Partida Rol por web

Rees hizo un ademán a sus amigos, para desestimar la idea de seguir dándole vueltas al tema con la posadera, tenia la sensación que no iba a sacar mucha mas información.

Cogió su jarra y se dispuso a sentarse en una mesa vacía con sus compañeros.

- Vamos a ver lo que tenemos y por donde seguimos. La verdad que a mi lo de la Cofradía no me acaba de encajar, quizá son un chivo expiatorio de los del Puño, pues deben ser a quien culpar de todos los males. Pero vamos, no creo que una organización de éste tipo sean los que han invocado esos seres en medio de la plaza. Tiene que ser algo mas "místico", quizá los locos de los adoradores de Cyrik tal vez?

Siguió rumiando.

Mientras contempla como la medio elfa Sirane se aleja, Caedwyr apenas puede reprimir un suspiro. ¿De sentimientos vapuleados, de hastío, de nostalgia por las oportunidades perdidas, decepción tal vez, despecho...?

—Ay amiga, no llegarás a nada en la vida.

Se vuelve hacia los otros y arquea las cejas cuando escucha hablar de la Cofradía. ¿La Cofradía? ¿Pero quién demontres ha…? Iba a decir algo, pero se contiene para escuchar a la «señorita» Thunderth: mucha palabrería, seguro, pero Caedwyr no puede evitar prestar atención a lo que dice, sobre todo respecto al Parlamento. Siente una punzada de desasosiego, pues algo de verdad puede estar enterrada en sus palabras.

Una vez en la mesa vacía, y a salvo (espera) de oídos impertinentes, mira fijamente a su colega Ress.

—Ojalá se tratase de esos locos adoradores de Cyrik (o de Umberlee, ya puestos, aunque el modus operandi no me cuadra), pues así tendríamos la oportunidad de ajustarles las cuentas. En cuanto al Puño, desde que he visto como funcionan, están en mi lista de sospechosos. Sea como sea hay magia muy poderosa implicada y terriblemente peligrosa, así que debemos limitarnos a cumplir nuestro papel, poco a poco y sin avanzar más de la cuenta.

Carraspeo y miro alrededor, para ver si casualmente hay alguien con pinta de ser seguidor de esa deidad de locos asesinos.

»Pero supongo que no se os escapa que este antro sea, posiblemente, una zona franca de la Cofradía, que me cuelguen de un pie si no es cierto lo que me dicta mi instinto. Por tanto, lo que diga esa dama de la barra va a estar infectado por esa influencia. Además…nos han contratado para que investiguemos acerca de la dueña de esa posada, y eso debemos hacer. ¿Y de qué manera? Pues siento la mirada de esos rufianes sobre mis espaldas en todo momento, y de hecho ya me han advertido de que yo, sobre todo yo —señalo mi apuesto rostro—, corro peligro entre estas cuatro paredes. Cualquier cosa que hagamos abiertamente, nos va a llevar a la ruina, y aunque no me importaría partir unas cuantas cabezas de malhechores, me temo que no duraríamos mucho en esa alegre tarea, y llevar a cabo la misión es lo primero.

Apoyo los codos en la mesa y dejo reposar el mentón en mis manos entrecruzadas. ¿Cómo pudo esa medio elfa dejarme de lado?

»¿Secuestrar a algún lugareño debilucho, tal vez, para hacerle confesar? Odio esa forma de proceder, pero el fin justifica los medios en este caso.

El tiflino abre tamaños ojos al escuchar las palabras de Caedwyr.

Lo que en un principio parecía una pequeña aventura de exploración se está transformando en "secuestro y rescate"?

Baja la voz a un mínimo audible mientras comenta, en el tono mas bajo que puede:

"Si lo que quieres es planificar algo de forma calmada, este no es el mejor lugar para conversar, a menos claro que pudieras hacer una plegaria que nos concediera privacidad absoluta..."

Miro a ambos con exasperación.

"Creo que debemos planificar esto en un lugar mas tranquilo, alejado de tantos ojos ...y oídos"- dice con solemnidad, dando como por zanjado el tema, pero a la vez cauto, pues no se ve cómodo.

"Están de acuerdo??"- pregunta finalmente con un tono de voz un poco más alto.

—Y tanto que si estoy de acuerdo.

Apuré mi jarra, fuese a ser cosas que nos marcháramos aprisa y sin llegar a terminarla.

—¡Qué de intriga se mueven por estos lugares! — exclamé en un bufido —. Yo soy una persona sencilla, a mí estos recovecos tan poco claros, traiciones desalmadas y lenguas viperinas no me van. No estoy hecho para este mundo, muchachos...

Me acaricié la barba y volví a suspirar.

—Pero no soy un enano que deje las cosas a medias después de todo...

Rees asintió,

- Vale muchachos, al llegar por aquí he visto una zona tranquila donde podemos hablar, cerca de una fuente a unas cuadras de distancía, acompañadme - dijo indicando a sus compañeros que le siguieran.

Se despidió de los "conocidos" de la posada y se encaminó hacia afuera.

- No se si aquí podremos averiguar demasiado mas de momento - dijo ya cuando estaban algo alejados - Pero quizá podamos probar con la otra persona que tenemos de la lista, esa hechicera, la tal.. Ysrra Brackrel - comentó

Después de separaros de la tabernera, de charlar brevemente en un rincón poco populado del salón-bodega y de salir del barco (no sin ser objeto de ciertas miradas, algunas por parte de las personas con las que estuvisteis hablando), os encontráis ya en la calle. A través de la neblina, percibís cierta luz en el cielo del oeste, pero el sol ya se ha puesto. Los chillidos de las gaviotas, las maderas crujientes y el olor a salitre os recuerdan donde estáis.

Las ideas que habéis compartido en la taberna aún resuenan en vuestras mentes: ¿cómo conseguir alguna prueba que demuestre la implicación de Thundreth con la Cofradía? Y, ¿es la Cofradía realmente el peligro que el duque, el Puño y otros han descrito? ¿Son los adoradores de Cyrik quienes están detrás de la muerte de Adrian? ¿O la secta de Umberlee? ¿Qué hacer: limitaros a jugar el papel que os han dado, a la espera de algún indicio más sólido sobre la verdad, o buscar vuestra propia vía, aunque implique trasgredir algunos límites?

Mientras camináis en silencio hacia la plazoleta que Rees ha mencionado, oís un ruído: pasos ligeros, apresurados, puede que de unos pocos individuos, y el tintineo metálico del acero. Es obvio que, sean quienes sean, tratan de ser silenciosos, aunque sin mucho éxito. El sonido se aproxima hacia vosotros, proveniente de un callejón perpendicular al que pisáis. En varios lugares a vuestro alrededor se acumulan cajas y toneles. No lejos hay otro callejón, en este caso silencioso y oscuro.

Rees iba hablando con sus compañeros, mientras se acercaba a la plazoleta.

- Como os decía tenemos que averiguar algo sobre esa Thundreth, quizá podamos seguirla, aunque claro podría ser ... - empezó a disminuir su habla y miró de reojo hacia las esquinas, dando a entender a sus compañeros que venía alguien.

Ese sitio, era tranquilo y alejado, pero no llevaba a ningún lado, por lo que esos ruidos con intento de disimulo lo pusieron alerta. No era la primera vez que se veía metido en algo así en esa ciudad tan grande.

Bajó la voz, - Chicos, creo que tenemos visita.. cuidado

Apoyó una mano en la empuñadura de la daga.

El tiflino también sintió cuando Rees empezó a disminuir la voz, había que estar alerta.  Puso la mano en su está, bajo su capa de viaje y la empuñó silencioso mientras le hacía señas con la boca y cabeza a Zhork y a Caedwyr desde donde provenían los ruidos.

En una calle de noche, y por un lado un callejón oscuro y por otro uno con posibles visitas, no era la mejor opción.

Les dijo a sus compañeros: 

"Estad atentos al callejón oscuro de adelante tambien...si nos rodearan, espalda con cada uno o a la pared....".

Dicho esto, y como siempre su paranoia se lo dictaba, se preparó para lo peor.

«¿De qué se sorprende?» sigo pensando malhumorado mientras caminamos, acerca de la expresión sorprendida e incluso dolida de Rotryn en la tabernucha. «¿Acaso duda de lo que YO, Caedwyr Targelion, estaría dispuesto a hacer por cumplir con nuestro deber, a costa de cualquiera de los desaliñados fuera de la ley de ese antro?»

Sigo a Rees un poco distraído, vagamente consciente de los pesados pasos del colega enano a mi lado, hasta que se escuchan esos altamente sospechosos ruidos de persecución realizada por aficionados.

—Ciertamente no debemos de acercarnos a ese callejón. Diría que con ese torpe movimiento delator, lo que pretenden nuestros acechantes amigos es que vayamos hacia allí y se cierre la trampa.

Comienzo a armar la ballesta mientras mi mente vuela hacia las alturas. Quizá necesite de la bendición de Torm en breve.

—¿Cómo veis el ocultarnos rápidamente tras esas cajas o toneles y cambiar de signo la encerrona? ¿Habrá alguien agazapado tras ellas? ¡No hay tiempo, vamos!

Tin, tin, tin... ¿de verdad se creían que podían ser siigilosos haciendo semejante ruido? Una de dos: o ellos eran sordos, o nos tomaban por novatos. La primera podía perdonarlo, la segunda me ofendía.

—Hora de romper cráneos — susurré a mis amigos mientras llevaba la mano a la empuñadura del martillo.

No, no... el callejón no era una opción, por supuesto. La idea de Caedwyr no me parecía mala aunque... si estábamos siendo perseguidos no creo que fueran tan tontos como para quitarnos la vista de encima el tiempo suficiente como para dejarnos ocultarnos sin que se dieran cuenta, ¿no?

Aunque viendo el ruido que hacen...

Me encogí de hombros, y fui a ocultarme tras alguna caja lo más rápido que mi rechonchas y pequeñitas piernas me permitían.

A la rápida voz de Rees, todos preparáis las armas, ya sea asiéndolas, cargándolas o desenvainándolas. Los pasos, pese a los temores de una trampa por parte de Caedwyr, no se detienen mientras tanto, sino que siguen acercándose a vuestra calle por ese callejón que habéis dejado atrás... ¡Y se aproximan a la carrera! Rápidamente, y tras comprobar que no hay nadie tras las cajas y los toneles, Caedwyr y Zhork se parapetan tras ellos.

No tenéis que esperar mucho tiempo: en cuestión de instantes, los causantes de aquel ruido desembocan en vuestro callejón: se trata de tres figuras embozadas, de variada estatura, probablemente seres humanos. Visten capas grises que les cubren todo el cuerpo, capucha incluida, y ocultan sus armas y sus armaduras, que detectáis por el tintineo. Ya estáis preparados para lo peor, cuando, para vuestra sorpresa… ¡Las tres figuras enfilan por donde habéis venido, alejándose de vosotros! Uno de ellos, mirando hacia atrás, observa unos instantes a Rees y a Rotryn, pero no se para ni dice palabra. Antes de que los tres individuos desaparezcan en dirección a La Linterna -o a donde se dirijan-, el aire o quizás un movimiento mal calculado hace volar la capa de uno de ellos y a la luz de un farol veis un fugaz destello de tela carmesí.

A Rees no se le pasó por alto el detalle de la tela y se lo anotó mentalmente para investigar sobre ello después. En parte se alegraba que no los hubieran atacado, pues no le gustaba el combate.

- Bueno, está claro que nos estamos acercando, esos tipos no estaban espiando o quizá nos querían pillar por sorpresa. - dijo, desestimando la idea de perseguirlos.

"Veniamos de alla cerca..." - dijo reflexivo el tiflino.

"Tal vez sea mejor movernos rápido"-dijo, a la vez que apuraba el tranco

"Vamos vamos, busquemos ese lugar para conversar". Apuró con voz cansina el tiflino.

Me siento un poco ridículo allí agazapado ballesta en mano, pero más vale reaccionar como sea que esperar a que te pongan una daga en el gaznate. De momento mantengo la ballesta armada, por si acaso, y digo en voz no muy alta.

—Más bien yo diría que no les importamos, que solo hemos coincidido casualmente. O llegan tarde a alguna cita o están huyendo de algo tras alguna tropelía, así que mantengamos la alerta. No sabemos si viene alguien detrás y estos tres van a refugiarse en la Linterna. 

Mmmmmm, delator vuelo de tela. Pienso en si algo me recuerda ese tono carmesí…¿un uniforme tal vez? Al menos, me quedaré con la imagen, pues me temo que estos hombres van bien embozados para no delatarse. 

Ehm...

—Jovencitos, quizás nos estamos volviendo un poco paranóicos...

Habíamos errado por completo en nuestra suposición. No nos seguían a nosotros... quizá eso explicase el por qué tan poca discrección por la parte de ese grupo. Sin embargo, se les veía acelerados, y como enano curioso que era, me preguntaba el por qué...

—Algo ha pasado, o algo pasará pronto, de eso no hay duda — dudé un segundo —. Por cierto, vosotros también habéis visto esa capa carmesí, ¿verdad? ¿No os suena a nada?

- Pues ahora mismo no caigo, pero me quiere sonar a algo... Ya preguntaremos por ahí cuando tengamos ocasión - dijo mientras guardaba su daga, ya que al parecer todo se había quedado en un susto.

- De momento no tenemos demasiadas pistas. A lo mejor podemos probar mejor suerte con la hechicera... ¿recordáis donde dijeron que podíamos encontrarla?

Con Caedwyr y Zhork ya fuera de sus escondites, y mientras compartís vuestras impresiones, veis desaparecer a los tres individuos calle abajo. ¿Qué acaba de pasar? ¿Venían esos hombres en vuestra busca, eran unos simples ladrones, o ha sido todo una confusión? Y si venían a por vosotros, ¿qué querían? ¿Atacaros? ¿Espiaros? Nadie aparece tras ellos. En vuestras mentes permanece durante unos instantes esa capa roja.

El paseo se resuelve sin más incidentes y, subiendo por una calle, llegáis a la plazoleta que vio Rees, en una bifurcación: las dos nuevas callejuelas siguen ascendiendo en el sentido de vuestra marcha, separándose cada vez más a medida que se alejan. En el ángulo entre ambas, se abre un espacio triangular y llano al que se accede bajando un peldaño. Ambos lados de este espacio son paredes que van ganando altura a medida que uno se interna en la plazoleta y las calles ascienden, flanqueándola. A lo largo de cada una de estas dos paredes hay una bancada de piedra. En la pared del fondo, la central, dos caños de piedra vierten agua en una pila. Sobre ellos se puede leer: «En el año 1203 de la Cuenta de los Valles, el noble Feller Bellobosque hizo construir esta fuente en beneficio de los vecinos. ¡Ilmater bendiga su nombre!». Una baranda de piedra corona las tres paredes, lo que revela que por detrás y por encima de la fuente también se puede transitar. No hay mucha luz natural ya, pero un farol os alumbra.

Recordáis lo que Skoond dijo sobre la tercera sospechosa, Ysrra Brackrel: se la suele ver por Cruce del Draco. En ese barrio también está Roca del Draco, donde Caedwyr, Zhork y Rotryn han estado... Bueno: alojados las últimas noches.

Mientras caminamos escucho atentamente a mis colegas. Seguro de que ya no se nos echa nadie encima, acabo por guardar la ballesta (descargada, no vaya a ser).

—Sí, esa tela roja tan característica podría darnos algún indicio. A todos nos ha llamado la atención…¿un uniforme, algo que hayamos visto antes? No sé, se me escapa. El ambiente cargado de La Linterna ha debido de afectarme temporalmente la capacidad de discernimiento.

Llegamos a la plazoleta y contemplo con interés la fuente y las bancadas. ¡Pero que maravillosos rincones tiene mi ciudad allá donde uno posa la vista! ¡Es la mejor, ni Aguas Profundas ni Athkatla (a las que algún día viajaré) ni porras, Puerta de Baldur es la mejor!

Apoyo una mano afable en el pequeño hombro de Rees.

—Bueno, hemos conocido en persona a uno de nuestros «objetivos» (también ella a nosotros, por desgracia). Hemos deambulado y oteado en un tugurio sospechoso, reencontrado a viejos amigos o conocidos —suspiro un momento—. No ha sido tiempo perdido, amigos, cada acto en pos de nuestra meta acabará dando sus frutos, aunque sean amargos.

Allí plantado, en una encrucijada, hablo en voz baja pero solemne.

—Y no olvidéis que pronto tendremos informes esperando en nuestra base, acerca de los movimientos de cierto gordo comerciante. ¡Vayamos por tanto en busca de esa hechicera! —miro a Rotryn, luego a Zhork con cierto azoramiento— Aunque «revisitar» Cruce del Draco no es lo que más me apetece, hemos de cumplir con nuestro deber. A ver si logramos establecer contacto antes de acabar esta larga jornada.

Rees paseaba también meditabundo pensando sobre aquella capa roja que vio.

- Vamos al Cruce del Draco, supongo que ahí sabrán decirnos dónde se encuentra esa hechicera. Pero necesitamos tener alguna excusa para entrar en su torre y hablar con ella. - dijo y se quedó pensativo - Lo único que se me ocurre es pedirle que sea mi maestra o algo así ¿quien sabe? - dijo encogiéndose de hombros.

- ¿Alguna idea mejor?

"Vamos , vamos, no os preocupéis tanto por una capa"- Atinó a decir el tiflino.

Aunque en realidad me preocupa este tema, no puedo darlo a conocer, esas capas rojas, mucho me indican que alguien anda buscándonos, y que pronto nos encontrarán. -meditaba para si.

"Lo que sí tenemos que decidir, es que haremos, con la, que yo creo, aun es poca información.." - se detuvo un momento.
"Ahora que lo pienso, deberíamos haber seguido esa capa..."
Maldijo su poco tino.

Si solo los hubieramos seguido...

"Saben creo que algo mas que nosotros se cuece por acá".Sin apuntar a ningún lado, fijó su mirada en la plazoleta y las bellas formas de la fuente.