Partida Rol por web

Curioso por naturaleza y haciendo honor a mi apodo, me agaché a coger la bola de papel que el viejo había tirado al suelo con tanto desdén. No consideraba que debiese meterme en aquellos asuntos, pero en general la escena me resultaba de comedia, como las que cantaban algunos ciegos fuera de las tabernas, discusiones, piquerías y asuntos que luego, bien engordados y aderezados, constituían una historia digna de contar. Lo "desarrugué" y leí lo que pude.

Seguí atento a la conversa mientras cargaba mi ballesta, apuntando con ella de vez en cuando, al tal Isaac, más jugando que otra cosa. 

No puedes si no corroborar las palabras del médico: las palabras son tal cuales ha citádolas, et non hay sello alguno.

Sin duda que Yunus me parecía hombre sabio desde que lo conocía, más también érase hombre avispado, atento y sagaz, y pareciera que la su edad no fuera impedimento sino al contrario; que hartas veces a los más gráciles jóvenes, ya fueran moros, hebreos o cristianos (et más de éstos últimos que del resto) que zoquetes todos ellos fueran sin el dudar (aún dándose de doctos, de "espabilo", reales goliardos, y hombres de posición). Sin embargo, cuando tiró el papel al suelo, las palabras resonaron una vez más en mi mente...

Et que vos conocéis a ese don Bernardo... -le dije a Isaac-; que no es pregunta, sino intuición de la mía... No podría apostar más que ésta capa raída -la de de alguacil y con marca judía...- a que aqueste Bernardo vos contrató para un bonito trabajo... A mi no me engañas, hermano.

Y esperé a que hablara el tipo, mientras me posicionaba junto a la sospecha y duda de Rodrigo de Baena acerca de la veracidad del pedazo.

Don Bernardo es el homne al que fabláis en aqueste instante. ─corregí al joven Ishaq. El muchacho era joven, impetuoso e iba al grano antes de fijarse bien en los detalles. Se le había pasado por alto incluso algo tan evidente como que el tal Isaac no era judío. ─Precioso tesoro efímera juventud... precioso et peligroso...

─Et decidme pues Bernardo ¿sodes vos el único beneficiado en el asunto? Non entiendo como corristéis tal riesgo incendiando el lugar si vos esperaba tal puesto en el gremio. Cualquier mendigo hubiere fecho el trabajo sucio por unas míseras monedas.

-El incendio non fue cosa mía. Contraté a un par de matones, Alfredo et Hassán son sus nombres. Suelen frecuentar la collación de San Lorenzo, por si queréis dar con ellos et comprobar de la veracidad de las mías palabras. Yo sólo iba a acabar con la vida de Honesto.

Un sonoro bostezo termina la frase de Isaac, o más bien debiere decir de Bernardo.

- Pues será mejor que descansemos un poco y mañana, al amanecer, deberíamos llevar a este elemento al cuartel. Pero habrá que hacer guardias por lo que pudiera pasar, no fuese que éste se nos escape de las manos.

Más no podían hacer dadas las horas que eran, caminar por la ciudad de noche podría traerles problemas. Parecía que  Rodrigo olvidábase que ahora no era un asalta camas ajenas sino todo un alguacil.

Sin sacarme a mi hijo de la cabeza y sin apenas poder intervenir y ayudar a Gracián y Yunus en su interrogatorio, escucho las palabras de Rodrigo para después pronunciarme.

-Estoy de acuerdo con Rodrigo- digo con la voz baja, casi sin escucharse apenas.

-Yo me presto para la primera guardia si es necesario-

Tras de decir esto, espero al resto de los presentes tratando de averiguar sus intenciones.

Miré a Martí con cierta sorpresa, pues eu ya me había sentado en la silla con la ballesta preparada, para facer a guarda da noite, la primera como me había dicho Gracián. Si hubiera sido otro no le habría dicho nada, pero Martí parecía un home razonable.

— Ma-ma-martí... a primera guarda e miña ¿o non?

Y le señalé con la barbilla la ballesta que tenía en la mano y luego miré al otro orondo del grupo en busca de apoyo. Ya había asumido que nos quedaríamos allí hasta por la mañana.

-¡Eh, si Pedriño, mis disculpas!- contesto timidamente ante la cara de sorpresa del gallego.

-¡Quería decir la siguiente, ha sido un pequeño error!-

No era mi intención ofender a Pedriño, tras pedirles disculpas y ofrecerle una pequeña sonrisa en forma de paz, me dirijo hacia Gracián y Yunus, al parecer son los que más puede entender todo este asunto.

-Sería conveniente, mientras algunos lleven a Bernardo al cuartal, otros de nosotros fuéramos a San Lorenzo en busca de esos matones de los que habla, Alfredo y Hassán. Si las noticias corren y llega a sus oídos la detención de Bernardo, puede que huyan de la ciudad.-

Asentí al de Carbonell ─Aquesto que dices cierto est. Quizá sea mejor fazer dos grupos, empero tal asunto discutirémoslo mañana. Tarde es, et el cansancio me lleva.

Mi viejo y cansado cuerpo necesitaba descanso y reposo de manera urgente...

Agaché la cabeza con la corrección de Yunus en cuanto a quién era quien*. Sin duda que quien había dádole el encargo al señor Bernardo era alguien de renombre, ni más ni menos que el oficial del gremio.

¿San Lorenzo? -dije en voz alta-. Y entonces me acordé de mis idas y venidas por aquel barrio sirviendo a un morisco dedicado a la cantería-. Se por la experiencia de algún tiempo que aquesta es la collación más peligrosa de la ciudad. Si hacemos grupos, hemos de ser cuidadosos y no llamar atención alguna: en los pórticos de las iglesias y conventos se abarrotan los criminales...

Luego me acerqué a Bernardo.

Señor... -le dije-. ¿Deduzco que inculpar ahora al gremio de Tejedores, quien le contrartó, será en vano, verdad? ¿Rehusará de su palabra y este fragmento de papel, no cree?

-Por supuesto que lo negarán todo. Non les interesa que aqueste asunto hágase público -limítase a decir Bernardo, poco antes de cerrar los ojos para caer en un sueño profundo, junto a vosotros.

Las guardias se suceden durante la noche sin problema alguno. El calor es agobiante, más en aquella casa cerrada en la que poco aire corre, pero conseguís descansar más o menos bien todos. El tal Bernardo duerme cual tronco durante toda la noche, roncando más incluso que Gracián.

Al amanecer, Joel baja al salón para pedíos de nuevo que abandonéis la aljama, que pronto vendrá de nuevo el Rabbí et non quiere ser el responsable de su ira. Abriendo el postigo, vos invita a abandonar su morada, lamentando non poder ofrervos un desayuno, pues asegura non poder permitírselo.

Vos dirigís hacia el cuartel cuando, al poco de abandonar la aljama, podéis ver un cartel en la puerta de madera de un viejo y medio vacío mesón. "Se busca", pueden leer aquellos que dominan las letras, reza un gran rótulo. Pero poco tiempo vos da a acercarvos a leer qué más dice cuanto los gritos del heraldo de la collación vos interrumpen, provenientes de una cercana plaza. El omne hállase en medio, et lee a pleno pulmón lo que reza el papel que porta:

-¡Se ha emitido una orden de busca e captura contra un judío, de nombre desconocido, et sus cómplices, disfrazados de alguaciles, por la quema del Mesón de don Fadrique et el asesinato de don Honrado, el maestre del gremio de tejedores! ¡Se sospecha que pueden seguir portando las capas identificativas, entre ellas las de al menos otro judío! ¡Se ofrece como recompensa...!

Entre el gentío que va acumulándose en torno al vocerío, otra voz aún más alta e imponente interrumpe al heraldo.

Bernardo, que ha adelantádose un par de pasos a vosotros, vocifera.

-¡Calumnias! ¡El pueblo de Yahvé, sus hijos, son el único pueblo que aún conserva pureza en aquesta cloaca infestada de ratas! ¡Tan sólo tenéis lo que vos merecéis, infieles, plagas et podredumbre! ¡Pecadores, furcias e hijos del mismo diablo!

Non face falta decir que pronto todas las miradas de la plaza desvíanse hacia el aparentemente desquiciado escandalizador.
 

¡Gracían! ─exclamé, y cuando el gigantón me miró hice un gesto, el gesto de un puño que aplasta una cabeza, intentando hacerle entender que debía darle un considerable "mamporro" al malnacido de Bernardo. No podíamos permitir que llamara la atención y nos metiera en más problemas. De esa guisa no llegaríamos de una pieza al cuartel.

Habemos de separarnos ─dije por lo bajo ─somos demasiados, ansi non podremos pasar desapercibidos. Iré con Zacarías a la collación de San Lorenzo a ver si damos con Alfredo et Hassán. Quizá de aquestos podamos sacar algo en claro. ¿Alguno acompáñanos?.

Salió de la aljama junto a sus compañeros y aquel al que llevaban al cuartel, el tal Bernardo que habíase hecho pasar por judío. Non habían dado ni cuatro pasos cuando el pregonero, a viva voz como era la su costumbre, dio la noticia que a Rodrigo, con los ojos abiertos como platos, cayole igual que una pedrada. Pero con lo que en verdad púsose nervioso fue al oír al loco que llevaban detenido, a grito pulmón, volver a las andadas al igual que ya había hecho delante del mesón.

Los nervios hicieron mella en el pobre Rodrigo, que en aquellos momentos y viendo el lío en el que estaba metido, echó de menos las sus huídas perseguido por maridos cornudos, esa aficción traía menos peligros que en la que veíase envuelto desde que se había hecho alguacil. Arrancose la capa un tanto asustado al ver a la gente pendiente de ellos y, al oír al viejo Yunus, vio la oportunidad de escapar de allí.

 - Tenéis razón y tendremos más oportunidades si nos separamos. Yo os acompañaré.

Sin duda que ahora si que no podíamos ir a entregar a ese tal Bernardo (aunque quisiéramos), pues sería entregarnos a nos mismos. Et que sin duda que, pese a lo poco acertado, no era yo más pecador y truhán por ser judío de lo que lo eran, según el cartel y esas falacias de bocas cercanas, mis compañeros, cinco al menos cristianos de pro.

No nos queda otra opción -asentí a la propuesta de Yunus-. Mas una vez allí, me temo y mucho que deberemos despojarnos de capas y armaduras alguaciles, que se nos reconocerá a la legua y a la milla...

La voz de Bernardo vuelve a sonar clara y fuerte mientras las gentes de la plaza guían sus miradas hacia nosotros. Yunus se apresura a dar indicaciones a Gracián para que este cierre la boca de Bernardo.

Cuando el resto habla de separarse, no puedo más que pensar que es la mejor idea, "siendo tantos llamaremos la atención facilmente" pienso mientras me dirijo hacia Gracián y Bernardo.

-Si no precisáis mi ayuda, acompañare a Gracián al cuartel- digo hacia el de Baena y Yunus, sin duda prefería callejear las calles de Córdoba que volver a pasar un interrogatorio en el cuartel, pero lo mejor sería ayudar a Gracián con el prisionero.

Yo no hacía más que seguir a los demás... un poco preocupado. Carallo, que aquelo facíase cuesta arriba pra nosotros. Si meu pai estuviese allí seguro que ya habría dado lo que se merecía al rapaz gritón, Bernardo, Bernardón. ¡Menudo cabrón! A mi gustábame la idea de no separarme del grueso Gracián, que parecía saber de estas cousas mais cuando alguien dixo de pasar desapercibidos, me sorprendí a mi mismo diciendo algo. Primero en bajito y luego más alto.

— Eu...eu...eu...eu podo pintar aquelos que quieran. Con un...un...un...pouquiño de barro y cambiando nosas roupas podemos pasar desapercibidos. Mais si non queredes eu vou con Gracián també.

Hacía mucho que no se pintaba, pero había aprendido en el seminario de Lugo como pasar por un mendigo... e outras cosas.

Tras abandonar por fin la aljama Gracían empezó a olvidar la noche movidita que tuvieron el día anterior. Las calles se veían más tranquilas y todo parecía indicar que sería pan comido entregar al asesino en el cuartel. Si podía hablar con el alguacil mayor en persona antes de que le llegaran noticias del incendio quizás pudiera convencerlo de su inocencia. Si claro, y puede que incluso denos alguna recompensilla extra por atraparlo. Su sueño, sin embargo, no duró mucho...

¡Maldito judío, cristiano, o lo que Diós quiera que sea...! ¿pero es que no se callará nunca? El tal Bernardo parecía dispuesto a delatarlos sin importarle si los mataban a todos, y realmente lo estaba consiguiendo. Puede que la conversación intima que habían tenido el día anterior no hubiera ayudado a estrechar lazos entre ellos, precisamente.

Visto lo visto, y ya que el resto del grupo parecían haberlo nombrado custodio y adormedor oficial de su prisionero, no se hizo de rogar y cumplió sus deseos, más no con el puño sino con su maza.. Sí, es cierto que el médico parecía creer que que con un mamporro sería suficiente, pero nunca está de más ser precavido. Se abalanzó sobre Bernardo y le asestó un golpe, eso si, con la parte roma. No fuere que en vez de un prisionero, presentáramosle un cadáver al alguacil mayor...

Tras dejar al pobre Bernardo aparentemente incapacitado, se gira hacia Martí y Pedriño (al menos estos dos si son un poco espavilaos, me iria yo ahora de visita a San Lorenzo...) y les suelta: Bien amigos, démonos pues un poco prisa, que hay que llevarle al alguacil el desayuno y no quisiera que enfriosele por el camino...