Partida Rol por web

Yo y mi amigo tenemos un machete, lo lleva él.-señala con la cabeza a Nacer, lo prefería vivo y desarmado puesto que en aquella situación solo confiaba en el.-nos gustaría llevarnoslo después de que me hayáis ayudado y devolverlos el favor y nos dejéis marchar, si es posible.-Le solicitó al mediador con calma.-Y si no es mucho pedir, tengo una petición.-Miró a Michael y le hizo un gesto para que se acercara a él.-Dejad que el niño me acompañe, le prometí a su madre cuidarlo y mantenerlo a salvo.

Nos vemos luego si salgo de esta Nacer, ten cuidado, hermano.-se despidió del chico con rastas con un gesto débil de la cabeza antes de apartarse de el.-Zoe, no?.-la miró y le tendió el hombro del brazo sano.-Ayudame a caminar, por favor.-Viktor se encontraba en las ultimas, agotado y dócil.

Cuando el tipo con pintas de jefecillo llegó acompañado del cojo, todos a su alrededor parecieron ponerse alerta. Empezó a dar indicaciones y ultimátums y Levinov pareció tomárselo enserio, ya que se deshizo de un hierro que llevaba oculto.

Puta chingada... la fiesta es seria.

El militar cedió, igual que Kaleb, así que seguí sus pasos cuando el tipo del cigarro mencionó explícitamente "armas blancas". 

- ¿También las charrascas mano? - lancé un suspiro de desesperación mientras me hacía con mi adorada 7 muelles y se la cedía al tipo del cigarro - es la primera vez que me separo de ella hermano, cuídala bien - dije apretándola una última vez antes de soltarla.

Y esta maldita yonki tiene el cerebro tan atrofiado que no tiene ni jodida idea de lo que es el sarcasmo. Puta que la parió.

- Cuidao nena... - le hablé sonriendo cuando fue a echarme las manos encima - no vayas a mosquear a mi novia que luego no hay quién la aguante - le guiñé un ojo a Zoe a la vez que chasqueaba la lengua. 

Alucinaba con la que tenían allí montado aquellos tíos. Desde luego no era ni de lejos el cuchitril que había esperado por parte de unos yonkis y desarraigados. Eso sin contar con la presencia de tanta arma y tanta vigilancia que empezaban a ponerme cada vez más nerviosa.

Escuchar la intención de aquel tío de que alguien me cacheara no me gustó ni un pelo y más aún cuando vi acercarse a mí a aquella mujer que no debía haber visto el agua en años. Sólo de pensar que aquella tía me iba a poner la mano encima ya me hacía estremecer. Pero tuve que aguantarme y, mordiéndome la lengua, soporté los toqueteos de aquellas manos que me daban grima. Aunque mejor que fuera ella y no el gordo que ahora cacheaba al herido.

Entrecerré los ojos deseando que pasara ese mal trago rápidamente. Por fortuna yo no tenía armas así que poco iba a encontrar. Desvié la mirada hacia César al ver como la rubia le tomaba la palabra e iba directa hacia él, y al ver su sonrisa me tranquilicé un tanto. Por lo menos el chicano no parecía perder el sentido del humor.

—Sí... Zoe.

Fue lo único que dije mientras ayudaba al tal Viktor para que no cayera desplomado.

Apoyado en las muletas evalúo al grupo que ha llegado, pero también estoy atento a los anfitriones, apenas empiezo a conocerlos así que todo lo que pueda ver servirá. Me tranquiliza la escena de las armas, de alguna manera me he ganado la confianza de la gente de aquí pues me han dejado la mía.

Salgo de mi concentración sorprendido, Carlos me pregunta mi opinión sobre estos tipos.

- No tienen calle, me parecen nenes bien criados entre algodones. Me sorprendería que tengan códigos o que conozcan del respeto. Supongo que aquí abajo estarán más que nada asustados, y eso sería algo bueno, si no lo están seguro hacen alguna estupidez. – hago una pausa y marco con la cabeza al que ha entregado la navaja – Este vale más que los otros, si no la va de capanga va a estar bien. – Pongo una mirada de total desprecio señalando al que tenía una pistola - El otro, el soldadito… ese me preocupa. Apesta a autoridad y desde el comienza quiso hacer una de vivo quedándose con el arma. Yo ni siquiera lo hubiera dejado entrar.

Maldito idiota, se puso justo a mi lado, si empiezan los tiros seguro que va a terminar mal... Mierda, odio a los tipos así, son como perros que se tiran al suelo moviendo el rabo buscando la aprobación de los demás y meándose encima cuando tienen miedo. Peor para él. Creo saber donde están los tipos por la luz de sus linternas, me gustaría ver mas claro, pero tiene que bastar. Perdón si son de los buenos, la vida es injusta...

Plantado y con los brazos cruzados, abrí los ojos y me mordí el labio inferior con cierta sorpresa ante las observaciones del cojo.

Vaya... parece que no solo yonkis traicioneros y descerebrados viven aquí abajo...

De todas formas no iba a intervenir ante una conversación ajena; siendo niño había visto más de una lengua cortada en el Cártel por hacer comentarios fuera de lugar. Sabía bien cuando podía hablar y cuando debía mantener el puto pico cerrado.

Aguanto el cacheo mientras me pregunto quién será "El viejo" y por qué me toca a mi irme a cocinar con él. Miro a mis compañeros y decido, al igual que la mayoría de ellos, que es mejor guardar silencio y observar.

¿Qué?

No.

No voy a decidir quién vive y quién muere. Tú eres el asesino, cabrón malnacido, no yo.

Con Harry.

Vete a la mierda, hijo de puta. Métete tus juegos psicológicos de pirado por donde te quepan.

En mi cabeza esas frases han sonado tan claramente como si en verdad las hubiera pronunciado, pero lo que los demás han podido ver es simplemente mi rostro boquiabierto.

Sé que no quiero contestar, pero no sé cómo esquivar la pregunta. Y si no elijo... ¿me matará a mí?

¿Cuánto puedo tirar de la cuerda antes de que se harte y me raje el cuello?

-¿Por qué hay que elegir? -comienzo a decir sintiendo el pulso palpitante en las sienes y el pecho-. Los tres -me incluyo, no vaya a ser que al final decida prescindir de mí-, podemos aportar mucho más que muchos de los que tienes ahí fuera.

No quiero morir.

El hombre del cigarro parece escucharos a todos con paciencia, sin prisa, disfrutando de cada calada, de cada petición y de cada arma que le entregáis -El crío no podrá ir con vosotros, lo siento. Lo llevaremos con el resto de niños para que se integre en su lugar, no te preocupes.  No puedo prometeros nada porque no soy el que manda aquí, aunque comentaré a El Jefazo vuestra actitud colaboradora, es todo lo que puedo hacer. 

Girándose hacia el único de sus hombres al que aún no le ha dado un trabajo termina por adjudicar a los últimos de vuestro grupo -Andrew, llévate al crío y al tipo de la gabardina roja al gallinero. Luego ve a buscar al que manda. Vamos, largaos todos ya.

El grupo se divide con distintos destinos, inciertos para la mayoría. Vuestra situación no es la más recomendable, rodeados de gente armada, desterrada hacía un tiempo de la superficie por el sistema. Tal vez sus corazones se ablandaran tras la catástrofe que destrozó vuestros hogares o puede que estos se encuentren marchitos por el odio hacia los habitantes de arriba. Sea como fuera ahora vuestras vidas se encuentran en manos de terceros...

Carlos observa a los tres hombres que se han quedado, su amigo el cojo, el militar y el hombre de las rastas.

Bonito grupo hacemos los cuatros. Aquí abajo nos hemos visto privados de muchas cosas pero no de la educación, al menos por mi parte -os señala el hombre con educación. Caéis en que su forma de hablar, tranquila y correcta, destaca entre el lenguaje soez y burdo de aquellos con los que convive -mi nombre es Carlos y él es nuestro nuevo amigo, Rapaz. Me gustaría conocer vuestros nombres antes de continuar conversando puesto que lo haremos durante un rato, hasta que seáis llamados a audiencia.

La mujer te coge de la mano y te separa del resto del grupo, entusiasmada por cumplir las órdenes del hombre del cigarrillo. Con un caminar peculiar, adornado con pequeños saltitos, te adentra en el campamento. Las tiendas de campaña de diferentes tamaños os rodean y ves algunas estructuras más sólidas de cemento o madera. Sin duda los hombres que viven allí se lo han montado bien a lo largo de los años. Pese a todo la quietud es la norma en el lugar, parece que ya habéis conocido a la mayor parte de los yonkis y renegados que viven en este lugar.

Susan actúa como guía en todo momento, desvelándote más información de la que debería darse a un completo desconocido -esa es la tienda de Abrazos, por esa zona es donde el Viejo se dedica a hacer sus cosas de carpintería, allí es donde El Jefazo guarda la droga, en ese edificio de cemento, al lado del generador, es donde guardamos la comida...

El hombre bosteza aburrido ante tu respuesta -Que típico, esperaba más de ti, jovencita. El caso es que he visto con mis propios ojos lo que ha pasado allí arriba y, creéme, no me ha gustado nada. La comida va a ser un problema de aquí a unas semanas y no me vais a joder alimentando más bocas inútiles. 

Una vez más se pasea por alrededor de vosotros, reflexionando o, simplemente, dándose el gusto de aterrorizaros. Sus pasos se detienen ante Harry, al que hace le hace una reflexión -Dices que eres leal, que jamás quebrarás un compromiso. Eso es algo que escasea en toda la puta Arimor. Me interesa, no te voy a engañar. Te daré cobijo y alimento pero quiero tu total lealtad, no una rata traicionera que me apuñale mientras duermo. ¿Te parece correcto?

Sus pasos se mueven ante el asustado Rob, que no sabe donde meterse -Tu, debilucho. Tienes una actitud que parece estar pidiendo que te partan el cuello pero, si dices la verdad, tus conocimientos me serán útiles. Irás con mi sanador y te permitiré vivir, siempre que seas útil.

Las últimas sentencias se dirigen hacia ti -Tu no pareces nada del otro mundo. Tienes valor y parece que sabes buscarte la vida pero es algo que no escasea en este lugar. Cualquiera de esos que desprecias, los que son mi gente, podrían hacer lo mismo que tu y, además, cargarse a alguien cuando sea necesario. Veré que puedo hacer contigo. Debajo de esa capa de mierda parece que tienes un cuerpo que gustará a mis chicos. Ka, llévatela a las celdas. Y no permitas que nadie la toque hasta que yo lo permita.

El hombre que te había acompañado hasta aquí y que parecía estar esperando fuera de la tienda asoma su rostro duro y severo. A sus órdenes Jefazo -responde escuetamente, acercándose a ti y levantándote de un tirón, sacándote de la tienda casi a rastras.

Su fuerza es mucho mayor que la tuya y te lleva sin dificultad, obligándote a avanzar a trompicones tras él. Si por alguna causa te retrasas no duda en apretarte el brazo, crujiéndote los músculos y huesos.

Tu disparo resuena con fuerza inusitada debido a la estrechez de los túneles y los ecos que provocan. Un grito de dolor se entremezcla entre el ruido y una linterna cae al suelo, revelando durante un instante a uno de los hombres que os han abordado. Su cuerpo está totalmente cubierto por un traje blanco y acolchado, parecido al que llevan los científicos pero más férreo y seguro. La cabeza del hombre que cae al suelo, herido por tu arma, lleva un casco que impide que le veáis el rostro y en su pecho cuelga algún tipo de placa identificativa.

El eco de tu arma parece hacerse más fuerte pero enseguida caes en que el sonido debe ser del arma de Xia que, obedeciendo tus órdenes, dispara hacia los hombres. No llegas a saber si ha acertado en su objetivo pues el caos se apodera del lugar. Eres incapaz de saber si el atacante es solo el enemigo que permanece en pie o si se le une el herido pero lo que tienes claro es que ambos están armados con armas de gran calibre, fusiles o ametralladoras. El sonido de sus disparos os responde atronadoramente, haciendo brillar las boquillas de sus armas cada vez que una bala sale de ellas. Alguien choca contra ti y te hace caer al suelo, desplomado. Bajo el ruido del fuego enemigo logras escuchar el grito de tus compañeros, de la chica, los ancianos y el joven e insoportable José María. Las linternas se han apagado o han sido apagadas por la pareja de desconocidos y todo a tu alrededor es confuso. Tus sentidos están perdidos, abrumados por la oscuridad y el ruido.

El tipo que te han adjudicado te hace un gesto con la cabeza y te obliga a andar en una dirección desconocida para ti, alejándote de tus compañeros de desgracia. El hombre no parece muy hablador pero sí que toma la precaución de colocarse a tu espalda, vigilándote en todo momento.

Os adentráis en la jungla de tiendas, mesas, fardos y demás elementos que conforman un escenario caótico mal iluminado. Parece que vuestro destino es una de las zonas mejor iluminadas, con una gran mesa y varios tablones en los que un hombre de aspecto anciano se mueve de un lado a otro ajetreado.

El hombre que os ha cacheado no os da tiempo ni a despediros. Con un empujón sin ánimo de lastimar os pone en marcha, colocándose a vuestra espalda y ayudando a Zoe a llevar a Viktor -Vamos, tenemos que llevarte lo antes posible pa que te cosan. Estás chorreando sangre ¿quién te ha pinchado así? ¿han sido las bestias? no, seguro que si fueran esas ya estarías muerto o bien jodido. Y eso no parece un bocao. Tiene pinta de ser un buen corte.

Viktor camina apoyándose en Zoe para caminar lo mas rápido posible y sobretodo para no caerse al suelo de bruces.-eh, bichos, que bichos?.-pregunto al enorme tipo gordo de canosas barbas, pero dadas las prisas decidió que las preguntas podían esperar.-Un vagabundo con un machete quiso comerse al niño que venía conmigo, no se lo permití y bueno...aquí estoy.-Dijo dejándose ver de aquella guisa, con dos enormes cortes, en el vientre y en el brazo izquierdo respectivamente.

Me costaba trabajo aguantar el peso de Viktor. Mi poca fuerza y mi baja estatura no me permitían sujetarlo todo lo bien que quisiera, poniendo cuidado donde pisaba para no irnos al suelo los dos. Por fortuna el gordo que nos acompañaba, que tenía que reconocer que me daba un poco de asco como la mayoría de los que estaban allí, me ayudó a cargar con el peso.

—¿Bestias? —Pregunté casi al unísono que Viktor.

Me estremecí cuando habló de bocados y demás, sin saber muy bien si nos estaba tomando el pelo o decía la verdad. Pero lo que sí era bien cierto eran los profundos cortes que Viktor lucía en su cuerpo y que aún seguían sangrando, no entendía como todavía se mantenía en pie y no había perdido el conocimiento. Me giré ligeramente hacia él.

—¿Comerse al niño? Estás de coña ¿no?

Quizás las bestias de las que hablaba el gordo y el que se quería comer al niño tuvieran alguna relación. O quizás todo se debía a que, en las profundidades, el salvajismo había llegado a tales extremos que el canibalismo estaría a la orden del día. Me volví a estremecer sólo de pensarlo.

Si, el tipo muerto de aquel túnel fue el que me cortó y el que intentó quedarse al niño para comérselo.-Viktor le explicó a la chica y viendo sus dificultades para tirar de su peso, comenzó a apoyarse mas en el tipo grande, no era precisamente su mejor opción ni lo que mas quería pero entre eso o caer allí en medio, prefería seguir de esa guisa.-Le prometí a la madre de ese chico que lo llevaría con su padre, ahí arriba...-Viktor se mareó y perdió el conocimiento por unos instantes, luego parpadeó dos veces con los ojos vidriosos y ojerosos, sudaba a mares y tenía la piel blanca.-Falta mucho para ese matasanos que me dijeron?.-Le pregunta a su acompañante.