Partida Rol por web

Arquitectos de Voluntad. Libro-5.I: Residuos del Dolor

Matadero

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11/12/2016, 21:12
-Residuos del Dolor-

El patio de Matadero es un amplio rectángulo de albero, enrojecido en algunas zonas a causa de la sangre. Al fondo a la derecha un corpulento semiogro yace inconsciente en el suelo mientras el resto de presos os obserban con curiosidad a más o menos distancia.

Los guardias en torno a los carros os empujarán con sus afiladas alabardas si alguno decide no salir del carro por lo que las opciones son limitadas... por ahora...

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11/12/2016, 21:15
Zacarías

Vuelvo a leer el documento. Veo que los carromatos se han colocado en el mismo orden. -¡Pain!- La cara me cambia al ver sus crímenes pero no dejo que ello me detenga o perdería contundencia ante mis subordinados -¡Hazir!- sigo leyendo y no puedo evitar avisar a los soldados -cuidado con él. Según esto mató a un numeroso grupo de asesinos entrenados él solo- vuelvo la vista hacia el reo. Lo cierto es que no parece tal cosa. -¡Ishrad!- Niego con la cabeza -Otro peligroso- sentencio con visible preocupación -Y Nickar- inspiro hondo y añado -No habrá descansos esta noche para nadie hasta mañana, cuando se hayan llevado a estos malnacidos.-
 

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11/12/2016, 21:36
Ishrad Corlav

Al oir mi nombre en boca del capitán, lanzo una mirada amenazante ante el. Aun que no me gustaba la situación, no era para nada estúpido y sabía de sobras que en ese momento no tenía nada que hacer contra esa cantidad de guardias, con lo cual caminé hacia la zona donde nos iban a tener encerrados, hasta mañana decían. Quizá morían antes, quizá solo me iba de ese asqueroso sitio, quien sabe.

Al llegar al lugar observo al semiogro en el suelo y se me escapa una sonrisilla por la cara.

Alguno de vosotros ha tumbado al grandullón? O le han calentado los guardias? Mirando al resto de presos.

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11/12/2016, 22:34
Nickar

Cubierta por su cálida capa de lisa y larga envergadura, la muchacha caminaba sin miedo - ¿tanto por un allanamiento? - no sabía si el documento contemplaba todos sus crímenes reales, o incluía una nota de la putrefacta realeza, no le importaba mucho, pero no le gustaba que le apuntaran con esas armas, al ver al gigantón en el suelo solo pudo suspirar - que poca clase... - miró a uno de los guardias sin dejar de caminar - sabes que el mundo no puede funcionar igual sin mí ¿verdad? Ves con cuidadito con ese palo prehistórico. - oye gigantón - dijo pasando por al lado del semiogo sonriendo - el guardia que tengo detrás me ha dicho que no moleste al repulsivo sangre sucia y bastardo que dormía por aquí, ¿de verdad dejas que te hablen así? - una sonrisa de burla hacia quien se atrevía a apuntarle con una alabarda se dibujaba de una mejilla a la otra. Le apetecía caminar, tras un trayecto tan largo y tedioso, y eso de ser amenazada para que hiciera lo que hubiera hecho igualmente, era digno de la poca cultura de dichos presentes.

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11/12/2016, 22:57
Hazir Al-Tamsa

Hazir sonreía levemente, aunque no estaba especialmente contento. No le agradaba aquél país, con sus lluvias y su tiempo frío y desapacible, ni le agradaba la comida, sosa cuando no totalmente insípida. Aunque también era cierto que no es que hubiera probado alta cocina los últimos días: la primera vez que le dieron un pedazo de pan, habría jurado que se trataba de una piedra, tanto por el color, como por el tacto y la textura. Sin embargo, no había dejado ni una migaja de ninguno de los alimentos que los extraños cocheros, rígidos y callados, les habían proporcionado. Se sentó durante todo el viaje con las piernas cruzadas en el carro, rodeado de barrotes, pero con una calma y una serenidad tales que parecían que los presos fueran los cocheros y no él. La sonrisa de su rostro podía ensancharse o empequeñecerse, pero muy rara vez desaparecía del todo. 

A la vista del pueblo, por supuesto, se ensanchó. Llevaba muchos días sin ver a nadie más que a los conductores, ya que ni siquiera podía ver a sus compañeros presos, y comenzaba a aburrirse. Pero Hazir era adaptable y optimista, y, por mucho que lloviera, hiciera frío y la comida fuese sosa, estaba seguro de que aún podía sacar algo bueno de todo aquello. 

Cuando pararon, el que parecía el Capitán de la guardia enumeró sus nombres, por supuesto pronunciando mal el suyo, sin aspirar la "h". No le molestó: prefería que sus oponentes tuvieran poca cultura. Cuando el Capitán acabó de hablar, Hazir, sin levantarse, le dijo con voz consternada:

-Vaya, buen señor, temo que le han informado mal. No fui yo quien acabó con esos asesinos. 

Entonces vio a uno de los soldados, que se disponía ya a pincharle con la alabarda por no salir del carro. Rápidamente, pero sin brusquedad, se puso en pie y levantó ambas manos pidiendo calma. 

-Tranquilo, no hay ninguna necesidad de usar eso. Ya voy. 

Con paso relajado y amplio, como si recorriera el vestíbulo de un palacio y no el embarrado patio de una prisión, salió del carro, saltado ágilmente al patio. 

Observó a sus compañeros de viaje, y su optimismo se ensanchó tanto como su sonrisa. El primero, el tal Pain, parecía humano, aunque por la cara que puso el capitán al leer sus antecedentes no debía de ser menos peligroso que el semiogro que yacía frente a él. El segundo, Ishrad, tenía aspecto oscuro y sombrío, probablemente fuese peligroso de distinta manera que Pain. Y la cuarta... oh, la cuarta. Magnífica y orgullosa, Hazir estaba seguro de que su belleza se equiparaba sólo a su peligrosidad, teoría que quedó confirmada cuando mintió al semiogro para manipularle con maravillosa naturalidad. 

Hazir ya había olvidado los días comiendo pan duro y queso rancio. Aquello prometía. 

Avanzó un par de pasos en el patio, e hizo una leve pero elegante reverencia a sus compañeros varones.

-Señores-dijo-Un placer.

A continuación se volvió hacia Nickar, realizando otra reverencia algo más pronunciada. 

-Señorita-dijo de nuevo-Qué agradable e inesperada compañía. 

Dicho eso, apoyó la espalda en la pared del patio, estirando las entumecidas piernas, y se relajó como si estuviera en su casa, mirándolo todo con curiosidad, con expectación. Su sonrisa se redujo un poco, pero permanecía perenne en su rostro. 

Notas de juego

Me he emocionado un poco, había ganas ya. 

¿Debemos marcar a todos en nuestras respuestas o solo a los cuatro que acabamos de llegar? 

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11/12/2016, 23:52
Serge Leblanc

La llegada repentina de aquellos nuevos “compañeros” atrajo toda la atención del ladrón. Los soldados ya estaban diciendo que sólo iban a quedarse esa noche allí… No hacía falta ser muy listo para saber que todos iban a ser compañeros de viaje durante ese misterioso traslado que los guardias tenían planeado.

Lo primero que hizo Serge Leblanc fue examinar cuidadosamente a los recién llegados. Un hombre de aspecto refinado que saludó cortésmente a sus compañeros de viaje al llegar, un hombre con aspecto de pertenecer a una de las tribus salvajes que se refugiaban en los bosques, otro hombre con aspecto de pertenecer al gremio de ladrones del pueblo vecino y una joven con aspecto de ser de familia noble o al menos de tener delirios de grandeza dignos de una reina. Un grupo curioso, sí señor.

Con tranquilidad, el ladrón se acercó a los recién llegados para darles lo más parecido a una bienvenida que se podía dar en aquel lugar.

 -Bienvenus, mes amis. -el esbelto ladrón se inclinó haciendo una elástica reverencia- Mi nombre es Serge Leblanc, encantado de conocerles. S'il vous plaît, pónganse cómodos, ma maison es la suya.

Luego señaló al resto de presos que estaban allí mirando, sin señalar específicamente a nadie, aunque miró de forma significativa a Alona y a Tizoc.

 -Y mes amis son los suyos también.

Una vez hecha la presentación a los hombres, Serge fue hacia donde estaba la muchacha con el semiogro.

 -Enchanté, madmoiselle.

Saludó a Nickar con una cortés reverencia también, pero además le cogió la mano para darle un ligero y suave beso en el dorso.

 -Serge Leblanc a vuestro servicio, ma cherie.

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12/12/2016, 00:15
Hazir Al-Tamsa

La aparición de un hombre tan cubierto de vendajes que parecía haber recibido la mayor de las palizas distrajo la atención de Hazir, que apartó los ojos de Nickar para posarlos en él. Nada más oír sus modales, su sonrisa se ensanchó de nuevo. Su acento era extraño, y entremezclaba palabras extranjeras en las frases. Aquello, lejos de molestar a Hazir, le agradó: oír nuevos acentos y aprender idiomas exóticos era uno de los muchos placeres de viajar. Cuando les dio la bienvenida y les invitó a ponerse cómodos, Hazir respondió a su reverencia con una educada inclinación de cabeza.

Les dijo -o eso creyó entender Hazir- que podían considerar amigos a aquellos que había tras él. Hazir los observó, uno de ellos era una pequeña figura en absoluto humana, pero con un brillo de malicia en sus ojos. La otra impresionó de inmediato a Hazir, tanto o más que Nickar. Parecía humana, pero desde luego no como los demás humanos allí reunidos. Si la belleza de Nickar era delicada y elegante, la de aquella mujer era salvaje, fiera y desatada como la de un león enfurecido o un alud de montaña. El peligro en ella no estaba oculto, sino que saltaba a la vista. 

Hazir sonrió maravillado. No, ciertamente no podía haber pedido mejor compañía. 

Dio un paso al frente, separándose de la pared, y habló con pausada voz. 

-El encantado soy yo, mi querido Serge. Discúlpame si no pronuncio adecuadamente tu nombre, no conozco tu idioma. Me llamo Hazir-se presentó, esta vez pronunciando bien su nombre, y dirigiéndose también a los compañeros de detrás-Es un placer, señores. ¿Cómo os llamáis, si es que puedo preguntarlo?

Hizo una pequeña inclinación hacia la mujer, y tras eso, volvió a apoyarse cómodamente en la pared. 

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12/12/2016, 01:09
Nickar

Nickar no pudo evitar reír entre diente y soltar bífidas palabras - al parecer la educación está del lado opuesto en estos lares - "Hazir", posiblemente un humano, que parecía tener clase, aunque le sorprendió más el tal "Leblanc" ese nombre tenía clase, hizo ondear con suavidad su capa mirando a los soldados y mirando al cielo, pero era demasiado fácil, y no quería irse sin recuperar a sus compañeros "Colmillo, Golem y Sílfide", bien tapada con su capa, observó a los guardias, pensando en que parte del carruaje retenían a sus tres compañeros. - el honor es mío - dijo. Miró a los guardias de nuevo antes de seguir hablando - puede que se oscurezca el cielo, pero no me gustaría dejar a mis tres acompañantes con vosotros, no sea que los manchéis con vuestras sucias manos... En ese instante, se debatía entre libertad y fidelidad, y su estoque, su maza ligera y su flauta nunca le habían vuelto la espalda. Que molesta situación, la de poder y no querer.

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12/12/2016, 01:57
Pain

Tres días. Había pasado casi media semana desde que le habían conseguido pillar, y en todo ese tiempo no le habían dejado salir ni una vez de aquél minúsculo cubículo al que llamaban celda. En toda su vida había sufrido semejante injuria, ni siquiera en los bosques en los que había nacido, o después en la ciudad en la que había tenido que sobrevivir a duras penas, o  durante los ritos de iniciación que habían marcado su destino. Nunca. En todas aquellas ocasiones había podido estirar las piernas, caminar un poco, desentumecer los músculos y calentar el cuerpo. Nada le molestaba más que sentirse encerrado, y durante tres jornadas habían decidido llevarlo hasta el límite de su paciencia.

Así que cuando detuvieron los carruajes, abrieron sus jaulas, y les "dejaron" salir a punta de alabarda, estaba enfadado. De tan mal humor que, si no hubiera sido por su autocontrol cuando sabía que no podía vencer, probablemente se habría lanzado contra el primero de los estúpidos guardias que tuviera al alcance, que viendo como se movían, con que lentitud, con qué poco ánimo, habría sido cualquiera. El problema, como ya sabía, es que eran muchos -no que estuvieran armados-, y que morir con rapidez lo único que lograría es que su alma fuera a parar a algún infierno y no al lado de quien debía.

No, no, no, era mejor esperar. Tal vez, incluso, tuviera una oportunidad mejor durante ese traslado del que hablaba el que parecía el capitán. Y si no, bueno... 

Se relamió de placer al observar a los que iban con él, y también a los que aguardaban en aquél patio insano que por el que uno de los remilgados que acababa de salir de los carros caminaba como si fuera el rey. Si, tal vez allí encontrara una pizca de diversión, e incluso podría hacer alguna gentil ofrenda a su diosa. Le disgustaba que aquella patrulla de soldados le hubiera interrumpido durante la decimotercera ceremonia -al menos, ya que la pobre chica iba a morir, podían haberle dejado acabar-, pero siempre podría terminar lo empezado en ese sitio. Había oído rumores sobre el Matadero, así que no sería nada raro que ocurriera. Todo podía mejorar, eso seguro, y lo único que empezó a echar de menos fue su máscara, signo de su devoción; era una lástima tener que hacerse otra, le había costado seis muertes encontrar un cráneo adecuado para su rostro, y que no se partiera al intentar tallarlo...

Aquellos pensamientos, en definitiva, lograron relajarle, y antes de darse cuenta había incluso sobrepasado a un semiogro que permanecía grogui en el suelo y al que había visto sólo de refilón. Inconscientemente se había detenido a un paso de chocarse con el bronceado hombrecillo que debía haber sido noble, por sus modales y maneras. Este se había apoyado en la pared -lo que hubiera hecho antes no lo sabía, ni le importaba, pues no había prestado atención-, y saludaba amablemente como si aquello fuera una reunión palaciega, un recreo para adinerados mezquinos. 

Gruñó, mientras sus ojos algo velados se posaban en los de "Hazir", y se apartó de él para colocarse en otro lado de la pared, donde se apoyó también para después quedarse callado y con gesto de desagrado, aunque aguardando las presentaciones.

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12/12/2016, 10:11
Tizoc

Estaban de camino hacia la pared del fondo cuando las puertas se abrieron. Los rayos de luz de los magos del lugar habían acabado tumbando al enorme semiogro que yace inconsciente en el suelo. El gobin dejó escapar un suspiro, menos mal que ha el no le habían pillado. 

Se abrieron las puertas y cuatro enormes carros entraron causando un revuelo enorme. De los carros salieron cuatro personas, otros cuatro reos que parece que iban a correr la misma suerte que ellos. Pero su actitud era bien distinta y al trasgo algunos no le inspiraron confianza alguna. El primero que bajó se dirigió a la multitud sonriendo al ver al semiogro inconsciente. Si hubiese visto lo que ese semiogro había hecho un momento antes no se yo si se reiría tanto. 

La siente que bajó hablaba como si fuese la pieza central de algún puzzle, dio dos pasos e intentó manipular al semiogro para meterlo en problemas. No parecía alguien de fiar. Y dicho sea de paso no parecía muy inteligente pues parecía bastante obvio que Amok estaba inconsciente. 

El hombre que bajó después le recordó bastante a "venditas" hablaba con palabras largas y hacía reverencias y gestos con la cabeza como si siempre hablasen con el jefe de una tribu o algo así. Olía a ciudad como Serge y enseguida se llevaron bien y empezaron a hacerse inclinaciones y gestos con la cabeza. Era divertido, como ver el cortejo de un pájaro. 

El último hombre se limitó a gruñir y apoyarse en la pared. No daba mucho en lo que pensar. O sí. 

Tizoc vio como Serge se acercaba hasta ellos y se presentaba. Luego les dedicó una mirada y dijo algo que atrajo la atención del tipo que olía a ciudad hacia ellos. El goblin dio un pasito hacia atrás y se refugió tras las piernas de Alona como haría una cría tras su madre. 

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12/12/2016, 17:44
Alona Hordalad

Había emprendido el camino hacia la pared del fondo, donde ese preso susurraba a saber que mierdas a oídos de Krishnarj, cuando las puertas se abrieron y cuatro carros entraron en el lugar para traer otros cuatro presos al lugar. Me detuve, curiosa, principalmente al oír a uno de los guardias decir a voces que esos presos nos acompañarían al día siguiente. Torcí el gesto, pensativa, enarcando una ceja con los labios apretados mientras alternaba mi mirada entre ellos y Krishnarj. No tenía claro qué hacer. Por un lado, entablar relación con esos que también iban a ir a ese sitio, fuera cual fuera, podía resultar beneficioso. Por otro, ese hijo de la grandísima puta tenía toda la pinta de estar escupiendo mentiras acerca de nosotros, de mí, a oídos del último jefazo de este agujero del que íbamos a salir.

Y sí, lo reconozco, me quedé paralizada, ofuscada por la incapacidad para elegir uno de los dos caminos. Hasta que sentí al canijo escondiéndose entre mis piernas como un jodido crío.

¡Eh! ¿Qué te pasa? -Le espeté, apartándole de mis muslos de un empujón- Preséntate, joder, van a ser nuestros compañeros de viaje... -Dije tomando finalmente la decisión que me resultaba tan esquiva. Me giré y retorné hacia donde se encontraban los nuevos- Mi nombre es Alona. Parece que mañana vamos a viajar juntos... a otro agujero como éste. El grandullón inconsciente y el tipo que se oculta en las sombras allá al fondo también vienen, por lo visto.

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12/12/2016, 22:40
Tizoc

El empujón de Alona pillo a Tizoc desprevenido y lo obligó a retroceder trastabillando para acabar dando de culo con el suelo un par de pasos más atrás soltando un quejido lastimero. Se quedó un momento allí con la cabeza baja mirándose las manos y luego se levantó sin decir palabra. 

Avanzó con pasos torpes hasta volver a ponerse a la altura de Alona, algo más alejado esta vez, y volvió a mirar a los presentes se le notaba nervioso, incluso parecía un poco asustado. Demasiados desconocidos a la vez, no estaba acostumbrado a eso. Si estuviese en su tierra natal se había escondido hasta que aquellos seres pasasen de largo pero no estaba en su hogar y eso le hacía sentir incómodo. 

Yo... Yo soy Tizoc. - dijo el goblin hablando por fin en un tono claramente avergonzado. Su voz era chillona, como la voz de un niño de estos molestos que se te mete por el tímpano, te llega hasta el cerebro y te lo estruja. 

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12/12/2016, 23:20
Pain

Por fin algo logró captar su atención más allá de los amanerados que se habían presentado hasta el momento. Como si fuera la antítesis del moreno noble y del personaje envuelto en vendas, esa mujer era grande, fuerte y tenía pinta de poder partir un tronco a cabezazos, tal vez incluso lo había hecho alguna vez. Aunque no parecía la más avispada del lugar, sin duda era directa, y eso le agradaba. Ah, que agradable sería hacerla gritar, romper su fortaleza y que sintiera los fríos placeres que su diosa le había enseñado a producir. No era como los otros, que llorarían a la primera de cambio, no. Ella maldeciría, lucharía y no se rendiría jamás. Era como una vara de férrea madera esperando a ser quebrada. 

Nada que ver, sin embargo, con el escurridizo ser que acababa de salir de entre sus piernas, y ante cuya presencia puso una mueca de desagrado. Un goblin, y al parecer uno bastante típico de su raza. Seres insignificantes, inferiores, miedosos y taimados, un peligro menor hasta que te dormías y te clavaban un cuchillo entre las costillas para desvalijar al pobre diablo que hubiera caído en sus manos. 

Decidió ignorarle -que no perderle de vista- y observó a Alona de nuevo, volviendo a esbozar una maliciosa y engañosa sonrisa, que acabó al pasarse la lengua por los labios. 

- A mi me llaman "Pain". Es... - Volvió a relamerse - Será, un placer.

El tono no tenía nada de especial, pero aún así era provocador, oscuro. 

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12/12/2016, 23:36
Hazir Al-Tamsa

Hazir vio cómo el pequeño ser se escondía entre las piernas de la mujer, y trató de suavizar el rostro y mostrar una expresión más amable, ya que no quería asustarle. Sintió gran curiosidad por él, ya que no sabía lo que era. Aunque estaba versado en los diversos habitantes de su país y sus alrededores, se hallaba lejos de allí, y aquel ser le resultaba desconocido. Era ése otro de los encantos de viajar: ver todo tipo de criaturas y seres extraños. 

La mujer volvió a hablar, al tiempo que sacaba a la criatura de entre sus piernas, y la atención de Hazir volvió a centrarse en ella. Atraía su curiosidad de forma irremediable, como cuando observaba un terremoto, una tormenta de arena o un corrimiento de tierras: simplemente, era difícil apartar la vista. Se presentó, de forma sorprendentemente amable. Hazir se preguntó qué significarían todos esos símbolos dibujados en su piel. 

Finalmente, el pequeño ser se presentó también, con voz chillona y aspecto asustado. Sin embargo a Hazir no le cabía duda de que podía llegar a ser peligroso en ciertas circunstancias. 

-Es un placer conoceros, Alona y Tizoc. No podría pedir mejor compañía. Espero no ser indiscreto, pero... ¿Qué le ha ocurrido a nuestro amigo el semiogro?

Entonces habló Pain, con una voz silbante y oscura. A Hazir observó su mirada y escuchó su tono, y ninguno de los dos presagiaba nada bueno. Hazir prefería las personas en las que su peligro estaba a la vista, como en Alona, y seres tan taimados como aparentaba ser Pain resultaban más impredecibles. Anotó mentalmente no perderle de vista en ningún momento, ya que nunca se sabía. No quería que matara a ninguno de sus nuevos compañeros antes de haber tenido la oportunidad de conocerles mejor. 

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13/12/2016, 16:45
Tizoc

Acababa de cambiar de idea. El tipo que olía a salvaje como Alona no tenía nada de parecido a la muchacha. No fue la mirada de abierto desprecio que le puso si no la forma en que miró a la bárbara con esa sonrisa. Había algo oscuro escondido en tras los ojos del hombre que no le gustaba nada. Tendría que preocuparse de vigilar la espalda de Alona. 

Una vez tomó esa determinación dedicó su mirada a Hazir. Notó un brillo extraño en sus ojos, un brillo que le llevó muy lejos de allí, hasta su tierra natal. Un Tizoc mucho más pequeño estaba jugando en una de las cabañas de su aldea cuando vio un insecto que llamó su atención, comenzó a gatear tras el brillante bicho con la curiosidad propia de un chiquillo. A punto estuvo de caerse desde lo alto del árbol en el que estaba su cabaña. Aún le dolía el culo de la azotaina que le había dado su madre. "La curiosidad acaba matándote." 

Pero ese hombre estaba allí, de pie y vivo, con la mirada cargada de curiosidad. Por una parte eso hizo que Tizoc se sintiese importante y por otra terriblemente pequeño e inseguro. - Él no tiene amigos. - dijo respondiendo así al humano. - Descubrió que mañana se lo iban a llevar con nosotros a... No sabemos a donde. Otra prisión creo. - dijo algo más tranquilo pero con el mismo tono agudo. - Decidió que quería dejar su huella en algunos de los presos presentes. Creo que a tumbado a varios antes de que los chamanes que hay entre los guardias acabasen con él. Es un tipo verdaderamente peligroso, ni los guardias querían acercarse... - añadió inclinando la cabeza en un gesto que podría interpretarse como un "pa que veas".

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13/12/2016, 18:05
Alona Hordalad

Como cuando uno siente que la tormenta está a punto de estallar, y cubre sus ojos preparándose para lo que está por venir; como en los compases iniciales de una batalla, cuando el cuerno resuena y las hachas chocan con los escudos y armaduras, listos para la carga; así entrecerré los ojos al sentir en mí la mirada de ese tipo. Pain, decía llamarse, pero lo dijo relamiéndose, y añadiendo una promesa de futuro. Ese simple y directo gesto hizo que mi interior se encendiera, agitando mi respiración hasta volverla salvaje como la de un búfalo a punto de embestir. De una rápida zancada me planté ante él, con la mandíbula tensa y los puños bien cerrados, y le encaré sin miramientos. Vamos a dejar las cosas claras... Pain. -Le dije bien alto- El primer hombre que se atrevió a mirarme así terminó en tres partes. Dos de ellas sirvieron de alimento a los perros, y la cabeza fue ensartada en una pica. Y yo aún era una niña, por aquel entonces. -Le advertí- Así que borra esa sonrisa y no vuelvas a mirarme de ese modo, o te convertirás en el segundo...

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13/12/2016, 19:35
Tizoc

Al ver que las cosas corrían riesgo de irse al garete, el goblin se agacho y cogió una pequeña piedra suelta. No era una gran amenaza, un goblin con una piedrecita pero no pensaba quedarse parado. Alona se había portado bien con él y la protegería sin dudarlo. Todo rastro de miedo se había convertido en determinación.

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13/12/2016, 20:36
Ishrad Corlav

Observo a todos despues de oir sus nombres y me acerco un poco más a lo que parece un "grupo". Mi nombre es Ishrad Corlav. Veo que vamos a compartir bastante tiempos juntos, ¿eh?. Me rio ante la amenaza de la mujer al tipo que venía conmigo. Esa es la actitud, la verdad es que me gustaría ver como lo haces, este tipo parece demasiado arrogante.

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13/12/2016, 21:14
Serge Leblanc

Las presentaciones parecían ir bien. De hecho, parecía que pronto contarían con un grupo de aliados importante, algo que podría ser más que útil en aquel lugar. Sin embargo, antes de que el ladrón pudiera contestar a Hazir, las cosas se habían torcido rápidamente y Alona y Tizoc la habían tomado con el tipo de aspecto salvaje. Con un suspiro, Serge se puso entre ambas facciones.

 -Calmez-vous, mes amis. No es momento ahora de empezar a pelearnos. Me permito recordaros que así es comme terminó Amok en el suelo, no sigáis su ejemplo. N’est pas bon para la salud.

Luego miró al resto de los presos recién llegados, centrándose en Hazir, que parecía de lejos el más civilizado de los hombres que estaban allí.

 -Seguro que el resto de nuestros camarades coincidirá conmigo, ¿me equivoco?

Porque lo último que necesitaban era ahorrarle el trabajo a los guardias matándose entre ellos. Lo malo es que a los nuevos no les conocía, no podía saber a ciencia cierta qué palabras escoger para evitar el conflicto, pero con Alona... Como mínimo podía intentar calmarla un poco, así que se acercó a ella para hablarle en voz algo más baja, a fin de que sólo le pudieran oir la bárbara y el pequeño trasgo.

 -Alona, cherie, piensa que si te enfrentaras ahora a alguien, por mucho que se lo mereciese, los gardes te dejarían como han dejado al semiogro o puede que peor, ya que cualquier observateur con medio cerebro sabe que puedes llegar a ser mucho más dangereuse que Amok. No gastes tus energías con ese individu. No las merece.

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14/12/2016, 00:40
Pain

Lejos de amilanarse ante la amenaza de la mujer, sus ojos brillaron y su sonrisa se ensanchó, decidiendo que realmente era tal como había predicho. Salvaje e impetuosa, fiera y brava, peligrosa como sólo alguien criado entre salvajes podía serlo. Él había nacido también en un entorne agreste e indómito, pero carecía de la brutalidad que ella si poseía. Lo que le faltaba de ferocidad, le sobraba en cambio de crueldad, y pese a no ser un bruto capaz de partir a alguien en dos, no se acobardaba ante ningún matón. Al fin y al cabo, había sacrificado a suficientes de esos -y de tantos otros- en honor a su mortífera diosa. Si ella quería probar suerte, no iba a negarle la oportunidad. Más de uno demostraba estar dispuesto a disfrutar del espectáculo, sin duda, pero es que... ¡Si hasta él mismo quería verla en acción! 

Sin embargo, las palabras del ser de las vendas entrañaban algo de verdad. Había visto -y acababan de contar- lo que había sucedido con el tal Amok, y sufrir una oleada de magia tras otra hasta ser reducido a un inconsciente cuerpo tendido en el suelo a merced de cualquiera no era su intención. No entraba en sus planes ni ahora, ni en ningún otro momento, así que si la bárbara y deliciosa guerrera quería una pelea, tendría que esperar. 

Siendo así, se pasó una última vez la lengua por los labios, con tal lentitud que alguno lo habría tildado de provocación, y después se apoyó mirando de reojo a Alona, y en especial al goblin, al que había visto coger aquella piedra.