Partida Rol por web

Astérope

Segundo día

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10/12/2020, 11:31
Bediviere Lafayette

Dejó que la apretase. Que besase su pelo, percibiendo el sonido acelerado de su corazón. Asintió en silencio, ante su sugerencia mientras cerraba los ojos, notando el tacto de su pulgar contra la mejilla. Inspiró, despacio, por la nariz, para mirarlo de nuevo y contemplar su resignación, dibujando una sonrisa ladeada, antes de tomarlo de la mano para llevarlo hacia el suelo con ella, buscando un refugio, a salvo del viento y de cualquier mirada, contra la barandilla.

- Al final vas a tener más de tierno y blandito que de mafioso, ¿eh?musitó, con sorna. Ahora, a su misma altura, contemplaba detenidamente su rostro, y estiraba una mano para acariciar su pelo, emitiendo un suspiro, casi un ronroneo, al notar su tacto lacio y el roce aterciopelado en las zonas en las que era más corto. Su mirada se perdía en sus labios, mientras recorría su mejilla con los dedos- ¿Estás seguro de que sólo quieres abrazarme?

 

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10/12/2020, 14:01
Nikita Pontecorvo

Nikita se dejó llevar hasta sentarse a su lado. Estaba guapísima con el pelo revuelto por el viento y los ojos todavía mojados aunque ya no tristes. Su mirada viajaba desde ellos —preciosos—, a sus labios —increíbles—, y sonrió divertido ante su comentario.

Eso pregúntaselo a Vicassy cuando vaya a hacerle una visita —bromeó y de inmediato entornó los ojos de puro gusto cuando la chica comenzó a acariciarle el pelo. Toda su piel reaccionó de nuevo erizada por su contacto. En verdad sentía que desde que ella le había tocado se había quedado electrizada y ni siquiera aquella ducha había podido eliminar su efecto sobre él.

Una sonrisa pícara se dibujó en sus labios cuando escuchó la pregunta. Nikita negó muy despacio con la cabeza mientras la miraba —y la miraba— de arriba a abajo como si sopesara las implicaciones de aquellas palabras.

Para nada… —dijo con un susurro. Retiró con lenta alevosía el pelo de uno de sus hombros y, tras dejar expuesta la piel de su cuello, empezó a besarla muy despacio.

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10/12/2020, 14:17
Adam Dyer

 Piso de Nikita

Cuando todos se reunieron en casa de Nikita ya eran casi las once de la noche. Era el último piso de tres de una finca de principios de siglo y se notaba limpio y pintado hace poco.

La mesa estaba preparada para una cena improvisada y la sal se había vertido convenientemente en el umbral de la puerta.

Branwen lucía un vistoso anillo con letras grabadas y un ojo azul.

 

Era como estar en una habitación totalmente llena de esos proverbiales elefantes de los que se hablan cuando hay un tema tabú que cuesta confrontar y más aún cuesta ignorar. Bediviere, Nikita, Bryony... cada uno tenía cara de póker. Poseedores de un secreto que contar... un comentario jugoso que aportar a aquel aquelarre de novedades. Branwen y su anillo. Ingvild y su botella de champán. Incluso el propio Adam vestido con ropa de Nikita (tanto por por talla como por "estilo" era evidente que no le correspondía lo que llevaba puesto), era un elefante. Demasiados para ser tan tarde... o tan temprano. Según se viera el vaso.

¿Y bién? —preguntó Adam al aire una vez hubo saludado a las recién llegadas y todos se ubicaron en el salón del piso de Nikita. —¿Quién empieza?

Los ojos del muchacho escrutaron todos los inputs como si tratase de analizarlos todos de forma aislada y conjunta a la vez. Pero él no sabía hacer eso... así que se limitó a mirar. El anillo, Nikita, Bediviere, Bryony... Ingvild, la botella, Bryony... El anillo, Bediviere, Nikita... La botella, Bryony, Ingvild... 

Había tantas combinaciones que daban sentido a aquellos elementos...

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10/12/2020, 16:55
Bediviere Lafayette

Aquel pequeño acceso de violencia insinuada provocó que se mordiese el labio inferior. Le gustaba saber que aquel chico podía tener caracter, si lo necesitaba. Se preguntaba, al escucharlo, hasta qué punto podía mostrarlo, y la incógnita encogió su vientre de pura anticipación.

Observó su sonrisa, y sintió el peso de su mirada, que la contemplaba como si pudiese ver a través de su ropa, provocando que un escalofrío le recorriese la espalda. Su mano se movía como a cámara lenta, y el roce de su propio pelo acabó por ponerle la piel de gallina, lento y sinuoso, como la propia boca de Nikita.

La caricia de sus labios, sobre la piel, le arrancaba un suspiro entrecortado, mientras inclinaba el rostro hacia un lado, con aquella languidez propia que caracterizaba la mayoría de sus movimientos. Sus dedos, se deslizaron mientras tanto, depositándose suavemente sobre su nuca. El pulgar acariciaba de nuevo el tatuaje, tras su oreja, delineándolo, y sintiendo unas poderosas ganas de saber a qué sabía su piel en aquel exacto punto.

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10/12/2020, 17:35
Nikita Pontecorvo

Cuando las chicas llegaron a su piso, Nikita les advirtió para que no pisaran la sal. Las ventanas estaban cerradas, como Joana les había indicado, y en la mesa habían vasos para todos, agua, una botella de vino empezada y algunas cervezas, además de una fuente con fruta y un bol de una ensalada de verduras típica asteropesa acompañada de una salsa. Adam, Bediviere y él parecían haber cenado ya y les comentó que sus compañeros de piso habían salido, de modo que podrían hablar libremente al menos hasta que volvieran, lo que siendo un viernes por la noche —y ellos chicos normales sin asuntos sobrenaturales que les quitaran el sueño o fueran a asaltarles en una cuneta—, seguramente tardaría en pasar.

Cuando reparó en el anillo del dedo de Branwen, el chico cruzó una mirada de alarma con Bediviere y Adam. Se quedó mirándolo muy fijo sin preocuparle que la galesa lo viera. De hecho miró a su dedo y luego a ella muy serio, prácticamente esperando que diera alguna explicación cuando Adam rompió el silencio alentándoles a que empezaran. Nikita se moría de curiosidad por saber qué era eso tan chungo que Bry les había anunciado por el Whatsapp y miró la botella de champán que había traído Ingvild sin encontrarle mucho sentido a la cosa. Recordaba sin embargo ese comentario suyo de que era de otro tiempo y por un momento pensó si no sería literalmente así.

Venga por favor, empezad vosotras —miró a las tres recién llegadas sin distinción—. Tenemos mucho que contaros, pero necesito escucharos antes. Algo me dice que tal vez después nos cuadre todo un poco más —observaba el dedo de Branwen al decir esto último.

Se sentó en el borde del sofá, mirando en dirección a la mesa y sus comensales y, sin darse cuenta, comenzó a apretar los dedos de una de sus manos con los de la otra.

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10/12/2020, 18:00
Nikita Pontecorvo

Los labios de Nikita bajaron, sin prisa ninguna, hacia el hombro de Bediviere, dejando un reguero de pequeños besos. Mientras, con su mano sujetaba el rostro de la chica, inclinado para dejar su cuello al descubierto, y con el pulgar acarició su mejilla, la comisura de sus labios y luego estos tan despacio como sus besos volvían a subir hasta el lóbulo de su oreja.

Era tan suave… Acariciaba su piel con los labios y la punta de la nariz, aspirando el aroma de su piel, llenándose de nuevo con él. Subió de nuevo por su cuello, ahora con besos más profundos hasta mordisquear con cuidado el lóbulo de su oreja.

Cada pequeño rincón de su piel le parecía delicioso y dejó escapar un jadeo entrecortado cuando sintió las manos de la chica en su nuca. Cerca de ella estaban las bobinas magnéticas de sus audífonos que siempre resultaban un tanto aparatosos para estas cosas y se preguntó que haría la chica con ellos… Tal vez no ahora que solo tenían un pequeño rato robado a las circunstancias y a la intemperie, sino cuando estuvieran a solas de verdad. Volvieron a su memoria las palabras de Bediviere al decir que aquella noche quería quedarse y rogó porque existiera ese momento y tal vez poder tenerla desnuda en su cama.

Arrebatado por ese pensamiento, la boca de Nikita buscó la de Bediviere con avidez mientras, rodeando la parte baja de su espalda con ambas manos, la atrajo cuidadosa pero firmemente hacia sí.

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10/12/2020, 18:48
Branwen Glyndwr

Se disculpó honestamente con todos por haberles enfrascado en lo que, al final parecía haber sido una falsa alarma, y les agradeció su ayuda, conminándoles a que se lo compensaría invitándoles a una comida o merienda en el siguiente fin de semana.

Recogiendo los items que le habían requerido los chicos los metió en una bolsa limpia que recogió de su propio cuarto al tiempo que se agenciaba una chaqueta.

Pidió un taxi para ir hasta Sassaneva.

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10/12/2020, 19:31
Branwen Glyndwr

Alcanzó, desde el taxi, a las chicas en la pizzería avituallándose a conciencia y ella también negoció con los pizzeros el disponer de un par de termos de café bien cargado y aromático. Y tiramisú. En densidad estratosférica de calorías.

Con amabilidad, preguntó si se podía llevar algunos sobrecitos de sal aunque, dudaba que no tuvieran más que saleros.

No se apresuró a pedir detalles. Creyó que eso iba para cuando estuvieran todos juntos. Se limitó a saludarlas con efusión.

Se esmeró en no romper las barreras al entrar aunque, la cierta aura hogareña le pareció suficiente para que los monstruos se derritieran.

Le sorprendió el respingo en la mirada del asteropés cuando la vio en posesión del anillo de su padre aunque, no la trastocó del todo porque empezaba a deducir que 'ese' hombre era compulsivo en los detalles. Se dijo entonces si la paciencia le venía de madre.

¡Vaya! Desconfía de los padres que traen regalos.

Absorbió la seriedad con la que la observaba Nikita con la calma del que espera una explicación, y como Adam destapó el tarro de las esencias preguntando quien se echaba a la arena, valoró si tomar la vez.

Si era verdad que había mucho que contar y viniendo de no hacia mucho rato anterior de una amplia revelación se dijo que era mejor esperar a ir oyendo las demás historias para pillar mejor la perspectiva de la suya propia.

Hizo un gesto cortes de cederle la vez a las chicas. Parecía que lo suyo tenía mejor germen y efervescencia para ser lo primero que se explicara.

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10/12/2020, 21:16
Ingvild Hoem

Volver a encontrase con Branwen le alegró sobremanera. En Astérope podía contar los rostros familiares con los dedos de una mano, y, tras lo vivido con Bryony,  observar de cerca otro semblante conocido era una manera de sentirse anclada a la realidad, esto es, a un tiempo y un espacio determinados. Donde las leyes de la física o lo que fuera aún se cumplían. Donde una biblioteca no era más que una biblioteca, la inquisición un evento remoto que sólo se veía retratado en pinturas de Goya, y un penpal lo más cercano a una amistad por proyección astral.

Aquella alegría se extendió al caminar por el bullicio típico de final de viernes en un balneario universitario como Sassaneva. Todo volvía a la normalidad. El contacto frío del pico del champán entre sus dedos era el único vestigio que conservaban de que lo que habían experimentado era real. En aquellos momentos, Ingvild ignoraba la botella jovialmente.

La casa de Nikita fue toda una sorpresa. No porque tuviera alguna particularidad sorprendente por sí misma —le recordaba a uno de los tantos bygård de principios del siglo pasado, con sus techos altos y poco acogedores— sino porque no le parecía que se ajustara a la personalidad de Nikita. Podía esperar una disociación entre los apartamentos del resto del grupo, a fin de cuentas, recién habian llegado al país, pero el muchacho era un local. Siempre cabía la posibilidad de que viviera lejos de Astérope y simplemente estuviera alquilando apartamento. Ya habría tiempo para preguntas.

—Tíooooos —exclamó, dejándose caer en el primer asiento que encontró— No lo váis a creer.

Se quedó mirando a Bryony, mordiéndose los labios. Aún recordaba las advertencias. No hablen del devenir. Pero Bry había dado argumentos por lo contrario, y tenían sentido.

—Comenzar por el final —afirmó encogiéndose de hombros. Porque no tenía dudas de que aquello era el final. Dejó la botella de champán sobre la mesa.

—¡Joder! No sé ni por dónde empezar —dijo tirándose el pelo hacia atrás con las dos manos.

De pronto comprendió por qué nadie quería ir primero. Rememorar la experiencia le resultaba un tanto abrumador. Pero Ingvild no era de las que se acobardaba.

—¿Bry? —propuso, mirando suplicante en la dirección de la británica.

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10/12/2020, 21:28
Bediviere Lafayette

La piel estremecida de Bediviere aún conservaba el olor del jabón de menta, y del champú con aroma a cítricos con el que se había duchado aquella tarde, antes de salir de casa. El tabaco había matado parte de aquella esencia, pero aún podía percibirse, junto con las flores blancas de su perfume, y el aroma a cereza del suavizante con el que había lavado su ropa. Olía también a algo terroso, especiado, húmedo y lejano. El olor de la propia Nueva Orleans, que aún impregnaba todo lo que había venido junto a ella, en sus maletas. 

Se preguntó hasta qué punto Nikita sería capaz de captar todos aquellos matices, al percibir que inhalaba, sobre su cuello, rozándola con la punta de su nariz, antes de ascender y apropiarse del tierno y sensible lóbulo de su oreja, arrancándole un gemido entrecortado y sorprendido, encogiendo aún más su vientre.

Entonces la besaba. Se lanzaba a por sus labios, con aquella avidez arrebatadora, provocando que jadease en su boca, mientras probaba una vez más el roce de su lengua. Bediviere devolvía cada beso, apretándose de nuevo contra su cuerpo, contra su pecho, al notar que la atraía hacia si. El hecho de que sus manos no propasasen el lugar en el que la espalda perdía su inmaculado nombre, la hizo sonreír, jocosa.  

Apoyaba una mano sobre el muslo de Nikita, presionando, suavemente, y ascendiendo, despacio, mientras atrapaba su labio inferior y lo mordía, con cierta brusquedad inconsciente y ansiosa- Dime que luego vas a arrancarme tu camiseta de encima...-pidió, con la respiración entrecortada, con las mejillas sonrojadas y la piel ardiendo. 

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10/12/2020, 21:35
Bediviere Lafayette

Bediviere saludó con un asentimiento a las recién llegadas, comprobando que se encontraban de una pieza con un vistazo rápido, y aspirando el aroma a pizza que de pronto invadía el salón. 

No tardaba en reparar en el anillo que llevaba Branwen en la mano, y su reacción al contemplarlo fue de una alarma similar a la de Nikita, aunque quizá un tanto menos inquisitiva. Miró a unos, y a otros, sin hablar aún, habiendo tomado asiento en el sofá, junto al asteropés, y recogiendo sus piernas, cruzándolas sobre el asiento para escuchar cómodamente, dejando a la vista sus pies descalzos de uñas pintadas de negro. 

Escuchó a Ingvild con cierta impaciencia, mientras posaba las pupilas sobre la botella de champán y tomaba un trago de su cerveza fría. 

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10/12/2020, 23:00
Bryony J. White

—Ey, qué anillo más chulo. Es muy cool.

Ese había sido el saludo que Bryony le había hecho a Branwen en la pizzería, mientras esperaba a que preparasen su pizza tropical con extra de queso y de piña y una caja con panes de ajo.

No adelantó nada en ese momento, de hecho parecía estar bastante callada para ser ella. Por un lado porque de repente se sentía rara en el mundo real como si no estuviera segura de encajar del todo en el puzzle. Por otro porque aún estaba decidiendo hasta qué profundidad iba a abrirse ante sus compañeros. Lo de Ingvild había sido inevitable por las circunstancias, pero ahora tenía que decidir en qué punto se encontraba el equilibrio entre contar lo que necesitaban saber y no exponerse de más.

Entró en el piso de Nikita mirando todo con curiosidad y con cuidado de no pisar la sal. 

—¿Tus compis saben para qué es? —preguntó de pasada mientras pasaban al salón. 

Una vez allí instaló la comida que llevaba ella en la mesa y se dejó caer en una silla. Sus ojos fueron pasando de uno a otro a medida que iban declinando ser los primeros en hablar. Estaba claro que el momento se acercaba y al ver que Ingvild comenzaba pensó que quizás ella la liberaba de decidir... pero no. Se le escapó un resoplido de risa por debajo de la nariz al darse cuenta de que al final iba a empezar ella. 

Vale a ver...  Voy a ir a saco, os aviso. No se me ocurre otra forma. —Tomó aire y alzó las cejas creando un instante de expectación. Y luego lo soltó a bocajarro—. Ingvild y yo hemos «viajado» —Hizo un gesto de comillas con los dedos— al futuro. A Ginebra, en dos mil veintiséis. 

Soltada la bomba, paseó su mirada por todos sus compañeros y luego se echó hacia delante en el asiento y empezó por el principio.

Estábamos en la biblioteca, serían, no sé, las cinco de la tarde o por ahí —Intercambió una mirada con Ingvild para confirmar—. Y al salir vimos una sala un poco rara, como una cafetería con muebles geniales. Entramos a cotillear porque pensamos que sería alguna sala privada, para profesores o algo así. Pero no. En cuanto dimos unos cuantos pasos dentro ya no estábamos en Astérope, ni en la biblioteca. Estábamos en una cafetería. Y allí estaba una amiga mía de Ginebra, celebrando un ascenso. Por la ventana se veía Ginebra y ella misma nos lo confirmó. También nos dijo la fecha. 

»Ashley se alteró al oír que veníamos de Astérope. Y nos empezó a contar que las hadas en realidad son unas chungas y habían reclamado algunos lugares en la Gran Venida, o algo así. Seis ciudades estado, dijo, ¿verdad? —De nuevo buscó confirmación de Ingvild—. Y que la Atlántida había sido lo primero que habían tomado. 

»Hasta ahí, bueno, pero es que entonces todo se puso muy chungo. Empezaron a pitar todos los móviles de la sala, los de ellos y los nuestros también. Y salió un mensaje en la pantalla diciendo que Ingvild y yo nos teníamos que separar de todos los presentes por peligro de muerte. Y luego salieron más mensajes, diciendo que el futuro era un veneno para el presente y que cualquier revelación podía tener consecuencias nefastas. Y que no se podía hablar del devenir. La jefa de Ashley dijo que era una inquisición de... ¿Eurogarm? Algo así. Y entonces se pusieron a hablar de unas desapariciones, Ashley parecía pensar que las provocaban los de la inquisición esa, pero su jefa decía que no. —Se encogió de hombros. Bry se inclinaba hacia el lado de Ashley, se notaba—. Total. Que entonces aparecieron unos helicópteros enormes y nos acojonamos. Que además yo tengo la mochila llena de drogas para la fiesta, joder. Si me pillan con eso me meten en la cárcel por lo menos.

»En fin. Nos fuimos corriendo y Ashley venía con nosotras, pero nos perseguían los chungos esos. Y pudimos encontrar el modo de volver a la biblioteca, pero por el camino perdimos a Ashley y a los perseguidores. Entonces caminamos y caminamos, pero la biblioteca no se acababa nunca. Más de media hora estuvimos andando por pasillos idénticos. Y por el camino vimos una cosa rarísima. Una persona con un traje hecho de cintas de colores, con una máscara de encaje y una lámpara antigua. Daba un canguelo que no veas, así que nos escabullimos. Al final llegamos a una sala que parecía normal y ahí estaba Marcela estudiando. Salimos a la calle y ya está. Eran las diez de la noche. Intentamos llamar a Joana, pero no daba señal. Y he escrito a Ashley, pero no me responde. —Torció los labios, eso la preocupaba bastante—. Claro que yo le he escrito a la Ashley del presente, no a la del futuro. 

Los miró a todos, sin saber muy bien qué se iba a encontrar, si las creerían trastornadas o qué. Y entonces cayó en algo y sacudió la cabeza.

Os juro que las drogas no habían salido de la mochila. No nos hemos tomado nada. 

Notas de juego

Edit para agregar la hora de salida: 22h.

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10/12/2020, 23:39
Nikita Pontecorvo

El roce de la lengua de Bediviere, el olor de su piel saturando su olfato, el abrazo mucho más estrecho, la mano ascendiendo por su muslo y sus pupilas oscurecidas, casi negras, con un brillo febril que lo atravesaba mientras lo provocaba con aquella petición que hizo que sintiera una oleada de calor subiendo desde su vientre. Todas aquellas sensaciones lo intoxicaban haciendo que empezara a perder el sentido, que dejara de importarle dónde estaban o qué estaba pasando en ese mundo tan peligroso y extraño que parecían habitar. Solo quería más… Más contacto, más besos, más profundo...

Sus manos respondieron a la provocación de Bediviere adentrándose bajo su camiseta, subiendo por ambos costados desde su cintura hasta que sus pulgares alcanzaron el perfil de sus pechos y los acariciaron aún por encima del sujetador mientras su lengua se adentraba más hondo en su boca y sus besos se volvían más prolongados y profundos.

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11/12/2020, 00:04
Bediviere Lafayette

Un respingo encogía su estómago, mientras aquellas manos ascendían, colándose bajo su ropa y rozando su piel hasta alcanzar sus pechos generosos y estremecidos. El encaje negro de su sujetador a penas podía disimular la inmediata reacción de su cuerpo, ante aquel roce cercano. Una muestra clara y endurecida de su excitación, contra la yema de sus pulgares. 

Su besos profundos, arrebatadores, capaces de robarle el aliento, y aquel gesto envalentonado de Nikita, provocaban que su mano avanzase, decidida. Quería sentir su deseo, entre los dedos, mientras entreabría los párpados, entre jadeos y besos, queriendo beber cada expresión placentera de su rostro de facciones afiladas. 

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11/12/2020, 10:43
Nikita Pontecorvo

Cuando Bry preguntó a Nikita qué pensaban sus compañeros de la sal, el chico puso cara de circunstancias.

No la han visto. La he echado cuando se habían marchado ya, pero la verdad que no sé ni qué contarles… Quién iba a decirnos hace dos días que sería complicado compartir piso con muggles, ¿verdad? —dijo y se encogió de hombros con una sonrisa resignada indicándole después la dirección hacia el salón.

Nikita siguió el discurso acelerado de la inglesa casi sin pestañear. Se afanaba en seguir también sus labios preocupado de no perder ni un solo detalle que pudiera hacer entender todo lo demás. Porque si la media hora de desfase que ellos habían sufrido los había dejado flipando, aquello era directamente alucinante. No puso en duda, ni un solo momento, que fuera cierto lo que contaban, pero siguiendo el instinto tan humano de tratar de aferrarse a lo tangible, cuando Bry terminó de hablar el chico se levantó y tomó la botella de champán de la mesa, buscando en su etiqueta cualquier fecha o indicación de que venía de donde venía. Porque no solo habían tenido una visión del futuro, sino que aquello era la prueba física de que habían estado allí. En cuerpo y alma. Seis años más allá.* Lo de la presencia inquietante de la biblioteca habría de quedar por ahora en segundo plano.

La Gran Venida… —repitió para sí mientras dejaba la botella sobre la mesa y volvía caviloso al sofá junto a Bediviere—. Esto... ¿Es verdad entonces? Lo que Nick Cave y su mujer decían… —aclaró—. Podría ser cierto todo lo que dijeron: que las hadas nunca se han ido del todo. Que hay miles de personas intercambiadas en el mundo. Y que pronto van a volver. Y piensan volver ¿a la Atlántida? —miró a Ingvild y Bryony como si ellas pudieran responder a todo aquello. Después buscó los ojos de Adam y Bediviere con un claro gesto de interrogación que a todas luces parecía decir: ¿estáis pensando lo mismo que yo?

El hilo de sus disquisiciones le hizo volver a fijarse en el anillo. Lo señaló.

Esto no lo llevabas esta mañana, ¿verdad? —preguntó a Branwen sin poder evitar un leve gesto de repelús ante lo que aquel anillo le transmitía—. ¿De dónde lo has sacado?

Notas de juego

*Le pregunté a Cusa y me confirmó que los PJs están en septiembre de 2020.

Edito: una errata.

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11/12/2020, 11:17
Nikita Pontecorvo

Nikita apretaba con delicadeza sus manos, acariciando suavemente los pechos de Bediviere mientras una descarga eléctrica parecía viajar desde la yemas de sus pulgares hasta su sexo cuando sintió el tacto endurecido de sus pezones. La idea de arrancarle la camiseta que ella había sugerido pulsaba en su mente. Cómo deseaba poder también contemplar las formas perfectas que podía sentir en sus manos.

Los jadeos de Bediviere en su boca aumentaron de intensidad y su mano siguió deslizándose muslo arriba hasta llegar a tocar su erección. Un jadeo prolongado y profundo escapó entonces de los labios de Nikita mientras sus ojos entornados rodaban hacia atrás. El pequeño espasmo de placer que lo recorrió a su contacto hizo que, como por un reflejo, sus manos respondieran aferrando los pechos de la chica con más fuerza.

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11/12/2020, 12:42
Bediviere Lafayette

Aquel gesto más brusco le arrancaba un gemido trémulo, mientras bebía cada uno de sus gestos, y cataba en sus propios labios el aire de aquel jadeo. Saberlo endurecido, y excitado de aquella manera, por ella, provocó que lo mirase, momentáneamente, a medio camino entre la admiración y el deseo ferviente, al mismo tiempo que su mano tanteaba y acariciaba, gentil. 

Su otra mano se deslizaba por su mejilla, sedosa. Su cuerpo, ansioso, envarado y excitado, encontraba una vez más su lugar, sobre su regazo. Lo deseaba. Lo deseaba tanto que su vientre se encogía, ansioso y agonizante, ante cada caricia, con cada beso- Tócame... Tócame por favor. - pidió, enardecida. Necesitaba sentirlo, contra la piel, por debajo de la barrera que imponía la tela de su ropa.

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11/12/2020, 13:59
Nikita Pontecorvo

La mano de Bediviere siguió acariciándole suavemente por encima del pantalón. Arrebatado por las caricias, Nikita abrió los ojos para toparse con sus pupilas que parecían relampaguear mientras lo observaba con tal intensidad que el chico se colgó de ellas. Cómo lo excitaba sentirse totalmente expuesto bajo aquella mirada y el roce de su mano, ambas escrutándolo con atención, bebiéndose cada uno de sus gestos y de sus gemidos, de su tacto pulsante. Estaba llegando a ese estado en que sentía que no se pertenecía, que su cuerpo estaba ahí para ella y en el que solo deseaba dejarse llevar. La realidad de la terraza seguía ahí pero cada vez más como un borrón molesto, como algo difuso que tenía un mensaje que transmitir que cada vez le parecía más intrascendente y lejano. Ella, su presencia, la rotundidad de su cuerpo, parecía llenarlo todo y cuando la oyó pedirle, rogarle, que la tocara, la diestra de Nikita bajó con cuidado la cubierta de encaje del sostén bajo la camiseta, liberando a su tacto su pecho suave,cálido y trémulo, que apretó arrebatado por su firmeza midiendo con cuidado sus fuerzas y acarició suavemente después con la punta de sus dedos mientras su otra mano bajaba de nuevo por su espalda hasta su trasero empujando a la chica todavía más hacia sí.

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11/12/2020, 17:17
Bediviere Lafayette

Siseó, inclinando la cabeza hacia atrás, lentamente. El tacto de su mano parecía marcar su piel, como una brasa, una estela de dedos, hormigueante, que se adueñaba de su pecho, como un náufrago errante que de pronto divisaba la tierra y la horadaba con su propia bandera. La imagen de aquella misma mano, hundiéndose, atenazando sus mismísimos latidos, parpadeó, quemante, en su cabeza, durante un instante en el que buscó de nuevo su boca, ahogando el inevitable sonido quebrado de su voz.

Sus manos se aferraban ahora a sus hombros, mientras Nikita la apretaba contra si. Lo sentía, deseoso de su cuerpo, entre las piernas y contra el mismísimo centro de su propia excitación, aún cuando la ropa suponía una barrera casi dolorosa- Quiero fundirme contigo... -musitó, gimiente y profundamente estremecida, en lo que era una sentencia verdadera, y tan significativa en sus labios, que entrecortaba su respiración y erizaba todo el vello de su piel.

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11/12/2020, 18:52
Branwen Glyndwr

Hubiera querido tener un mejor espejo para comprender su propia expresión en respuesta a la narración de las andanzas de Ingvild y Bryony. Pero la otra parte de la ecuación en la sala, que hubiera servido para ello, parecía tremendamente concentrada en ella pero por el puñetero anillo.

Afortunadamente, tenía callo de ser considerada el centro adverso de la observación, y no la distrajo de extraer lo que considero relevante de la historia de vivida por sus dos compañeras.

Era flipante. No solo porque, una o las dos o juntas, habían tenido la facultad de trasponer el fulcro de la especificidad de la cuarta dimensión (esa formulación tenía que estudiarla). No. Ahí estaba también una de sus opciones (Secretamente la aliviaba que no fuera 'La Pesadilla Verde' y la decepcionaba que no fuera 'La Gran Revolución') con otro nombre (seguramente viralizado de algún tabloide - le gustaba más su denominación del 'El Invierno de las Hadas') vivita y coleando y con descendencia. Quizás, descendencia no. Solo mecanismos de reacción.

Miró ella también el contorno del anillo, con el que había estado jugando a seguir sus líneas y sentir el bulto del ojo inconscientemente, y se dijo que tenía mucha lógica simbólica, que pudiera pertenecer a esa Inquisición mencionada por Bry. Si es así formo parte de ella de nacimiento y ahora de palabra. Estupendo - se dijo entre meninges arrugando el morro - También puede ser otra cosa. Ya seguro. Vaya si sacaste más que lo que tu viejo te quiso meter en la mollera y nada más.

La pregunta era porque verlo, al anillo, estaba poniendo a los otros tres como si estuvieran con una pantera y no con ella. ¿Qué tejes alrededor de mí, desafecto padre, señor Rákoczi?. Desafecto no. Diferente.

Estaba rumiando en silencio la evidencia de que su lectura era real, y soltar un guau mirando a sus dos amigas, que casi se le pasa la verdad inherente tras las siguientes palabras de Nikita. No lo saben. ¡Joder!. Entonces el principio me toca a mí.

Lo abrupto del cambio de tercio de las reflexiones del chico y, la referencia directa, con grima y todo, al presente de su padre le sacó la pata de guía, aun al responder con la misma voz civilizada que aún llevaba pegada de la Conversación y que le parecía cada vez más ominosa.

- Pues seguramente de un elaborado plan que englobaría mi existencia, los sentimientos de mi madre y su sentido de la responsabilidad y del que no sé si es para bien o para mal - replicó - El plan, quiero decir. No sé si también el anillo...

Se detuvo. Lo acompasó con el común gesto de parar que se hace con las manos y cerró los ojos. Para conocer lo que eres empieza por decirte lo que no eres. Y no eres una borde. 'De ninguna manera dejes de ser educada'.

Disculpa Nikita... - se excusó sincera, re-arrancando la expresión de su rostro para volver a empezar con otro pie. No buen pie. Lo que venía no tenía bueno en ello. Pero al menos intentó remarcar que confiaba en la luz al final del túnel.

- Nick Cave y su mujer... - murmuró con calma abriendo otra vez los parpados - No habéis visto las noticias ¿Verdad? - trató de confirmar - Ella y él están muertos. Los mato una bomba hará menos de una hora. Y pienso que ha sido obra de la Sociedad de la que es miembro y para la que trabaja mi Padre - ¿Y yo? - Me dijo que era uno de esos hechos que se producen cuando se acerca un punto de inflexión.

- El anillo me lo ha dado él. Junto a un montón de contestaciones y consejos con un calado que me temo aún estoy por asumir y luego entender, y un tercer grado personal que aun me da vueltas la cabeza. Y esa información que os acabo de dar.

- Y a cambio yo le he dado una confirmación de sí la masacre de Cave y su esposa era el detonante de lo que tenía que venir. Y lo es. Y los seis estamos metidos en el centro de todo ello. Como en un huracan.

- Siendo que, mi progenitor forma parte de un Gobierno Oculto que anda por ahí maquinando en la sociedad, y que sus hechuras de vanguardia de la causa, le llevaron a concebirme especialmente para esto - apuntó remarcando su presencia - intuyo que lo que han previsto es algo chungo, pero en lo que prevén prevalecer.

-'Vienen tiempos revueltos que te exigirán Astucia tanto como Sabiduría. Haz lo que tengas que hacer pero calibra la dosis de Osadía. Y da igual la situación, la humillación, o el agotamiento, de ninguna manera dejes de ser educada. De nuestros modales dependerá la supervivencia del mundo que conocemos.'- me dijo - 'Sólo permitirán quedarse a los que no huyan'.- me dijo lo ultimo sea lo que sea que quiso decir.

Y... - aspiró tomando carrerilla - Nosotros. Y la universidad. Y la Yumeko. Y La F.E.E. Y la catalogación de lugares... Estar aquí junto a la Atlántida... Todo eso forma parte de su plan. A lo proyecto Manhattan - su tono de voz aventuró lo que pensaba de verse vista como pequeña bomba atómica esotérica humana - incluso tengo y, no me siento tan especial para creer ser la única, una especie de escolta o supervisor.

- Lo del detonante si que se lo dije a él. Pero lo demás me lo he guardado para aquí. Aunque creo que él sabe que yo lo sé y que no me lo iba a guardar - hizo una mueca - Creo que él juega al ajedrez un millón de jugadas por delante. Y es bueno en ello - se frotó la cara y no supo bien por qué, pero añadió - Que conste que yo soy más del Go.

- Ahora, por las barbas de Epicuro, que cabras os pasa con el anillo - suplicó una respuesta - porque me advirtió que no me lo quitara y que me iba a servir de salvavidas - contó, con la evidente expresión de que intuía que era la verdad, pero que no era toda la verdad - y cada vez que le dais un tiento con los ojos me siento como lo haría uno de los nazgul antes de ser un nazgul, y le importara.

Si hubo algo mínimamente sobrenatural en Branwen en aquellos minutos es que todo lo dijo sin alterar ni una octava su tono medio lo que era normal cuando estaba seria. Y eso que al final atinó a sonreír con tristeza. Pero sonreír