Partida Rol por web

Asesinato en Puerta de Baldur

Aventura | 9. Falsos mendigos (SUSPENDIDA)

Cargando editor
03/08/2018, 02:03
Zhork

Todo aquí me parece sospechoso, y rápidamente llevo una mano hacia mi bolsa de monedas para resguardarla, no sea cosa de que a alguno de estos escorias se les ocurra robarme. No quiero tener que andar mendigando a mis compañeros para conseguir el dinero para beber mi próxima jarra de cerveza, pienso mientras hago fuerza con la garganta. Supongo que todavía tengo el klav kalash atragantado. 

No sabiendo muy bien que hago aquí, comienzo a caminar por el lugar con una expresión de seguridad en lo que estoy haciendo. Definitivamente no sé que buscar. Estoy metido en esta casa con la sola preocupación de no dejar abandonada a la drow, no quiero que se meta en problemas y no estar ahí para ayudarla. Supongo que estoy esperando un ruido, un grito de auxilio, o alguna señal de que la elfa está bien. Pero diablos, no la veo por ningún lado. Que hago?

Piensa enano, piensa…

Sigo caminado por el interior del recinto mientras mi expresión de enano malo sigue firme en mi cara. Le dedico una mirada de odio a cada uno de aquellos falsos mendigos, hasta que de pronto una idea se me cae. No es muy buena, pero es la única que se me ocurre.

-Donde se encuentran los sujetos que fueron abatidos en el callejón? - digo usando toda la fuerza que mi voz me permite. – Necesito hablar con ellos de inmediato! No teman, solo quiero dialogar. Díganme donde están para que podamos terminar con esto de inmediato! – No se lo digo a nadie en particular. Si la orden cobra efecto, mejor. En ningún momento miro a ninguno de los puños, trato de ignorarlos. Por Moradin, espero que la drow me haya escuchado y sepa que estoy aquí. 

- Tiradas (1)

Notas de juego

Tiro percepción para notar si hay algo raro allí. +1 por SAB +2 por competencia. Está bien así? Igual, el resultado fue pésimo. :)

La sed no me deja pensar.

Por otro lado, piensas que si mis gritos son oídos por la elfa se lo puedas decir en un post antes de que ella avance con su turno?

Y por último, sí, he leído el capítulo de que mencionas :)

Cargando editor
03/08/2018, 19:12
Aishël

Mientras se acercaba a la fuente del ruido, fue afinando su oído, esa criatura, si es que lo era, no estaba nada bien, ni de humor, ni parecía estar muy bien físicamente, después de todo, se escuchaban cadenas, como poco estaría encadenado, por aquellos pasos pesados.... por un momento pensó en un minotauro, pero... esas bestias... eran muy difíciles de controlar y tener una bestia de esas ahí... ¡¡estarían locos!!. Siguió acercándose, si era mas animal que bestia igual podía comunicarse con ella con su habitual don de comunicarse con las criaturas del bosque, y quizás tranquilizarlo. Así que decidió ver que era.

Notas de juego

Gracias ^.^

Cargando editor
06/08/2018, 19:21
Ciudad Baja, día

Quién te iba a decir esta mañana, cuando te separaste de tus compañeros, que acabarías en medio de semejante farsa… Pero es normal que no quieras dejar sola a la elfa: ¡fue tu impulso lo que os arrastró a investigar a los dos rufianes en el callejón! Además, si destapases una cábala de ladrones -quizás incluso a dar un golpe a la Cofradía-, el Puño sin duda tendría que perdonarte aquel desliz en la puerta del Basilisco...

Mientras os conducen por el pasillo, tus sentidos no detectan nada llamativo, y menos un grito de tu socia. Por lo demás, haces bien en proteger tu bolsa, pues los farsantes -once varones de diferentes edades y complexiones- os siguen de cerca. Sus rostros son grises y serios, y parecen expectantes. Los puños les miran con desconfianza, la mano en el pomo de sus armas envainadas. Tu vozarrón retumba entre las altas paredes.

¿Q-qué sujetos…? —pregunta el viejo que os guía. Está nervioso. No se detiene ni te mira.

Encontramos sangre fresca en el callejón, viejo —explica Bandawrite. Le ha disgustado tu intervención, pero tu cuestión es razonable.— Ahí acaba de haber una pelea. ¿Dónde están los heridos? Muéstramelos.

Ah, sí… Sí… A eso voy, a mostrároslos… —responde, nervioso, apresurando el paso.

Bandawrite no insiste, pero notas que su desconfianza hacia el viejo ha aumentado y que ahora está muy alerta. Mira hacia atrás, hacia ti, muy seria. También lanza miradas de entendimiento con sus hombres, que se ponen más en guardia. La sala a la que desembocáis parece exactamente lo que dice el viejo: la covacha de unos pordioseros. Quizás hace cien años era dormitorio para acólitos o peregrinos, pero de las camas y las literas ya sólo quedan algunos restos. Los lechos pulgosos se amontonan desordenados alrededor de un par de fuegos mortecinos. Los falsos mendigos entran tras vosotros. Veis que hay algunos más en la sala, y otros en algunas de las puertas. De pie. Mirándoos.

Aquí estamos —dice el viejo, deteniéndose—. ¡Y aquí-

¡Chac! La cabeza del viejo cae sobre mullido, sin hacer ruido. Su daga, en cambio, cae de su mano al suelo de piedra, produciendo el característico sonido metálico. El cuerpo tarda unos segundos más en desplomarse. Todo el mundo, menos la mánipe, está paralizado por la sorpresa, atónito.

¡RÁPIDO! ¡POR AQUELLA PUERTA! —ordena Bandawrite alzando en el aire su espada, aún manchada de sangre.

La puerta que os señala es una de las pocas que conservan la hoja de madera y no está rodeada por rufianes. Hay dos más así. Los rufianes que os rodean comienzan a revelar porras, espadas y dagas.

Cargando editor
08/08/2018, 10:50
Ciudad Baja, día

Con precaución, agarrándote al umbral, entras en la habitación. Tanteando la pared -desnuda y basta- y a juzgar por los ruidos, el lugar no debe de ser muy amplio, apenas una habitación de unos cuantos metros de ancho -¿un calabozo?-. En un momento, tu pie golpea una especie de jofaina de metal llena de líquido -¿agua?-, y también pisas un par de veces algo blando y pastoso. No quieres saber qué. Huele a orines, y a sudor, y a heces, aunque el frío y la humedad eclipsan estos olores. Y no son olores bestiales. Ante tus avances, la criatura permanece gimoteante, agitada, por momentos arisca, moviéndose de un lado a otro, arrastrando las cadenas. No es un minotauro: de serlo, ya estarías muerta.

Cuando te crees suficientemente cerca, te concentras y declamas a media voz el mantra que te da el poder de entender y hablar con las bestias… pero no consigues nada. Extrañada, y reuniendo todo tu valor, te sacas un guante y alargas la mano con mucha delicadeza. La primera respuesta son gruñidos y bramidos, pero gracias a tu tacto con los animales, finalmente la criatura te permite tocarle. Tocas piel desnuda, aunque sucia, áspera y correosa. No lleva ropa. Su fisionomía es la de un humanoide varón, enorme y musculoso -parece increíblemente fuerte, pero también encorvada y retraída. Su cabeza… Su cabeza es una desgracia: deforme, cicatrizada, mutilada, cosida, bulbosa, enfermiza. Jirones de pelo caen aquí y allá. Unas cadenas de hierro van de sus muñecas y su cuello hasta la pared, donde un candado las fija a una argolla. No tienes ni las herramientas ni -probablemente- el talento para abrir el cerrojo en silencio, pero un cascote también puede hacer el trabajo, aunque sea con algo más de ruido. Ante tus exploraciones, la criatura parece amansarse, aunque aún gimotea.

- Tiradas (2)
Cargando editor
08/08/2018, 20:14
Zhork

Escucho el ruido de la daga al chocar con el suelo de piedra, seguido del grito de la masculina Bandawrite. Me giro para mirarla y la veo alejándose a toda velocidad del cuerpo sin cabeza del mendigo. No lo dudo ni un segundo, y rápidamente desenfundo mi martillo y mi escudo. Estoy dispuesto a usarlo contra el primero de aquellos ladrones que se me acerque.

Tan rápido como me permiten mis cortas piernas, me acerco a la puerta indicada. Veo que los puños llegaron antes que yo. Me doy la vuelta, mirando de frente a los mendigos mientras los puños abren la puerta y se meten. En cuanto tengo oportunidad, me meto yo también. 

Notas de juego

El enano está listo para la batalla. No sé si la puerta se podía abrir fácil. Pero si tardamos en abrirla y algún mendigo se pone a tiro, le meto un martillazo :)

Cargando editor
13/08/2018, 11:30
Ciudad Baja, día

¡Tu martillo es de gran utilidad desde el primer momento, Zhork hijo de Tordek! Antes de echar siquiera a correr, ya te ves en la necesidad de blandirlo para alejar de ti a un par de esas ratas cobardes que quieren mataros. ¡Y de nuevo frente a la puerta! Incluso te llevas por delante a uno de ellos y hieres a otros dos.

Cuando cruzas la puerta -en último lugar-, Bandawrite y sus hombres la cierran detrás de ti. Los dioses os sonríen: ¡hay una tranca! Os apresuráis a usarla para bloquear el acceso. Los criminales aporrean y empujan la puerta. ¡No durará mucho tiempo! A este lado, no hay más luz que la que se filtra por las rendijas de la puerta, pero tus ojos de enano te permiten ver el pasillo, que se aleja de vosotros una docena de varas hasta dar en otra puerta, esta imponente, de hierro forjado -oxidado ya-. Al otro lado de esta puerta, entreabierta, hay alguna luz. Bandawrite y sus hombres corren hacia allí. De nuevo, los dioses os sonríen: en esta puerta hay un recio pasador de hierro.

La estancia al otro lado es una amplia cámara de piedra, tan profunda como largo el pasillo, pero un poco menos ancha. El techo -lleno de humedades- es plano, sostenido por cuatro pilares, con una cúpula central de celosía por la que entra la poca luz. El suelo es de piedra. El olor a humedad es intenso, aunque las paredes y los techos están negros de hollín: el lugar ardió, en algún momento, hace mucho tiempo.

Pilas de cenizas húmedas, llenas moho, guano de murciélago y putrefacción, señalan lo que fueron muebles. El único mobiliario que aún resiste es una gran mesa de piedra tallada en el fondo, como un altar. En su momento, el lugar debió de ser algún tipo de sala de trofeos o de reliquias, pues abundan los restos de estatuas y pedestales rotos, y hay relieves en paredes, pilares, techos y mesa. El guantelete de Helm está por todas partes. De una pila de cenizas aún asoma un candelabro labrado, viejo y oxidado, y de otra pila, una lámpara de pie en el mismo estado. En una de las paredes laterales, en una sección poco tiznada, cuelgan los restos de una especie de tapiz, aunque las llamas y la humedad también han hecho estragos en él.

En un rincón, alguien ha dejado recientemente un gran tonel cerrado, de unos cincuenta galones. Al abrirlo, encuentras que está lleno... ¡De pólvora negra! Encima, encuentras un cestillo con una navaja de afeitar y un espejito de latón pulido. Junto al tonel, contra la pared, un cayado. Quitando a los falsos mendigos, que siguen gritando y aporreando la otra puerta, no se escucha más que el corretear de algunas ratas.

¡¿Cuáles son las órdenes, mánipe?! —pregunta uno de los hombres, asustado, cuando entráis en la sala y bloqueáis la puerta.

¡Estoy pensando, soldado! ¡Estoy pensando! —grita la mujer, apoyada su espalda contra la puerta, su mano firme aún sosteniendo la espada llena de sangre.

Los otros dos soldados también parecen nerviosos. Todos os habéis percatado de lo mismo: aquí no hay más puertas.

Cargando editor
17/08/2018, 00:08
Zhork

No hay sensación más placentera para mí que el estremecimiento de mi martillo al golpear la carne de mis enemigos. Ese leve temblor que genera el impacto me llena de regocijo, casi tanto como lo hace un golpe bien bloqueado con mi escudo.

Mientras estoy sosteniendo mi posición hasta que los puños ingresan por la puerta que indicó la mánipe, tengo varias oportunidades para disfrutar de estos placeres. Pero cuando el ultimo puño atraviesa la puerta, yo hago lo mismo. Tampoco es que soy un suicida.

Rapidamente dejo el suelo mi escudo y mi martillo para ayudar a trabar la puerta con la tranca, eso los demorará unos minutos. Tal vez los suficientes para que escapemos. Guardo mis cosas.

-Que diablos pasó allí? Por qué le cortaste la cabeza a ese sujeto, que fue lo que viste? – le pregunté a Bandawrite, más por curiosidad que por reproche, mientras que avanzamos por el pasillo.

Veo la siguiente sala toda pintada de negro. No, espera, eso no es pintura, eshollín. Pienso en si tuve noticias de un convento incendiado, o en alguna historia que pueda relacionar con este lugar, mientras examino el hollín entre mis dedos pulgar e índice.  Acto seguido, hago un paneo por el lugar. Hay un tonel en aquel lugar. Sobre él una navaja de afeitar y un espejo, los cuales tomo y guardo en mi bolsa. Trato de abrir el barril, solo para darme cuenta de que el mismo está hasta el tope de pólvora.

-Miren lo que encontré, tal vez podamos fabricarnos una salida con esto. Me alejo a una distancia prudente y me aseguro que no haya pólvora por el resto de la sala, saco la navaja de afeitar y la arrastro sobre el suelo de piedra rápidamente. Quiero determinar si con eso soy capaz de crear chispa. Luego me pongo a hacer cuentas. Cómo iba esto? Pienso mientras trato de recordar algo acerca de volúmenes de polvora y explosiones de las minas enanas. Por Moradin, que esto va a salir mal…

- Tiradas (2)
Cargando editor
18/08/2018, 12:17
Ciudad Baja, día

Bandwrite no responde a tu pregunta. Los golpes en la puerta de madera continúan. Oís gritos enfurecidos, amenazas, pero aún no han conseguido pasar. Mientras, ya sea por el tono de tu pregunta, o por hacerla, el soldado nervioso -de barba pelirroja- se enoja contigo.

¿¡No has visto la daga que llevaba ese carcamal!? —te grita, alterado—. ¡Estábamos rodeados! ¡La mánipe se ha ocupado del jefe antes de que ordenara a sus hombres matarnos! Lo que hizo la mánipe fue lo qu-

Calla, Finn —Bandawrite habla en tono firme, algo abstraída. Ella sí ha entendido la intención de tu pregunta.— Déjale. Soy yo quien os he metido en esta. Pero voy a sacaros.

Investigas la estancia. No sabes nada del incendio, pero no es raro: parece que sólo afectó a esta sala, en un edificio dedicado a un dios que no adoras, en una ciudad extranjera que nunca has pisado antes, hace tiempo. El estado de abandono y ruina del convento helmita -uno de los soldados te confirma el dato- seguramente se debe a la muerte del dios Helm hace un siglo, y la desbandada de su clero. El fuego debió de ocurrir después. ¿La locura de unos monjes huérfanos, o de uno solo? ¿El ataque de un viejo enemigo oportunista? ¿La hoguera desatendida de un vagabundo despistado? Quién sabe.

Ante tu comentario sobre la pólvora, Bandawrite se acerca a verla. El barril mide como una vara de alto por media de diámetro, pero sólo está lleno en unos tres cuartos. Unos cuarenta galones [1] de pólvora negra, a ojo de buen cubero. Algo más de seiscientas libras.

¿Para qué demonios quieren esto? ¿Qué pretenden hacer? —pregunta al aire. Tampoco lo sabe.

Mientras tanto, ya has comprobado que sí puedes hacer chispa con la navaja, pero… hm… ¿Quizás prefieras conservar su filo? Es decir: ya llevas acero y pedernal entre tus cosas. Puede hacer fuego. Van en la caja de yesca, ¿recuerdas? [2] Por lo demás, es cierto que en el mundo enano se usa la pólvora con cierta frecuencia, y tenéis expertos en el asunto, pero… Me temo que tú no eres uno de ellos. No sabes qué clase de explosión podría salir de ahí. Con todo, te suena alguna cosa sobre cómo manipularla. Podrías montar un buen pitote.


Los otros dos puños -uno calvo, robusto y bajito, otro de pintas andróginas- investigan la habitación también. En este momento, están detenidos frente al tapiz. En el tapiz puede verse un caótico patrón de pequeñas ranas doradas -¿de hilo de oro, quizás?- saltando sobre un fondo casi negro donde se adivinan las formas de hojas. Tiene jirones arrancados y zonas abrasadas, pero ha sobrevivido prácticamente intacto al incendio y el abandono. Una casualidad prodigiosa.

Creo que podría sacar un buen pico por esto... —comenta el andrógino, pensativo, como embobado.

¿«Podrías»? —pregunta agriamente el calvo—. Querrás decir que podríam… No. ¿Qué digo? Llevo más años que tú en el Puño, Astro.

Yo lo vi primero, Segis —indica el otro con una frialdad inquietante, volviéndose ahora hacia su camarada, con el que hace nada compartía miradas cómplices y bromas.

¡Ja! Ahora que lo pienso… ¿Y qué me dices del registro de la decana pasada? —inquiere el tal Segis, la rabia creciendo en él—. Aquel collar de perlas que tomaste para una de tus fulanas. Me correspondía.

Tú me lo diste. ¿Ya no lo recuerdas? —le reprocha el compañero, tensando el cuerpo—. ¿Quieres recuperarlo?

Maldita rata codiciosa… —murmura el calvo cogiendo su espada con fuerza.

Enfrentados, todo indica que están a punto de llegar a las armas. ¿Cómo pueden ser capaces de pelearse por algo así, dos camaradas, cuando estáis en tan grave situación? No puede ser algo natural. ¡Algo extraño está sucediendo aquí!

- Tiradas (1)

Notas de juego

[1] 40 galones = 180 l aprox. // 600 libras = 300 kg aprox. // 1 vara = 90 cm aprox.

[2] Lo que en tu inventario pone «caja de yesca» es una pequeña caja con yesca, acero y pedernal. Un encendedor antiguo, vamos.

Anota tú la navaja y el espejito en tu inventario. No tienen peso.

Cargando editor
23/08/2018, 03:45
Zhork

Veamos, unos 38 galones y medio, pienso como queriendo acertar exactamente la cantidad de pólvora que había allí, como si importara. Eso quiere decir que… sí, irá bien. No le presto mucha atención a los puños que se están peleando.

-Tú, ayúdame con este barril. No sé qué tienen pensado hacer con él, pero nos desharemos de esto en este preciso momento. – le indico al puño que parece más diestro con, o menos torpe sea cual sea el caso, en realidad se lo indico al único que no está peleándose entre sí y que no es Bandawrite. – Deprisa, no tenemos mucho tiempo.

Vamos llevando en barril procurando dejar una línea de pólvora por el camino, que va desde lo profundo de la sala interior de ese pasadizo hacia el destino donde ubicamos el barril. Sí, justo a la entrada donde se agolpan los mendigos queriendo entrar.

Veo la cara de la mánipe, no sé si está de acuerdo con esto. – Tienes una mejor idea? Ellos quisieron matarnos no es así? Es por eso que tu decapitaste a aquel. Si no tienes una mejor idea yo creo que será mejor que acabemos con esto de inmediato. Pongamos nuestros cuerpos a resguardo y estallemos ese barril, si queda alguien en pie luego saldremos de aquí a los espadazos – dije preparando los instrumentos necesarios para prender el fuego, que había recordado que tenía.

Notas de juego

Si Bandawrite no pone peros, hago estallar la puerta. 

Cargando editor
23/08/2018, 21:21
Aishël

Acaricio a la criatura y susurro -¿que te han hecho? que clase de gente... no se si se podrá calificar como gente- miro al ser que tenia delante, no sabia que le habían hecho , peor sin duda nadie se merecía eso, fuese humano o no. Aunque no veía nada en esa oscuridad, tanteando llego a lo que parecía un cerrojo, sin duda no pensaba dejar a esa criatura allí, en ese momento unas imágenes como flashes vinieron a su mente, el duque se había convertido en una monstruosa criatura delante de sus ojos ¿y si los responsables de esto tuviesen algo que ver y esto fuese un intento fallido? meneo la cabeza, ahora tenia cosas mas acuciantes en las que pensar, ya volvería luego a ese razonamiento.

Tanteo por el suelo hasta encontrar una piedra, quizás con eso podría romper el cerrojo, acaricio de nuevo al "animal"- no se si me entiendes, pero... voy a romper tus cadenas, te voy a liberar, luego tendremos que salir de aquí a toda prisa, seguramente nos perseguirán, no se el camino pero no tenemos muchas opciones tampoco, quedarnos aquí no es una de ellas- y con fuerza intento romper el cerrojo con la piedra.

Notas de juego

No se si debería tirar para buscar la piedra o para romper el cerrojo.

Cargando editor
26/08/2018, 14:27
Ciudad Baja, día

Tu determinación surte efecto en Bandawrite y en el pelirrojo y barbudo Finn, que te obedece, aunque no se les vea muy cómodos moviendo tanta pólvora, ni echándola por el suelo.

¡Dejad de discutir y ayudad! —ha ordenado la mujer a los otros dos, que aún estaban discutiendo y no parecen escucharla.

Pero no hay tiempo: pronto, entre los tres habéis llevado el barril hasta la puerta de madera, dejando un reguero de pólvora hasta la de metal. Poniendo en uso lo poco que sabes sobre pólvora, has compromido la pólvora en el barril todo lo que has podido, habéis colocado restos de estatuas y pedestales contra él -para dirigir la explosión contra la puerta- y habéis hecho un pequeño agujero en su base, para que la deflagración comience por debajo. Mientras tanto, los falsos mendigos se han hecho con algo grande y pesado y están usándolo de ariete. ¡La tranca y la hoja están a punto de ceder!

Listos ya donde la puerta de metal, armas en mano, una mirada de preocupación de la mánipe te ha hecho pensar que necesitas convencerla. Nada más lejos de la realidad.

¡Por Torm, enano! ¡Calla y hazlo explotar! —te grita sorprendida, a lo que respondes poniéndote manos a la obra.

Justo cuando enciendes la mecha y cerráis la puerta para parapetaros, oyes el sonido de los aceros entrechocando… ¡A vuestras espaldas! ¡Astro y Segis han comenzado a luchar!

¿¡QUE CREEN QUE ESTÁN HACIENDO, SOLDADOS!? —vocifera Bandawrite, incrédula y furiosa—. ¡¡DETENEOS DE INMEDIATO!!

La mánipe ya se dirige hacia ellos cuando las seiscientas libras de pólvora explotan al final del pasillo. El petardazo es mucho más fuerte de lo que esperabas: en un instante, la puerta de metal es arrancada de los goznes y disparada hacia dentro con tremendo ruido, cascotes entran disparados en la sala y sentís como si el suelo subiera y bajara un palmo bajo vuestros pies. De no ser porque te has tapado los oídos con fuerza -cosa en la que Finn te ha imitado-, la onda sónica te los habría reventado. Sientes más golpes y temblores, todos tremendos, pero un pitido te impide ahora oír bien. No ves absolutamente nada, pues la sala se ha llenado de un humo espeso que hace muy difícil respirar.

En busca de aire, confiando en que los ladrones estén muertos y sin poder saber si te sigue alguien, cruzas el umbral y tratas de correr hacia la puerta de madera, pero tropiezas con un cascote y te das un hostión. Cuando palpas a tu alrededor, encuentras más restos de piedras. ¡El pasillo entero se ha venido abajo! Aún sin poder respirar bien, y con el peligro de que una piedra te aplaste, tratas de avanzar igualmente, remontando los cascotes. El humo y el polvo del derrumbe se van aclarando a medida que subes, y en un momento entiendes que estás ascendiendo los escombros que ahora llenan el pequeño cráter que se ha formado en la estructura del antiguo convento. El cielo alumbra sobre tu cabeza, a través del polvo. A tu alrededor, ves pasillos y estancias abiertas a la nada, pero a nadie más. Comienzas a poder respirar. Con el pitido remitiendo, oyes el repiqueteo de pequeños cascotes y restos lloviendo sobre el escombro, además de tenues gemidos en diversas direcciones.

Notas de juego

¿¡Qué haces!?

Fin de turno: 28/08.

Cargando editor
29/08/2018, 00:21
Zhork

Joder, que espectaculo! Jojojo (rio por dentro). Aunque probablemente haya sido una mala idea. Pero que más podíamos hacer? Estabamos acorralados y la gracia de Moradin nos había puesto un barril de polvora en nuestro camino jojojo (vuelvo a reir), lo natural había sido utilizarlo…

Voy escalando en horizontal, acercándome a la salida. La luz del cielo alumbra la estancia. Hostia, que se ha derrumbado hasta parte del techo. El polvo que hay por todo el lugar no me deja ver bien. Esto podría terminar de derrumbarse en cualquier momento. Busco un lugar en el que no corra el riesgo de morir aplastado por un derrumbe, y grito.

-Cuidado con el techo, se puede caer en cualquier momento! – ya sea que me escuchen los puños, o que me escuche la elfa. El aviso es válido para todo el mundo.  En cuanto veo asomarse a la mánipe le pregunto abriéndome de manos. – Y ahora que? – para luego mirar bien a mi alrededor, buscando a alguien vivo, o cualquier hilo que me haga querer tirar de él, antes de irme de aquel edificio.

Todo el derrumbe me hace querer estallar de risas, pero me aguanto todo lo que puedo. No quiero tener problemas con Bandawrite. Ya bastante lio he causado. 

- Tiradas (1)
Cargando editor
31/08/2018, 12:04
Ciudad Baja, día

Tu tono calmado y compasivo y tus caricias amistosas consiguen que la criatura -¿persona? ¿Hombre?- se calme algo. No te cuesta encontrar un cascote en el suelo, cerca de las paredes de la estancia -celda, jaula-. Romper el cerrojo, sin embargo, te exige varios golpes y, lo que es peor, algunos ataques de pánico de tu acompañante, que no parece entender qué estás haciendo. El estruendo de los alaridos, el arrastrar de cadenas y los martillazos es tremendo, pero no acude nadie y al poco consigues partir la pieza y soltar las cadenas.

Durante unos instantes, la criatura no parece entender del todo qué ha sucedido pero, cuando lo hace, su primera reacción es frotar su deforme cabeza contra ti y soltar unos lastimeros gruñidos de alegría y excitación. Su segunda reacción, por desgracia, es... ¡Salir corriendo! Queriendo ayudarle, y para salir ambos de las catacumbas, te apresuras en seguirle, pero -bien porque tiene el don de ver en la oscuridad, bien por un desarrollo anormal de sus otros sentidos, o porque conoce los sótanos- pronto te saca ventaja. Estás a punto de hacer algo para solucionar este problema cuando un ruido tan fuerte como el trueno más fuerte que has oído nunca y un breve pero inmenso tremor -como si se hubiera derrumbado el edificio entero- te hacen trastabillar y caes al suelo. Al momento, sientes un fuerte golpe de aire y una nube de polvo que apenas te deja respirar y te obliga a cubrirte el rostro. Para cuando recuperas la calma y te sientes a salvo, has perdido la pista de tu nuevo amigo. ¿Sigue vivo? El repiqueteo de cascotes buscando reposo va apagándose poco a poco. Puede que si te detienes hasta que todo se calme, puedas escucharle. Pero, ¿qué ha ocurrido? ¿Es luz aquello que ves al fondo, en la dirección de la que vino la nube de polvo?

- Tiradas (1)

Notas de juego

¿¡Qué haces!? (Tienes hasta la noche del 03/09, lunes.)

Cargando editor
31/08/2018, 13:13
Ciudad Baja, día

¡Que tu buen humor te acompañe siempre, Zhork! ¡Realmente es una de tus fortalezas! Mientras contienes la risa, compruebas que no sólo se ha venido abajo el techo de la estancia donde Bandawrite mató al anciano -estancia por encima de la cual ahora caminas-, sino el de otras estancias vecinas -por suerte, no la vuestra- y, por extensión, los suelos y techos de las salas por encima. ¡Menuda explosión, por el Morndinsamman! Durante unos instantes, el polvo aún no te deja ver bien, y lo que creíste que era la figura de la mánipe ha resultado ser una sombra. ¿Dónde están los puños? ¡Nadie ha respondido aún a tus avisos! Preocupado por la suerte de tus compañeros, vuelves sobre tus pasos, descendiendo y resbalando por entre los escombros, y consigues llegar a la cámara donde os habéis refugiado. Durante unos instantes, el polvo te impide ver bien, pero escuchas las toses y los gemidos de tus aliados. Al primero al que encuentras es a Finn, el que te ayudó.

E-estoy… —Tose.— ¡Estoy aquí, enano! —grita cuando escucha tu voz—. ¡Estoy con la mánipe! ¡Ayuda!

Entre los dos, conseguís sacar a la mánipe y a Astro de la habitación. El otro, Segis, no ha tenido suerte: un trozo de roca se ha desprendido del techo y le ha partido el cráneo, matándole en el acto, probablemente. Una vez en el exterior, en la escombrera, compruebas las heridas de los soldados: la explosión ha roto los tímpanos de Bandawrite y Astro. Gimen de dolor y apenas pueden concentrarse. Finn, en cambio, consiguió salvarse siguiendo tu ejemplo y tapándose los oídos a tiempo. Todos estáis cubiertos de un espeso polvo gris pardo.

Debemos… llegar a la… calle… —consigue mascullar la oficial entre el dolor, mientras torpemente se pone de pie.

¡Debe atenderles un clérigo! —exclama alarmado el pelirrojo hacia ti.

Un par de pasillos del piso alto y un par de estancias -una en el piso alto y otra en el bajo, pero ésta última alejándose de la salida- parecen despejadas y accesibles desde donde estáis. Oyes una voz dar órdenes no demasiado lejos, pero no consigues entender lo que dice.

Notas de juego

¿Qué haces? (Tienes hasta la noche del 03/09, lunes.)

Cargando editor
31/08/2018, 13:35
Aishël

Todo había ocurrido muy rápido, primero muchísimo ruido, entre los alaridos de la criatura y luego al romper el candado que unía las cadenas a la pared, seguidamente salió corriendo, solo esperaba que conociese el camino, ya que perdiendole la pista no podría ayudarlo, si lo volvían a encontrar, suspiro -espero que te vaya bien y consigas salir de aquí- iba a emprender de nuevo la carrera cuando un tremendo temblor la tiro al suelo, se tapo la cara con un brazo, el polvo amenazaba con asfixiarla y entrarle en los ojos, se sentó y se sacudió el polvo de la ropa, vio algo de luz, quizás el derrumbe había producido una nueva salida, iba a encaminarse hasta allí, cuando paro en seco, pensó en la criatura que había liberado, no podía dejarla a su suerte, no ahora que la había liberado. Se paro y respirando profundo, agudizo su oído, parar ver si podía seguir su rastro, igual algún sonido.

 

- Tiradas (1)

Notas de juego

Supongo que como no tengo escuchar, tendré que tirar percepción, aunque valiente mierda de tirada.

Cargando editor
05/09/2018, 15:33
Zhork

Ok, basta de risas enano. Esto se ha puesto serio y es por tu culpa. En la explosión no solo haz hecho estragos contra tus enemigos, sino que tus aliados han recibido buen daño por tu falta de cuidado. Lo bueno es que la explosión no pasará desapercibida por nadie, y que la guardia de la ciudad se presentará en cualquier momento.

Sí, escucho una voz dando órdenes, parecerían del tipo militar, no del tipo de órdenes que daría alguien al mando de estos mendigos. Debo poner a la mánipe a salvo. Ayudo a cargar a la oficial, y les indico a los Puños, que es hora de salir de allí.

-Vamos, debemos salir de aquí, pero estén atentos. Cuidado con los escombros, y den la alerta si ven enemigos. – dije comenzando mi camino hacia la salida. Querría volver más tarde por el cuerpo de nuestro aliado caido, no me gustaba nada dejarlo allí, pero nuestra prioridad era poner a los heridos a salvo. 

Cargando editor
07/09/2018, 15:08
Ciudad Baja, día

Con cuidado, escalando cascotes y sillares derribados, comienzas a alejar del derrumbe a tus aliados, que parecen confían en tu juicio y te siguen (qué remedio). Vuestros enemigos, cuyas voces oís -gritándose instrucciones e informándose unos a otros sobre la situación-, pero a los que no veis, investigarán lo que ha pasado, por lo que no es mala idea abandonar la escena. Alcanzar una de las estancias superiores, siempre en dirección al callejón, es una tarea ardua: Bandawrite y Astro se dejan guiar, pero van trastabillando, aturdidos y desorientados por el dolor. Finn cierra el paso, alerta a cualquier movimiento, como le has indicado. El cuerpo de su compañero queda atrás, como no puede ser de otro modo. Cuando llegáis arriba...

¡Al suelo! —os susurra Finn justo cuando llegáis arriba—. ¡Hay alguien ahí abajo!

Notas cierta incertidumbre en su alerta, pero sólo entiendes por qué cuando te acercas al borde: tú conoces esas orejas puntiagudas y esa piel grisacea, aunque ahora esté cubierta por polvo de piedra. ¡Es Aishël! Tras un intercambio de gestos, la hembra sube y se reúne con vosotros. Tus aliados parecen confundidos.

Cargando editor
07/09/2018, 15:34
Ciudad Baja, día

Aunque esperas un tiempo para que el ruido se vaya apagando, no consigues percibir nada que te indique el paradero -o la presencia, siquiera- del ser al que has ayudado. No pudiendo localizarle, y entendiendo que quedarte más tiempo en el sitio puede ser peligroso, pues no sabes cómo ha afectado el temblor a los muros que te rodean, comienzas a avanzar hacia el atisbo de luz. De este modo, llegas primero a una cámara donde los rayos -y el polvo- se cuelan por una grieta en los techos, y luego a un nuevo corredor, y a otra cámara, y a unas escaleras ascendentes, etc., todo el rato sin cruzarte con nadie, pero escuchando voces que dan órdenes e informes, tratando de organizarse ante la situación.

En poco tiempo, emerges a un espacio del tamaño de media docena de estancias y corredores. Sobre tu cabeza, el cielo abierto, sol, polvo. Los escombros de pisos superiores y tejado se acumulan en el suelo o contra el contorno. ¿Qué ha pasado aquí? Por el rabillo del ojo, percibes movimiento en el piso superior, en una estancia cuya pared se ha caído y se abre a esta especie de cráter. Te pones a cubierto y observas, pero cuál es tu sorpresa cuando ves asomarse la cabeza de Zhork, que te hace gestos para que subas. No te cuesta alcanzar su posición escalando la acumulación de cascotes y sillares.

Cargando editor
08/09/2018, 12:44
Ciudad Baja, día

Rápidamente, habéis dejado la sala medio derruida en la que estabais, donde podíais ser vistos fácilmente desde la escombrera. La sala a la que dais, cuadrada e intacta, parece que fue algún tipo de capilla menor, pues una hornacina indica el lugar donde se hallaba una talla religiosa y, delante, hay un pequeño altar. El altar tiene viejas manchas de cera y está decorado con el siguiente relieve: el rostro de una mujer serena, con un espejo a un lado y una mano cogiendo una serpiente al otro. La pared contraria es la de la puerta por la que habéis entrado: una gran puerta de madera, medio desencajada, por donde entra la única luz de la estancia. Los pocos y viejísimos muebles que hay -un brasero vacío y oxidado, una pequeña mesa de madera, un pesado banco de madera también, un biombo descuajeringado- están destrozados. A la derecha de la hornacina vacía, junto a una gotera, sobresale el colgador oxidado de una lámpara, sin lámpara; el de la izquierda, directamente, ha desaparecido. La única otra salida visible es un pequeño acceso de servicio en el muro derecho, sin puerta. Finn se apresura a asegurarse de que allí no hay nadie.

Para asegurarte, tú, Zhork, miras por las rendijas de la puerta hacia el cráter, donde ves figuras. Alguien da órdenes de búsqueda a gritos. ¿Os buscan a vosotros? ¿Buscan a sus heridos? En un momento, oyes un entrechocar de espadas lejano al que los buscadores reaccionan desapareciendo de tu vista a la carrera, probablemente en dirección al sonido. Parece que estáis a salvo. Por el momento.

Aprovechando el momento de respiro, tú, Aishël, estudias a las tres personas que están con Zhork, igual que ellos te estudian a ti: son dos soldados y una oficial del Puño Ardiente -la guardia de la Ciudad Baja-, los tres humanos, los tres armados con espadas envainadas, los tres cubiertos de polvo, como Zhork y como tú. Ella, la robusta Bandawrite, es la oficial, o "mánipe" como oyes decir a uno de sus hombres. Los dos varones son Astro y Finn: el uno, de aspecto femenino y delgado; el otro, de barba pelirroja. La oficial y Astro parecen gravemente lesionados: aturdidos, confundidos, agotados, apenas pueden mantener el equilibrio. Constantemente se llevan las manos a las orejas. Han sangrado por los oídos, como ves por los rastros de sangre seca que tienen cuello abajo. No pueden oír.

- Tiradas (14)

Notas de juego

¿¡Qué hacéis!? Podéis aprovechar para hablar entre vosotros y los PNJs, investigar, seguir adelante, volver atrás, atrincheraros, planear... ¡Lo que queráis!

Cargando editor
14/09/2018, 21:08
Zhork

Es bueno verte sana y salva elfa, jojojo. – Dije poniéndome contento de encontrarme con Aishël. – Estaba preocupado, el asunto de la explosión se me fue de las manos y pensé que tal vez te había alcanzado a ti también. Por lo visto te fue mejor que a nosotros jojojo. – miré al resto del grupo, y rápidamente como pude los puse en tema. – Está bien, ella está conmigo. – les dije a los puños haciéndole una seña con la mano, indicando con mi pulgar hacia arriba que la elfa era de los nuestros. Y mirando a la elfa le conté de qué iba la explosión. - Entré a buscarte, no sabía si estarías en problemas. Una vez dentro nos llevaron al interior del convento y nos rodearon, intentamos escapar, pero llegamos a un callejón sin salida. Y bueno… en aquel sitio había un barril de pólvora, y ya sabes… teníamos que salir de allí de alguna manera. – me encogí de brazos. – Alguna idea de cómo salir de aquí?