Partida Rol por web

-Aquel gordo pecador había abusado de jóvenes judías y merecía ser castigado, por lo que fue mandado ejecutar por el consejo judío -se limita a decir en contestación a Rodrigo-. La vuestra involucración en aqueste asunto es casual, pues ellos dos encontráronme en la habitación -señala a Gracián y a Martí- en la que quedéme junto al cadáver: el verdugo de Dios no ha de huir de la justicia del omne.

Hay imágenes de caballeros con pectorales hercúleos montando en gráciles y hermosos corceles entrando en escena. Imágenes que harían que cualquier doncella perdiese el conocimiento y que el mismísimo Adonis se sonrojara de envidia ante la belleza de tan nobles hidalgos.

Y luego estaban imágenes como la de Gracián.

El orondo guarida atravesó la estancia, empujado por la inercia de su propio peso hasta estamparse contra la pared con un sonoro y mojado ¡PLAF!. Lentamente, como una mermelada huyendo de la tostada merced a la gravedad, Gracián fue desplazando toda su grasa hacia el suelo, resbalando por la pared hasta quedar tirado en el suelo con la cara totalmente aplanada sobre la fría losa. El único rastro existente de que momentos antes un ser humano había ocupado ese espacio era el reguero de sudor que impregnaba la pared. Los lastimeros gemidos y jadeos de Gracián podían situarse entre un fuelle agujereado y un gorrino en pleno acto de reproducción.-....jjjjjjiiiiiiiiijjjjjjjj.... jjiiiiiiijjjjjjjjj...... jjjjjjjjjiiiiiiiiiiijjjjjjjjj..... ...jjjjjjjjjiiiiiiiiiiiiiijjjjjjjjjjj.....-.

Lentamente fue tomando consciencia de las manifestaciones del supuesto asesino y, aunque el cuerpo de Gracián pareciera no tener remedio, su cerebro era igual de eficaz que su estómago.-....jjjjjiiiiijjjjjj..... jjjjjiiiiiiijjjjjjj.... ¿jjjjjjjiiiiinsejjjjooo jjjjudiooojjjjjjj?....- Gracián no era muy ducho en leyes, pero sí sabía que el consejo judío no podía ordenar la muerte de un cristiano alegremente. Arrastrándose como una lombriz, se desplazó hasta una silla, aupando su enorme barriga más por voluntad que por fuerzas, acabó sentado en ella, apoyando la cabeza en la pared, con las manos en las rodillas, resoplando por el esfuerzo.-....jjjjjjiiijjjjjjj......fffffffff......fffffffffff..... ¿Quién era....ffffffff...... el fenecido? ¿Y quién del Consejo Judío dio tal orden de muerte?.....ffffffffff......-

"Al fin a salvo, o eso parece" pensaba mientras caminábamos por las calles del barrio judío. Tras unos minutos lleguemos a nuestro destino, al parecer nuestro guía nos había llevado a su hogar, y ahí nos dejo plantados mientras fuere a buscar ayuda. Tiempo que aproveche, al igual que mis compañeros, para coger aire y recuperar algo de fuerza, igual que algo de templanza que hiciera calmar los nervios.

Cuando Rodrigo emprendió conversación con el tal Isaac, después de que este contestara, no pude más que increpar al judío -Para ser casual como dices, tus palabras ante la multitud no indicaban esa intención, la plebe se volvió contra nosotros por culpa de ello, nos diste las gracias por algo que no habíamos hecho- digo a Isaac en tono serio y muy ofendido.

-Yo nunca he dicho tal cosa. Sólo Yahvé ha ayudádome en mi misión -Isaac contraria a Martí de forma autoritaria antes de contestar a Gracián-. Tratábase Honrado, el maestre del gremio de tejedores, curioso nombre para una babosa tan rastrera. Et no fue una sóla persona quien decidió eliminarle, acabo de decirles que aquese desgraciado abusó de jóvenes judías, et el concejo, en representación de toda la comunidad, llegó a tal extremo....

Poco habemos de fablar con vos entonces -espetéle al patán que creíase verdugo -es con el concejo con quien resolveremos el asunto.

Seguía sin encontrarle sentido a todo aquello. Tanto revuelo por un sólo hombre era demasiado, algo más había de haber...

Mal asunto era aquel, o así parecíale a Rodrigo que al verse enredado en semejante lío en su primer día de alguacil no sabía muy bien aún qué hacer. Lo único que sabía era que, por mucho concejo de judíos que fuera y por muy conocidos fueran en su comunidad, de cara a la ley cristiana aquel hombre había cometido asesinato y como tal debería pagar. Y allí estaban ellos como representantes de la ley. Mal asunto, sí... Pero también sabía que llevarse aquel hombre en medio de la judería sólo iba a acarrearles palos a ese lado y palos al otro, que los de fuera seguro que no se olvidaban de sus caras.

- Buf... Y nada menos que un maestre de gremio...

Ahora que sentíase recuperado de la carrera anterior, Rodrigo miró a su alrededor fijándose, no sólo en la estancia en la que se habían refugiado, sino también a los hombres que allí se encontraban.

Bástate fijarte para descubrir algún que otro extraño ademán en aquel omne que llámate poderosamente la atención. Non parecen propios de alguien de su procedencia, et a pesar de lo que digan sus ropas et su nombre, aquel omne non parece pertenecer realmente al pueblo judío...
 

Esfuérzaste, mas nada consigues descubrir...

Paréceme cosa rara lo del "consejo judío" -dije pensando en la situación-. Un juez, el Dayyanim, promulga la ley por y PARA -remarqué- los judíos, y dentro de las aljamas. Extraño, harto extraño, es que se de justicia fuera de los muros de la judería; y aún más a un cristiano.

Miré a Isaac.

Decidnos la verdad, no somos tontos. Cualquier cristiano defendería al más pérfido de los ladrones o criminales, siendo cristiano, antes que a un judío.

Et además -añadí a las palabras de Ishaq -aqueste hombre non es judío. Seguro estoy dello -clavé mis ojos en Isaac.

Asunto turbio es aqueste, y como cabeza de turco hallámonos en medio.

Yo miraba la escena, comiendo un mendrugo de pan duro que alguno había olvidado en la alacena. Aquello de violar rapazas no era buen asunto, y lo de matar a alguien a sangre fría, tampoco. Pero en mi despreocupación tan solo pude ver y oír, pues no me consideraba yo con vela en aquel entierro. No tenía nada especial contra los judíos, más que las típicas habladurías que se decían de ellos y mi ignorancia era tal que desconocía hasta aquel momento que tuviesen leyes propias. Distraido comencé a juguetear con uno de mis pies, mirando al suelo, pero las palabras del viejo empezaron a preocuparme. Al parecer estaban en una especie de trampa en la que habían caído todos juntos.

A Rodrigo gustábale cortejar a las mozas hasta conseguir lo que quería de ellas, y eso de usar la fuerza no iba con él, quitábale todo el encanto de engatusarlas para que fueran ellas las que acudieran a sus brazos sin pensar, y si lo que decía el judío era cierto seguro que el tal maestre merecía sobradamente un castigo bien ejemplar. Pero por lo que intuía Rodrigo la cuestión estaba en que había sido un mísero judío quien había actuado de verdugo contra un cristiano y eso estaba muy mal visto.

No atreviose a meterse en aquella conversación ya que de las costumbres de los judíos poco conocía y lo único que sabía era que el anciano acabaría muy mal por culpa de tal asunto.

-¡Habráse visto tal osadía...! -Isaac parece enfadado, pero se ve interrumpido por el sonido de la puerta. Enseguida cálamase y agacha la cabeza, pues es el rabino quien entra por la puerta, acompañado del joven Joel.

El rabino es un omne mayor et non demasiado delgado, con bucles en las patillas et una gran nariz.

-¿Qué está sucediendo aquí? Exijo una explicación para la presencia de la guardia cristiana en la aljama, pues ningún delito ha cometídose aquí...

-Señor, ya he cumplido vuestras órdenes -Isaac interrumpe al rabino, con tono solemne, manteniendo la cabeza gacha y faciendo una ridícula reverencia hacia el rabino.

Tras explicar un poco la situación, el rabino non cabe en sí de incredulidad.

-Vos aseguro que no sé de qué habláis. En mi vida he visto en anterior vez a aqueste individuo, jamás he ordenado tal cosa, pues ni sé quién es el tal Honesto, et ninguna joven judía ha sido violada.

Ante los gritos acusándole de traidor por parte de Isaac, el rabino mesa su bello facial en silencio, para terminar finalmente:

-Temo que lo mejor para todos es que abandonen la judería. Non sé qué asuntos tráense entre manos, pero non son asunto de la nuestra comunidad. Más váleles que sea por las buenas, pues están poniéndonos en peligro. Pueden pasar aquí la noche, si así lo desean, mas mañana a primera hora deberán salir de aquí de inmediato con la primera luz del sol.

Gracián, rata vieja en embustes y avezado negociador entre mercaderes veía claramente que no había trigo limpio, mas aún no por ello pudiera bien ser cierto que tanto el rabino como Isaac estuvieran diciendo la verdad. O al menos "su" verdad. Así que, levantándose con gesto cansado de la silla, hízole una leve reverencia al hombre santo mientras se excusaba.- Lamentamos profundamente este malentendido, Rabbí Samuel. Et aceptamos gratamente la oferta de hospedaje por esta vesprada, pues afuera los ánimos están caldentes. Tenéis mi palabra que mañana, al sonar primer toque del ángelus, marcharemos.- Incorporándose de nuevo, y sutilmente fue acompañando al rabbí y al joven Joel fuera de la sala.- Et si non es molestia, agora descansaremos, pues dura guardia hemos tenido.- Se despidió mientras los empujaba fuera de la habitación, cerrando la puerta y sonriendo.- Shalom et buenas noches.

Después, girándose hacia el resto, hizo gesto de silencio y de bajar la voz, pues era probable que estuvieran escuchando. Con gesto teatral y casi cómico, pronunció tales palabras el gordo guardia.- ¡Bueno muchachos! Esta noche encontraremos tan buena la cama que ya quisieran los santos renunciar a sus votos por un lecho como el nuestro. ¡Ale! ¡A dormir todos! Pedriño, primera guardia.- Dicho esto, hace gesto al resto con las manos para que se agrupe al centro de la sala, formando corrillo, mientras señala al pobre desgraciado Isaac para que permanezca cara a la pared.

Una vez están todos en coro, Gracián comenta en susurros.- Fumata negra veo en esto, muchachos. Non tenemos poderes ni autoridad en la judería sin permiso del alguacil mayor, et menos aún para interrogar a un Rabbí. Desconozco si éste decía verdad o mentira, pero una cosa sí es cierta, et corrígeme si me equivoco Martí, tú que estabas conmigo.- Mirando de soslayo a Isaac, continuó.- Solo un necio o un loco se proclama judío, pirómano et asesino de cristianos a la vez, et menos delante de dos guardias et sabedor de una turba que quiere lincharlo. Paréceme a mi que el pobre Isaac es más bien lerdo de pocas luces que actor embustero, así que o bien el Rabbí miente, o bien otrora persona en nombre del Consejo Judío diole la orden de matar. ¿Qué queréis hacer? ¿Quedamos o marchamos?-

Rabbí -le dije entrelazando las manos y bajando la mirada- Con todo el respeto,  ¿Cómo que no le conoce? Él sabe su nombre, Rabbí. Haya dádole vos o no tal órden, que no dudo que estará sorprendido de que éste señor, Isaac, le propongo como el interventor del mandato, ¿verdad?

Luego escuché cómo Gracián preguntaba el quedarnos o irnos. Et que aquesto parecía como si un conejo preguntara a su camada si quedarse o no a pasar la noche en la madriguera del lobo... ¡Por Adonai! ¡Que ellos en mayoría eran cristianos! ¿¡Cristianos y alguaciles durmiendo en una aljama!?

Mucho quedábale al joven Rodrigo por aprender aún de la vida, no sólo como alguacil sino de la misma ciudad en la que se encontraba ahora. Veíase que el Gracián estaba muy puesto en relacionarse con gentes de todas clases y condición y el de Baena cada vez sentíase más seguro de que había sido buena idea arrimarse a él.

Seguía la conversación de unos y otros sin enterarse de la misa la media, pues aquellos asuntos de jefes judíos y lides entre moros, cristianos y judíos nos eran cosas que le interesaran en demasía, para él sus únicas preocupaciones eran las de tener una buena vida donde no faltaran el vino, el juego y, sobre todo, bellas damas.

Me acaricié la barba pensativo y no formulé palabra alguna hasta poder asegurar, o al menos intuir, si el Rabbí mentía como el tal Issac...

...Aunque todo parecía indicar que quien único mentía allí era el asesino, pues de primeras que no era judío, lo cual hacía evidente que buscaba la desgracia para ellos. Eso explicaría también por que nos había llevado hasta el mismísimo Rabbí; y el motivo no sería otro que querer involucrarle.