintos. Sin embargo una de las luces se detiene mientras la otra continúa su avance y logras distinguir el contorno de su portador. El traje que lleva te sorprende e inquieta a partes iguales puesto que te ha aparecido ver que porta uno de los trajes que usa la policía en los casos de enfermedades infecciosas o en conflictos radiactivos.

Suspiro de forma aliviada y silenciosa por la nariz cuando la situación se relaja ahí abajo.

Echo un vistazo a mi alrededor observando las reacciones de los presentes y cruzando un brazo sobre los hombros de Zoe empiezo a caminar, despacio, siguiendo a aquella extraña.

- Ahí arriba todo pareció estallar por los aires... las explosiones parecían putos martillos gigantes caídos del cielo...

Moví la cabeza de lado a lado, aún incrédulo con lo ocurrido.