Partida Rol por web

Tu estudiante se marchó extrañado del laboratorio tras tu ultima tanda de experimentos, no era tonto y sabía lo que era en lo que estabas trabajando, de no ser así nunca lo hubieras elegido, pero ahora mientras sopesabas si se iría de la lengua, con el vial en un estuche te sentías preparado para enfrentar a barracuda.
No obstante la investigadora de las corporaciones, tu amigo desaparecido, el cabrón de barracuda que a saber que estaría haciendo con tu investigación, emily junto al arquitecto. Pensar en toda la voragine que estaba a tu alrededor estos días hacía que sintieras vertigo.
Tenías que detenerte a aclarr tus ideas y esclarecer que era lo que querías hacer, por que ene l momento en que te encontrabas no habría ni marcha atrás ni segundas oportunidades.

El zumbido de la centrifugadora se apagó, y Markus recogió el frasquito del interior con sumo cuidado. A continuación abrió un estuche acolchado con poliespán, e introdujo el frasco en su interior. El chasquido que siguió al cierre tranquilizó un poco a Markus.

Salió sin despedirse, cogiendo su abrigo con bastante prisa. Los nervios le atenazaban y se le habían agarrado al vientre, pero la idea de estar haciendo algo al respecto era suficiente como para continuar con la marcha. Caminó deprisa, saliendo de las instalaciones del laboratorio mientras miraba disimuladamente a su alrededor, esperando quizá el sonido de las sirenas de un coche patrulla. Como en un principio no vio nada parecido, suspiró, procurando no apretar el paso en exceso mientras se dirigía a su coche. Al subirse al viejo Corbette negro, cerró con fuerza, y echó el seguro. Acarició el estuche de nuevo, antes de situarlo cuidadosamente bajo el asiento del copiloto. Arrancó el motor, y se puso en marcha.

Su idea era sencilla: acercarse al territorio de Barracuda atravesando los suburbios, y aparcar el coche antes de entrar allí. El agente infeccioso tendría que propagarlo a través de algún vector seguro: quizá alguno de los vagabundos de la zona, quizá soltarlo en el mismo piso franco que había servido como laboratorio. El agente parecería un leve catarro a aquellos que no tuviesen las particularidades genéticas de Barracuda, pero sería completamente mortal para el matón. Quizá se llevase por delante a algún otro desgraciado, pero era un mal menor. El sudor le corría por la frente mientras especulaba con las diferentes posibilidades. Su coche se adentraba por calles poco transitadas, zonas peligrosas, especialmente en la noche, si no se contaba con la protección adecuada. Él ya no la tenía, pero no pensaba dejar que se le hiciese tarde...

No te acercaste a menos de dos manzanas de tu antiguo laboratorio. Antes te paró una patrulla ciudadana, como todos por aquí, eran miembros de la banda de barracuda, pero no eran sus "lobos", sus fieros combatientes, sino los lugareños que habían sido convencido por las malas que lo mejor para ellos era alinearse con el matón dominante del lugar.
Señor, no sé a que viene por aquí, pero no nos gustan los extraños, no se si me comprende... te dijo desde una distancia prudente, era el más mayor de ellos, que tendría 24 años, tenía la ceja partida de alguna pelea y vestía ropa antibalas, pero como la mayoría del barrio, con la salvedad de que llevaba una gorra del equipo local de rugby, para disuadirte te enseñó el arma que llevaba de forma más evidente aún. Debería dar un rodeo.
Todos ellos iban armados y se habían puesto a ambos lados del coche, de momento parecían relajados, pero si hacías cualquier cosa brusca podrían dejar de estarlo...
En ese momento sonó tu teléfono, Emily. Salió en tu pantalla del coche en el panel de navegación su foto. El tiparraco con el que hablabas lo vio.
Cualquier rodeo es corto con tal de ir a ver a se bombón, no se complique la vida, ni a nosotros. el tipo parecía franco en no querer problemas.

Markus observó a aquellos tipejos. Conocía bien a aquella clase de calaña tumefacta que trabajaba al servicio de Barracuda, y no esperaba nada bueno de ellos. Por otro lado, quizá fuesen su oportunidad de entregar el paquete sin necesidad de exponerse a entrar en el territorio y ser reconocido. Tendría que jugar muy bien sus cartas...

- Claro, no me he perdido, señores.

Fingió toser, y se llevó la mano al bolsillo. Notó cómo los tipos se tensaban, e incluso alguno se llevaba las manos a los bolsillos. Trató de controlar los nervios, sonriendo con tranquilidad.

- Eh, eh, tranquilos. Soy amigo de Ángel Gonsales*, ¿entendéis? Sólo he venido a dejarle un dinero que le debía.

Los dedos enguantados de Marcus se deslizaron en el bolsillo interior, abriendo con sutileza el frasco con el agente biológico, para después deslizarse hacia un sobre con un fajo de billetes. Volcó el contenido en su interior, y sacó el fajo, ocultando el frasquito.

- Decidle que este es el dinero que le debía Martin. Él sabrá de qué va el asunto.

Extendió el sobre hacia el tipo, y vio la mirada de codicia en sus ojos. No era de mucha importancia, pero si el paquete llegaba hasta Ángel, la muerte de Barracuda sería mucho más rápida. Marcus retiró el paquete.

- No vayas a jugármela. Ángel se cabrearía bastante contigo si se entera de que te has quedado su pasta. Y a mi nunca se me olvida una cara.

El tipo parecía desconfiar, pero, ¿qué peligro podía tener coger un sobre cargado de billetes? Markus sonrió cuando el hombre agarró el dinero, y saludó con la cabeza.

- Tranquilos, para que veáis que no vengo a causaros problemas, daré ese rodeo. - guiñó un ojo, arrancando el coche, y dando marcha atrás. El paquete estaba entregado.

Mientras conducía de vuelta por el camino por el que había venido, Markus encendió el móvil, llamando de nuevo a Emily. El asunto se ponía peliagudo, pero, con un poco de suerte, su principal enemigo estaría muerto dentro de no mucho. El teléfono dio varios tonos, antes de que una voz femenina sonase al otro lado.

- Emily... - Markus quedó en suspenso, esperando a ver qué quería.

Marcus.... acaba de visitarme una policía.... ha hecho acusaciones terribles. fue lo primero que te espetó la voz al otro lado del teléfono, pudiste notar el nerviosismo al otro lado del micro. Dime que no es verdad... Que no tienes nada que ver con eso de que acusan a Feindsland.

Markus se quedó en silencio un instante, sintiendo un extraño pavor en su interior. Ya se imaginaba que las cosas se iban a poner realmente feas muy pronto, pero el ver que la policía había acudido a Emily le estremeció. No sabía qué temía exactamente. Quizá que le detuviesen, o quizá que Emily le repudiase. Él sentía algo por ella, aunque su relación nunca hubiese pasado de la amistad.

- No sé qué te han dicho sobre Feindsland, pero yo no tengo nada que ver con nada ilegal. - dijo con rapidez - No sé qué está pasando Emily, es todo muy raro. Creo que alguien me ha querido involucrar en un asunto turbio. La policía me dijo que Feindsland ha desaparecido.

Markus conducía mientras hablaba, preguntándose dónde podría esconderse. Tenía que evitar las calles principales, y no podía hablar demasiado tiempo, pero necesitaba saber qué había pasado.

- ¿Qué te han dicho, Emily? - preguntó - Necesito saber de qué me acusan, creo que tendré que buscar un abogado.

Más bien tendría que buscar un agujero en el que esconderse. Aún andaba deambulando por los alrededores de la barriada. Quizá la policía estuviese rastreando su señal. Tendría que haber esperado más tiempo antes de devolver la llamada, pero ya era tarde. Aún así, tenía un plan...

Marcus... no engañas a nadie, llevas una temporada rara, ahora aparece un policía buscando a tu amigo Feindsland, te llamo y parece que estás en los barrios bajos según dice aquí, y uno de tus alumnos está subiendo al coche de esa policía mientras hablamos. su tono crispado de nervios ahora empezaba a ser irritado. Déjate de rodeos y de miramientos conmigo o me dices en que estás metido o no voy a poder ayudarte. Se quedó esperando una respuesta al otro lado de la línea.
La tentación de confiar en ella fue grande, estabas hecho un lío.

Marcus escuchaba a Emily, pero no estaba seguro. Hacía un segundo la había escuchado rogar, y ahora decía saberlo todo. Era demasiado extraño, y demasiado arriesgado. Incluso si ella tenía buenas intenciones, el teléfono podría estar pinchado.

- No sé de qué me hablas, Emily. - dijo al fin - Escucha, alguien está tratando de acabar con mi carrera, y no sé porqué. No confíes en nada de lo que te digan. Dame un poco de tiempo.

Marcus colgó. No sabía si aquello serviría de algo, quizá despistase a la policía un tiempo, o quizá no. Ya no había tiempo para pensarlo: pisó el acelerador, y entró por otro callejón. Allí había un viejo bar. Confiaba en que la gente de Barracuda no andase demasiado cerca, ya que era una suerte de zona fronteriza. Aparcó el coche, sacando las llaves, y se dirigió caminando con rapidez hacia el lugar. Sabía que tenía que despistar a la policía, y se le había ocurrido el modo. Sin apagar el teléfono, lo escondió en la guantera y echó la llave.

Empujó la puerta del garito, recibiendo en la cara la bofetada del pestilente humo de tabaco, el hedor del sudor, y la luz rosada de los neones que brillaban en el interior.

El sitio estaba prácticamente vacío. La música - un rock duro que Marcus no soportaba - no sonaba demasiado alta. El dueño del bar le miró, y tardó un segundo en reconocerle.

- Marcus, ¿qué cojones haces...?

- Eh, tranquilo, Simancas. - Marcus miró alrededor.

Simancas era un tipo raro. Regentaba su bar a pesar de Barracuda y de toda la gentuza que lo rodeaba. El sitio era una especie de punto de encuentro entre bandas, pero allí nadie se rajaba. Algo así como la ONU de los desharrapados. Marcus había ido allí a menudo en la época que trabajó para Barracuda, que ahora veía muy lejos. Le había conseguido a Simancas un raro fármaco para su hija hacía ya algún tiempo.

- Necesito que me eches una mano. - miro en derredor, estaban solos - Necesito desaparecer una temporada, hasta que las cosas se calmen.

- Barracuda ya dejó claro que no eres bienvenido aquí. Y su banda se ha vuelto jodidamente peligrosa. No quiero problemas, tío.

- No te los daré. - dijo - Tampoco te los dará Barracuda. Escúchame bien: necesito un lugar para esconderme. También necesito que escojas a alguien de confianza, que se lleve mi coche lejos de aquí.

- No sé, es un asunto jodido. - Simancas se quedó pensando - Mira, conozco a un tipo que haría un trabajo así, ya sabes. No está fichado, y necesita pasta.

- Perfecto. Aún me queda algo de dinero, a pesar de la jugada de Barracuda.

- Si se entera...

- Que no se entere. Tú ayúdame a esconderme, y olvídate de Barracuda: es asunto mío.

Simancas asintió. No necesitaba que le recordasen los favores que le habían hecho, y Marcus lo sabía. Una jugada arriesgada, pese a todo, pero no tenía muchas más opciones. El hispano cogió el teléfono, y Marcus esperó nervioso...

Esperaste donde Simancas te dijo, un cuchitril de piso franco, que estaba encima de su local y que estaba lleno de cucarachas y cajas de bebida, había marcas conocidas y otras de matarratas que hacían que tus experimentos pareciesen actos de piedad. La nevera no funcionaba y abrirla hacía que un hedor indescriptible te atacara. Pero tenías una provisión casi inacabable de priva.
Esperaste allí casi 12 horas. La tele solo tenía los canales de emisión gratuita y por tanto no tenías acceso a los canales de noticias, sencillamente, tenías acceso a canales de cotilleo y realices en los que mas del 90% del tiempo eran publicidad de cosas que ni querías ni necesitabas y que no podías entender como alguien iba a comprar.
Tras esas largas doce horas mientras esperabas que tu regalo le estallara en la cara a Barracuda picaron a la puerta, tres golpes firmes y sordos, tu colega tenía llaves así que no era él.

Heisemberg, soy yo, su colega, Emily me ha llamado muy preocupada por usted y a decir de por donde se esconde creo que tenía razones suficientes para preocuparse. declaró al otro Aldo de la puerta. Sólo quiero hablar. Estoy solo yo y mi equipo de seguridad privada. No hay policías cerca, ni gánsters o lo que sean esta gente.

Markus sintió que el corazón le daba un vuelco al escuchar los golpes en la puerta. Confiaba en pasar un tiempo desaparecido, aunque aquel apartamento era realmente el peor agujero en que uno podía pudrirse. Escuchar la voz del Arquitecto le tranquilizó un poco. Al menos no era la policía. Tampoco se hacía ilusiones: si le estaban buscando, no tardarían mucho en derribar la puerta del apartamento de una patada, y no habría nada que él pudiese hacer para impedirlo. Se asomó a la ventana, confirmando que no había ningún coche patrulla cerca, y luego miró por la mirilla.

Cuando se decidió a abrir la puerta, esta crujió con un chasquido. Markus miró hacia el pasillo, inquieto, y vio allí al hombre que le había metido en todo aquel asunto. Demasiadas emociones al mismo tiempo. Se controló.

- No sé cómo me has encontrado, pero está claro que no he tomado bastantes precauciones.

No era el saludo más afable, pero Markus no estaba de humor.

- Pasa. - dijo, haciendo un gesto con la mano - Antes de que toda la ciudad se entere de que estoy aquí.

El hombre entró calmado y se colocó el chaleco que llevaba bajo la americana.
Encontrarte no fue fácil, si eso te consuela. contestó a tu saludo con esa concesión. Vaya lugar que te has buscado. dijo mirando alrededor, estaba tan horrorizado como tu cuando te lo enseñaron pro primera vez.
Esta zona está en cuarentena ¿Lo sabes? dijo en tono casual como si te diera cháchara, pero evaluaba tu reacción. Un virulento virus a atacado a unas cuantas decenas de personas, se contagia rápido. Sólo los que tienen anticuerpos avanzados* se salvan. Parece algo sintético. No es seguro estar aquí aunque no salgas a la calle. tu reacción o falta de ella durante unos segundos fue suficiente para él para extraer sus conclusiones, erróneas o verídicas y paso al plato principal.¿Y ahora me vas a contar qué pasa? Y si he venido hasta este suburbio infecto de la ciudad podrías dignarte a contarme la verdad ¿Acaso alguna vez nos hemos juzgado el uno al otro por descabelladas que fueran nuestras ideas?

Markus observó al Arquitecto con suspicacia. Decía que la zona estaba en cuarentena, pero el asunto no tendría que haber sido para tanto. Hizo un repaso mental de sus propios cálculos a la vez que hablaba.

- Nunca nos hemos juzgado, claro está. - la genética de transcripción era estándar, un vector de la gripe común - Ambos teníamos grandes sueños, en los que hemos invertido mucho. ¿Un trago? - el sonido de la botella descorchándose, igual a un tubo de ensayo correctamente sellado y descontaminado, como el que había escogido para hacer la mezcla - Es puto matarratas, pero no tengo otra cosa. - Un mecanismo de selección de rasgos genéticos para inhibir la expresión génica del agente salvo en algunas condiciones concretas, T4 RNA Polimerasa como mecanismo implícito de transcripción - Las cosas no han ido exactamente bien en la última época, ¿sabes? Esa gente que entró en el proyecto... eran demasiado primarios, peligrosos. Creo que han matado al profesor Feindsland, aunque no lo sé con certeza. Ese tipo, Barracuda... - La cepa estaba en buen estado, H1N1, convencional - Creo que me está buscando, probablemente querrá acabar también conmigo. - ¿¡H1N1!? ¿Cómo he podido ser tan imbécil? Si la cepa llevaba una Polimerasa 3 o 5 la mutagénesis está asegurada. - Supongo que no te cuento nada nuevo.

Un sudor frío invadió a Markus. Aquel asunto podía habérsele ido de las manos, y los mecanismos de fiebre hemorrágica que había instalado en el virus dirigido eran una muerte que no le deseaba a casi nadie. Un error de puto novato, que sin duda había sido causado por los nervios.

- ¿Te dice algo todo esto? - preguntó, eludiendo la pregunta sobre la cuarentena. Era evidente que sospechaba de él.

Me dice muchas cosas, primero que no te debo dejar dar ninguna conferencia, cuantas las cosas de una forma horrible, desestructurada.... comenzó bromeando Si no supiera levemente por encima de que va la cosa, no me habría enterado de nada. sonrió satisfecho de su broma, prepotente como siempre, seguro de si mismo, también.
A Feindsland no le han matado(no hay evidencias de ello), lo han secuestrado y me imagino que es por que de vosotros dos es el más tonto, el más manipulable y por sus deplorables hábitos de consumo de drogas, el que mejor se puede manejar, si sabes tratar con un yonki, claro. Ese barracuda es mas listo de lo que parece, quiere robarte tu investigación, tus descubrimientos, quiere usarlos para su beneficio propio. hizo un gesto con el dedo como marcando las sílabas que iba pronunciando mientras paseaba por la habitación.
Pero esto también me confirma que eres mi hombre, no sé por que no lo vi antes, no sé por que no lo dejaste ver antes, pero tengo algo para ti que te va a encantar y una aproximación diferente para solucionar tu problema. miró lo que le ofrecías de beber y concierto repelus lo dejo de lado y te tomó por los hombros.
Markus ¿Has experimentado con humanos, verdad? Y para cubrir tus espaldas has liberado ese virus ¿no? sonreía como un niño pequeño, y la franqueza de su pregunta te pilló con la guardia baja y antes de que lo pudieras negar se emocionó por tu expresión Te quiero en la fase 2 del proyecto 74113 , llevamos varias iteraciones muy frustrantes, pero con lo que has aprendido la iteración R podría ser un éxito. su sonrisa era un poco demente incluso Crearemos un ser humano artificial, perfecto y con capacidades excepcionales y lo mandaremos tras Barracuda, nos quedaremos todo lo que ha conseguido y recuperaremos tus experimentos, sus evidencias y si hay suerte a nuestro amigo común... se quedó esperando que le contestaras.
Sin duda sabías que era un fanático del transhumanismo, y un pedante cuando hablaba del tema, pero nunca le habías visto como hoy, suelto, sin reprimirse. Joder, te recordaba un poco a Feindsland, pero mejor vestido y con mejor gusto musical, seguramente.

Markus observó al Arquitecto, sopesando sus palabras. No sabía bien qué decir: de todas las cosas que esperaba en ese momento, la última era recibir otra oferta de trabajo. Miró a su alrededor, valorando el asunto con fingida tranquilidad.

- Un proyecto nuevo, ¿eh?

Se estaba cansando de ser constantemente el peón de unos y de otros. Todo el mundo quería su trabajo, pero siempre tenerle bajo control. Quizá aceptase, pero esta vez no sería como las anteriores.

- ¿Dónde está Barracuda exactamente? - preguntó Markus - Si vamos a ir tras él, tendrás que tener una idea de su ubicación.

Aquello era una posibilidad. Markus había liberado el virus, pero no había contado con que tal vez Barracuda no estuviese esperando en su barrio. El asunto no era realmente importante, al menos a priori, porque el virus estaba diseñado para actuar específicamente contra él (y tal vez contra unos pocos genotipos similares). Pero el fallo de diseño había llevado con toda seguridad a una mutación, y, salvo que Barracuda estuviese en el barrio en el momento del estallido, ahora no entraría allí. Y él mismo no estaba seguro en aquel bar. La única ventaja es que, si la zona estaba en cuarentena, cualquier prueba que hubiese de su actividad allí tardaría en descubrirse.

- Bien, pongámonos en marcha. Te ayudaré con tu proyecto, aunque tendremos que establecer algunas reglas. Y necesitaré desaparecer de la mesa un tiempo, por si acaso.

Negó con la cabeza.
No un proyecto nuevo, el proyecto de siempre recalcó. Ya tuviste un pie dentro del proyecto, pero ahora te quiero dentro del todo. te señaló al decir eso de modo que te recordó a un cartel de reclutamiento del tío sam.
Se cruzó de brazos sin intención de moverse de allí.
Así que dime que condiciones tienes pensadas. Esperemos llegar a un entendimiento.

Markus sopesó la actitud del Arquitecto, preguntándose cuanto estaría dispuesto a ceder.

- Quiero el control del proyecto. Sin intermediarios: comunicación directa entre tú y yo. - dijo - Y especímenes con los que se pueda trabajar: nada de drogatas infectados de sida con el sistema inmune machacado. Si vamos a hacer esto, hay que hacerlo bien.

Se quedó esperando la respuesta del Arquitecto, procurando no prestar demasiada atención a lo extremadamente precario de su situación: el piso putrefacto, la bebida barata. Dio un trago, arrugando el rostro por el fuerte sabor. Luego sirvió dos vasos, ofreciéndole uno al Arquitecto.

- ¿Qué me dices?

El arquitecto se rió con cierta condescendencia.
El proyecto es mio dijo levantando un dedo, luego levanto otro para añadir El proyecto es mio y ya esta bastante avanzado. sonreía al decir aquello pero tenías la sensación de que no era una broma.
Y vas tres pasos por detrás. te dijo un tanto divertido. No hay sujetos de muestra, los creamos, hacemos clones mejorados genética mente. Hemos conseguido mucho, pero aun nos queda mas por hacer, por eso quiero a alguien con experiencia en el terreno. carraspeo para relajar un poco el tono. Tenemos el sujeto "R" en marcha, y quizá tu puedas ayudarnos a solucionar una serie de defectos que se han venido presentando durante la gestación acelerada en otros sujetos, a fin de cuentas, su genoma ya está escrito y tu eres un experto en modificar lo, el único experto que conozco, de hecho.
Te tendió la mano.
Si el sujeto R sale adelante lo pondremos a prueba con barracuda y sino, pues serán mis recursos los que acaben con ese maníaco. Siempre ganas y nunca dejas de lado tu verdadera meta, suena bastante bien ¿Verdad?

Markus asintió.

- Claro, es tu proyecto. - dijo - Lo que quiero decir es que no quiero intermediarios, quiero comunicación directa contigo. Respecto a los sujetos... bien, si es así, no habrá problema.

Acabar con Barracuda... esperaba haberlo podido hacer por sí mismo, pero el fallo en el diseño del virus había sido, probablemente, la voz de alarma que el muy cabrón necesitaba para esconderse y salir vivo del asunto. Markus no cometería el mismo error una segunda vez.

- De acuerdo, acepto. Cuenta conmigo para este proyecto. Pero no olvides que, mientras ese cerdo de Barracuda siga vivo, tanto yo como cualquier proyecto que quieras llevar a cabo estará en peligro.